Una de las canciones más bonitas que escuché en mí vida es Lambada, sin duda. Versos que aprendí desde muy pequeña, ritmo prohibido pero provocador y recuerdos que nunca se irán y eso significa mucho; tanto que siempre me ha causado un sentimiento de seguridad y calor.
La fiesta siguió con más diversión todavía, ya que todos se habían enterado de la boda que se iba a celebrar dentro de 15 o 20 años o quién sabe. En realidad nada estaba seguro pero yo ya estaba más que ilusionada y en mi mente preparaba un escenario digno de una película. Bailé con Felipe casi toda la noche, ya éramos el centro de atención de todos. El no dejaba de abrazarme y de contarme alguna anécdota y yo no dejaba de reír y aceptar que me conquiste. Nuestros padres se llevaban de maravilla y de vez en cuando nos echaban el ojo y hablaban como si la boda se celebraría el día siguiente; vamos, que todo el mundo era feliz disfrutando de la fiesta como cada vez que teníamos la oportunidad. La noche fue de lo más divertido que tuve en mis pocos años de vida. Juegos, anécdotas, bromas, chistes, regalos, todo estuvo lleno de diversión y buena vibra. El día siguiente nos encontramos en casa de la tía de Felipe, y lo que me sorprendió fue que a pesar de que todo estuvo perfecto en la fiesta del bautizo, algunos todavía hablaban de nuestra boda. Me ilusioné mucho con eso y ,para aquel entonces, no me di ni cuenta que me fuera a perjudicar algún día. Éramos felices y esperanzados, éramos niños con mucha ilusión y sueños. Al caer la noche cada uno se fue para su casa, y cuando nos separamos tuve la sensación de que una parte de mí se iba con el. Me quedé llorando como una magdalena sin ser consciente de que la distancia que nos separaba era bastante grande; ya pensaba en la próxima vez que le vería, alguna fiesta próxima, algún fin de semana muy cercano o las vacaciones para las que faltaba mucho tiempo. -Te veo triste hija--- dijo mí madre insistiendo con la mirada---. Acercó su mano y me levantó la cabeza con sus dedos haciendo que la mirase. Me sentía triste, es verdad, pero era cosa mía. ---¿Estás bien? ---preguntó frunciendo el ceño---. -Sí ---contesté sin ganas---. Me lo he pasado muy bien---seguí. -Hay hija, no te pongas triste cariño---se unió mi padre a la conversación--- sois niños todavía, os vais a encontrar muchas veces, os vais a conocer mejor y luego hay tiempo para ser adultos también. Mi padre me abrazó con mucha fuerza y yo me sentí muy protegida en sus brazos, pero después de eso me aparté para ir a la cama. Cuando casi caigo en los brazos de Morfeo, escuché voces del dormitorio de mis padres. -Te dije que no era buena idea---reprochaba mi padre enfadado---.La conversación debía de tener un tema bastante delicado si mi padre alcanzó tal nivel de enfado. -No sabía que nuestra hija era tan tonta como para enamorarse, ya se le pasará con el tiempo. Además ni es amor ni es nada, solo son dos niños tontos jugando a los adultos. Y para que lo sepas los pillé cuando se besaban---contestó mi madre llena de rabia--- -¿¡Qué?!.. ¿Pero de qué estás hablando? ¡Son niños todavía! ¡Nuestra hija es una niña!...Se hizo silencio de repente y pensé que ya se iban a la cama, pero cuando quise apartarme de la puerta , mi padre siguió hablando...¿estás segura de lo que has visto? -¡Claro que sí!, no soy ninguna ciega ¿vale? Salí a la terraza y ahí estaban ellos tan abrazaditos. Al principio me pareció un abrazo de amigos pero cuando los vi besándose me quedé sin palabras. Tu tranquilo, ya se les pasará la tontería con el tiempo. Conocerán otras personas y harán nuevas amistades y ¿quién sabe? , lo mismo nos sorprenden y se olvidan uno del otro. -¡Vaya tela! Ojalá tengas razón. Desde luego en una cosa sí que la tienes, son niños todavía y les hace falta crecer todavía. Cuando será el momento, quiero hablar con ella. Ahora mismo no lo entendería. -Sí amor mío, pero hasta entonces vamos a dormir que estoy reventada---dijo mi madre--- No vaya a ser que tu princesa nos escuche---rio ella--- Me fui a mi habitación con la gran pregunta ¿qué quería hablar mí padre conmigo? ¿Qué es lo que no entendería si me lo contaría ahora? Desde aquel día no volví a ver a Felipe. Cuando visitábamos a su tía , era porque los adultos siempre hablaban de las suyas y yo me sentía demás en su entorno. Nunca me atreví a preguntar a ninguno de ellos ni por Felipe, ni por su familia. Desde que escuché aquella conversación tan rara entre mis padres, nunca más hablamos de ellos. No sé ni hoy en día cual sería la razón, pero espero con todo el corazón volver a ver algún día a ese chico tan maravilloso que dejó huella en mi vida. Llegué a la ''edad mala de la adolescencia'' como solía decir mi madre. Todo eran problemas, ya que entre las dos ninguna perdía la oportunidad de regañar; no sé, o yo era demasiado alterada por culpa de mis hormonas o ella realmente no me aguantaba ya. El hecho es que mi pobre padre estaba entre nosotras como un guardián. Cuando salía con mis amigas por ahí, mi madre me reprochaba que llegaba muy tarde y que ''solamente las mujeres frescas andan hasta las tantas de la madrugada''. Estaba tan cansada de sus reproches, que un día hice mis maletas para irme lejos de ella. No aguantaba más. Gracias a mi padre y a mi niña me quedé, pero me juré a mi misma que en cuanto tenga la mayoría de edad y pueda mantenerme, me iré muy lejos. En una comida con la familia de Felipe, empezaron hablar de el y mis ojos se agrandaron sin darme cuenta. La comida me estaba bloqueando la garganta y no sabía como beber agua cuanto antes para que nadie se diera cuenta de mi shock. - ¿Estás segura de lo que me dices?---preguntó mi madre casi chillando. -¡Oh querida!, claro que estoy segura si el otro día me contactó Cecilia y me lo contó con lujo de detalles. Y te puedo asegurar que no es ninguna broma de mal gusto . -¡Vaya !, pues esto no me lo esperaba querida. Felipe siempre ha sido un chico muy ...no sé como decirlo para no equivocarme...¿cómo va a ser gay?---preguntó mi madre estupefacta. -Pues para Ceci fue una auténtica sorpresa, hasta me preguntó por Isabel. Dijeron que pronto van a visitarnos que ya han pasado muchos años desde que no nos vemos y nos echan de menos. Si mi queridísima madre quedó estupefacta, yo era ya la cara de la mismísima sorpresa. No lo podría creer, Felipe gay, ¿quién lo hubiera dicho? ¡Dios mío!, y yo como una tonta pensaba que el también estaba enamorado de mi. Tanta era mi ilusión, que hasta soñaba con casarme con el y por eso había rechazado bastantes chicos guapos; es más, me mantenía virgen porque quería que el fuera el primero y el último en mi vida. El día de la reunión con los padres de Felipe fue de lo más. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos, a su madre se le notaban las arrugas pero aún así seguía siendo una mujer muy hermosa. El padre sin embargo era el mismo hombre de siempre: Gonzalo, un hombre alto que llevaba puesto un traje sin corbata pero con camisa blanca. Los dos me abrazaron con mucho cariño y sin articular palabra se unieron al grupo de mis padres. Miré por un largo tiempo la puerta por si entraba Felipe pero no se me cumplió el deseo, al menos no en ese momento ni en las siguientes horas. Estuvimos compartiendo recuerdos y momentos entre ''los jóvenes'' como nos llamaban los mayores. Tanto años sin reunirnos hizo que se nos juntaran recuerdos que nos llenaron la noche de risas y felicidad. Aún así yo sentía que me faltaba algo...o alguien; y todo eso fue hasta el día siguiente cuando le vi entrar por la puerta. Mi mundo se llenó de luz y esperanza, aunque en el fondo de mi alma sabía que no todo era de color rosa, no para mi al menos.Felipe ocupó el umbral; no lo podría creer, era tan alto y tan guapo. No quedaba nada de ese niño menudito que conocí antaño. Mis recuerdos con aquel muchacho indefenso se esfumaron en cuanto hizo acto de presencia semejante ejemplar masculino. Me sentía rota de un cuento con príncipes, un cuento en el que sólo te podrías enamorar de uno cuando había mil. El vaso tembló en mi mano derecha y tuve que sujetarlo con la izquierda para que no se derrame la bebida. El me miró como si me hubiera visto un día antes y tengo que reconocer que eso me decepcionó un poco. Se acercó a la mesa donde estaba su tía con sus padres y los míos, y cambiaron algunas palabras. Mi padre le abrazó como si de un hijo se tratara y eso me pareció de lo más extraño, pero no le di mucha importancia; mi mente estaba en lo que su madre había dicho: que era gay, evidentemente ya no había nada que hacer con mis sueños, pero sí con los suyos: respetarlos. De un momento a otro, la situación cambió radicalmente casi
Desde aquella noche pasaron varias semanas. Me dí el lujo de relajarme y no pensar en el chico que ocupaba parte de mí corazón. No volví a saber de el. De hecho, ya tenía a alguien con quien salía de vez en cuando y nos hicimos muy amigos; tanto que estaba segura que sería el novio perfecto. Sebastián me buscaba a la salida de las clases e incluso en algún momento cuando sabía que tenía un poco de tiempo libre me traía algo dulce y, así pasábamos cada vez más tiempo juntos. Un día me propuso ir al cine. Accedí como era de esperar, por algo tenía que empezar nuestra relación. ''Me gusta mucho''--escribí en mí diario--.''Sebastián es un chico muy majo, me trata bien y me respeta , cosa que es difícil encontrar en los chicos de hoy en día. A veces deseo de verdad que lo nuestro se convierta en algo mucho más serio de lo que ya es. por una parte me alegro que Felipe está lejos y es gay, así me será más fácil olvidarlo.''No tenía ni idea de lo mucho que me engañaba a mi
''El tiempo lo cura todo'', dicen por ahí. Bueno en mi caso me lo tenía que curar sola por que con el paso del tiempo, decidí que nada ni nadie me va a hacer sufrir jamás. Dos amores prematuros y perdidos que me han enseñado que no todo es miel o color rosa y que lo mejor que podía hacer era construir un buen futuro. Seguir con mis estudios y alcanzar los objetivos que ya me había propuesto tiempo atrás era lo que ocupaba mi mente en ese momento. A Sebastián no le volví a ver, pero me enteré por algún amigo en común, que se fue de la ciudad. Nadie sabía más. Y nadie entendía que fue lo que pasó realmente para que rompamos nuestra perfecta relación sin ninguna razón. Ese mismo verano recibí una carta de el; una carta que nunca abrí. Simplemente no tenía ganas de leerla y tampoco de saber nada de el...me había hecho mucho daño. Decidí ir a la universidad a seguir mi sueño y estudiar literatura. Estaba muy entusiasmada y hacía mis maletas con mucha ilusión. Mi hermana tenía ya 4 añitos
Mi madre decía muchas veces que mi lengua hacía daño cuando se desataba y era verdad. ''Hay que hablar con la verdad''---eso me han repetido mis padres una y otra vez, durante los 19 años de mi vida y eso hago. No controlo lo que digo y menos cuando estoy enfadada. El ''intruso'' entró en la habitación sin que yo lo viera o le escuchara. Parecía un ladrón. -Harías muy bien en no pensar en voz alta cuando algo te disgusta---gruñó. No me atreví a darme la vuelta y enfrentarlo porque sencillamente no sabía que decir. Sin embargo contuve mi respiración, centrándome en como salir cuanto antes de ese cuarto.-Buenas noches--- susurré sin mirarlo. Di unos pasos para salir de ahí mirando al suelo en todo momento. Tenía tanta prisa por irme...-No tan rápido querida, me debes unas disculpas---bloqueó la puerta con su mano cuando estuve a punto de salir y quedé con la cara casi pegada a la salida y dándole la espalda a el. Sentía su respir
Me fui a la cama llorando, me sentía humillada como nunca antes nadie lo había hecho. Toda mi infancia y mi adolescencia esperé por el como por un príncipe para luego enterarme que es gay. Y fue entonces cuando decidí dejarle atrás. El tenía todo el derecho del mundo de ser feliz como y con quien deseaba. Yo tenía el mismo derecho por eso elegí salir con Sebastián. Había días cuando me sentía tan bien con Sebas que ni recordaba que Felipe existía. Creo que inconscientemente, en el fondo de mi ser, le deseé todo lo mejor para que podamos seguir con nuestras vidas sin ningún impedimento. Dormí tarde aquella noche , tanto que ni me acuerdo haber soñado algo. La sesión de exámenes me tenía echa un desastre y el estrés ya empezaba a hablar por si solo. A ratos los nervios salían a flote y temía no poder con todo esto. Para el colmo teníamos un intruso metido en casa y le tenía que aguantar yo, ya que mí madre estaba encantada con su presencia. Me sentía como una bomba con reloj
La vida está llena de sorpresas y nos ofrece infinidad de oportunidades. A menudo nos vemos cargados de responsabilidades que ni siquiera hemos creado nosotros. Cada decisión que tomamos tiene efectos secundarios, como solía decir mí padre. El sabio de mi vida y el hombre más responsable que he conocido jamás. Dicho esto, hay veces que pienso como el, que todo pasa por una razón y cada cosa , experiencia, persona tiene su momento; o sea todo pasa cuando tiene que pasar. La noche de la cena volvimos a casa y después del baño de mi chiquitina y mi larga y disfrutada ducha, me dispuse a leer un rato para distraerme del día tan pesado que me tocó aguantar. Recordé la carta de Sebastián y creí necesario cerrar otro capítulo de mi vida. Y ¿qué mejor que un capítulo que le incluya a el? , ya que era parte de mi pasado y no quería que volviera en un futuro, ni próximo, ni lejano. Mi pequeña Lorena estaba roncando, así que me eché a la cama a su lado y abrí e
Juro que por un momento pensé en matar al condenado que tenía delante de mi. Nunca nadie se ha metido en mis asuntos personales, ni siquiera mi madre que de por sí era muy curiosa. Me acerqué con pasos lentos para que el no se diera cuenta de la importancia que tenía esa carta para mi; no por nada, pero no tenía ni puñetera idea de lo que podría contener ya que, no la había leído. Me causaba bastante enfado el hecho de que alguien que me caía tan gordo como era Felipe, se metiera de lleno en algo tan personal. Tendí mi mano hacia el para que me la entregara, y en respuesta a mi gesto, Felipe levantó su brazo por encima de su cabeza sosteniendo el sobre de la misma manera que antes. Sacó una sonrisa bien perversa y su mirada brilló mientras me veía con esos ojos que me causaban infinita inquietud. Siendo como unos treinta centímetros más alto que yo, me era bastante difícil alcanzar su mano. De golpe sentí que perdía el equilibrio, pero no quería tocarle bajó ning
Salí de la cocina como una tormenta, sin darle tiempo a Felipe de reaccionar. Me llamó pero ni siquiera miré atrás, necesitaba esconderme, huir, no sé.Me eché a la cama casi llorando. Estaba tan confundida con lo que me había dicho minutos antes, pues ya no sabía si quería leer aquello. Le eché valor y con manos temblorosas y heladas abrí el sobre. Algún día tenía que enfrentar la realidad.''Querida Isabel, perdóna mi torpeza pero ni siquiera sé como empezar esta carta. Te amé desde el primer momento en el que mis ojos encontraron los tuyos, deseaba tenerte entre mis brazos y añoraba tus besos como un desquiciado. Sigo siendo un desquiciado , puesto que a estas alturas me comunico contigo mediante esta carta sin tener el valor de hablarte personalmente. La cagué y lo hice a lo grande, lo sé...también sé que haga lo que haga, nunca conseguiré tu perdón y menos tu atención nunca más. No me bastará la vida que me queda por vivir para pedir que algún día dejé de c