Capítulo 33

La mano actuaba por su cuenta, como si de repente hubiera adquirido vida propia y se moviera con autonomía de su cerebro… Así, sin que Laura pudiera evitarlo, bajó hasta la cintura y luego siguió extendiendo el gel por los muslos, entre las piernas… El suave masaje de las manos de Sergio era cada vez más atrevido y ella jadeó y quiso abrazarlo. ¿Dónde estaba? ¿Por qué no la besaba como ella quería? Se moría por sus besos y buscó sus labios. Mientras, él seguía acariciándola, volviéndola loca. La mano comenzó a moverse sobre su sexo, no podía pararla y comenzó a frotarse, al principio con suavidad, luego con frenesí. Gimió buscándolo porque necesitaba sus labios. ¿Dónde estaba? Tenía que verlo. Abrió los ojos y lo buscó. Pero no lo vio frente a ella. Estaba sola…

Aún temblaba, frustrada, cuando cerró los grifos y se envolvió en la toalla. No podía ser… ¿Por qué era tan idiota? ¿Por qué se conformaba haciendo sola lo que se moría por hacer con él? Sergio tenía la culpa de todo, porque a
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