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2 - Lidiando con fantasmas: El regreso del padre

Emily no podía creer lo que veían sus ojos. Tenía que ser una pesadilla. Tenía que despertarse cuanto antes. No podía ser real. No ahora que su vida era feliz y estaba normalizada.

- Por fin te he encontrado.

- Lo siento, creo que me estás confundiendo... - dijo con nerviosismo en la voz.

El hombre soltó una risa ahogada y la miró con decisión.

- No. Es usted a quien busco desde hace exactamente cinco años.

- Lo siento -dijo ella con voz temblorosa-. - Pero me temo que me has confundido con otra persona.

Él la miró con ojos llenos de determinación y dijo:

- No, querida. Eres la madre de mi hija.

Emily frunció el ceño, intentando procesar las palabras del hombre que tenía delante. Recordaba claramente haberse marchado y no haber mencionado nunca su embarazo. ¿Cómo podía saber lo de su hija?

- Lo siento, pero se equivoca -respondió ella, con la voz temblorosa por la incertidumbre-. - No tengo hijos propios y no sé cómo ha llegado a esa conclusión.

El hombre suspiró, con una mezcla de frustración y determinación. Parecía tan seguro de sus palabras que empezó a tambalear la confianza de Emily en su propia mentira.

- Entiendo que puedas estar confusa o que no quieras admitir la verdad -dijo con calma-. - "Pero vi tu foto en aquel evento de hace unos meses con una niña que se parece mucho a mí. No se puede negar el parecido. He estado siguiendo tus pasos discretamente, esperando el momento oportuno para revelar mi presencia.

Emily se quedó aún más perpleja ante sus palabras. Intentó pensar en algún acontecimiento reciente en el que pudiera haber sido fotografiada con Gabriela, pero no le vino nada a la mente. ¿Podría ser que alguien estuviera manipulando la situación para asustarla?

- Lo siento, pero creo que se equivoca -replicó Emily, ahora con voz firme-. - No conozco a ninguno de sus hijos y no puedo aceptar esas afirmaciones sin pruebas concretas. Le ruego que se marche y me deje en paz.

El hombre pareció estremecerse por un momento, pero su determinación no flaqueó. Se acercó, apoyando los brazos en la mesa.

- Comprendo su reacción y su negativa, pero, por favor, escuche lo que tengo que decirle. Sé que en aquel momento no querías que supiera lo del embarazo, pero lo he descubierto. Por favor, dame la oportunidad de explicártelo todo.

Emily sintió que el corazón se le aceleraba y una mezcla de miedo y curiosidad la invadió. ¿Cómo se había enterado así de la existencia de su hija? ¿La estaba espiando? Estaba asustada, pero también intrigada por la insistencia de aquel hombre y su afirmación de que había averiguado algo sobre su hija. Sus pensamientos se agitaron rápidamente, tratando de entender cómo podía haberlo averiguado, empezó a pensar que estaba jugando con ella, para conseguir que le revelara la verdad. Sin embargo, una parte de ella temía que realmente estuviera seguro de la paternidad.

- ¿Cómo ha averiguado lo de mi hija? - preguntó Emily con voz temblorosa, mientras luchaba por mantener la compostura.

El hombre agachó la cabeza un momento antes de contestar.

- Estaba navegando por Internet y acabé encontrando una foto tuya en un evento. Estaba junto a una niña que se parecía mucho a mí cuando era pequeña. Me quedé de piedra cuando me di cuenta del parecido. Sabía que no podía ser una coincidencia.

A Emily se le hizo un nudo en el estómago. ¿Existía realmente esa foto? ¿Alguien la había fotografiado sin que ella se diera cuenta? La confusión y el miedo la invadieron, pero se mantuvo firme.

- No prueba nada -dijo, tratando de convencerse de sus propias palabras-. - Hay muchos niños que pueden parecerse a otras personas. Es sólo una coincidencia.

El hombre levantó la cabeza y miró a Emily a los ojos. Había tristeza y pesar en su mirada.

- Comprendo tu desconfianza, pero, por favor, dame la oportunidad de explicarme. Entonces cometí un terrible error, pero ahora estoy aquí para arreglar las cosas.

Las palabras del hombre encontraron un frágil espacio en el corazón de Emily. La duda empezó a apoderarse de sus certezas. Siempre había ocultado a su padre la existencia de su hija, temiendo las consecuencias que podría tener en su vida, pero ahora él la había encontrado y ella no sabía qué hacer con toda esa información.

- Tengo que irme. Se ha acabado mi hora de comer", mintió.

El hombre aceptó a regañadientes.

- Está bien, pero quiero conocer a mi hija.

- Ya le he dicho que no es su hija. Parecerte a alguien no te convierte en su hija.

- Entonces demuéstrame que no es mía. Hagamos la prueba de ADN.

El corazón de Emily se aceleró ante lo que dijo. Si hacía la prueba, obviamente daría positivo y ella no quería a ese hombre cerca de Gabriela. Tenía que pensar en una forma de deshacerse de ese hombre lo más rápido posible y no hacer ninguna prueba de ADN.

- Tengo que irme. - Ella se levantó y él también.

- Volveremos a vernos y hablaremos más del examen.

Emily no contestó, sólo cogió su bolso y salió del restaurante sin mirar atrás. Estaba aterrorizada por aquel encuentro totalmente inesperado.

Caminó por la concurrida calle de la ciudad, de regreso a la oficina, con la mente sumida en un revoltijo de pensamientos. El encuentro con aquel hombre la había conmovido profundamente, dejándola perdida y con sus sentimientos sacudidos. Las calles eran como un laberinto, reflejo de la confusión que llevaba dentro.

Mientras se alejaba del restaurante, Emily intentaba comprender lo que acababa de ocurrir. La mera idea de que pudiera estar acechándola la atormentaba. No estaba preparada para enfrentarse a una situación así. Su vida estaba por fin en orden y ahora todo parecía desmoronarse a su alrededor.

Los pensamientos se arremolinaban en su mente: si pudiera ignorar aquel encuentro y volver a su rutina, tal vez todo volvería a la normalidad. Pero en el fondo de su corazón sabía que nada volvería a ser normal en su vida.

Mientras caminaba, Emily sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas. El peso de la situación era abrumador. Quería a su hija más que a nada en el mundo, y la mera idea de compartir su custodia con aquel hombre la aterrorizaba. ¿Cómo podría hacerle frente? ¿Cómo proteger a su hija de una posible decepción? ¿Y si la presencia de ese hombre traía el caos a la apacible vida que habían construido juntas?

Emily se detuvo en un banco de la plaza y se dejó caer sobre él. Contempló el horizonte, luchando contra las lágrimas que insistían en rodar por su rostro. Se sentía sola y vulnerable. La incertidumbre la carcomía por dentro y el futuro le parecía más aterrador que nunca.

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