Tenía nueve años cuando lo conocí, y nada más verle, me pareció el niño más tierno que se ha cruzado en mi camino. La canción que iba a marcar mi vida se escuchaba bastante fuerte, pero todos presentes en la fiesta se divertían muchísimo, así que nada podría molestarnos en esos momentos tan únicos. Miro hacía atrás y veo esa carita tan dulce que tenía y todavía no puedo creer que el destino ha jugado de esa forma con nosotros. No ha pasado ni un día de mí vida sin pensar en el y en lo que hubiera pasado si...pero no fue, y sinceramente no sé que va a ser desde hoy en adelante. La fiesta fue el principio de nuestro destino, algo que más adelante me hizo darme cuenta de que lo único que quería en esta vida era compartir con el, ese ''algo'' que nos unía.
Llegué a esa fiesta acompañada por mis padres, en aquel entonces yo era hija única. Digo esto porque años más tarde Dios me dio la bendición más grande que existe: ''a mi hermana''. Nos recibieron con mucha alegría; los abrazos y los besos nos conquistaron a todos por momentos, tanto que cuando llegué a darle la mano al chico con la culpa, me sentí la niña más feliz del mundo. Mientras nos damos la mano, nos miramos a los ojos y tuve la sensación de que, la calidez del nuevo camino que se me abrió, me quería abrazar para tenerme atrapada ahí por siempre. La canción que iba a marcar mi vida se escuchaba bastante fuerte, y todos presentes en la fiesta se divertían muchísimo, así que nada podría molestarnos en esos momentos tan irrepetibles. Éramos niños pero aún así, hablábamos de la vida como si fuera lo único que nos importaba en ese momento...una relación en un futuro y tal vez un matrimonio donde los dos éramos los más felices del mundo. Para el colmo , deseábamos tener dos o tres hijos como mínimo y de la nada la historia llegó a tal punto que hasta nos imaginamos siendo adultos y teniendo esa misma vida. En este momento, lo único que puedo hacer es cerrar los ojos y reír con nostalgia al verme en en una posición que, sin ningún arrepentimiento, anhelo con todas las ganas del mundo. A veces, cuando mi alma viaja al pasado, siento como mí mirada se endulza y mis pupilas se dilatan; me pregunto que hubiera pasado si...cómo hubiera sido mí vida si... En algún momento los dos niños se miraron con cariño. Todo parecía roto de un cuento con princesas y príncipes de otras tierras; tan maravilloso como la infancia perfecta de Isabel y Felipe. Isabel era una niña educada, hermosa y con muchísimo sentido común, mientras que Felipe tenía un don de saber que y donde tocar en lo que se refiere a la gente. La fiesta siguió con mucho alboroto, música y diversión. Nosotros seguíamos jugando y a ratos mirándonos con un cariño muy especial. Otros niños se divertían jugando y gritando alrededor, pero nuestro mundo había parado ahí; el punto más intenso en aquel espacio éramos nosotros sin duda alguna. Entre baile y baile , risas y conversaciones llenas de nuevos argumentos, se formaba un ambiente muy difícil de olvidar en un futuro. Nunca pensé en dejar atrás todo lo que se había planeado esa noche.Estábamos hablando con otros niños y de repente uno de ellos nos miró fijamente y nos habló, sacándonos del transe.-Vosotros dos podríais seguir el ejemplo de vuestros padres---nos dijo levantando la voz para que le pudiéramos escuchar por encima de la música.-¿A qué te refieres exactamente?---pregunté de la misma forma.-Pues que sois muy guapos y haríais muy buena pareja---dejó la respuesta en el aíre queriendo decir algo más cuando las risas de los niños que nos acompañaban le interrumpieron.Me mantuve en silencio sin saber como actuar, si regañar a los otros niños por reír con tantas ganas o reír también.-¡Basta ya!---gritó el chico de mi lado sorprendiéndonos a todos. Quedé boquiabierta porque no esperaba tal ruido de su parte. ---¡Ya está bien! Cuando voy a ser grande como mí papá le voy a pedir matrimonio a Isabel, por que me gusta y quiero que ella sea como mí mamá---continuó llamando la atención a todos.-No le hagas caso---dije--solo quiere provocarte. Le miré intentando cogerle del brazo pero me empujó y se fue sin mirar atrás. Mi madre se acercó y me vio con cara de pocos amigos.-¿Qué ha pasado aquí? ¿Porqué Felipe se fue tan enfadado? Me cogió muy fuerte del brazo, mientras me gritaba.-¿Porqué me gritas?---le dije. ¿Crees que es mi culpa? Empecé a llorar como una madalena luchando escapar de allí, pero ella me sujetaba muy fuerte.-Lo siento hija, no es exactamente como quise preguntar...lo siento, mi tono no fue el más adecuado que digamos. Pero es que Felipe es un niño muy sensible y como vienen de tan lejos quiero que se sienta como en casa ,¿entiendes? De echo creo que le gustas y no quiere que se te acerque ningún otro niño---se escuchó la risa aguda de mi madre haciendo eco en toda la sala. Algunos de los que estaban presentes nos miraron con curiosidad y entonces fue que vi un brillo en la mirada de mi madre, un brillo que desconocía totalmente; cuando se le ocurría algo se portaba igual, pero cada vez era un poco diferente.-Dame un momento por favor hija---me soltó y se fue hacía el grupo donde estaba mi padre tan pillado en una conversación con los padres de Felipe y otros familiares. Moví la cabeza cerrando los ojos y pensando ''¡¿que estará tramando mi madre esta vez?!''...no quería preguntar por el miedo que le tenía a sus respuestas, pero siempre tenía un plan o una ocurrencia. Di la vuelta dirigiéndome a la puerta por donde ha salido Felipe y dejé en la sala, entre desconocidos, la curiosidad que me carcomía. Me hubiera encantado saber que planeaba mi querida madre pero en ese momento era más importante encontrar a mí amigo.Al salir al jardín busqué con la mirada el causante de mi abandono, pero no lo veía por ninguna parte. Entonces recordé que su madre había mencionado que en su patio tienen una fuente y cuando buscan a su hijo sin ningún resultado, le encuentran ahí sin falta. Dirigí mis pasos hacía la única fuente que tenía esa propiedad y encontré a Felipe sentado detrás del objeto, en un ángulo muy oscuro, donde si no mirabas bien, no lo veías.-¿Qué haces aquí solo?---pregunté mientras me sentaba en el suelo junto a el. Miraba a la par la fuente y a Felipe sin que se me escape ningún movimiento.-Quería estar solo, no me apetece aguantar a los tontos esos.Se sentía triste. Le rodee con mi brazo derecho , pero no sabía que más hacer, por mucho que intentaba acercarme y echarle una mano yo era una niña todavía al igual que el.-No te preocupes por ellos , bien dices son tontos---me reí con muchas ganas y tal parece que le hizo gracia mi risa porque enseguida se relajó divirtiéndose conmigo.Pasó un largo rato en el que ellos se la pasaron bien olvidándose del alboroto que causaba la gran fiesta que los incluía.Estuvimos en silencio un par de minutos cuando de repente, el niño de mis sueños acarició mi mejilla con el dorso de su mano. Le miré de reojo primero porque me tomó por sorpresa y la vergüenza se había apoderado de mí por completo. El movió su mano a lo largo de mi cara. Quité mi brazo de sus hombros y me di la vuelta por completo para verle: era tan tierno, tal parecía que nunca estuvo enfadado, porque en su cara sólo había dulzura y ningún signo de tristeza. No sabía que decir o si era el tiempo adecuado para articular palabra , ya que vivíamos un momento único, lleno de armonía y paz; sería una pena estropearlo. Me imagino ese instante como uno de esos cuadros, donde un niño y una niña que siempre juegan juntos llegan a darse cuenta que se gustan y no saben como reconocerlo. Mi felicidad era tan grande que sentía que volaba, al menos era la sensación en aquel entonces. De un momento a otro me pareció ver un movimiento en el cielo y con mucha prisa moví la mirada ha
Una de las canciones más bonitas que escuché en mí vida es Lambada, sin duda. Versos que aprendí desde muy pequeña, ritmo prohibido pero provocador y recuerdos que nunca se irán y eso significa mucho; tanto que siempre me ha causado un sentimiento de seguridad y calor. La fiesta siguió con más diversión todavía, ya que todos se habían enterado de la boda que se iba a celebrar dentro de 15 o 20 años o quién sabe. En realidad nada estaba seguro pero yo ya estaba más que ilusionada y en mi mente preparaba un escenario digno de una película. Bailé con Felipe casi toda la noche, ya éramos el centro de atención de todos. El no dejaba de abrazarme y de contarme alguna anécdota y yo no dejaba de reír y aceptar que me conquiste. Nuestros padres se llevaban de maravilla y de vez en cuando nos echaban el ojo y hablaban como si la boda se celebraría el día siguiente; vamos, que todo el mundo era feliz disfrutando de la fiesta como cada vez que teníamos la oportunidad. La noche fue de lo más di
Felipe ocupó el umbral; no lo podría creer, era tan alto y tan guapo. No quedaba nada de ese niño menudito que conocí antaño. Mis recuerdos con aquel muchacho indefenso se esfumaron en cuanto hizo acto de presencia semejante ejemplar masculino. Me sentía rota de un cuento con príncipes, un cuento en el que sólo te podrías enamorar de uno cuando había mil. El vaso tembló en mi mano derecha y tuve que sujetarlo con la izquierda para que no se derrame la bebida. El me miró como si me hubiera visto un día antes y tengo que reconocer que eso me decepcionó un poco. Se acercó a la mesa donde estaba su tía con sus padres y los míos, y cambiaron algunas palabras. Mi padre le abrazó como si de un hijo se tratara y eso me pareció de lo más extraño, pero no le di mucha importancia; mi mente estaba en lo que su madre había dicho: que era gay, evidentemente ya no había nada que hacer con mis sueños, pero sí con los suyos: respetarlos. De un momento a otro, la situación cambió radicalmente casi
Desde aquella noche pasaron varias semanas. Me dí el lujo de relajarme y no pensar en el chico que ocupaba parte de mí corazón. No volví a saber de el. De hecho, ya tenía a alguien con quien salía de vez en cuando y nos hicimos muy amigos; tanto que estaba segura que sería el novio perfecto. Sebastián me buscaba a la salida de las clases e incluso en algún momento cuando sabía que tenía un poco de tiempo libre me traía algo dulce y, así pasábamos cada vez más tiempo juntos. Un día me propuso ir al cine. Accedí como era de esperar, por algo tenía que empezar nuestra relación. ''Me gusta mucho''--escribí en mí diario--.''Sebastián es un chico muy majo, me trata bien y me respeta , cosa que es difícil encontrar en los chicos de hoy en día. A veces deseo de verdad que lo nuestro se convierta en algo mucho más serio de lo que ya es. por una parte me alegro que Felipe está lejos y es gay, así me será más fácil olvidarlo.''No tenía ni idea de lo mucho que me engañaba a mi
''El tiempo lo cura todo'', dicen por ahí. Bueno en mi caso me lo tenía que curar sola por que con el paso del tiempo, decidí que nada ni nadie me va a hacer sufrir jamás. Dos amores prematuros y perdidos que me han enseñado que no todo es miel o color rosa y que lo mejor que podía hacer era construir un buen futuro. Seguir con mis estudios y alcanzar los objetivos que ya me había propuesto tiempo atrás era lo que ocupaba mi mente en ese momento. A Sebastián no le volví a ver, pero me enteré por algún amigo en común, que se fue de la ciudad. Nadie sabía más. Y nadie entendía que fue lo que pasó realmente para que rompamos nuestra perfecta relación sin ninguna razón. Ese mismo verano recibí una carta de el; una carta que nunca abrí. Simplemente no tenía ganas de leerla y tampoco de saber nada de el...me había hecho mucho daño. Decidí ir a la universidad a seguir mi sueño y estudiar literatura. Estaba muy entusiasmada y hacía mis maletas con mucha ilusión. Mi hermana tenía ya 4 añitos
Mi madre decía muchas veces que mi lengua hacía daño cuando se desataba y era verdad. ''Hay que hablar con la verdad''---eso me han repetido mis padres una y otra vez, durante los 19 años de mi vida y eso hago. No controlo lo que digo y menos cuando estoy enfadada. El ''intruso'' entró en la habitación sin que yo lo viera o le escuchara. Parecía un ladrón. -Harías muy bien en no pensar en voz alta cuando algo te disgusta---gruñó. No me atreví a darme la vuelta y enfrentarlo porque sencillamente no sabía que decir. Sin embargo contuve mi respiración, centrándome en como salir cuanto antes de ese cuarto.-Buenas noches--- susurré sin mirarlo. Di unos pasos para salir de ahí mirando al suelo en todo momento. Tenía tanta prisa por irme...-No tan rápido querida, me debes unas disculpas---bloqueó la puerta con su mano cuando estuve a punto de salir y quedé con la cara casi pegada a la salida y dándole la espalda a el. Sentía su respir
Me fui a la cama llorando, me sentía humillada como nunca antes nadie lo había hecho. Toda mi infancia y mi adolescencia esperé por el como por un príncipe para luego enterarme que es gay. Y fue entonces cuando decidí dejarle atrás. El tenía todo el derecho del mundo de ser feliz como y con quien deseaba. Yo tenía el mismo derecho por eso elegí salir con Sebastián. Había días cuando me sentía tan bien con Sebas que ni recordaba que Felipe existía. Creo que inconscientemente, en el fondo de mi ser, le deseé todo lo mejor para que podamos seguir con nuestras vidas sin ningún impedimento. Dormí tarde aquella noche , tanto que ni me acuerdo haber soñado algo. La sesión de exámenes me tenía echa un desastre y el estrés ya empezaba a hablar por si solo. A ratos los nervios salían a flote y temía no poder con todo esto. Para el colmo teníamos un intruso metido en casa y le tenía que aguantar yo, ya que mí madre estaba encantada con su presencia. Me sentía como una bomba con reloj
La vida está llena de sorpresas y nos ofrece infinidad de oportunidades. A menudo nos vemos cargados de responsabilidades que ni siquiera hemos creado nosotros. Cada decisión que tomamos tiene efectos secundarios, como solía decir mí padre. El sabio de mi vida y el hombre más responsable que he conocido jamás. Dicho esto, hay veces que pienso como el, que todo pasa por una razón y cada cosa , experiencia, persona tiene su momento; o sea todo pasa cuando tiene que pasar. La noche de la cena volvimos a casa y después del baño de mi chiquitina y mi larga y disfrutada ducha, me dispuse a leer un rato para distraerme del día tan pesado que me tocó aguantar. Recordé la carta de Sebastián y creí necesario cerrar otro capítulo de mi vida. Y ¿qué mejor que un capítulo que le incluya a el? , ya que era parte de mi pasado y no quería que volviera en un futuro, ni próximo, ni lejano. Mi pequeña Lorena estaba roncando, así que me eché a la cama a su lado y abrí e