Capítulo 58

Sergio soltó la pesada maleta en el pasillo nada más entrar en la casa:

—Vaya con la liberación de la mujer, la igualdad y todo eso… Mucho rollo es lo que hay, porque cuando llega la hora de la verdad la maleta la cargo yo.

—Cállate, cavernícola —le dio un beso. No podía quitarse la sonrisa de la cara. El disco de Los Chunguitos se lo había metido en el bolsillo.

—¿Cavernícola? ¡Todo lo contrario! Anda, libérate un poco y lleva la maleta hasta la habitación.

Dicho esto, Sergio cogió la maleta y avanzó por el pasillo, haciendo como que se tambaleaba por el peso. Laura lo seguía, riendo.

—Bueno, voy a guardar las cosas. ¿Tengo algún cajón libre?

—Todos éstos son suyos, señorita.

Y señaló una cómoda.

—Yo tengo muy pocas cosas y el armario es bastante grande —descorrió las puertas del enorme armario empotrado. Tenía mucha capacidad, ciertamente; una parte estaba ocupada por la ropa de Sergio, pero en la otra sólo había un par de abrigos y unas chaquetas.

—Sí, aquí cabrá lo que te has traí
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