Capítulo 114

—Es cierto, yo no llegué a conocer a Carla, pero sé muchas cosas de ella. Un buen amigo mío la conoció muy bien y… bueno, puede decirse que vengo en su nombre. Se llamaba Juan Cobos.

Lo miró con expectación. Había decidido que no debía nombrar a Sergio, así que se inventó a alguien. Roms no podía conocer a todos los amigos de su nieta, y el nombre de Juan Cobos le pareció tan bueno como cualquier otro.

—¿Lo conoció usted? —insistió Laura.

El anciano esta vez no pulsó ninguna tecla de su ordenador. Sólo negó con la cabeza y le hizo un ademán con la mano para que continuara.

—Sé que es muy doloroso para usted recordar ese episodio de su vida…

El hombre la contemplaba expectante, sus ojillos brillaban por la curiosidad y las manos le temblaban. Cerró los puños y miró a su secretario.

—Quiere que continúe usted. Por favor, no se interrumpa y procure hablar sin titubeos, con voz clara para que él la entienda.

Laura se puso roja tras esta recomendación, que asumió como una pequeña reprimend
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