Las dos se miraron en silencio durante un largo rato. Emily sintió que el corazón se le aceleraba con todo lo que estaba pasando. Temía por sí misma y por Gabriela. No sabía exactamente qué quería Gaspar, pero no podía privar a su hija de conocer a su esperado padre.
- Sólo voy a pedirte un poco de paciencia. Tengo que pensar en la manera de explicarle todo esto a Gabriela.
- Por supuesto. No quiero causarle ningún dolor. Esperaré el tiempo que haga falta.
Emily suspiró, sintiéndose un poco más aliviada con sus palabras.
- Me alegro. Pensaré en la mejor manera de hablar con ella.
- Esperaré a tener noticias tuyas entonces.
Emily asintió y su almuerzo estuvo por fin listo.
- ¿Puedo hacerte una pregunta? - dijo cogiendo los cubiertos para comer.
- Sí, por supuesto.
- ¿Cómo me has encontrado?
Gaspar tardó en contestar. No quería decir que pagaras a un investigador, pero ¿cómo has podido encontrarme?
- Investigué un poco -respondió vagamente, y Emily lo miró con suspicacia.
- ¿Y cómo sabías a qué colegio va Gabriela?
Gaspar suspiró, tenía que ser sincero o Emily no confiaría en él.
- Muy bien, cuando vi la foto, contraté a un investigador y me lo contó todo.
- ¿Todo?
- Sí.
- ¿Todo sobre qué?
- Su dirección, número de teléfono, nombre de la chica, edad y colegio.
Emily lo miró estupefacta. Una vez más la estaba sorprendiendo. Cuando habían hablado años atrás, no habían mencionado nada más que sus nombres de pila. Así que ella no conocía a Gaspar y no sabía si tenía dinero o no, pero sí que tenía mucho dinero.
- Vaya... eso da miedo.
- Por favor, no me malinterpretes. Sólo te lo dije porque no quiero mentiras entre nosotros. Quiero que confíes en mí.
Emily lo miró en silencio. Parecía sincero en lo que decía, pero ella tenía miedo de creerle.
Emily reflexionó un momento, con sentimientos contradictorios en su interior. La parte racional comprendía que Gaspar quisiera ser sincero y mantener la confianza entre ellos, pero la parte emocional seguía en alerta, preocupada por sus intenciones y por la seguridad de Gabriela.
Finalmente, suspiró y respondió con sinceridad:
- Entiendo que quieras ser sincero, Gaspar, y te lo agradezco. Pero tengo que admitir que también me asusta un poco todo esto. Conocer a Gabriela es una gran responsabilidad, y quiero asegurarme de que estamos haciendo lo correcto.
Gaspar asintió comprensivo.
- Sé que es un shock, Emily, y no esperaba que todo sucediera tan rápido. Yo también me siento abrumado por la situación, pero puedo garantizarte una cosa: quiero estar presente en la vida de Gabriela, aunque nos lleve tiempo construir una relación.
Emily le miró a los ojos y vio una mezcla de emociones, desde alegría y esperanza hasta preocupación e incertidumbre. Era difícil ignorar el hecho de que ahora él intentaba enmendarse, pero ella tampoco podía ignorar su historia. Emily se reclinó en la silla, pensativa, mientras movía el tenedor alrededor de la comida que apenas había tocado. Resurgió el recuerdo del pasado, el dolor y las decepciones que Gaspar le había causado. ¿No sería su mujer un gran problema? Lo pensó porque Gabriela podría tener que vivir con ella...
- ¿Puedo hacerte otra pregunta?
- Todas las que quieras.
- ¿Te casaste con esa mujer? - Emily ya sabía la respuesta, pero quería ver hasta dónde llegaba con la verdad.
Gaspar permaneció en silencio tras su pregunta directa.
- Es mucho más complicado de lo que crees...
A Emily le sorprendió la respuesta. ¿Qué podía ser más complicado que toda esta situación?
- ¿Os casasteis o no?
- Sí.
- ¿Y sabe ella que estás aquí conmigo ahora?
- No.
Emily sintió una mezcla de emociones ante la respuesta de Gaspar. Rabia, tristeza y un poco de alivio al saber que, al menos de momento, aquella mujer no sabía que él estaba allí con ella. Sin embargo, aún quedaban muchas incertidumbres y preguntas sin respuesta.
- Entiendo que es complicado, Gaspar, pero no puedo ignorar esta situación. Gabriela merece saber la verdad sobre su padre, y eso incluye lo que ocurrió en el pasado y lo que está ocurriendo ahora. No puedo ocultarle esta información. También tiene que saber que tienes mujer.
Gaspar bajó la cabeza, avergonzado.
- Lo sé, Emily. Y no te pido que le ocultes nada. Sólo te pido que no me conviertas en un verdugo.
- No lo he hecho antes, ¿por qué iba a hacerlo ahora? Sólo necesito ser muy claro con mi hija. Todo esto puede ser confuso para ella.
Gaspar asintió, comprendiendo su preocupación.
- De acuerdo, entiendo tu petición. Pero, por favor, no tardes mucho en hablar con ella. Se merece la verdad, por difícil que sea.
Emily asintió, comprendiendo la gravedad de la situación.
- Te prometo que pensaré en una forma de abordar todo esto y hablaré con Gabriela lo antes posible.
Emily terminó su almuerzo en silencio, dejando el ambiente cargado de tensión. Sabía que tarde o temprano tendría que tratar este tema tan delicado y complicado. Sólo esperaba no arrepentirse de la decisión que había tomado.
~*~
Cuando se reunió con su hija a la salida del trabajo, Emily la observó jugar con sus muñecas mientras pensaba en la conversación con Gaspar y en cómo podría abordar el tema con Gabriela sin que la niña se sintiera incómoda o confundida.
A Emily se le aceleraba el corazón y las palabras parecían querer salir de su boca en cualquier momento, pero necesitaba encontrar el equilibrio adecuado para hablar con Gabriela de forma sensible y acogedora.
Finalmente, Emily se acercó a Gabriela y se sentó a su lado en el suelo, junto a las muñecas. Sonrió y trató de dejar a un lado su ansiedad, deseosa de disfrutar de este momento tan especial con su hija.
- Oye, pequeña, ¿qué tal si me cuentas un cuento con tus muñecas? - sugirió Emily, intentando distraer a Gabriela unos instantes antes de entrar en el delicado tema.
Gabriela sonrió emocionada ante la idea y empezó a crear una narración llena de imaginación, mientras sus muñecas cobraban vida en sus manos. Emily se maravilló ante la creatividad de su hija y dejó que la historia fluyera.
Al cabo de unos minutos, Gabriela dejó de jugar y miró con curiosidad a su madre.
- Mamá, estás callada. ¿Te encuentras bien?
Emily la abrazó cariñosamente y le besó la frente, sintiendo un nudo en la garganta.
- Sí, mi amor, todo va bien. Sólo quería hablarte de algo importante.
Gabriela miró a Emily con sus ojitos atentos, con cara de preocupación.
- ¿Qué pasa, mamá?
Emily respiró hondo y eligió sus palabras con cuidado.
- Sabes, querida, hoy he conocido a alguien.
- ¿A quién? ¿Al tío Roger?
- No. A otra persona. Alguien a quien no he visto en mucho tiempo.
- ¿Es mi padre, mamá? ¿Por fin ha aparecido? ¿Quieres verme? - preguntó ansiosa.
Emily sintió que se le hacía un nudo en la garganta ante la pregunta de su hija.
Emily respiró hondo, intentando controlar sus emociones.- Es un poco complicado, pero intentaré explicártelo todo.- ¿Estás bien, mamá?- Sí. Estoy un poco sensible.- ¿Así que es él? ¿Finalmente apareció, mamá?- En primer lugar, tendrás que hacerte un escáner para estar segura.- ¿Pero no sabes quién es mi padre?Emily se quedó mirándola. No sabía cómo explicar todos los problemas en los que se había metido huyendo de su padre. Por supuesto que no iba a contarle a la niña esa parte de la historia, no lo entendería.Emily miró a su hija a los ojos y vio la ansiedad y la curiosidad mezcladas en su inocente mirada. Volvió a respirar hondo y decidió que había llegado el momento de enfrentarse al pasado y asumir sus responsabilidades como madre.- Querida, sé quién es tu padre, pero antes de contártelo todo, tenemos que estar seguros. Por eso tienes que hacerte esta prueba. No es complicado, sólo un procedimiento para asegurarnos de que estamos haciendo lo correcto.Emily abrazó a su hi
Gabriela dio un paso atrás y miró la cara de su padre. Pasó sus pequeñas manos por su pelo, su barba, su cara.- ¡Qué guapo eres! - dijo abrazándolo de nuevo.Gaspar se rió y le besó la mejilla.- Tú también eres preciosa, pequeña. He esperado tanto este momento. Nunca pensé que conocería a alguien tan especial como tú -dijo Gaspar, embargado por la emoción, mientras estrechaba a Gabriela entre sus brazos.Los ojos de Gabriela brillaban de alegría mientras seguía explorando el rostro de su padre, curiosa y fascinada. Gaspar le acarició la espalda con ternura, sintiendo una conexión instantánea con la hija que acababa de conocer.- ¡Qué fuerte eres! - dijo Gabriela, tocando suavemente los músculos del brazo de Gaspar.Él sonrió orgulloso y contestó- Sí, querida, estoy aquí para protegerte y cuidarte siempre. Desde el momento en que supe de tu existencia, mi corazón se llenó de amor por ti.Gabriela le devolvió la sonrisa, sintiéndose segura en los brazos de su padre. Se dio cuenta de
Emily y Gabriela entraron en la casa y la niña se puso muy contenta. Entró dando saltitos y subió a su habitación. Emily se sentó en el sofá y respiró hondo, liberándose de la tensión del día. La reunión no había estado tan mal... pero aún desconfiaba un poco de Gaspar.- Mira, mamá, ¡mira! - Gabriela volvió corriendo del dormitorio.- ¿Qué pasa, mi amor?Gabriela le entregó una hoja de papel. Emily se quedó quieta, mirando el dibujo de su hija. Había dos muñecas más grandes y una más pequeña, cogidas de la mano.- ¡Esa soy yo, esa eres tú y ese es papá! - dijo señalando. - ¿Qué te parece?- Es precioso, hija mía.- Se lo voy a regalar a papá cuando venga a verme otra vez - dijo emocionada.- Seguro que le encantará.Gabriela sonrió y abrazó a su madre con fuerza.- Gracias, mamá.- ¿Por qué?- Por encontrar a mi padre.- ¿Qué te ha parecido?- Es guapísimo. ¿No lo es?- ¿Sólo pensaste que era guapo?- Y cariñoso, elegante y de dulce aroma.Emily se rió de la forma tan emocionada que
Pasaron unos días después de la revelación de Gaspar. Alice llevaba una semana sin hablarle y a él no le importaba. Sabía que en algún momento ella volvería a hablarle y todo se arreglaría.Un día llegó de la oficina y ella le estaba esperando sentada en el sofá. Gaspar miró en su dirección y la observó, intentando averiguar si se trataba de una pelea o si ella había aceptado el hecho.- ¿Cuándo voy a conocer a la chica?- ¿Y tú quieres eso? Creía que no querías saber nada de ella -respondió Gaspar, mirándola con suspicacia. Qué raro...- Bueno, no voy a negar que me enfureció tu traición, pero la chica no tiene la culpa de que seas tan gilipollas.- Ella no tiene la culpa de nada de lo que ha pasado, ni tampoco Emily, que no sabía que yo estaba comprometido contigo. A pesar de que todo era y sigue siendo como es.- ¿Por qué te ocultó lo del niño?- Porque se enteró de que estaba comprometida contigo.- Hmm...- Si hay alguien a quien culpar en esta historia, soy yo.- Estoy de acuerd
Gaspar había estado en contacto permanente con Gabriela desde que se conocieron y se confirmó la paternidad. A la niña le encantaba tener a su padre cerca y cada día estaba más enamorada de él.- Tía Leticia, ¿no es guapo mi papá? - preguntó mostrando una foto.- ¡Madre mía! ¡Sí que es guapo! - dijo sorprendida y cogió el móvil de la mano de la niña. - ¡Vaya!- ¡Leticia! - la regañó Emily. Tenía la boca abierta mirando la foto de Gaspar.- No te pongas celosa, mamá. Tú también eres preciosa.Las dos se rieron cuando Gabriela habló.- Y yo, ¿no soy guapa? - preguntó Leticia.- Sí que lo eres, tía.- ¿Y te está gustando conocer a tu padre?- Mucho. Jugamos, charlamos, comemos unos dulces.- Me parece estupendo. ¿Por qué no invitas a la tía a tu próxima salida?- ¡Leticia! - Emily volvió a discutir.- ¿Quizá la próxima vez te invite? - dijo Gabriela pensativa.Leticia se rió y miró a Emily, que negó con la cabeza.- Hablando de él... -dijo Emily cuando sonó su móvil.- ¡Sí! ¡Déjame coger
Emily estaba delante de la casa de Gaspar. Sabía que tenía dinero, pero nunca había intentado imaginar cómo era su casa. De hecho, su mansión. Vivía en una urbanización de lujo y su casa era la más grande que tenía. Cubría buena parte de la calle y tenía un jardín precioso e impecablemente cuidado.También había unos cuantos coches aparcados en el garaje y hombres de negro parados en la puerta. ¿Eran guardias de seguridad?- ¡Vaya! Qué casa más bonita, ¿verdad, mamá?- É.Emily habló con uno de los guardias de seguridad y esperó mientras hablaba por radio. Poco después, el hombre abrió la puerta para que entraran. Caminaron por el recinto, Gabriela con una gran sonrisa en la cara, mientras Emily miraba con recelo. Uno de los hombres las acompañó hasta la entrada de la mansión y allí apareció Gaspar.Al verle, Gabriela soltó la mano de Emily y corrió hacia él. Gaspar sonrió y se agachó, abriendo los brazos para recibirla. Y cuando estuvo cerca, la levantó en el aire, lo que hizo que el
- María nos está preparando un tentempié. En cuanto esté lista, te avisaré", dijo Alice con una sonrisa y se marchó.Emily la miró fijamente mientras se alejaba.- Vámonos. Mi despacho está aquí arriba.Emily aceptó y fue tras Gaspar. Cuando entró en el despacho, le sorprendió la cantidad de libros que había. Emily echó un vistazo al despacho de Gaspar, impresionada por la vasta colección de libros que adornaban las estanterías de madera oscura. Pasó suavemente los dedos por el lomo de algunos libros antiguos.Gaspar cogió una silla e invitó a Emily a sentarse frente a su gran escritorio de roble. Él se sentó al otro lado y Emily donde él le indicaba.- Sé que estás preocupada, pero no tienes por qué estarlo.- Es que me parece muy raro que sea tan simpática... cualquier otro se habría asustado.- Pero ella tuvo su momento de insultarme.- ¿Lo tuvo? ¿Y ha pasado del agua al vino?Gaspar se quedó quieto, observando la cara de Emily. Comprendía su preocupación e incluso tenía razón. Ali
Pasaron unos meses desde la primera visita de Gabriela a casa de su padre. Cada dos visitas, Emily iba con su hija para asegurarse de que todo iba bien. Pero tuvo que dejar que Gabriela pasara una noche con su padre. Aunque no quería dejar a la niña sola con la mujer de Gaspar, le aseguró que todo iba bien y que estaba a salvo.Emily acabó dejándola, tras mucho insistir Gabriela en que quería dormir en casa de su padre por primera vez.- ¿Te portarás bien?- Por supuesto, mamá.Emily suspiró profundamente mientras miraba los ojos brillantes y expectantes de Gabriela.- Qué bien.Gabriela estaba encantada con la idea de volver a visitar a su padre en su casa. Apenas podía contener su emoción mientras su madre la preparaba para la visita. La mochila de Gabriela estaba llena de juguetes y bocadillos, y su sonrisa iluminaba el salón mientras esperaban la llegada del coche con chófer de Gaspar.Cuando por fin llegaron a casa de su padre, Gabriela corrió a abrazarle con todo el cariño de un