Felipe ocupó el umbral; no lo podría creer, era tan alto y tan guapo. No quedaba nada de ese niño menudito que conocí antaño. Mis recuerdos con aquel muchacho indefenso se esfumaron en cuanto hizo acto de presencia semejante ejemplar masculino. Me sentía rota de un cuento con príncipes, un cuento en el que sólo te podrías enamorar de uno cuando había mil.
El vaso tembló en mi mano derecha y tuve que sujetarlo con la izquierda para que no se derrame la bebida. El me miró como si me hubiera visto un día antes y tengo que reconocer que eso me decepcionó un poco. Se acercó a la mesa donde estaba su tía con sus padres y los míos, y cambiaron algunas palabras. Mi padre le abrazó como si de un hijo se tratara y eso me pareció de lo más extraño, pero no le di mucha importancia; mi mente estaba en lo que su madre había dicho: que era gay, evidentemente ya no había nada que hacer con mis sueños, pero sí con los suyos: respetarlos. De un momento a otro, la situación cambió radicalmente casi sin darnos cuenta de los acontecimientos. Nos relajamos bastante y seguimos divirtiéndonos como lo hicimos hasta su llegada. No me di ni cuenta cuando Felipe se acercó a nuestro grupo porque ya no le presté ni la más mínima atención. De repente todos se mantuvieron en silencio por unos segundos y fue cuando, mirando a cada una de las personas que me rodeaban, vi la mirada sonriente del primo de Felipe. Dani es un chico muy bueno, siempre lo fue; y yo siempre tuve la sensación de que significo ''algo'' más para el y no solamente ser su amiga. Sentí que alguien respiraba detrás de mi, ya que un hilo de aíre tocó mi nuca. Mi cuerpo heló de golpe pero me recompuse en un instante y llenándome de atrevimiento, di medía vuelta mirando detrás de mi. Felipe estaba de pie viéndome sonriente. Sus ojos brillaban y supuse que era porque no nos habíamos visto en años. La copa en mi mano tembló otra vez. -Hola---me dijo con una sonrisa. Contesté tartamudeando. -Hhmm...h..hola... Me seguía mirando de la misma forma y sentí mis mejillas calentándose poco a poco. -Vamos a salir un poco al patio---dijo Dani. Puede que después de tanto tiempo sin veros tenéis que contaros alguna cosilla. Se alejó riendo y los demás del grupo se fueron detrás de el. Cabe decir que los que nos habíamos reunido en esta ocasión éramos los mismos de antaño. La única diferencia era que el tiempo nos ayudo cambiar tanto, que de aquellos niños inocentes quedaba muy poco, básicamente nada. Me sentía perdida y no sabía qué podría hablar con el chico parado delante de mi. El silencio nos abrazó por minutos. Casi ni le miraba. -¿Qué ha sido de tu vida en todos estos años?---Felipe rompió el hielo con su pregunta básica. -Vivir mi infancia...---reí--- en principio ese era el propósito ¿no?. Para crecer tuvimos que pasar por esa etapa, como todos. Creo que notó el sarcasmo en mis palabras, porque sonrió ladeado mientras me veía con esa mirada tan perversa. Bebí un poco llevando el vaso a mis labios pero intentando ver cualquier cosa menos a el. En ningún momento le miré a los ojos, me sentía muy tímida estar tan cerca de el después de tanto tiempo. -¿Y tú?---hablé ---¿Cómo te lo has pasado? Realmente no sabía que, ni como preguntar para enterarme de la verdad. Rio tan fuerte que me sorprendí y resalté , casi tirando al suelo el liquido de mi vaso. Todos nos veían con cara de ¿qué habrá pasado con estos dos? ¿es tan buena ella en contar un chiste? Su risa ocupó aproximadamente dos minutos de nuestro corto tiempo. -Vamos, que quieres saber si soy gay ¿verdad? Mantenía la sonrisa, esa sonrisa que me volvía loca mientras me miraba con más brillo que antes. Juro que me bloqueé y por un instante, me entraron ganas de regañarle por ser tan directo. Cuando lo conocí, Felipe era un niño adorable pero con mucho carácter y cabe decir que eso no ha cambiado para nada. -¿Qué te hace pensar que quiero saber eso? y ¿ cómo se te ocurre que yo te preguntaría algo tan íntimo? No es para nada mi intención de hurgar en tu privacidad---repliqué bastante enfadada. ¿Qué piensas?, ¿ que soy de esas curiosas que tienen que saber todo de la vida de los demás? Dobló su cuerpo dejándolo caer un poco hacía mi, y con su típica sonrisa sarcástica, me susurró en la cara ''¡Júrame que no quieres saber la verdad!''. Su aliento tocó mi cara y sin pensarlo dos veces mordí mi labio inferior cerrando los ojos. -Me encantaría tener el honor de morder ese labio---susurró casi gimiendo. Abrí los ojos como platos y fugitivamente me lamí los labios. Pero al mismo tiempo mi cerebro pensó que no le gustaban las chicas y me sentí humillada. Le miré con rabia y salí del lugar. Fui a buscar a los chicos del grupo y a el lo dejé en medio del salón sin importarme si quería alargar la conversación de alguna forma o, sencillamente dejarlo todo en una broma de mal gusto. Sin darle más vueltas al asunto, salí por la puerta del salón pero no llegué muy lejos, ya que sentí que me jalaban del brazo dándome la vuelta a 180 grados. Unos ojos enfadados me veían con rabia y humor al mismo tiempo, realmente nunca entendí cómo puede ser tan cambiante este muchacho: ríe y llora, es alegría y enfado, caos y orden y todo a la vez. Intenté soltarme de su agarre pero me fue imposible, pues el me sujetaba con mucha fuerza. Tuvimos unos largos minutos de respiración entrecortada la mía y agitada la suya, pero todo acabo cuando el habló. -¿ Qué sabes de mi?---preguntó apartándose unos centímetros. Todavía respiraba fuerte y no me quitaba la vista de encima. No sabía que responder, sentía su mano todavía sujetándome muy fuerte e hice una mueca de dolor. El empezó a soltarme poco a poco pero sin apartarse y manteniendo la misma mirada que me helaba el alma. Cuando el silencio se hizo bastante presente y nuestras respiraciones no se escuchaban, el habló de nuevo. -¡Te he preguntado algo!---dijo con voz ronca, todavía cerca de mi cara. Yo le miraba pero no era capaz de articular palabra. ¿qué le iba a decir? ¿qué quería escuchar el? ¿cuál era la verdad? -Ehhmm...la verdad es que... -¿Cuál es la verdad? ¿Tu la sabes? ---preguntó entrecerrando los ojos. En todo este tiempo no me quitó la mirada de encima y a mi me daba la sensación de que en cualquier momento me partiría en mil pedazos. Me sentía perdida y una corriente recorrió mi espina dorsal. -Me han dicho por ahí ...ehhhmmm...que eres gay---solté de golpe. No estaba segura de haber hecho bien en hablar, tal vez hubiera sido mejor mantener mi bocota cerrada. Pero ya había metido la pata así que no quedaba más remedio que afrontarlo. Me solté de su agarre como pude. Una vez más el silencio nos inundó. Estuvimos así por unos largos segundos y ya estaba pensando seriamente en darme la vuelta e irme de ahí. Moví mi cuerpo encaminándome hacía la salida, cuando sentí su mano en mi nuca. Cerré los ojos con miedo porque no sabía que iba a ser de mi. De repente sus labios se apoderaron de los míos y su lengua intentó abrirse paso en mi boca. Me resistí en un principio. Su respiración era cada vez más agitada y su boca mantenía una guerra con la mía. En medio de toda la sensualidad que sentía, la inseguridad me tenía invadida pero no iba a ceder. Si el quería guerra, yo más. Le mordí la lengua y Felipe se apartó de mi sin soltarme pero insultando algo que ni hoy en día llegué a entender. Me apretó la nuca y acercando su cara a milímetros de la mía, habló con rabia. -¡Algún día serás mía y te demostraré que puede hacer un verdadero hombre con su mujer! Tal vez una estatua se puede mover de su sitio en algún momento de su existencia, pero yo no era capaz de hacerlo. Me asusté tanto con lo que Felipe me dijo...en ese momento quería huir, esconderme donde el nunca me pueda encontrar. En ningún momento llegué a pensar que todo iba a cambiar y justamente cuando menos lo esperaba.Desde aquella noche pasaron varias semanas. Me dí el lujo de relajarme y no pensar en el chico que ocupaba parte de mí corazón. No volví a saber de el. De hecho, ya tenía a alguien con quien salía de vez en cuando y nos hicimos muy amigos; tanto que estaba segura que sería el novio perfecto. Sebastián me buscaba a la salida de las clases e incluso en algún momento cuando sabía que tenía un poco de tiempo libre me traía algo dulce y, así pasábamos cada vez más tiempo juntos. Un día me propuso ir al cine. Accedí como era de esperar, por algo tenía que empezar nuestra relación. ''Me gusta mucho''--escribí en mí diario--.''Sebastián es un chico muy majo, me trata bien y me respeta , cosa que es difícil encontrar en los chicos de hoy en día. A veces deseo de verdad que lo nuestro se convierta en algo mucho más serio de lo que ya es. por una parte me alegro que Felipe está lejos y es gay, así me será más fácil olvidarlo.''No tenía ni idea de lo mucho que me engañaba a mi
''El tiempo lo cura todo'', dicen por ahí. Bueno en mi caso me lo tenía que curar sola por que con el paso del tiempo, decidí que nada ni nadie me va a hacer sufrir jamás. Dos amores prematuros y perdidos que me han enseñado que no todo es miel o color rosa y que lo mejor que podía hacer era construir un buen futuro. Seguir con mis estudios y alcanzar los objetivos que ya me había propuesto tiempo atrás era lo que ocupaba mi mente en ese momento. A Sebastián no le volví a ver, pero me enteré por algún amigo en común, que se fue de la ciudad. Nadie sabía más. Y nadie entendía que fue lo que pasó realmente para que rompamos nuestra perfecta relación sin ninguna razón. Ese mismo verano recibí una carta de el; una carta que nunca abrí. Simplemente no tenía ganas de leerla y tampoco de saber nada de el...me había hecho mucho daño. Decidí ir a la universidad a seguir mi sueño y estudiar literatura. Estaba muy entusiasmada y hacía mis maletas con mucha ilusión. Mi hermana tenía ya 4 añitos
Mi madre decía muchas veces que mi lengua hacía daño cuando se desataba y era verdad. ''Hay que hablar con la verdad''---eso me han repetido mis padres una y otra vez, durante los 19 años de mi vida y eso hago. No controlo lo que digo y menos cuando estoy enfadada. El ''intruso'' entró en la habitación sin que yo lo viera o le escuchara. Parecía un ladrón. -Harías muy bien en no pensar en voz alta cuando algo te disgusta---gruñó. No me atreví a darme la vuelta y enfrentarlo porque sencillamente no sabía que decir. Sin embargo contuve mi respiración, centrándome en como salir cuanto antes de ese cuarto.-Buenas noches--- susurré sin mirarlo. Di unos pasos para salir de ahí mirando al suelo en todo momento. Tenía tanta prisa por irme...-No tan rápido querida, me debes unas disculpas---bloqueó la puerta con su mano cuando estuve a punto de salir y quedé con la cara casi pegada a la salida y dándole la espalda a el. Sentía su respir
Me fui a la cama llorando, me sentía humillada como nunca antes nadie lo había hecho. Toda mi infancia y mi adolescencia esperé por el como por un príncipe para luego enterarme que es gay. Y fue entonces cuando decidí dejarle atrás. El tenía todo el derecho del mundo de ser feliz como y con quien deseaba. Yo tenía el mismo derecho por eso elegí salir con Sebastián. Había días cuando me sentía tan bien con Sebas que ni recordaba que Felipe existía. Creo que inconscientemente, en el fondo de mi ser, le deseé todo lo mejor para que podamos seguir con nuestras vidas sin ningún impedimento. Dormí tarde aquella noche , tanto que ni me acuerdo haber soñado algo. La sesión de exámenes me tenía echa un desastre y el estrés ya empezaba a hablar por si solo. A ratos los nervios salían a flote y temía no poder con todo esto. Para el colmo teníamos un intruso metido en casa y le tenía que aguantar yo, ya que mí madre estaba encantada con su presencia. Me sentía como una bomba con reloj
La vida está llena de sorpresas y nos ofrece infinidad de oportunidades. A menudo nos vemos cargados de responsabilidades que ni siquiera hemos creado nosotros. Cada decisión que tomamos tiene efectos secundarios, como solía decir mí padre. El sabio de mi vida y el hombre más responsable que he conocido jamás. Dicho esto, hay veces que pienso como el, que todo pasa por una razón y cada cosa , experiencia, persona tiene su momento; o sea todo pasa cuando tiene que pasar. La noche de la cena volvimos a casa y después del baño de mi chiquitina y mi larga y disfrutada ducha, me dispuse a leer un rato para distraerme del día tan pesado que me tocó aguantar. Recordé la carta de Sebastián y creí necesario cerrar otro capítulo de mi vida. Y ¿qué mejor que un capítulo que le incluya a el? , ya que era parte de mi pasado y no quería que volviera en un futuro, ni próximo, ni lejano. Mi pequeña Lorena estaba roncando, así que me eché a la cama a su lado y abrí e
Juro que por un momento pensé en matar al condenado que tenía delante de mi. Nunca nadie se ha metido en mis asuntos personales, ni siquiera mi madre que de por sí era muy curiosa. Me acerqué con pasos lentos para que el no se diera cuenta de la importancia que tenía esa carta para mi; no por nada, pero no tenía ni puñetera idea de lo que podría contener ya que, no la había leído. Me causaba bastante enfado el hecho de que alguien que me caía tan gordo como era Felipe, se metiera de lleno en algo tan personal. Tendí mi mano hacia el para que me la entregara, y en respuesta a mi gesto, Felipe levantó su brazo por encima de su cabeza sosteniendo el sobre de la misma manera que antes. Sacó una sonrisa bien perversa y su mirada brilló mientras me veía con esos ojos que me causaban infinita inquietud. Siendo como unos treinta centímetros más alto que yo, me era bastante difícil alcanzar su mano. De golpe sentí que perdía el equilibrio, pero no quería tocarle bajó ning
Salí de la cocina como una tormenta, sin darle tiempo a Felipe de reaccionar. Me llamó pero ni siquiera miré atrás, necesitaba esconderme, huir, no sé.Me eché a la cama casi llorando. Estaba tan confundida con lo que me había dicho minutos antes, pues ya no sabía si quería leer aquello. Le eché valor y con manos temblorosas y heladas abrí el sobre. Algún día tenía que enfrentar la realidad.''Querida Isabel, perdóna mi torpeza pero ni siquiera sé como empezar esta carta. Te amé desde el primer momento en el que mis ojos encontraron los tuyos, deseaba tenerte entre mis brazos y añoraba tus besos como un desquiciado. Sigo siendo un desquiciado , puesto que a estas alturas me comunico contigo mediante esta carta sin tener el valor de hablarte personalmente. La cagué y lo hice a lo grande, lo sé...también sé que haga lo que haga, nunca conseguiré tu perdón y menos tu atención nunca más. No me bastará la vida que me queda por vivir para pedir que algún día dejé de c
Nos encaminamos a su habitación y entramos casi si hacer ningún ruido. Me senté en la cama y Felipe se acomodó detrás de mi. Acto seguido me atrajo a sus brazos y entonces pude darme cuenta que estaba apoyado en el cabecero. Me rodeó con sus brazos y dejé mi cabeza caer sobre su pecho. Casi dejó de respirar, sólo podía escuchar los latidos de su corazón, que no eran nada suaves. -¿Estás cómoda? -escuché en mi oído derecho.No contesté, pues parecía que mi voz me había abandonado. Mi cabeza daba mil vueltas y no dejaba de pensar en lo que fue y en como me siento ahora por culpa de aquello. Todo pasará, estoy muy consciente de ello, pero necesito tiempo para asimilarlo. -No soy quien para decirte nada en este momento, sé que todo es tan inútil y las palabras sobran---susurró Felipe besando despacio mi cabeza.---Verás que más pronto que tarde todo te parecerá un mal sueño. -Ojalá ---contesté sin ganas---. -Duerme aquí si quieres. Yo cu