Capítulo 4

Felipe ocupó el umbral; no lo podría creer, era tan alto y tan guapo. No quedaba nada de ese niño menudito que conocí antaño. Mis recuerdos con aquel muchacho indefenso se esfumaron en cuanto hizo acto de presencia semejante ejemplar masculino. Me sentía rota de un cuento con príncipes, un cuento en el que sólo te podrías enamorar de uno cuando había mil. 

El vaso tembló en mi mano derecha y tuve que sujetarlo con la izquierda para que no se derrame la bebida. El me miró como si me hubiera visto un día antes y tengo que reconocer que eso me decepcionó un poco. Se acercó a la mesa donde estaba su tía con sus padres y los míos, y cambiaron algunas palabras. Mi padre le abrazó como si de un hijo se tratara y eso me pareció de lo más extraño, pero no  le di mucha importancia; mi mente estaba en lo que su madre había dicho: que era gay, evidentemente ya  no había nada que hacer con mis sueños, pero sí con los suyos: respetarlos. 

De un momento a otro, la situación cambió radicalmente casi sin darnos cuenta de los acontecimientos. Nos relajamos bastante y seguimos divirtiéndonos  como lo hicimos hasta su llegada. No me di ni cuenta cuando Felipe se acercó a nuestro grupo porque ya no le presté ni la más mínima atención. De repente todos se mantuvieron en silencio por unos segundos y fue cuando, mirando a cada una de las personas que me rodeaban, vi la mirada sonriente del primo de Felipe. Dani es un chico muy bueno, siempre lo fue; y yo siempre tuve la sensación de que significo ''algo'' más para el y no solamente ser su amiga.

Sentí que alguien respiraba detrás de mi, ya que un hilo de aíre tocó mi nuca. Mi cuerpo heló de golpe pero me recompuse en un instante y llenándome de atrevimiento, di medía vuelta mirando detrás de mi. Felipe estaba de pie viéndome sonriente. Sus ojos brillaban y supuse que era porque no nos habíamos visto en años. La copa en mi mano tembló otra vez.

-Hola---me dijo con una sonrisa. Contesté tartamudeando.

-Hhmm...h..hola...

Me seguía mirando de la misma forma y sentí mis mejillas calentándose poco a poco. 

-Vamos a salir un poco al patio---dijo Dani. Puede que después de tanto tiempo sin veros tenéis que contaros alguna cosilla. Se alejó riendo y los demás del grupo se fueron detrás de el. 

Cabe decir que los que nos habíamos reunido en esta ocasión éramos los mismos de antaño. La única diferencia era que el tiempo nos ayudo cambiar tanto, que de aquellos niños inocentes quedaba muy poco, básicamente nada. 

Me sentía perdida y no sabía qué podría hablar con el chico parado delante de mi. El silencio nos abrazó por minutos. Casi ni le miraba. 

-¿Qué ha sido de tu vida en todos estos años?---Felipe rompió el hielo con su pregunta básica. 

-Vivir mi infancia...---reí--- en principio ese era el propósito ¿no?. Para crecer tuvimos que pasar por esa etapa, como todos. Creo que notó el sarcasmo en mis palabras, porque sonrió ladeado mientras me veía con esa mirada tan perversa. Bebí un poco llevando el vaso a mis labios pero intentando ver cualquier cosa menos a el.

En ningún momento le miré a los ojos, me sentía muy tímida estar tan cerca de el después de tanto tiempo. 

-¿Y tú?---hablé ---¿Cómo te lo has pasado? Realmente no sabía que, ni como preguntar para enterarme de la verdad. 

Rio tan fuerte que me sorprendí y resalté , casi tirando al suelo el liquido de mi vaso. Todos nos veían con cara de ¿qué habrá pasado con estos dos? ¿es tan buena ella en contar un chiste? Su risa ocupó aproximadamente dos minutos de nuestro corto tiempo.

-Vamos, que quieres saber si soy gay ¿verdad? Mantenía la sonrisa, esa sonrisa que me volvía loca mientras me miraba con más brillo que antes. Juro que me bloqueé y por un instante, me entraron ganas de regañarle por ser tan directo. Cuando lo conocí, Felipe era un niño adorable pero con mucho carácter y cabe decir que eso no ha cambiado para nada. 

-¿Qué te hace pensar que quiero saber eso? y ¿ cómo se te ocurre que yo te preguntaría algo tan íntimo? No es para nada mi intención de hurgar en tu privacidad---repliqué bastante enfadada. ¿Qué piensas?, ¿ que soy de esas curiosas que tienen que saber todo de la vida de los demás? Dobló su cuerpo dejándolo caer un poco hacía mi, y con su típica sonrisa sarcástica, me susurró en la cara ''¡Júrame que no quieres saber la verdad!''. Su aliento tocó mi cara y sin pensarlo dos veces mordí mi labio inferior cerrando los ojos.

-Me encantaría tener el honor de morder ese labio---susurró casi gimiendo.

Abrí los ojos como platos y fugitivamente me lamí los labios. Pero al mismo tiempo mi cerebro pensó que no le gustaban las chicas y me sentí humillada. Le miré con rabia y salí del lugar. Fui a buscar a los chicos del grupo y a el lo dejé en medio del salón sin importarme si quería alargar la conversación de alguna forma o, sencillamente dejarlo todo en una broma de mal gusto. Sin darle más vueltas al asunto, salí por la puerta del salón pero no llegué muy lejos, ya que sentí que me jalaban del brazo dándome la vuelta a 180 grados. Unos ojos enfadados me veían con rabia y humor al mismo tiempo, realmente nunca entendí cómo puede ser tan cambiante este muchacho: ríe y llora, es alegría y enfado, caos y orden y todo a la vez. Intenté soltarme de su agarre pero me fue imposible, pues el me sujetaba con mucha fuerza. Tuvimos unos largos minutos de respiración entrecortada la mía y agitada la suya, pero todo acabo cuando el habló.

-¿ Qué sabes de mi?---preguntó apartándose unos centímetros. Todavía respiraba fuerte y no me quitaba la vista de encima.

No sabía que responder, sentía su mano todavía sujetándome muy fuerte e hice una mueca de dolor. El empezó a soltarme poco a poco pero sin apartarse y manteniendo la misma mirada que me helaba el alma. Cuando el silencio se hizo bastante presente y nuestras respiraciones no se escuchaban, el habló de nuevo.

-¡Te he preguntado algo!---dijo con voz ronca, todavía cerca de mi cara.

Yo le miraba pero no era capaz de articular palabra. ¿qué le iba a decir? ¿qué quería escuchar el? ¿cuál era la verdad?

-Ehhmm...la verdad es que...

-¿Cuál es la verdad? ¿Tu la sabes? ---preguntó entrecerrando los ojos. En todo este tiempo no me quitó la mirada de encima y a mi me daba la sensación de que en cualquier momento me partiría en mil pedazos. Me sentía perdida y una corriente recorrió mi espina dorsal.

-Me han dicho por ahí ...ehhhmmm...que eres gay---solté de golpe. No estaba segura de haber hecho bien en hablar, tal vez hubiera sido mejor mantener mi bocota cerrada. Pero ya había metido la pata así que no quedaba más remedio que afrontarlo. Me solté de su agarre como pude.

Una vez más el silencio nos inundó. Estuvimos así por unos largos segundos y ya estaba pensando seriamente en darme la vuelta e irme de ahí. Moví mi cuerpo encaminándome hacía la salida, cuando sentí su mano en mi nuca. Cerré los ojos con miedo porque no sabía que iba a ser de mi. De repente sus labios se apoderaron de los míos y su lengua intentó abrirse paso en mi boca. Me resistí en un principio. Su respiración era cada vez más agitada y su boca mantenía una guerra con la mía. En medio de toda la sensualidad que sentía, la inseguridad me tenía invadida pero no iba a ceder. Si el quería guerra, yo más. Le mordí la lengua y Felipe se apartó de mi sin soltarme pero insultando algo que ni hoy en día llegué a entender. Me apretó la nuca y acercando su cara a milímetros de la mía, habló con rabia.

-¡Algún día serás mía y te demostraré que puede hacer un verdadero hombre con su mujer!

Tal vez una estatua se puede mover de su sitio en algún momento de su existencia, pero yo no era capaz de hacerlo. Me asusté tanto con lo que Felipe me dijo...en ese momento quería huir, esconderme donde el nunca me pueda encontrar. En ningún momento llegué a pensar que todo iba a cambiar y justamente cuando menos lo esperaba.

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