¿Ya se murió?

A la mañana siguiente, Dante sintió que algo se removía en los pies de la cama.

Medio dormido se giró incómodo.

La cama tenía una medida estándar que no contemplaba sus dimensiones, igual que el sillón de Lara, por lo que tuvo que dormir medio plegado.

No fue hasta que se estiró, panza arriba y de cara al techo, que notó que la sutura se relajaba.

Respiró hondo.

Si se quejaba de la cama o de cualquier otro detalle de la casa, Lara lo mataría.

Como si la llamara con el pensamiento, ella cruzó un brazo por su cintura.

Dante sonrió.

Fue como si la cama se hiciera grande de repente.

Era la primera vez en su vida que Dante amanecía con una mujer prendida a su cuerpo.

Era una sensación que tapaba por completo cualquier molestia e incomodidad.

Todo el mundo de Lara parecía hecho a la medida de aquella mujer y él quería caber allí para tener más mañanas como esa.

Se pegó más ella y cerró los ojos, dispuesto a dormir un poco más. Total, ella no huiría de nuevo como en el VIP.

Por si acaso, cr
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