Desde aquella noche pasaron varias semanas. Me dí el lujo de relajarme y no pensar en el chico que ocupaba parte de mí corazón. No volví a saber de el. De hecho, ya tenía a alguien con quien salía de vez en cuando y nos hicimos muy amigos; tanto que estaba segura que sería el novio perfecto.
Sebastián me buscaba a la salida de las clases e incluso en algún momento cuando sabía que tenía un poco de tiempo libre me traía algo dulce y, así pasábamos cada vez más tiempo juntos. Un día me propuso ir al cine. Accedí como era de esperar, por algo tenía que empezar nuestra relación. ''Me gusta mucho''--escribí en mí diario--.''Sebastián es un chico muy majo, me trata bien y me respeta , cosa que es difícil encontrar en los chicos de hoy en día. A veces deseo de verdad que lo nuestro se convierta en algo mucho más serio de lo que ya es. por una parte me alegro que Felipe está lejos y es gay, así me será más fácil olvidarlo.'' No tenía ni idea de lo mucho que me engañaba a mi misma. Las salidas con Sebastián se convirtieron en momentos para conocernos mejor. Íbamos al cine, dábamos paseos por el parque, salíamos a cenar por ahí...todo esto lo hacíamos cogidos de la mano. Era muy feliz, todo parecía un sueño y mi primer pensamiento al despertar era pasar tiempo con mi novio, por que sí, Sebastián se había convertido en mí novio. De vez en cuando contábamos anécdotas de nuestra infancia y las risas nos conquistaban por momentos. Tanto era el entusiasmo de pasar tiempo juntos que hasta pensamos en ir a la misma universidad. Yo quería estudiar literatura y el economía, por lo que buscamos una buena universidad con las dos salidas y la encontramos. Casi en la final del bachillerato, recibí una carta. A mi parecer, era algo normal recibir cartas pero cuando la abrí cambié totalmente de opinión. Las letras estaban muy desordenadas y las palabras eran como amenazas: ''Hagas lo que hagas él es el amor de tu vida y serás suya'', decía una de las frases. ''No has contestado a ninguna de mis llamadas, así que no me queda más remedio que comunicarme contigo a través de cartas. Muy pronto tendrás más noticias mías''. Empecé a temblar. No sabía quien era el remitente, pero recordé que tiempo atrás recibí unas llamadas de un número desconocido. En una de esas llamadas contesté pero nadie habló, sólo se escuchaba alguien respirando del otro lado de la línea, por lo que decidí decir que si no me dejaba en paz llamaría a la policía. Después solamente recibí una llamada más donde aquella voz me dijo: 'Echaba de menos tu voz, Isabel. Deseaba tanto escucharte...'' No fui capaz de reconocerlo, ya que era más un susurro que una voz. Era aterrador y no dejaba de preguntarme de quién se trataba y cómo podría parar esa locura. Desde ahí tuve una temporada de paz, pero aún así me sentía observada, y más cuando salía con Sebastián. Ahora de golpe recibo estás cartas. A ratos tengo el sentimiento que huyo de algo o de alguien. Más bien huyo de alguien, pero ¿ de quién? El destino es el que tiene la última palabra por lo tanto, no me queda más remedio que esperar. Llegaron las vacaciones de verano, entramos en la sesión de exámenes y cada vez veía menos a mi novio. Todo parecía normal, ya que, los dos teníamos mucho que estudiar. Para la final de sesión, después de un examen, salí con algunos compañeros a tomar algo en una cafetería muy cercana. Nuestras conversaciones eran básicamente sobre lo que desea hacer con su futuro cada uno de nosotros; algunos querían ir a la uni, otros trabajar en las empresas de sus familiares, otros no sabían exactamente lo que iban a hacer. Me agaché un poco para coger mi bebida y por el rabillo del ojo vi a Sebastián discutiendo con otro chico. Ese chico llevaba capucha y tenía cogido a mi novio del cuello de su camisa. Me levanté y me fui hacía ellos mientras mis compañeros me llamaban. No haciendo caso a ninguno de ellos, me di prisa pero cuando llegué a su lado, el desconocido soltó a Sebastián y salió huyendo. -¡Que cobarde!---grité detrás de el. ¿Estás bien?---pregunté abrazando a Sebastián. El me apartó con delicadeza y me miró a los ojos. -Por ahora, sí ---contestó con la voz apagada. ¿Conoces a ese tipo? -¿Cómo voy a saberlo si no le vi la cara?¿Qué te pasa? Últimamente no hablamos y yo pensé que era todo por los exámenes y ahora ¿te encuentro aquí? -No tenía previsto llegar a este sitio pero...---no continuó porque una voz me hizo dar la vuelta. -Seb, te estoy esperando cariño. Quedé atónita y totalmente bloqueada. No sabía que decir o si era buen momento para abrir mí boca. Una chica joven, muy guapa, rubia de ojos azules me miraba de pie a cabeza como si fuera un bicho raro. Sin embargo, de un momento a otro, sus ojos le prestaron atención al que yo todavía consideraba ''mi novio''. El amor se leía en su mirada y lo que me dejó atónita era el silencio de Sebastián; no decía nada, solamente miraba el suelo y eso me desconcertaba más de la cuenta. Y ni hablar de la tipa que se dirigía con tanto cariño a mi novio. -¿Vas hablar hoy, Sebastián? Si nos disculpas---me dirigí hacía ella con total frialdad---tenemos una conversación pendiente y tu no estás invitada. No sé si mi mirada le heló el alma, pero vi miedo en sus ojos. Sin decir nada de nada, se dio la vuelta y se fue. Quedamos los dos en medio del bar. Yo esperando la explicación que merecía escuchar y el callado como si fuera mudo. Sentía tanta rabia... -Todavía estoy esperando---articulé tocándole la cara con dos dedos y dándole la vuelta para que me mirara. Cuando por fin me vio a los ojos, me sentí la persona más estúpida del mundo. Me sentí humillada y fuera del lugar. -Me encantaría decirte que todo está bien Isabel, pero la cagué. Lo siento y sinceramente espero que algún día podrás perdonarme. Cogió mi mano, la llevó a sus labios y la besó suavemente. Se le escapó una lagrima , mientras seguía diciéndome que nos tenemos que separar porque su error no tiene solución por ahora. -¿Quién es ella? ¿Es tu nueva conquista? ---suspiré con pesar. Creo que en ese momento esperaba que me dijera que sólo era una amiga, pero no fue así. -No quisiera hablar de esto ahora---soltó cerrando los ojos---. Ya te dije que cometí un error que no tiene solución. Por favor, Isabel... no puedo decirte más...no... No le dejé terminar. -¡Eres un cobarde! Te burlaste tanto tiempo de mi y ahora no tienes ganas de hablar...menuda porquería me estás contando---le dije enfadada, pero en voz baja porque era muy consciente de que no estábamos solos. -Nunca me burlé de ti Isabel. Te amo tanto, pero no sé como manejar esto. No puedo complicar tu vida por haber sido un estúpido inconsciente. Por favor entiéndeme... Se veía abatido y triste, y a ratos me daba mucha pena pero sabía que nunca iba a perdonar una traición por mucho amor que sentía por el. Y fue en ese momento que tomé la decisión. -No necesito más explicaciones, enserio no te molestes. Espero que encuentres lo que realmente te hace falta. Sebastián quiso abrazarme , pero levanté las manos en señal de parar mientras di unos pasos atrás. Ni siquiera le miré, solo me fui a sentar otra vez. Nadie dijo nada pero en el aíre se sentía la tensión. Después de todo la duda que yo tenía en ese momento era sobre el tipo que acorralaba a mi ya ex novio.''El tiempo lo cura todo'', dicen por ahí. Bueno en mi caso me lo tenía que curar sola por que con el paso del tiempo, decidí que nada ni nadie me va a hacer sufrir jamás. Dos amores prematuros y perdidos que me han enseñado que no todo es miel o color rosa y que lo mejor que podía hacer era construir un buen futuro. Seguir con mis estudios y alcanzar los objetivos que ya me había propuesto tiempo atrás era lo que ocupaba mi mente en ese momento. A Sebastián no le volví a ver, pero me enteré por algún amigo en común, que se fue de la ciudad. Nadie sabía más. Y nadie entendía que fue lo que pasó realmente para que rompamos nuestra perfecta relación sin ninguna razón. Ese mismo verano recibí una carta de el; una carta que nunca abrí. Simplemente no tenía ganas de leerla y tampoco de saber nada de el...me había hecho mucho daño. Decidí ir a la universidad a seguir mi sueño y estudiar literatura. Estaba muy entusiasmada y hacía mis maletas con mucha ilusión. Mi hermana tenía ya 4 añitos
Mi madre decía muchas veces que mi lengua hacía daño cuando se desataba y era verdad. ''Hay que hablar con la verdad''---eso me han repetido mis padres una y otra vez, durante los 19 años de mi vida y eso hago. No controlo lo que digo y menos cuando estoy enfadada. El ''intruso'' entró en la habitación sin que yo lo viera o le escuchara. Parecía un ladrón. -Harías muy bien en no pensar en voz alta cuando algo te disgusta---gruñó. No me atreví a darme la vuelta y enfrentarlo porque sencillamente no sabía que decir. Sin embargo contuve mi respiración, centrándome en como salir cuanto antes de ese cuarto.-Buenas noches--- susurré sin mirarlo. Di unos pasos para salir de ahí mirando al suelo en todo momento. Tenía tanta prisa por irme...-No tan rápido querida, me debes unas disculpas---bloqueó la puerta con su mano cuando estuve a punto de salir y quedé con la cara casi pegada a la salida y dándole la espalda a el. Sentía su respir
Me fui a la cama llorando, me sentía humillada como nunca antes nadie lo había hecho. Toda mi infancia y mi adolescencia esperé por el como por un príncipe para luego enterarme que es gay. Y fue entonces cuando decidí dejarle atrás. El tenía todo el derecho del mundo de ser feliz como y con quien deseaba. Yo tenía el mismo derecho por eso elegí salir con Sebastián. Había días cuando me sentía tan bien con Sebas que ni recordaba que Felipe existía. Creo que inconscientemente, en el fondo de mi ser, le deseé todo lo mejor para que podamos seguir con nuestras vidas sin ningún impedimento. Dormí tarde aquella noche , tanto que ni me acuerdo haber soñado algo. La sesión de exámenes me tenía echa un desastre y el estrés ya empezaba a hablar por si solo. A ratos los nervios salían a flote y temía no poder con todo esto. Para el colmo teníamos un intruso metido en casa y le tenía que aguantar yo, ya que mí madre estaba encantada con su presencia. Me sentía como una bomba con reloj
La vida está llena de sorpresas y nos ofrece infinidad de oportunidades. A menudo nos vemos cargados de responsabilidades que ni siquiera hemos creado nosotros. Cada decisión que tomamos tiene efectos secundarios, como solía decir mí padre. El sabio de mi vida y el hombre más responsable que he conocido jamás. Dicho esto, hay veces que pienso como el, que todo pasa por una razón y cada cosa , experiencia, persona tiene su momento; o sea todo pasa cuando tiene que pasar. La noche de la cena volvimos a casa y después del baño de mi chiquitina y mi larga y disfrutada ducha, me dispuse a leer un rato para distraerme del día tan pesado que me tocó aguantar. Recordé la carta de Sebastián y creí necesario cerrar otro capítulo de mi vida. Y ¿qué mejor que un capítulo que le incluya a el? , ya que era parte de mi pasado y no quería que volviera en un futuro, ni próximo, ni lejano. Mi pequeña Lorena estaba roncando, así que me eché a la cama a su lado y abrí e
Juro que por un momento pensé en matar al condenado que tenía delante de mi. Nunca nadie se ha metido en mis asuntos personales, ni siquiera mi madre que de por sí era muy curiosa. Me acerqué con pasos lentos para que el no se diera cuenta de la importancia que tenía esa carta para mi; no por nada, pero no tenía ni puñetera idea de lo que podría contener ya que, no la había leído. Me causaba bastante enfado el hecho de que alguien que me caía tan gordo como era Felipe, se metiera de lleno en algo tan personal. Tendí mi mano hacia el para que me la entregara, y en respuesta a mi gesto, Felipe levantó su brazo por encima de su cabeza sosteniendo el sobre de la misma manera que antes. Sacó una sonrisa bien perversa y su mirada brilló mientras me veía con esos ojos que me causaban infinita inquietud. Siendo como unos treinta centímetros más alto que yo, me era bastante difícil alcanzar su mano. De golpe sentí que perdía el equilibrio, pero no quería tocarle bajó ning
Salí de la cocina como una tormenta, sin darle tiempo a Felipe de reaccionar. Me llamó pero ni siquiera miré atrás, necesitaba esconderme, huir, no sé.Me eché a la cama casi llorando. Estaba tan confundida con lo que me había dicho minutos antes, pues ya no sabía si quería leer aquello. Le eché valor y con manos temblorosas y heladas abrí el sobre. Algún día tenía que enfrentar la realidad.''Querida Isabel, perdóna mi torpeza pero ni siquiera sé como empezar esta carta. Te amé desde el primer momento en el que mis ojos encontraron los tuyos, deseaba tenerte entre mis brazos y añoraba tus besos como un desquiciado. Sigo siendo un desquiciado , puesto que a estas alturas me comunico contigo mediante esta carta sin tener el valor de hablarte personalmente. La cagué y lo hice a lo grande, lo sé...también sé que haga lo que haga, nunca conseguiré tu perdón y menos tu atención nunca más. No me bastará la vida que me queda por vivir para pedir que algún día dejé de c
Nos encaminamos a su habitación y entramos casi si hacer ningún ruido. Me senté en la cama y Felipe se acomodó detrás de mi. Acto seguido me atrajo a sus brazos y entonces pude darme cuenta que estaba apoyado en el cabecero. Me rodeó con sus brazos y dejé mi cabeza caer sobre su pecho. Casi dejó de respirar, sólo podía escuchar los latidos de su corazón, que no eran nada suaves. -¿Estás cómoda? -escuché en mi oído derecho.No contesté, pues parecía que mi voz me había abandonado. Mi cabeza daba mil vueltas y no dejaba de pensar en lo que fue y en como me siento ahora por culpa de aquello. Todo pasará, estoy muy consciente de ello, pero necesito tiempo para asimilarlo. -No soy quien para decirte nada en este momento, sé que todo es tan inútil y las palabras sobran---susurró Felipe besando despacio mi cabeza.---Verás que más pronto que tarde todo te parecerá un mal sueño. -Ojalá ---contesté sin ganas---. -Duerme aquí si quieres. Yo cu
Aquel verano pasó de lo más rápido. En nada estaba haciendo mis maletas para ir a la universidad. El día que recibí los resultados de los exámenes, llegué a casa con cara de pocos amigos. No sé porque, pero me gustaba provocar a mi madre. En cuanto me vio se puso roja de furia, pues claramente la pobre no tenía ni idea de la verdad. La dejé que se consumiera por un rato largo, mientras que le hacía señas a mi padre. El pobre se aguantaba para no partirse de risa. -Esta noche tenemos invitados---gruñó mi matriarca. ¿Con qué cara vamos a decirles que no fuiste capaz de abrir un nuevo camino en tu vida? - ¿Qué invitados?---pregunté sorprendida. Levanté un poco la voz y esperaba que el escándalo esté en su casa nuevamente, pero tal parecía que mi "jefa" no estaba en sus sentidos. Paré en medio del salón viéndola con los ojos entrecerrados. -¿Qué más da? ¡Ya la has liado bastante!---me gritó fúrica yendo de un lado para otro como si fuera a recoger la casa. Salió a l