Capítulo 63

—Claro que sí, y además roncas.

Laura le tiró una almohada mientras él se dirigía a la ventana para abrir las cortinas. Afuera aún estaba oscuro, y la vista de negras sombras y luces mortecinas a Laura le pareció fantasmagórica.

—¡Qué frío hace por la mañana en esta casa! —se quejó, volviendo a meter debajo del edredón el brazo que había sacado para tirarle la almohada.

—Es que estamos en el ático, y la casa es antigua. Pero enseguida estará caldeada. Venga, que he preparado un nutritivo desayuno. Tómate un café mientras me ducho. Por cierto, has llenado mi cuarto de baño de un montón de cosas raras —Sergio entró en el baño y al segundo siguiente apareció con sus tenacillas del pelo en una mano y su maquinilla para depilarse en la otra—. ¿Se puede saber qué son estos artilugios tan raros?

—¡Deja esas cosas donde estaban! Son mis tenacillas y mi maquinilla para depilarme las piernas, bobo —Laura se levantó de un salto y se puso la bata de Sergio, que le quedaba enorme. Lo siguió al bañ
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