Capítulo 11
César, con su alta y esbelta figura, estaba de pie en la arena suave de la playa. Su postura relajada reflejaba despreocupación y relajación, y su expresión no mostraba interés alguno.

Desde un ángulo en el que don Piccolo no podía verlo, César observó a Lorena con una mirada que contenía un leve toque de picardía.

No dijo nada que revelara la verdadera habilidad de Lorena con la pintura. Durante todo el tiempo que había pasado en la hacienda, nunca la había visto pintar.

Tampoco quería arruinar el entusiasmo de don Piccolo.

Era después del todo cierto que Lorena sabía pintar y asistía a la mejor escuela de arte, pero eso no significaba que tuviera talento o fuera excepcional.

Esa escuela... Él mismo la había financiado para que ella pudiera entrar. No fue porque hubiera aprobado el examen con mérito propio.

Era también verdad que la habilidad de baile de Lorena era buena, pero no al punto de haberlo sorprendido esta noche.

Pero pintar no era lo mismo que bailar.

Ella no era una pintor
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