Me moría de nervios. No es como si tuviera un plan “B” si el Alfa Alan me decía que no a nuestro proyecto improvisado.
-Tranquila, estoy seguro de que aceptará. – Dijo Edson cuando esperamos en la entrada de la manada permiso para entrar. – Por lo que sé de esta manada, no es como si tuvieran una fuente de ingresos estable y debido a la muerte de su anterior Alfa, dos tercios de la manada se autoexiliaron o buscaron otra manada.
El señor Frederick bufó.
-Tú solo agrégale un cero a tu oferta inicial si se niega y todo estará bien. – Murmuró mientras se acercaban un par de lobos mayores a decirnos que podíamos pasar después de que inspeccionaran el coche y cualquier cosa en el interior, así como a nosotros.
Bajamos del auto y me tensé un poco cuando el lobo más alto y corpulento se acercó a mí. Creo que lo notó porque hizo algunos movimientos más suaves y me habló con voz baja.
-No quiero hacerte daño humana, solo tengo la orden de revisar si llevas algún arma.
-Llevo una pistola que no está cargada. – Dije sacando la cosa de mi chaqueta y entregándosela. – No llevo nada más.
Me quité con cuidado la chaqueta y se la tendí también. Llevaba unos pantalones demasiado ajustados para mi gusto y una blusa que abrazaba las curvas que comenzaron a aparecer el mes anterior cuando mi alimentación fue más constante. Era incómodo vestir así, pero Rose decía que tenía que dar una buena impresión para hacer negocios. Incluso estaba usando uno de los parches coloridos que Amanda me había regalado para que mi cuerpo no fuera la “principal atracción”.
Además, el rosa brillante era mi color, así que el montón de pulseras que me puse para disimular las cicatrices de los grilletes se veían incluso más llamativas.
El lobo inspeccionó mi chaqueta y luego con cuidado comenzó a catearme mientras yo pensaba en otra cosa que no fueran sus manos sobre mi cuerpo. Demasiadas manos sobre mí me habían dejado un pequeño trauma con el que estaba trabajando.
Bueno, yo trabajaba con un montón de traumas aquí.
-Estás limpia. – Dijo con suavidad antes de indicarme que me pusiera a un lado y me diera mi arma.
Era extraño llamarla “mi arma”. El señor Frederick solo dijo más temprano por la mañana que debía acompañarlo después del desayuno y me llevó con un lobo llamado Dixon para que escogiera un arma.
Yo solo abría los ojos horrorizada al ver con cuántas cosas se podía matar a alguien.
-Escucha humana. – Dijo el señor Frederick cuando su paciencia conmigo se terminó. – Irás a una manada que no conoces y aunque yo sea tu jodido guardaespaldas, debes aprender a defenderte tú misma. No tengo tiempo para entrenarte ahora mismo, pero en cuanto lleguemos allá y nos acepten en la manada Fivemountains buscaremos un lugar y tiempo paraque entrenes, así que elige el arma que más te llame la atención y vámonos. Aun tengo cosas que discutir con mi nieta y su cachorro antes de irme.
Con ese ultimátum yo solo tomé lo primero que vi en una de las mesas y se lo extendí.
-Excelente elección, tiene un silenciador que puedo agregarles. – Dijo el señor Dixón y yo no tuve el valor de preguntar qué m****a era eso.
Así fue como terminé siendo la dueña de una pistola.
El coche y mis acompañantes pasaron la inspección, así que nos dejaron acercarnos a la Casa de la Manada. En ese corto trayecto pude darme cuenta de que la manada necesitaba urgentemente fondos.
Casas semi derrumbadas, ventanas saliéndose de las bisagras, pintura que había visto días mejores… si, aumentaré ese cero a lo que iba a ofertar inicialmente con la esperanza de que Alan sea un buen Alfa y lo destine todo a su manada.
No vi más lobos por las calles y eso trajo a mi cara un ceño fruncido. ¿Dónde estarían todos? No se escuchaba ruido o cualquier cosa en el lugar.
Para cuando Edson estacionó el auto, ya estaba en la puerta el Alfa Alan mirándonos impasible.
-¿Qué asuntos los traen a mi manada, lobos y humana de… ¿Appletrue?
-Appletree. – Corregí automáticamente mientras nos acercábamos a él. No se corrigió, solo arqueó una ceja en mi dirección. – Hemos venido a hacerte una oferta de negocios.
-Negocios. Conmigo. – Dijo ladeando la cabeza con curiosidad. – No tengo nada material que les pueda interesar en mi territorio.
-Lo tiene. – Dije enseguida y me detuve a un par de pasos de él. Era un lobo muy alto y de eso no me había percatado la única vez que lo vi. – Mi manada se encuentra construyendo un Altar para Nuestra Gran Madre y estamos buscando obsidiana de calidad.
Puedo jurar que pude ver una chispa fugaz de interés en su cara.
-No sé si mi territorio pueda darte obsidiana de “calidad”. – Dijo lentamente. – No tengo maquinaria ni gente que sepa cómo extraer eso sin arruinarlo.
-De eso nos encargaremos nosotros. – Dije con una brillante sonrisa. – Puedo enseñarle a cualquiera de tu manada cómo extraerlo, además nosotros compraremos la maquinaria y el equipo necesario.
-¿A cuántos lobos o humanos más piensan traer? – Preguntó estrechando los ojos.
-Ninguno, Solo le daremos el trabajo a los miembros de tu manada y el señor Fred.- Dije señalándolo. – Y yo nos quedaríamos a supervisar y enseñarles cómo debe hacerse.
El plan consistía en que no trajéramos a más lobos sino que les enseñáramos a su manada cómo hacerlo. Eso podría llevarnos semanas… o meses. Y el tiempo era lo que yo buscaba.
Saqué de mi “bolso de negocios” una hoja en la que había estado trabajando toda la noche en la que decía que él únicamente tenía que prestarme a sus lobos y por cada kilo de obsidiana que sacaran, nosotros les daríamos cien dólares. Además, a sus trabajadores les pagaríamos doscientos dólares al día.
Él miró fijamente la hoja por largos minutos y mi confianza comenzó a derrumbarse, así que añadí rápidamente.
-Si no está de acuerdo con lo que le pagaríamos por kilo extraído, puedo aumentar el precio hasta los mil dólares y cada uno de sus trabajadores cobraría trescientos dólares diarios que se pagarían semanalmente hasta que terminemos de extraer lo suficiente para…
-Acepto.
Yo parpadeé.
Aceptó, ¡Totalmente aceptó!
Le regalé una gran sonrisa porque yo era muy buena negociadora.
-¡Genial! Entonces, ¿Cuál será nuestra habitación?
Me alejé un poco mientras el Alfa Alan discutía sobre nuestros arreglos para dormir con el señor Fred y me dirigí hacia la cajuela de nuestro auto. Mi hermano y Rose me habían puesto varias cosas que creyeron necesitaría para este viaje.
-¿Necesitas una mano?
-Yo puedo, gracias, Edson.
-Bien, entonces si todo está arreglado por aquí, debo partir.
Le di una corta despedida al lobo y lo observé irse por el camino. Era un buen lobo, ojalá que sus ojos no estuvieran teñidos con tanta tristeza.
-Vamos humana, nos llevarán a nuestras habitaciones. – Dijo el señor Frederick
El mismo lobo que nos había cateado nos condujo por la Casa de la manada y nos llevó a dos pequeñas habitaciones. Sorprendentemente, el interior se veía tan desgastado y viejo como el resto de la manada.
-Siéntase libres de vagar por el territorio. – Dijo el lobo. – Mi nombre es Harold, si tienen cualquier pregunta me encontrarán en la puerta de la manada. La comida es servida por las lobas en el centro de la manada al atardecer.
Yo miré mi nueva habitación y supe enseguida que no iba a funcionar. Había una diminuta ventana que hacía ver como una prisión la habitación. No importaban las sábanas de flores y tonos pasteles, lo limpio del cuarto, las paredes blancas y el enorme foco que la iluminaba. Aun no ponía un pie en la habitación y ya me estaba asfixiando.
-Vayamos a darle un vistazo al territorio, humana. De todas formas debemos de reclutar lobos para el trabajo y encontrar en dónde vas a comenzar a entrenar.
-Bien. – Dije rápidamente dando media vuelta.
La casa de la manada de Fivemountains era de un solo piso por lo que no teníamos que subir y bajar escaleras para salir.
-¿Dónde está el Alfa?
-Después de decir que tomáramos la habitación de la Luna y el Alfa corrió hacia el bosque con otros lobos. – Dijo el señor Frederick.
-Oh…
En ese momento sonó mi nuevo celular y yo lo saqué de mi bolsillo. Contesté al tercer tono.
-¡Cuñada!
Tuve que alejar un poco el aparato de mi oído después de ese grito.
-¡… nada!
-Repítelo, como que me dejaste sorda.
-Oh, lo siento. Quería preguntarte cómo iba todo por allá ya que Edson me acaba de colgar pero no me dijo una m****a. – Dijo Rose y podría jurar que hizo un puchero del otro lado de la línea.
-Bueno, el Alfa Alan aceptó la propuesta y ahora mismo estoy en camino de buscar a algunos lobos que puedan estar interesados en el trabajo.
-¡Te dije que aceptaría! Eso es bueno, así que… ¿Cómo es la manada? Dame detalles jugosos.
-Llevo alrededor de cinco minutos aquí, ¿Cómo podría tener detalles jugosos? – Pregunté frunciendo el ceño.
-Te sorprendería saber lo que se puede lograr en ese tiempo. – Murmuró. – En fin, llámame más tarde entonces para darme los detalles. Que no se te olvide o sino estaré marcándote hasta que contestes.
-Claro. Dale saludos a mi hermano.
-Dáselos tú misma más tarde.
Y con eso me colgó.
-Rose siempre ha sido una humana de armas tomar. – Dijo el señor Fred. – Bien, guía el camino.
Recorrimos algunos caminos de tierra descuidados y vimos varias casas. Algunas parecían abandonadas y otras estaban destruidas. Ciertamente, se veía mejor que las actuales condiciones en las que se encontraba mi antiguo hogar.
Más adelante vimos a algunos niños jugando en un pequeño riachuelo. A un costado de los árboles cercanos habían algunas vasijas grandes.
-¿Qué hacen, pequeños? – Pregunté con curiosidad.
Nos habían visto llegar así que dudaba que pudiera asustarlos.
Me miraron con curiosidad y luego miraron a una cachorra que parecía sacarles a todos al menos cinco pulgadas.
-¿Quién eres y qué haces en nuestra manada? – Preguntó con desconfianza la cachorra. No debería de tener más de diez años.
-Mi nombre es Vanesa y este de aquí es el señor Frederick. Ambos somos de la manada de Appletree y venimos aquí para ofrecer trabajo a tu manada. – Dije sin acercarme más. – Entonces, ¿Qué hacen?
-¿Qué tipo de trabajo? – Dijo estrechando los ojos.
-Del tipo que paga. – Dio el señor Fred cruzándose de brazos.- Y esa es una pobre postura si tu intención es arrojar la piedra que tienes en tu mano hacia nosotros.
Silencio.
Yo parpadeé, ¿Qué piedra?
La cachorra nos miró con desconfianza.
-¿Cómo sabe un lobo ciego lo que puedo tener en mi mano?
-¿Cómo sabe una cachorra que debe de atacar a todo aquél que se encuentre cerca y que no conozca?
-La última vez que vinieron lobos desconocidos a la manada nuestras familias murieron, ¿Por qué no debería de atacarte?
-Porque no son nuestros enemigos, Juliet. – Dijo una voz detrás de nosotros y casi me caigo de culo de la impresión. – Deja eso, justo venía a informarles que a partir de hoy la señorita Vanesa y el Alfa Frederick se quedarán por un tiempo con nosotros.
Yo giré la cabeza para mirar al Alfa Alan junto con otros lobos que sostenían a un gran jabalí muerto. El Alfa siguió el rumbo de mi mirada y luego dijo suavemente que la comida sería al atardecer.
-Los cachorros son los encargados de recolectar agua para la comida, para beber durante el día y… para otras cosas.
Con eso se volvió a transformar y partió junto con el resto de los lobos.
Entonces algo hizo clic en mi cabeza y supongo que si fuera una loba de ciudad estaría horrorizada, pero era una sobreviviente a la que le tenía sin cuidado pequeñas cosas como… el agua corriente. Esta manada no tenía sistema de drenaje y agua corriente.
Volví mi atención hacia los cachorros.
-Dejando a un lado las presentaciones, ¿Creen que algunos de sus padres estarían interesados en trabajar para nosotros?
-¿Haciendo qué? – Preguntó uno de los chicos más grandes.
- En la manada de Appletree estamos construyendo un Altar a Nuestra Gran Madre y necesitamos toda la obsidiana que podamos recolectar para este gran proyecto. – Dije suavemente. – Su territorio está lleno de ese material así que…
-¿Qué tendrían que hacer exactamente? – Preguntó otra cachorra.
-Bueno, necesito algunos lobos para manejar la maquinaria, algunos para extraer la piedra, otros para trasladarla, otros para limpiarla…
-¿Cómo se limpia? – Preguntó la cachorra Juliet. - ¿Y cuánto pagas?
-Bueno, eso es algo que debo de discutir con sus padres. Son trabajos pesados.
Los cachorros se mostraron cabizbajos y comenzaron a tomar las vasijas olvidadas.
-No tenemos padres. – Dijo Juliet tomando la última vasija mientras el resto de los niños comenzaba a caminar hacia la casa de la manada. – Y dudo que encuentres a muchos adultos que quieran el trabajo.
Solo hasta que se fueron me di cuenta de que estaban interesados en saber sobre el trabajo porque querían hacerlo ellos mismos.
-¿Qué sabe del tema, señor Frederick? – Pregunté mientras volvíamos a caminar.
-No lo suficiente. – Dijo con voz sombría. – Nuestros reportes decían que esta manada había cambiado recientemente de Alfa hace unos meses y que estaban teniendo problemas financieros. No imaginé que llegaríamos a una manada de lobos mayores y huérfanos.
Carajo.
-Vaya, eso suena horrible. – Dijo Rose del otro lado del móvil.-No es horrible, solo… diferente. – Dije tratando de encontrar las palabras adecuadas para no herir sentimientos ajenos.Ya había anochecido y tanto el señor Fred como yo nos habíamos ido a la cama. No podía dormir así que hice una rápida llamada a mi hermano para pedir su consejo. No estaba disponible, pero mi cuñada se ofreció a escuchar mi dilema.-Se te olvida que yo también estuve cautiva por un par de años. No tener un baño con agua corriente era horrible en ese entonces y seguirá siendo horrible ahora.Yo suspiré. No es como si no opinara lo mismo una vez que volví a experimentar lo hermoso de un baño caliente sin pagar con mi cuerpo por ello… si, no iría ahí. El punto era que no iba a venir a criticar a una manada que trataba de sobrevivir mientras pasaba por problemas financieros severos.-El agua corriente es el menor de sus problemas, créeme. – Dije en tono suave. – Cazan su propia comida y las presas grandes c
Me acerqué lentamente. No era estúpida, sabía que el hombre se transformaría más rápido que un parpadeo si me percibía como una amenaza.Me observó sin pestañar y sin cambiar la expresión de su rostro.-Dime cuánto dinero necesitas. – Pregunté suavemente cuando estuve lo suficientemente cerca como para tocarlo.No me importaba pedirle a mi hermano que extendiera el límite de dinero que podía utilizar en la tarjeta. Aunque sus palabras hayan sido “utiliza la tarjeta sin importar una mierda lo que cueste” suponía que no era tan literal. Debía existir un límite que me diera el banco, ¿No?-¿A qué te refieres? – Dijo cautelosamente.-A que tu manada no cuenta con los servicios básicos modernos…Me observó como si no lo entendiera y yo me quedé callada.-Uh, ya sabes. – Dije lentamente. – Agua corriente en la Casa de la Manada para tomar un baño. Un calentador para que el agua salga caliente…-¿Agua caliente? ¿Para bañarse?Fue mi turno de mirarlo confundida.-Si, agua caliente. - Dije rec
-Un médico. – Dijo lentamente Rose por el teléfono. -Si. Tiene que ser alguien a quien le gusten los retos, que pueda prescindir de las comodidades básicas y que no le asuste las actitudes de lobeznos adolescentes. -Joder Vanesa. – Murmuró con un resoplido. – Les preguntaré a mis médicos pero no te prometo nada. -Oh, también debe de saber conducir para que venga hasta acá en automóvil. Lo necesitaremos. -¿Y no quieres que sea virgen, de ojos azules y lo más cercano a una deidad que tengamos por aquí? -No. Solo lo que he pedido, gracias. – Dije sin importarme la pequeña risa del otro lado de la línea. - ¿Aun te cuesta dormir por las noches? -Si. No sé qué me sucede, en el día yo solo quiero dormir pero por la noche lo único que quiero hacer es ver televisión o tener un poco de acción… -Asco. – Interrumpí. -… con el refrigerador. Pervertida, no pienses cosas extrañas. De todas formas mi vida sexual o falta de la misma no es algo que hablaría con mi cuñada por teléfono. -Yo te a
Después de una horrible noche en la que di mil y una vueltas en la cama, rezaba porque los calentadores solares ya hubieran calentado un poco el agua helada del río. Tomé un par de artículos de ducha que mi cuñada tuvo la delicadeza de mandar y luego me dirigí hacia nuestras regaderas improvisadas. Por la noche había hablado con mi hermano y me dio un enorme sermón sobre todo lo que no debo hacer para ofender a un Alfa. -¿Estás buscando que te mate? No hagas nada sospechoso. Si el lobo quiere ayuda, es capaz de pedirla. Enfócate en tu misión. – Me gruñó cuando le conté sobre cómo había tomado el Alfa Alan el hecho de que interviniera con las duchas comunales. Me sentí medio idiota después de eso. Mi intención de ayudar a su manada era genuina, pero en vista de lo que ha estado pasando entre las manadas en los últimos meses, no culpaba al Alfa Alan por desconfiar de mí. Era un jodido milagro que en este momento no me hubiera capturado para torturarme y conocer mis verdaderas inten
Edson. Llevaba dos días aquí y me quedaba claro una cosa: La primera, que el Alfa Gustav era un jodido psicópata sádico. Justo en ese momento abrieron la puerta de mi celda y me apuntaron a los ojos con una linterna. -Arriba nuevo, hoy toca la prueba de habilidades. – Dijo con sorna uno de mis carceleros. Me levanté como pude; ya había aprendido el día anterior que estos lobos no tenían mucha paciencia. El tipo me amarró las muñecas con una cuerda gruesa y luego comenzó a tirar de mí en su camino hacia la salida. Joder, me dolía todo el cuerpo y no había comido nada después de la insípida comida del avión. Se suponía que entrar a una nueva manada era relativamente fácil. Llegabas a la manada en cuestión, pedías una audiencia y el Alfa decidía buscar antecedentes sobre ti o no antes de aceptarte o rechazarte. Algunos Alfas incluso valoraban si serías útil dentro de sus filas. Así que cuando el Alfa Gustav me dijo que primero me haría una serie de “divertidas” pruebas para ver si
Mi instinto de supervivencia me hizo reaccionar y comenzar a mover frenéticamente pies y brazos para poder subir a la superficie.A la mierda los planes, lo primordial era salir del lago de la muerte. ¿Y si el lago tenía alguna bacteria y por eso tantos muertos?No, yo no me quedaría por aquí ni un segundo más.Salí a la superficie y nadé frenéticamente hacia la orilla más cercana. No sabía si era el lado por el que había entrado al agua pero no me importaba.Salí del agua y enseguida vinieron a mí algunas arcadas; me dejé llevar por ellas y vacié el contenido de mi estómago. Cuando terminé, coloqué mi dedo detrás de la lengua para volver a provocar el vómito.-¿Qué mierda estás haciendo, humana?Salté, chillé y caí hábilmente de culo.-¡Ay! – Exclamé mientras me levantaba y sobaba mi adolorida retaguardia.- ¿Qué está haciendo aquí?-Mi maldito trabajo, obviamente. – Dijo con un resoplido. – Y para ello he tenido que seguir tu rastro por la mitad de la manada. ¿Por qué he despertado y
Rowan.-Es la tercera vez en los últimos cinco minutos que gruñes. ¿Qué sucede? – Preguntó Bastian desde su escritorio.-Nada. – Dije sin levantar la vista de mis propios documentos desde el cómodo futón de su oficina.Dejé de escuchar el ruido de su pluma escribiendo furiosamente, así que levanté la vista para encontrarlo mirándome con ojo crítico.-Problemas con mujeres entonces. – Dijo cruzándose de brazos. Yo solo gruñí y volví mi atención a mis papeles. – Vamos, entre más pronto lo saques de tu pecho, más pronto te concentrarás en el trabajo. Hablemos de tus sentimientos.Yo lo miré incrédulamente.-¿Es algún consejo de mierda que aprendiste de Rose?-No. Fue mi hijo. – Dijo arrojándome su pluma y yo la atrapé en el aire. – Pero no por que tenga siete años, su consejo sea erróneo.-Nuestro pequeño Alfa es un alma vieja. – Dije dándole la razón. – Aun así no pienso hablar de “mis sentimientos”.-Entonces tengo razón: Cuando un macho no quiere hablar de cosas sensibleras es porque
-¿Estás insinuando algo, Alfa? – Preguntó el señor Frederick neutralmente. -No. – Dijo en el mismo tono dirigiendo su atención hacia él. - ¿Dónde ha perdido el rastro? En cuanto lleve a Vanesa a identificar al doctor, iré a olfatear. El señor Frederick resopló. -No lo perdí, Alfa. Simplemente regresé con un cadáver porque el rastro del lobo salió de su territorio y se fue rumbo a la ciudad humana más cercana. Pensé que tal vez el lobo solo estaba de paso, pero el cuerpo… – Dijo señalando hacia abajo. – … que dices que no es de tu manada, me hace pensar que hay algo turbio aquí. El Alfa Alan gruñó y luego miró de nuevo en mi dirección. -Vamos, quiero saber si la loba doctora es realmente alguien de tu manada. -Si, Alfa. – Dije sumisamente. No haría enojar al lobo más de lo que estaba. Estrechó los ojos y luego se dio la vuelta para comenzar a caminar. No era idiota, el tipo ya estaba enojado y yo me guardaría mis preguntas sobre el lago maldito, sugerencias y comentarios para c