Capítulo 55

Cuando abrió los ojos vio el rostro de Sergio sobre el suyo. ¿Cuánto tiempo llevaba así, mirándola?

—Me he dormido.

—Sí, llevas una hora como catatónica.

—¿Tú también has dormido?

—No, yo llevo una hora como catatónico, mirándote.

La acarició con ternura.

—¿Cómo te sientes?

—De maravilla… —lo besó—. Aunque un poco flojucha. Me has dejado sin fuerzas.

—Me alegro, ése era mi propósito. ¿Sabes lo que necesitas? ¡Calorías! Voy a preparar algo de comer —se levantó de un salto. Estaba desnudo y Laura lo contempló: parecía un dios clásico, su vientre plano y duro y su miembro, largo y duro de nuevo, se movía cuando él se movía. En un impulso, Laura se incorporó y alzó las manos para tocarlo.

—Basta por hoy, señorita. Hay que comer. Creo que estoy creando un monstruo —concluyó con una risita—. Y me encanta. Pero, si seguimos juntos, tendremos que organizarnos. Porque así, con este descontrol, no podemos estar.

Si seguimos juntos… ¿Quería eso decir que contemplaba la posibilidad de que siguier
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