Capítulo 426
Fue una auténtica sorpresa para Gabriela.

Sentía un zumbido en los oídos, como cada vez que se ponía nerviosa.

Y en su mente juvenil, con un sinfín de ideas a la deriva, se le vino a la cabeza la expresión «marido de crianza».

Quizás porque, al fin y al cabo, primero llegó ella a casa de Colomba, y luego acogieron a Emiliano. ¿Podría considerarlo, medio en broma, su «marido de crianza»? Esa ocurrencia la hizo sonreír con un sonrojo que le ardía en las mejillas.

La fiesta en la mesa transcurría en un ambiente bullicioso. Gabriela, sin embargo, se movía como en un ensueño; todo lo que Emiliano le acercaba, ella lo tomaba casi de forma automática. No fue hasta que el encuentro terminó, cuando la gente comenzó a dispersarse y se quedaron solos, que percibió un cambio en la atmósfera.

Emiliano y ella caminaron unos pasos juntos, en silencio. De pronto, él pareció incapaz de aguantar más esa tensión y se detuvo. Ella hizo lo mismo. Bajo la luz amarillenta de un farol, Emiliano parecía irradi
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