¡Eres mía!
¡Eres mía!
Por: NanaLily
Capítulo 1

Tenía nueve años cuando lo conocí, y nada más verle, me pareció el niño más tierno que se ha cruzado en mi camino. La canción que iba a marcar mi vida se escuchaba bastante fuerte, pero todos presentes en la fiesta se divertían muchísimo, así que nada podría molestarnos en esos momentos tan únicos. Miro hacía atrás y veo esa carita tan dulce que tenía y todavía no puedo creer que el destino ha jugado de esa forma con nosotros. No ha pasado ni un día de mí vida sin pensar en el y en lo que hubiera pasado si...pero no fue, y sinceramente no sé que va a ser desde hoy en adelante. La fiesta fue el principio de nuestro destino, algo que más adelante me hizo darme cuenta de que lo único que quería en esta vida era compartir con el, ese ''algo'' que nos unía. 

Llegué a esa fiesta acompañada por mis padres, en aquel entonces yo era hija única. Digo esto porque años más tarde Dios me dio la bendición más grande que existe: ''a mi hermana''. 

Nos recibieron con mucha alegría; los abrazos y los besos nos conquistaron a todos por momentos, tanto que cuando llegué a darle la mano al chico con la culpa, me sentí la niña más feliz del mundo. Mientras nos damos la mano, nos miramos a los ojos y tuve la sensación de que, la calidez del nuevo camino que se me abrió, me quería abrazar para tenerme atrapada ahí por siempre.

 La canción que iba a marcar mi vida se escuchaba bastante fuerte, y todos presentes en la fiesta se divertían muchísimo, así que nada podría molestarnos en esos momentos tan irrepetibles. 

Éramos niños pero aún así, hablábamos de la vida como si fuera lo único que nos importaba en ese momento...una relación en un futuro y tal vez un matrimonio donde los dos éramos los más felices del mundo. Para el colmo , deseábamos tener  dos o tres hijos como mínimo y de la nada la  historia llegó a tal punto que hasta nos imaginamos siendo adultos y teniendo esa misma vida. 

En este momento, lo único que puedo hacer es cerrar los ojos y reír  con nostalgia al verme en en una posición que, sin ningún arrepentimiento, anhelo con todas las ganas del mundo. A veces, cuando mi alma viaja al pasado, siento como mí mirada se endulza y mis pupilas se dilatan; me pregunto que hubiera pasado si...cómo hubiera sido mí vida si...  

En algún momento los dos niños se miraron con cariño. Todo parecía roto de un cuento con princesas y príncipes de otras tierras; tan maravilloso como la infancia perfecta de Isabel y Felipe. Isabel era una niña educada, hermosa y con muchísimo sentido común, mientras que Felipe tenía un don de saber que y donde tocar en lo que se refiere a la gente. 

La fiesta siguió con mucho alboroto, música y diversión. Nosotros seguíamos jugando y a ratos mirándonos con un cariño muy especial. Otros niños se divertían jugando y gritando alrededor, pero nuestro mundo había parado ahí; el punto más intenso en aquel espacio éramos nosotros sin duda alguna. 

Entre baile y baile , risas y conversaciones llenas de nuevos argumentos, se formaba un ambiente muy difícil de olvidar en un futuro. Nunca pensé en dejar atrás todo lo que se había planeado esa noche.

Estábamos hablando con otros niños y de repente uno de ellos nos miró fijamente y nos habló, sacándonos del transe.

-Vosotros dos podríais seguir el ejemplo de vuestros padres---nos dijo levantando la voz para que le pudiéramos escuchar por encima de la música.

-¿A qué te refieres exactamente?---pregunté de la misma forma.

-Pues que sois muy guapos y haríais muy buena pareja---dejó la respuesta en el aíre queriendo decir algo más cuando las risas de los niños que nos acompañaban le interrumpieron.

Me mantuve en silencio sin saber como actuar, si regañar a los otros niños por reír con tantas ganas o reír también.

-¡Basta ya!---gritó el chico de mi lado sorprendiéndonos a todos. Quedé boquiabierta porque no esperaba tal ruido de su parte. ---¡Ya está bien! Cuando voy a ser grande como mí papá le voy a pedir matrimonio a Isabel, por que me gusta y quiero que ella sea como mí mamá---continuó llamando la atención a todos.

-No le hagas caso---dije--solo quiere provocarte. Le miré intentando cogerle del brazo pero me empujó y se fue sin mirar atrás. Mi madre se acercó y me vio con cara de pocos amigos.

-¿Qué ha pasado aquí? ¿Porqué Felipe se fue tan enfadado? Me cogió muy fuerte del brazo, mientras me gritaba.

-¿Porqué me gritas?---le dije. ¿Crees que es mi culpa? Empecé a llorar como una madalena luchando escapar de allí, pero ella me sujetaba muy fuerte.

-Lo siento hija, no es exactamente como quise preguntar...lo siento, mi tono no fue el más adecuado que digamos. Pero es que Felipe es un niño muy sensible y como vienen de tan lejos quiero que se sienta como en casa ,¿entiendes? De echo creo que le gustas y no quiere que se te acerque ningún otro niño---se escuchó la risa aguda de mi madre haciendo eco en toda la sala. Algunos de los que estaban presentes nos miraron con curiosidad y entonces fue que vi un brillo en la mirada de mi madre, un brillo que desconocía totalmente; cuando se le ocurría algo se portaba igual, pero cada vez era un poco diferente.

-Dame un momento por favor hija---me soltó y se fue hacía el grupo donde estaba mi padre tan pillado en una conversación con los padres de Felipe y otros familiares. Moví la cabeza cerrando los ojos y pensando ''¡¿que estará tramando mi madre esta vez?!''...no quería preguntar por el miedo que le tenía a sus respuestas, pero siempre tenía un plan o una ocurrencia. Di la vuelta dirigiéndome a la puerta por donde ha salido Felipe y dejé en la sala, entre desconocidos, la curiosidad que me carcomía. Me hubiera encantado saber que planeaba mi querida madre pero en ese momento era más importante encontrar a mí amigo.

Al salir al jardín busqué con la mirada el causante de mi abandono, pero no lo veía por ninguna parte. Entonces recordé que su madre había mencionado que en su patio tienen una fuente y cuando buscan a su hijo sin ningún resultado, le encuentran ahí sin falta. Dirigí mis pasos hacía la única fuente que tenía esa propiedad y encontré a Felipe sentado detrás del objeto, en un ángulo muy oscuro, donde si no mirabas bien, no lo veías.

-¿Qué haces aquí solo?---pregunté mientras me sentaba en el suelo junto a el. Miraba a la par la fuente y a Felipe sin que se me escape ningún movimiento.

-Quería estar solo, no me apetece aguantar a los tontos esos.

Se sentía triste. Le rodee con mi brazo derecho , pero no sabía que más hacer, por mucho que intentaba acercarme y echarle una mano yo era una niña todavía al igual que el.

-No te preocupes por ellos , bien dices son tontos---me reí con muchas ganas y tal parece que le hizo gracia mi risa porque enseguida se relajó divirtiéndose conmigo.

Pasó un largo rato en el que ellos se la pasaron bien olvidándose del alboroto que causaba la gran fiesta que los incluía. 

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo

Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP