Mi madre decía muchas veces que mi lengua hacía daño cuando se desataba y era verdad. ''Hay que hablar con la verdad''---eso me han repetido mis padres una y otra vez, durante los 19 años de mi vida y eso hago. No controlo lo que digo y menos cuando estoy enfadada.
El ''intruso'' entró en la habitación sin que yo lo viera o le escuchara. Parecía un ladrón.-Harías muy bien en no pensar en voz alta cuando algo te disgusta---gruñó. No me atreví a darme la vuelta y enfrentarlo porque sencillamente no sabía que decir. Sin embargo contuve mi respiración, centrándome en como salir cuanto antes de ese cuarto.-Buenas noches--- susurré sin mirarlo. Di unos pasos para salir de ahí mirando al suelo en todo momento. Tenía tanta prisa por irme...-No tan rápido querida, me debes unas disculpas---bloqueó la puerta con su mano cuando estuve a punto de salir y quedé con la cara casi pegada a la salida y dándole la espalda a el. Sentía su respirMe fui a la cama llorando, me sentía humillada como nunca antes nadie lo había hecho. Toda mi infancia y mi adolescencia esperé por el como por un príncipe para luego enterarme que es gay. Y fue entonces cuando decidí dejarle atrás. El tenía todo el derecho del mundo de ser feliz como y con quien deseaba. Yo tenía el mismo derecho por eso elegí salir con Sebastián. Había días cuando me sentía tan bien con Sebas que ni recordaba que Felipe existía. Creo que inconscientemente, en el fondo de mi ser, le deseé todo lo mejor para que podamos seguir con nuestras vidas sin ningún impedimento. Dormí tarde aquella noche , tanto que ni me acuerdo haber soñado algo. La sesión de exámenes me tenía echa un desastre y el estrés ya empezaba a hablar por si solo. A ratos los nervios salían a flote y temía no poder con todo esto. Para el colmo teníamos un intruso metido en casa y le tenía que aguantar yo, ya que mí madre estaba encantada con su presencia. Me sentía como una bomba con reloj
La vida está llena de sorpresas y nos ofrece infinidad de oportunidades. A menudo nos vemos cargados de responsabilidades que ni siquiera hemos creado nosotros. Cada decisión que tomamos tiene efectos secundarios, como solía decir mí padre. El sabio de mi vida y el hombre más responsable que he conocido jamás. Dicho esto, hay veces que pienso como el, que todo pasa por una razón y cada cosa , experiencia, persona tiene su momento; o sea todo pasa cuando tiene que pasar. La noche de la cena volvimos a casa y después del baño de mi chiquitina y mi larga y disfrutada ducha, me dispuse a leer un rato para distraerme del día tan pesado que me tocó aguantar. Recordé la carta de Sebastián y creí necesario cerrar otro capítulo de mi vida. Y ¿qué mejor que un capítulo que le incluya a el? , ya que era parte de mi pasado y no quería que volviera en un futuro, ni próximo, ni lejano. Mi pequeña Lorena estaba roncando, así que me eché a la cama a su lado y abrí e
Juro que por un momento pensé en matar al condenado que tenía delante de mi. Nunca nadie se ha metido en mis asuntos personales, ni siquiera mi madre que de por sí era muy curiosa. Me acerqué con pasos lentos para que el no se diera cuenta de la importancia que tenía esa carta para mi; no por nada, pero no tenía ni puñetera idea de lo que podría contener ya que, no la había leído. Me causaba bastante enfado el hecho de que alguien que me caía tan gordo como era Felipe, se metiera de lleno en algo tan personal. Tendí mi mano hacia el para que me la entregara, y en respuesta a mi gesto, Felipe levantó su brazo por encima de su cabeza sosteniendo el sobre de la misma manera que antes. Sacó una sonrisa bien perversa y su mirada brilló mientras me veía con esos ojos que me causaban infinita inquietud. Siendo como unos treinta centímetros más alto que yo, me era bastante difícil alcanzar su mano. De golpe sentí que perdía el equilibrio, pero no quería tocarle bajó ning
Salí de la cocina como una tormenta, sin darle tiempo a Felipe de reaccionar. Me llamó pero ni siquiera miré atrás, necesitaba esconderme, huir, no sé.Me eché a la cama casi llorando. Estaba tan confundida con lo que me había dicho minutos antes, pues ya no sabía si quería leer aquello. Le eché valor y con manos temblorosas y heladas abrí el sobre. Algún día tenía que enfrentar la realidad.''Querida Isabel, perdóna mi torpeza pero ni siquiera sé como empezar esta carta. Te amé desde el primer momento en el que mis ojos encontraron los tuyos, deseaba tenerte entre mis brazos y añoraba tus besos como un desquiciado. Sigo siendo un desquiciado , puesto que a estas alturas me comunico contigo mediante esta carta sin tener el valor de hablarte personalmente. La cagué y lo hice a lo grande, lo sé...también sé que haga lo que haga, nunca conseguiré tu perdón y menos tu atención nunca más. No me bastará la vida que me queda por vivir para pedir que algún día dejé de c
Nos encaminamos a su habitación y entramos casi si hacer ningún ruido. Me senté en la cama y Felipe se acomodó detrás de mi. Acto seguido me atrajo a sus brazos y entonces pude darme cuenta que estaba apoyado en el cabecero. Me rodeó con sus brazos y dejé mi cabeza caer sobre su pecho. Casi dejó de respirar, sólo podía escuchar los latidos de su corazón, que no eran nada suaves. -¿Estás cómoda? -escuché en mi oído derecho.No contesté, pues parecía que mi voz me había abandonado. Mi cabeza daba mil vueltas y no dejaba de pensar en lo que fue y en como me siento ahora por culpa de aquello. Todo pasará, estoy muy consciente de ello, pero necesito tiempo para asimilarlo. -No soy quien para decirte nada en este momento, sé que todo es tan inútil y las palabras sobran---susurró Felipe besando despacio mi cabeza.---Verás que más pronto que tarde todo te parecerá un mal sueño. -Ojalá ---contesté sin ganas---. -Duerme aquí si quieres. Yo cu
Aquel verano pasó de lo más rápido. En nada estaba haciendo mis maletas para ir a la universidad. El día que recibí los resultados de los exámenes, llegué a casa con cara de pocos amigos. No sé porque, pero me gustaba provocar a mi madre. En cuanto me vio se puso roja de furia, pues claramente la pobre no tenía ni idea de la verdad. La dejé que se consumiera por un rato largo, mientras que le hacía señas a mi padre. El pobre se aguantaba para no partirse de risa. -Esta noche tenemos invitados---gruñó mi matriarca. ¿Con qué cara vamos a decirles que no fuiste capaz de abrir un nuevo camino en tu vida? - ¿Qué invitados?---pregunté sorprendida. Levanté un poco la voz y esperaba que el escándalo esté en su casa nuevamente, pero tal parecía que mi "jefa" no estaba en sus sentidos. Paré en medio del salón viéndola con los ojos entrecerrados. -¿Qué más da? ¡Ya la has liado bastante!---me gritó fúrica yendo de un lado para otro como si fuera a recoger la casa. Salió a l
No me dí cuenta cuando pasó el tiempo. La cena fue de lo más agradable, gracias al ángel que me salvó en varias ocasiones de las garras de su hijo. Estábamos las dos en la terraza, ocupando dos sillas. -Cariño--- se dirigió a mi---te quiero decir algo pero no sé cómo lo vas a tomar. Sólo espero que no te enfades conmigo. Noté preocupación en su mirada pero no me sentía asustada para nada. Sin embargo elegí por no articular palabra y así darle la oportunidad de sacar lo que tenía dentro.-Mi hijo...ehhh...no es un chico malo ¿vale? Lo que pasa es que tiene mucho genio y la mayoría de las veces no lo controla. Lo conoces desde siempre y sabes que de niño era exactamente igual. Lo único que ha cambiado es que ha madurado y es un hombre ya , pero el carácter, el temperamento, es lo mismo de siempre. Me quedé atónita. Y ¿porqué me estaba "advirtiendo" a mi de esto?-Me entiendes ¿no es así? Tocó mi mano y sentí la calidez de una madre que defiende a su hijo con
Sin más que añadir, vacié el champán en mi garganta y dejé la copa en la mesa. Se me hacía extremadamente raro que el bicho intruso no articuló palabra alguna. Estuvo apoyado en una silla todo lo que duró nuestro debate y miró a cada uno de nosotros bebiendo poco a poco de su champán. Recuerdo que, cuando dije que es gay y que el puede hacer su vida con quien quiera, llenó su copa una segunda vez y la bebió de golpe. Después abrió otra botella de champán y llenó su copa por tercera vez. Nadie le dijo nada. Su padre era el único que nos mirada a cada uno de nosotros de vez en cuando. -Te pido disculpas Cecilia. Si te entendí mal ,---resoplé avergonzada--- es toda culpa mía---dije mirando fugitivamente a su hijo. Se veía furibundo y me miró incrédulo. Resté importancia a sus gestos y volví a dirigirme a su madre. No me fue posible seguir con las disculpas.-¿Podemos hablar a solas?---preguntó el intruso. Vacío la tercera copa de un trago y la soltó con rabia visible