Teléfonos

- ¡Primer Ministro! ¡Primer Ministro! – Un joven castaño entró desesperado a la oficina - ¡Primer Ministro, tenemos una urgencia!

- ¡¿Qué rayos pasa?! – gritó Dante, haciendo un bollo con la fotografía de Amelia en su mano.

El joven enmudeció.

Ni aun notando a tiempo esas conductas de su asesora, se habría atrevido, siquiera a imaginar, que Amelia era capaz de meterse en su cama mientras dormía.

- Carlos… - Se desplomó en su silla y tirando la cabeza para atrás, ordenó con la voz apagada – Averigua cuántas veces ocurrió esto.

Carlos asintió.

El celular de Dante comenzó a sonar. Al reconocer el número de su padre, lo ignoró.

- Señor... - habló con precaución el joven, moviendo su celular en la mano.

Carlos recibió el celular y al mirarlo, al secretario se le bajó la presión, o se le disparó por las nubes, que a veces, cuando uno tiene un susto de esos que paralizan, es lo mismo.

- Lo investigaré en unas horas, Señor – dijo con rigidez.

Dante, que se masajeaba la nuca, lo miró con un ma
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