Capítulo 5
Dicen que los tipos adinerados como él, son fríos e insensibles en cuestiones personales, que cambian de mujer como de ropa interior, porque creían que con tener dinero podrían hacer lo que se les viniera en gana. Sin embargo, el presidente solo había tenido a Lorena durante estos tres años. Todos pensaban que era alguien fiel, pero al final, cambiar de pareja le resultaba igual que nada. ¿Quién sabe cuánto tiempo podrá quedarse Teresa a su lado?

Clara había entrado en la empresa cuando César tomó las riendas del Grupo financiero Runpex hace tres años. No sabía nada sobre el enredo emocional entre Teresa y César.

En el centro comercial Lorena estaba seleccionando ropa. Cada prenda que escogía estaba completamente alejada del estilo dulce y tierno que a Cesar tanto le encantaba.

—Bebé, ¿has cambiado de estilo? —preguntó Marina al verla sostener un vestido largo negro con tirantes sensuales y una abertura en el dobladillo. Ese vestido, ajustado al cuerpo curvilíneo de Lorena, seguramente se vería deslumbrante y provocador.

Lorena se miró en el espejo, comparando el vestido contra su cuerpo, y respondió con calma:

—Sí, he cambiado. ¿Crees que se ve mejor con un chal o con una chaqueta?

Se giró para que Marina pudiera verla.

—Por supuesto que con un chal. Resaltará más las curvas de tu cuerpo. —Marina dio su consejo basado en su propio gusto.

—Eso pensé yo también.

—Este vestido es tan femenino, Cesar se sorprenderá cuando lo uses —Marina la examinó, vestida con un simple conjunto deportivo.

—¿No es César el que solo te deja vestir con ese estilo dulce e inocente?

Al pensar en eso, Marina no pudo evitar criticar en su mente. ¿Qué clase de gusto tiene César? Es el presidente de una multinacional, controla la economía de Puerto Mar, sin embargo, después de tantos años en el mundo profesional, todavía prefiere el estilo adolescente.

—Su gusto ya ni me va, ni me viene. No lo considero relevante. —La voz de Lorena estaba tranquila y despreocupada.

Le entregó el vestido a la asistente que tenía una complexión similar a la suya para que lo probara.

En las tiendas de lujo, había asistentes dedicadas exclusivamente a probar la ropa por los clientes, así que ella no tenía que hacerlo personalmente.

Luego seleccionó varias prendas de diferentes estilos y pidió a la asistente que las probara en el vestidor. Las favoritas fueron las elegidas.

Lorena escaneó el código y pagó con su propia tarjeta. También dejó la dirección detallada de la hacienda para que le enviaran las compras.

Después de elegir la ropa, las dos se fueron a almorzar.

Ya sin extraños cerca, Lorena confesó que había sido tan solo una "compañera contractual" para César, una sustituta de su "primer amor" y que ahora que Teresa había regresado, estaba planeando dejarlo.

—¡Ese canalla! —Marina estaba indignada.

—Baja la voz. —Lorena le tapó la boca rápidamente y miró a su alrededor para ver si alguien las estaba observando.

Marina controló su volumen, pero seguía furiosa:

—César, con esa apariencia elegante, no es más que un idiota y un cobarde. ¿Buscarse una sustituta porque su primer amor desapareció?

—¿Por qué no se hace una cirugía para parecerse a esa fulanita? Así, cada mañana que se mire en el espejo, podrá verla.

—Has hecho bien en dejarlo, es hora de terminar.

—Bah, llamarlo terminar es ser demasiado generosa. Es mejor decir que lo has abandonado.

En su mente, Marina seguía maldiciendo a esa basura.

En ese momento, el camarero les trajo la carne, los acompañamientos y los condimentos para ponerlas en la tabla de BBQ.

Lorena rechazó la ayuda del camarero para cocinar. Ella misma quería asar la carne. Era más divertido así.

—Aún quedan cuatro meses para que termine el contrato, estoy planeándome comprar una casa.

—¿Comprar una casa? ¿Por qué? Puedes vivir conmigo. Siempre habrá espacio para ti.

—Mi dirección todavía aparece registrada a la de César. Si decido dejarlo, quiero cortar completamente los lazos. Necesito una casa para poder transferir mi dirección. —Lorena explicó su plan. Su corazón ya estaba anestesiado, muy lejos del dolor que sintió la noche en el jardín del hospital cuando supo la verdad.

—Entonces viviremos juntas.

Marina pensó: "Podrías transferir la dirección directamente a mi casa. No hay diferencia." Pero sabía que Lorena había perdido la memoria y no quería asustarla.

Asintió y dijo:

—Está bien amiga, me mudaré contigo. Mientras tanto, puedo ayudarte a buscar una casa. El departamento que alquilo está muy bien ubicado, tiene un buen ambiente, además que es espacioso y la vista esta para morirse de ensueño. Puedo preguntarle al dueño si está dispuesto a venderlo. Aunque es usado, por supuesto.

—No importa si es de segunda mano. Mientras sea cómodo y tranquilo, está bien. —Ella no tenía grandes exigencias. Ahora que había decidido salir de su "burbuja", sabía que tendría que confiar en sí misma para todo. Esta sensación, curiosamente, le gustaba.

Después del almuerzo, Lorena y Marina compraron algunos accesorios ligeros para combinar con la ropa y decidieron llevarlos personalmente a casa.

Tras despedirse de Marina, Lorena condujo de regreso a la hacienda.

Por la mañana, las prendas que había comprado ya habían sido entregadas. Los empleados las habían planchado cuidadosamente y colgado en el vestidor.

Lorena no compró demasiadas, solo lo necesario para los próximos meses. Así no tendría demasiadas cosas que mover cuando se mudara.

En el vestidor vacío, ahora colgaban unas pocas prendas que realmente le gustaban.

Tomó un conjunto de ropa cómoda para estar en casa y se preparó para ducharse. Al pasar por el vestidor masculino lleno hasta el tope, no se detuvo y siguió caminando sin vacilar.

El sonido del celular en el sofá interrumpió sus pasos. Dejó la ropa y contestó.

—¿Bueno? ¿Señorita Balan?

—Sí, con ella habla.

—Soy enfermera del Hospital del Sagrado Corazón. Su informe médico ya está listo. ¿Cuándo podría venir a recogerlo?

Lorena recordó que antes de viajar a Valle Moroso, César la había llevado a hacerse un chequeo médico. De no ser por esta llamada, lo habría olvidado por completo.

—Lo siento casi que lo olvido, iré mañana por la mañana.

—De acuerdo, que tenga usted un lindo día.

Al día siguiente, en el hospital.

—¿Preparación para un embarazo?

—Sí, el señor Balan específicamente pidió que se realizara un chequeo. Su cuerpo está en excelente condición, y su período de ovulación es normal. Tome ácido fólico, vitamina B1 y consuma alimentos ricos en proteínas. Si mantienen una frecuencia y calidad adecuadas, no tardará en recibir ustedes buenas noticias. —El médico, ajustándose las gafas, le habló con una sonrisa amable.

Los dedos de Lorena, tan blancos como porcelana, apretaban con fuerza el informe médico. Sentía una opresión sofocante en el pecho.

Recientemente, había intentado no pensar en César, pero recibir este informe fue como un balde de agua fría, frente a tantos giros que habían sucedido en tan poco tiempo.

—Le daré dos cajas de ácido fólico y vitamina B1. Asegúrese de tomarlas.

Lorena interrumpió al médico con una excusa para rechazar:

—Muchas gracias, doctor, pero no hace falta. Puedo comprarlas por mi cuenta. Además, ya no creo necesitarlas.

El médico no se sorprendió. Sabía que estas mujeres adineradas solían obtener medicamentos de las mejores marcas internacionales, así que despreciar lo que recetaban en el hospital no era raro.

Con la mente dando mil vueltas, Lorena salió del edificio del hospital. Caminó sin rumbo hasta llegar a un lugar tranquilo. Solo entonces recobró la calma.

Arrojó el informe médico al contenedor de basura.

Con el regreso de Teresa, César nunca querría tener hijos con ella. Por supuesto, ella tampoco querría dárselos.

Mientras no supiera la verdadera intención detrás de este chequeo, estaría mejor así.

En el jardín del hospital y bajo la luz suave del sol, César empujaba en silla de ruedas a Teresa, para que pudiera tomar un poco de sol y aire fresco.

—César, tienes mucho trabajo. No es necesario que estés aquí conmigo todos los días, de veras puedo manejarlo sola. —La voz de Teresa era dulce y considerada.

—Concéntrate en recuperarte, no pienses en otras cosas.

César se sentía profundamente culpable hacia Teresa. Creía que su desaparición era culpa suya, que no la había protegido lo suficiente, lo que llevó a que fuera secuestrada y desapareciera, sufriendo varios traumas.

En los últimos días, había intentado discretamente preguntarle a Teresa sobre los detalles de su desaparición, pero cada vez que lo hacía, ella rompía a llorar, incapaz de dar pistas útiles, aun se desbordaba emocionalmente.

No esperaba encontrarse con Lorena en el hospital.

—¿No se suponía que estaba en un viaje muy importante de negocios? — pensó Lorena.

Ya las cosas estaban así, y aún buscaba excusas para engañarla. Su comportamiento era en extremo como el de un niño chiquito escondiéndose de su profesora, pendejo.

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