A la mañana siguiente, Dante sintió que algo se removía en los pies de la cama.Medio dormido se giró incómodo.La cama tenía una medida estándar que no contemplaba sus dimensiones, igual que el sillón de Lara, por lo que tuvo que dormir medio plegado.No fue hasta que se estiró, panza arriba y de cara al techo, que notó que la sutura se relajaba.Respiró hondo.Si se quejaba de la cama o de cualquier otro detalle de la casa, Lara lo mataría.Como si la llamara con el pensamiento, ella cruzó un brazo por su cintura. Dante sonrió.Fue como si la cama se hiciera grande de repente.Era la primera vez en su vida que Dante amanecía con una mujer prendida a su cuerpo.Era una sensación que tapaba por completo cualquier molestia e incomodidad.Todo el mundo de Lara parecía hecho a la medida de aquella mujer y él quería caber allí para tener más mañanas como esa.Se pegó más ella y cerró los ojos, dispuesto a dormir un poco más. Total, ella no huiría de nuevo como en el VIP.Por si acaso, cr
Mientras Ignacio se llevaba los niños al colegio y Lara buscaba en el navegador de su teléfono “¿Qué pasa si muere el primer ministro británico en mi casa?”, Mauricio transpiraba en la habitación.- Dante, tienes que volver al hospital.- Un hospital aquí es un blanco fácil - respiraba profundo para sobrellevar el dolor - Si quieres internarme tendré que volver a Inglaterra. - Tampoco estas en condiciones de soportar un vuelo tan largo.- Pude caminar con el bastón y dormir en esta cama sin problemas, podré soportar un vuelo en el avión de la embajada.- No con Lara amotinada allí arriba - recalcó.Aunque no lo pareciera por su carácter espontáneo y su, un tanto cínica, conducta, Mauricio era sumamente profesional y no se le pasaba ningún detalle.Sabía que Dante no podría estar en el hospital en ese país más de un par de días, o su atacante tendría una amplia ventaja para volver a atacarlo.En Inglaterra sería diferente. Allá, la seguridad que protegía al primer ministro era el trip
- Nunca entiendo qué tienes en la cabeza - Natalia rebajó con la mirada a Lara - Apenas van un par de años de que te sacaste de encima el parásito de Víctor y ya mantenés a otro hombre.A Lara le latía la yugular.- A quien mantenga yo en mi casa, es problema mío - dijo entre dientes.- ¡Ojalá fuera solo problema tuyo! ¿Olvidaste todo lo que nuestra familia tuvo que soportar cuando saliste embarazada de Víctor?Dante agudizó la mirada.Por lo que entendió de lo que escucharon, esa mujer era la madre de Lara, pero parecía demasiado joven, aunque nunca le preguntó a Lara su edad.Para tranquilizar su lado protocolar, asumió que Lara tendría apenas unos treinta y cuatro o treinta y cinco, aunque no los aparentara. Pero si Lara tenía una hija adolescente, al menos tenía que tener eso, lo que estaba dentro de los parámetros de lo que sería aceptable para su pareja, tomando en cuenta que él ya tenía ambos pies del otro lado de la línea de los cuarenta.Aunque siempre fue asertivo a la hora
- Estas son las propiedades que se ajustan a los requerimientos básicos del primer ministro - Carlos puso una carpeta frente a ella.Lara sabía que cuando girara la tapa, sufriría un fuerte golpe en el centro de su ego.Los requerimientos del primer ministro… ella no podía pagarlos.Si bien él dijo que él le daría una casa, ella descartó de inmediato la idea de que fuera él quien pagara por eso, ya con solo saber que él estaría a su lado, era reconfortante.Además, tenía un gran número en su cuenta y si terminaba por vender la casa, sumaría unos cuantos millones a su presupuesto.Miró a Dante de reojo.- ¿Cuáles son tus requerimientos básicos? - le preguntó, un tanto inquieta.- Nada extraordinario - dijo sin darle importancia - Lo mismo que cualquier persona, no soy quisquilloso.Estaba recostado en el sillón mientras Mauricio colocaba una vía en su brazo.- Es que es algo muy relativo - insistió Lara. Algo, en el fondo, le decía que no debía abrir esa carpeta, como si solo hacer eso,
Desde el avión delante de ella, a la fila de personas que se acercaba a Dante e intercambia cortas frases con una formalidad de novela, terminando en el auto negro al que subieron al llegar a Córdoba, Lara lo vivió sentada en una especie de nube.En todos los años que mantuvo una especie de exilio en la provincia contigua, Lara fue y volvió de Córdoba un par de veces por cuestiones laborales, como la noche en que viajó al evento del VIP en el que conoció a Dante.Pero en ninguna de esas oportunidades, se permitió detenerse.Sabía que en cuanto mirara el cielo, la nostalgia se apoderaría de ella.- Las noches de Córdoba no tienen nada que envidiar a las de Buenos Aires - dijo, como si les hablara a todos en el auto, o a ninguno.Dante miró la noche fuera de la ventana del auto y asintió, acomodando el nudo de su corbata.Tomar el avión de la embajada, implicó que él volviera a adoptar su rol como el primer ministro y sus trajes y corbatas, que debía mantener impecables.Pudo notar que e
Lara entró en la casa y se topó de lleno con un amplio salón.Las tres puertas, que podían apreciarse en medio de la galería, daban a un solo de, al menos, cinco metros de largo, conectado a sus laterales con arcos rectangulares. A la izquierda, el comedor.A la derecha, un cuarto más pequeño.En medio, una hermosa y gran chimenea.De la mano de los niños, encontró habitaciones, baños y más habitaciones.Lo que más le gustó, era el sistema de calefacción por agua, que se calentaba por caldera. Cuando los niños tenían apenas dos meses de vida, el invierno asomaba y debido al frío y la humedad, tuvieron una racha de enfermedades respiratorias que parecía de no acabar.Si encendía un caloventor, tenían tos seca.Si encendía una salamandra, tenían tos llena de flema.En aquel entonces, Lara apenas había cumplido los diecinueve años y angustiada por su reciente maternidad, le preguntó al pediatra de los niños qué era mejor para mantenerlos calentitos sin afectar a su cuerpito.El pediatra
Lara se recostó en la bañadera.Era tan grande que quedaba lugar para alguien más.Los niños dormían, la casa estaba limpia y Dante no estaba. No podía creer que tomara un baño así.Sentía que se olvidaba de algo importante, pero como su vida estaba llena de incertidumbre últimamente, no lo pensó demasiado.Con un ligero repaso de lo que tenía que hacer cuando todos los establecimientos abrieran, una hora más tarde, decidió ir primero a buscar un colegio para los niños.Las terapias serían todo un tema, al igual que el asunto de la ropa y las cosas esenciales que dejaron en la casa en Buenos Aires.La puerta del baño se abrió de golpe y Dante la buscó con la mirada.- ¡¿Qué carajos te pasa, Dante?! - Lara se ovilló ella en la bañadera - ¡¿Cómo vas a entrar así al baño?!Al ver, parcialmente, su figura desnuda, Dante se detuvo en seco.Se quedó parado ahí, congelado, durante una fracción de segundo, luego se giró y tragó saliva con dificultad.Mirando la pared, la cercanía de Lara pic
Lara se mordió el labio inferior y con la respiración pesada, se incorporó a medias y se pegó a él.Dante la vio erguirse en el agua como si fuera una diosa, encantadora y poderosa.Todo el cuerpo del hombre se estremeció con anticipación.La intensidad de Lara lo tenía perdido en sus ojos profundos y cuando ella acarició su torso, como si comprobara su calidad, Dante estuvo seguro de que se saldría con la suya de nuevo.Tenía una teoría: dominaba el cuerpo de ella, tanto como ella el de él.- Dante… - susurró con un hilo de voz y ambas manos en la parte baja de sus abdominales, sobre la costura incipiente de su ropa interior. La joven, sin timidez alguna, plantó un beso en su barbilla, otro en su cuello, otro entre sus pectorales, otro más abajo… Él echó la cabeza hacia atrás y se dispuso a sentir.Eso era lo que más le gustaba de ella. Lara podía dudar de absolutamente todo, era de naturaleza insegura, pero la inestabilidad de su vida tampoco le permitía ser de otra manera, sin e