Capítulo 229
En la hacienda, y dentro de la habitación de los niños, Orión acompañaba a Andi mientras él hacía la tarea, y Álvaro estaba trabajando en el código de un programa.

Andi mordía la punta de su lápiz, distraído, y dijo:

—Hermanito, solo me quedan tres páginas, voy a salir a jugar un rato, luego vuelvo a escribir.

Orión no era tonto, sabía perfectamente lo que Andi tenía en mente. Si salía, no sabría dónde iría a parar, así que le respondió:

—No, no puedes. Esta mañana me quedé contigo para asegurarme de que terminaras y corregí tus errores. Esta tarde voy a estudiar con Álvaro, no tengo tiempo para esperarte. ¡Escribe rápido!

Andi se molestó, escribió dos líneas más y luego levantó la vista para hablar con Orión.

—Hermanito, ¿sabías que el señor César tiene brazos como de basquetbolista? Es muy alto. Cuando me abraza siento que toco el cielo, además ufff huele muy bien, me deja estar mucho tiempo en sus brazos.

Orión pasó una página en su libro de Aplicaciones de la Computad
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