Alan.
Nuestra manada se había robado a la Luna de alguien más.
No era un secreto, todos en el territorio lo sabían.
Mi padre había sido demasiado perezoso como para ir a buscar a su verdadera Luna y se conformó con una loba de la manada que había sido bendecida como Luna.
En cuanto la Luna Felicia había cumplido los veinte años, mi padre simplemente la tomó y la mantuvo encerrada en la Casa de la Manada por el resto de sus días.
No es que la deseara especialmente, simple y llanamente alguien tenía que encargarse de los quehaceres de la Luna en la manada.
Así que olvida la sequía que comenzó a desgastar nuestro territorio en los últimos dos años; nuestra manada había sido maldecida desde el día que mi padre tocó a la Luna de alguien más.
Yo, su primogénito, había nacido poco después de esto.
Un desliz de Luna llena, como lo llamó mi padre.
Aun no sé si mató a mi madre o si ella murió dándome a luz.
La Luna Felicia me había criado como si fuese su propio cachorro...
¿Qué fue lo que cambió?
Mi aura de Alfa.
Mi padre no podía soportar que un niño que apenas podía correr tuviera un aura mucho más poderosa que él.
Así que cambió mi cama y habitación por las asquerosas celdas debajo de la Casa de la Manada.
Pasé años viviendo más como un animal que como un humano ya que tenía que pelear con las ratas por la comida y, si mi padre estaba de un humor sangriento, ordenaba a alguno de los guardias que me paseara con correa como perro para cazar mi propia comida.
Si no le daba un buen espectáculo, no me permitía comer en una semana.
Así que... si, era un milagro que supiera caminar erguido. O que no me hubiera vuelto completamente loco.
No perdí totalmente mi humanidad gracias a Luna Felicia; ella fue mi principal rayo de esperanza en mi jodido mundo.
-Saldremos de aquí, Alan, ya lo verás. Juntos iremos a buscar a mi verdadera pareja y le pediremos ayuda. - Fue su eterna frase durante años.
El día del ataque a la manada mi padre estaba lo suficientemente distraído como para que Luna Felicia tomara las llaves de las celdas y me liberara.
Salimos de la Casa de la manada e íbamos a correr para salir del territorio, pero ella y su hermoso y bendito corazón no pudieron soportar los llantos desconsolados de los cachorros asustados que dejábamos a nuestras espaldas.
Los lobos atacantes tenían todo muy bien planeado.
-Ve, corre y no vuelvas. - Dijo Luna Felicia deteniéndose en seco. - No puedo abandonarlos.
-¡NO! - Grité cuando la vi transformarse en loba y correr directamente al parque lleno de cachorros.
Me transformé en lobo yo también y la seguí matando en mi camino a algunos lobos invasores con gran indiferencia.
Se me atravesaron algunos otros lobos en mi campo de visión y no pude verla por solo un segundo. Y ese segundo me costó todo.
Mi padre se había arrojado contra ella en forma de lobo y le mordió la yugular antes de arrancarle un gran pedazo y arrojarla lejos.
Yo corrí hacia ella mientras el mundo a mí al rededor se volvía un caos.
Ya estaba muerta.
Lo siguiente que pasó la verdad es que no lo recuerdo, solo sé que de alguna forma ahuyenté a los invasores y encadené a mi padre con mis antiguas cadenas.
Pasé los siguientes meses torturándolo porque me causaba una perversa satisfacción sus gritos de dolor y sus súplicas por piedad.
Me tomaba solo el tiempo necesario para cazar comida y alimentar a los lobos que decidieron quedarse en la manada después de lo que pasó.
No eran muchos.
Me convertí en su Alfa no oficial no porque me interesara, sino porque Luna Felicia había muerto por intentar salvarlos y yo honraría sus deseos.
Entonces, hace una semana hubo una llamada a la Casa de la Manada que me hizo pensar varias cosas; la llamada era para decirme que los responsables del ataque hacía unos meses habían sido dos manadas del Sur.
No me interesaba realmente; gracias a eso obtuve mi libertad, pero me llamó la atención que la guerra que andaban organizando el resto de las manadas fuera solo por un pedazo de territorio.
Ese día bajé a las celdas y encontré a mi padre mirándome con satisfacción.
Abrí la celda y me acerqué lentamente con curiosidad por su cambio de actitud.
-No te daré la manada aunque me mates, adiós, bastardo.
Y se mordió la lengua. Una forma muy cobarde o desesperada para huir al ahogarse con su propia sangre o desangrarse; yo mismo incluso había pensado en hacerlo en un par de ocasiones durante la infancia.
No funcionaría por el simple hecho de que no tenía que haberme avisado de sus planes. Yo podría matarlo mucho más rápido de lo que su absurdo método podría.
Nunca fue mi intención que me diera la manada, así que solo me encogí de hombros y saqué las garras para degollarlo.
Al momento mis cincuenta lobos se conectaron a mí.
Por la noche, cuando me encontraba cazando un pensamiento tardío entró en mi cabeza.
Cada Alfa tenía una Luna que era asignada en el momento en el que se alzaba con el comando Alfa.
Una Luna que podía estar en cualquier parte.
¿Y si esta Luna se encontraba en las manadas que pensaban eliminar?
Joder, no dejaría que la historia de Felicia se repitiera. Aunque yo no quiera una Luna, no la dejaré tirada sin saber de mí.
Así que dejé a un par de lobos a cargo y corrí todo el camino hasta la manada Firebuck.
Solo esperaba no llegar tarde.
Corrí casi sin dormir y comer por los siguientes dos días hacia la dirección aproximada que me había dado uno de mis lobos.
Nunca había salido del territorio, así que fue un reto impresionante para mi olfato y mi natural habilidad para orientarme.
Para cuando llegué al lugar, pude ver una enorme puerta destruida y me senté junto a un árbol creyendo que había llegado demasiado tarde; sin embargo, un minuto después apareció un vehículo con dos hembras seguido de un segundo vehículo lleno de machos.
No entendía mucho de su conversación, pero parecían apurados en entrar a la zona del desastre.
Quizá habían sobrevivido o quizá llegué a tiempo para ver comenzar la guerra.
Curioso, me adentré por las puertas destrozadas y vi un mundo de escombros a mi paso.
Seguí mi nariz hacia donde se olían un montón de aromas diferentes y me quedé rezagado a las espaldas de cientos de lobos.
Había una situación con una hembra tratando de detener a todos estos lobos.
Yo estaba medio interesado escuchando cosas que seguían sin tener sentido o importancia para mi hasta que la chica dijo que era un Alfa y los lobos a mi alrededor comenzaron a murmurar que ella solo estaba tratando de ganar tiempo para que no atacaran a su manada que se encontraba resguardada en el suelo detrás de ella.
Y eso me parecía sumamente interesante.
Quizá si me acercaba a ella podría preguntarle si me dejaría llevarme a la Luna de mi manada si es que se encontraba aquí.
Para hacer eso le seguí el juego de “luchar” contra un Alfa, pero a los pocos segundos de nuestra lucha yo comencé a sentir algo que no supe identificar.
Mi objetivo inicial pronto fue olvidado. Esquivé y la provoqué para que me atacara con todas sus fuerzas y habilidades.
Sabía que yo era más fuerte así que me contenía constantemente mientras intentaba identificar el sentimiento extraño.
¿Sería ella mi Luna y por eso me sentía diferente al luchar?
Entonces ella me iluminó.
-¿Qué es tan jodidamente divertido, bastardo? – Dijo con dientes apretados mientras intentaba desgarrar mi cuello con un objeto de metal. – Yo te quitaré esa sonrisa del rostro.
¿Sonrisa? ¿Diversión?
La lancé lejos para que pudiera disimuladamente tocar mi cara. Ahí, sutil pero ahí estaba una media sonrisa.
No tuve tiempo para analizarlo porque de pronto un lobo se metió en nuestra pelea para tomar a la hembra en sus brazos y darme promesas de muerte.
Observé a mi alrededor para ver a los cientos de lobos correr a todas direcciones y a otros arrodillarse para aclamar a su Gran Madre por piedad.
-¡Bomba! ¡Bomba!
Ah, por eso la urgencia. Tenía una vaga impresión de qué era eso, así que supuse que yo también debía de huir.
Y estaba por hacerlo cuando en mi campo de visión vi a las dos hembras que había visto llegar más temprano.
Una de ellas tenía una enorme mueca de dolor y me congelé.
Yo sabía qué era el dolor. Lo había sentido, Luna Felicia tenía esa expresión cada que iba visitarme.
Así que mi cuerpo se movió solo para tomarla en brazos y llevarla bajo tierra a un sitio seguro.
Cuando estuvimos dentro y olí a un montón de lobos, la dejé con cuidado sobre el suelo y aproveché para oler sutilmente la habitación por si encontraba a la Luna de mi manada.
Se escuchó una gran explosión arriba de nuestras cabezas y eso me dio la distracción necesaria para que nadie se cuestionara quién era yo y qué hacía oliendo habitación por habitación del lugar.
Le di dos vueltas al sitio antes de encogerme de hombros.
No olí nada especial.
Gracias a la hembra Alfa poco después vino un doctor a regañadientes a curar la herida de mi mano.
No es como si me importara sangrar, lo había hecho toda mi vida, mi cuerpo era un mapa de cicatrices así que una más o una menos no me interesaba.
Lo que si demostraba era que esa hembra no tenía intención de seguir con nuestra pelea o lo que sea, así que sin nada más que hacer aquí y después de asegurarle a la humana, Luna, Alfa o la m****a que fuera que no pensaba atacar en un futuro, descansé lo suficiente antes de partir de vuelta a mi manada y lejos de un drama que no era mi asunto.
Mientras corría de regreso a la manada me preguntaba qué haría de ahora en adelante para conseguir una fuente de ingresos para mi manada.
No era tonto, aunque pudiera alimentarlos con lo que sea que cazara, la manada necesitaba dinero para reparaciones en sus casas, ropa… en fin, un montón de cosas que ahora no tenía.
Lo pensé y lo seguía pensando un mes después cuando una humana llamó a mi puerta con una idea de negocios de la que naturalmente desconfié pero era una muy buena oportunidad para mi manada.
-Acepto. – Dije y sellé mi destino.
Vanesa. Había estado desayunando, comiendo y cenando todo lo que podía sobre la minería. Hace un mes seis manadas del continente nos habían declarado la guerra, hace un mes todo se resolvió sin muchos muertos y me fue encargada una importante misión: Salvar a las manadas del Norte. Después de una corta charla con la familia, comenzamos a preparar nuestros siguientes movimientos para que cumpliera con esa promesa. No era un mal plan lo que proponía mi cuñada; si lo que quería era estar dentro de una manada del Norte, mi única opción viable sería la manada Fivemountains a cargo del Alfa Alan Cox. ¿Por qué no cualquiera de las otras manadas? Porque de las tres manadas de allá, uno de los Alfas estaba desaparecido y su manada era un caos, y el otro odiaba a mi manada. Con Alan Cox aun no sabíamos dónde estábamos parados, pero era la mejor de las opciones. Al menos se ha mantenido en su territorio y no ha estado molestando a mi hermano y a su pareja como el resto de los Alfas. Por
Edson. -Tu pareja acaba de agarrar mi culo para quitarme mi tarjeta. – Dije cruzándome de brazos sobre e pecho mientras miraba a mi mejor amiga recostada en un mar de almohadas. – Creo que le gustó un poquito demasiado manosearme. Ella rompió a reír y yo puse la cara más indignada que pude reunir. Escuchamos vagamente a Bastian gritar sobre su inocencia y eso solo hizo reír a Rose más fuerte. Yo solté un bufido. -Oh, ¡Vamos! ¿Dime que no es divertido? -¿Te divierte que mi Luna me acose? ¡Ja! Me voy, no puedo seguir viviendo aquí si mi Alfa no me defiende. -Que dramático. – Dijo rodando los ojos y luego gateando por la cama hasta llegar a su pequeño buró. Tomó su cartera y me la ofreció.- Ve por algunos bocadillos, tengo una misión para ti y nos llevará un rato hablar sobre los detalles. Yo arqueé una ceja. -¿Una misión? ¿Te refieres a que por fin buscarás a otro Beta y yo tendré vacaciones permanentes del puesto? -Te necesito y lo sabes . – Dijo haciéndome un puchero y ahora
Me moría de nervios. No es como si tuviera un plan “B” si el Alfa Alan me decía que no a nuestro proyecto improvisado.-Tranquila, estoy seguro de que aceptará. – Dijo Edson cuando esperamos en la entrada de la manada permiso para entrar. – Por lo que sé de esta manada, no es como si tuvieran una fuente de ingresos estable y debido a la muerte de su anterior Alfa, dos tercios de la manada se autoexiliaron o buscaron otra manada.El señor Frederick bufó.-Tú solo agrégale un cero a tu oferta inicial si se niega y todo estará bien. – Murmuró mientras se acercaban un par de lobos mayores a decirnos que podíamos pasar después de que inspeccionaran el coche y cualquier cosa en el interior, así como a nosotros.Bajamos del auto y me tensé un poco cuando el lobo más alto y corpulento se acercó a mí. Creo que lo notó porque hizo algunos movimientos más suaves y me habló con voz baja.-No quiero hacerte daño humana, solo tengo la orden de revisar si llevas algún arma.-Llevo una pistola que no
-Vaya, eso suena horrible. – Dijo Rose del otro lado del móvil.-No es horrible, solo… diferente. – Dije tratando de encontrar las palabras adecuadas para no herir sentimientos ajenos.Ya había anochecido y tanto el señor Fred como yo nos habíamos ido a la cama. No podía dormir así que hice una rápida llamada a mi hermano para pedir su consejo. No estaba disponible, pero mi cuñada se ofreció a escuchar mi dilema.-Se te olvida que yo también estuve cautiva por un par de años. No tener un baño con agua corriente era horrible en ese entonces y seguirá siendo horrible ahora.Yo suspiré. No es como si no opinara lo mismo una vez que volví a experimentar lo hermoso de un baño caliente sin pagar con mi cuerpo por ello… si, no iría ahí. El punto era que no iba a venir a criticar a una manada que trataba de sobrevivir mientras pasaba por problemas financieros severos.-El agua corriente es el menor de sus problemas, créeme. – Dije en tono suave. – Cazan su propia comida y las presas grandes c
Me acerqué lentamente. No era estúpida, sabía que el hombre se transformaría más rápido que un parpadeo si me percibía como una amenaza.Me observó sin pestañar y sin cambiar la expresión de su rostro.-Dime cuánto dinero necesitas. – Pregunté suavemente cuando estuve lo suficientemente cerca como para tocarlo.No me importaba pedirle a mi hermano que extendiera el límite de dinero que podía utilizar en la tarjeta. Aunque sus palabras hayan sido “utiliza la tarjeta sin importar una mierda lo que cueste” suponía que no era tan literal. Debía existir un límite que me diera el banco, ¿No?-¿A qué te refieres? – Dijo cautelosamente.-A que tu manada no cuenta con los servicios básicos modernos…Me observó como si no lo entendiera y yo me quedé callada.-Uh, ya sabes. – Dije lentamente. – Agua corriente en la Casa de la Manada para tomar un baño. Un calentador para que el agua salga caliente…-¿Agua caliente? ¿Para bañarse?Fue mi turno de mirarlo confundida.-Si, agua caliente. - Dije rec
-Un médico. – Dijo lentamente Rose por el teléfono. -Si. Tiene que ser alguien a quien le gusten los retos, que pueda prescindir de las comodidades básicas y que no le asuste las actitudes de lobeznos adolescentes. -Joder Vanesa. – Murmuró con un resoplido. – Les preguntaré a mis médicos pero no te prometo nada. -Oh, también debe de saber conducir para que venga hasta acá en automóvil. Lo necesitaremos. -¿Y no quieres que sea virgen, de ojos azules y lo más cercano a una deidad que tengamos por aquí? -No. Solo lo que he pedido, gracias. – Dije sin importarme la pequeña risa del otro lado de la línea. - ¿Aun te cuesta dormir por las noches? -Si. No sé qué me sucede, en el día yo solo quiero dormir pero por la noche lo único que quiero hacer es ver televisión o tener un poco de acción… -Asco. – Interrumpí. -… con el refrigerador. Pervertida, no pienses cosas extrañas. De todas formas mi vida sexual o falta de la misma no es algo que hablaría con mi cuñada por teléfono. -Yo te a
Después de una horrible noche en la que di mil y una vueltas en la cama, rezaba porque los calentadores solares ya hubieran calentado un poco el agua helada del río. Tomé un par de artículos de ducha que mi cuñada tuvo la delicadeza de mandar y luego me dirigí hacia nuestras regaderas improvisadas. Por la noche había hablado con mi hermano y me dio un enorme sermón sobre todo lo que no debo hacer para ofender a un Alfa. -¿Estás buscando que te mate? No hagas nada sospechoso. Si el lobo quiere ayuda, es capaz de pedirla. Enfócate en tu misión. – Me gruñó cuando le conté sobre cómo había tomado el Alfa Alan el hecho de que interviniera con las duchas comunales. Me sentí medio idiota después de eso. Mi intención de ayudar a su manada era genuina, pero en vista de lo que ha estado pasando entre las manadas en los últimos meses, no culpaba al Alfa Alan por desconfiar de mí. Era un jodido milagro que en este momento no me hubiera capturado para torturarme y conocer mis verdaderas inten
Edson. Llevaba dos días aquí y me quedaba claro una cosa: La primera, que el Alfa Gustav era un jodido psicópata sádico. Justo en ese momento abrieron la puerta de mi celda y me apuntaron a los ojos con una linterna. -Arriba nuevo, hoy toca la prueba de habilidades. – Dijo con sorna uno de mis carceleros. Me levanté como pude; ya había aprendido el día anterior que estos lobos no tenían mucha paciencia. El tipo me amarró las muñecas con una cuerda gruesa y luego comenzó a tirar de mí en su camino hacia la salida. Joder, me dolía todo el cuerpo y no había comido nada después de la insípida comida del avión. Se suponía que entrar a una nueva manada era relativamente fácil. Llegabas a la manada en cuestión, pedías una audiencia y el Alfa decidía buscar antecedentes sobre ti o no antes de aceptarte o rechazarte. Algunos Alfas incluso valoraban si serías útil dentro de sus filas. Así que cuando el Alfa Gustav me dijo que primero me haría una serie de “divertidas” pruebas para ver si