En el jardín del Hospital del Sagrado Corazón.La noche primaveral aún era fría. El sereno soplaba con un silbido áspero, a veces suave como un lamento y otras veces venía feroz, se sentía como un susurro mordaz o quizás una voz de reproche perene. El sonido de una fosforera rompió el silencio, y dos puntos de luz se encendieron. El humo del cigarro flotaba en el aire, confundiendo la vista de cualquiera.—Ya que Teresa ha regresado. ¿Qué piensas hacer ahora? —preguntó Ricardo Ignacio.No mencionó a Lorena, pero ambos sabían de qué hablaba.Una era el primer amor de la universidad, ese recuerdo juvenil que siempre queda en el corazón, la mujer que había salvado la vida a César.La otra, su novia durante tres años, con quien había compartido las mayores intimidades y aventuras y a quien ya le había propuesto matrimonio.César permaneció en silencio un buen rato antes de responder:—Ella solo es un reemplazo. Su existencia era únicamente valida solo para sustituir a Tere. Compararla con
Buscó el control de las luces, encendió la lámpara y apagó las velas con lo primero que encontró.Sacó del armario su pijama para luego darse un baño. Antes de entrar al baño, notó sin querer que todavía llevaba el anillo en su mano izquierda. Se lo quitó y lo arrojó al fondo de la caja de joyas.Cuando salió del baño, sacudió de la cobija los pétalos de rosa de la cama. Luego se metió bajo las sábanas cubriéndose la cabeza para dormir.Como de costumbre, se acostó en el lado izquierdo de la cama. César siempre la abrazaba por detrás convirtiéndose en una sábana más dispuesta a abrigarla a ella. Ahora, la gran cama tenía un enorme espacio vacío.Miró hacia la derecha, y ese vacío le molestaba. Se acomodó en el centro de la cama y tiró la otra almohada con desdén. Solo entonces se sintió cómoda.Apagó la luz y cerró los ojos.Pasaron dos días sin recibir noticias de César. Probablemente estaba en el hospital acompañando a Teresa, o trabajando quizás en la oficina.A Lorena no le importa
Dicen que los tipos adinerados como él, son fríos e insensibles en cuestiones personales, que cambian de mujer como de ropa interior, porque creían que con tener dinero podrían hacer lo que se les viniera en gana. Sin embargo, el presidente solo había tenido a Lorena durante estos tres años. Todos pensaban que era alguien fiel, pero al final, cambiar de pareja le resultaba igual que nada. ¿Quién sabe cuánto tiempo podrá quedarse Teresa a su lado?Clara había entrado en la empresa cuando César tomó las riendas del Grupo financiero Runpex hace tres años. No sabía nada sobre el enredo emocional entre Teresa y César.En el centro comercial Lorena estaba seleccionando ropa. Cada prenda que escogía estaba completamente alejada del estilo dulce y tierno que a Cesar tanto le encantaba.—Bebé, ¿has cambiado de estilo? —preguntó Marina al verla sostener un vestido largo negro con tirantes sensuales y una abertura en el dobladillo. Ese vestido, ajustado al cuerpo curvilíneo de Lorena, seguramente
Lorena sacó su celular y le envió un mensaje a César.«Cuando tengas tiempo, vuelve a la hacienda para resolver un asunto nuestro y después regresa con tu verdadero “amorcito”.»Después de enviarlo, se preparó para salir del hospital.—Señorita Balan, ¿podemos hablar usted y yo? —Teresa apareció junto a ella en su silla de ruedas, sin que César estuviera cerca.—Ummmm. No creo que ni siquiera nos conozcamos.—Solo han pasado tres años desde que estuve fuera del lado de César. Quería preguntarle cómo han sido estos tres años para él. ¿Le costó mucho dormir o comer porque no me encontraba? —La voz de Teresa, aunque preocupada, llevaba un tono de vanidad y orgullo.—Si quieres saber todo eso tan personal, puede preguntárselo directamente.—No me lo dice, para que quizás no me preocupe.Lorena no consideraba que tuviera nada de qué hablar con ella. La situación era incómoda, así que se dio la vuelta para irse.—Lo que pudo existir entre Cesar y yo, incrédulamente pensaba que era más que ca
Lorena llena de ira volvió nada el documento apretándolo con fuerza en sus manos.César, recostado en la silla, abrió ligeramente los labios. Su voz arrogante, parecía todo un negociante:—Estos tres años han sido duros para ti. Eres huérfana, sin familia ni un lugar a dónde ir. Estoy dispuesto a mantenerte con dinero. Aumentaré la cantidad a 3 millones al año.—Firmaremos un contrato de tres años. Si eres obediente y no interfieres en mi relación con Teresa, puedo mantenerte hasta que envejezcas.—Puedes quedarte con esta hacienda, pero a partir de ahora no puedes aparecer delante de Teresa. Tampoco volveré a esta hacienda ni volveré a tocarte.—Lo que ocurrió hoy en el hospital, sin importar quién tenga la razón, no quiero que se repita. Su tono era indiferente y despiadado, sin considerar en absoluto los sentimientos ni la dignidad de Lorena.Al terminar de hablar, Lorena sintió que el hígado le palpitaba de la rabia. ¿De dónde sacaba la credulidad este hombre de que ella elegiría
Además, estaba el recordatorio del viaje a Playa Escondida en la costa, reserva en una finca junto al mar.De no ser por ese mensaje, Lorena casi se habría olvidado de que había reservado un viaje de tres días y dos noches.En ese entonces, siempre había querido ir a la playa con César, pero él estaba muy ocupado con el trabajo y no tenía tiempo. Fue solo después de que ella le rogara y le insistiera con dulzura durante mucho tiempo, eligiendo cuidadosamente un destino turístico dentro de la ciudad, que él finalmente aceptó.En su momento, Lorena había preparado muchas cosas para ese viaje, pero... esas cosas parecían haber sido desechadas cuando organizó su ropa recientemente.Observo como viajaba su mente por esos recuerdos. Ya sin César, podía ir con Marina, ¿no? En este mundo, la tierra sigue girando, sin importar quién falte.—Marina, reservé un viaje a una finca junto al mar, tres días y dos noches, en Playa Escondida. ¿Te apuntas? —Lorena, con su camisón puesto, se frotaba los
—¿Puedo tener el honor de invitar a esta hermosa señorita a que me acompañe para bailar una pieza?El hombre extendió su mano, inclinándose levemente, y luciendo un vestido de traje, impecable en tornasol.Lorena estaba siendo abordada en la pista de baile, invitada a bailar. La escena fue captada por los ojos de los más suspicaces, quienes lo interpretaron como que Lorena estaba buscando atraer a un hombre adinerado.—¿No es esa Lorena? ¿Qué hace aquí...?Teresa parecía haber descubierto algún secreto inconfesable y, a propósito, dejó la frase en suspenso.No solo ella lo había notado, sino también César y Ricardo, quienes estaban en el balcón cercano. Incluso las conversaciones de las mujeres en el grupo de abajo llegaban claramente hasta sus oídos.Ricardo, con una sonrisa intrigante, levantó una ceja mientras miraba hacia abajo. De repente, pareció recordar algo.—¿No era Lorena quien quería salir con César?—¿No sería acaso la famosa Hacienda Arena Negra?—¿Y ahora están separados
—¡César y Ricardo! —Adrían saludó con entusiasmo.—Es Adrían Fuentes, ¿no? —respondió Ricardo.César asintió con la cabeza, como saludo.Lorena mostró sorpresa en sus ojos y miró al joven. ¿Cómo es que ellos se conocían?Ricardo se adelantó a resolver su duda.—Las familias Meyer, Balan y Fuentes son bastante conocidas en Playa Escondida, siempre hemos tenido buen contacto.Lorena lo entendió al instante: hijos de familias ricas. No era de extrañar que alguien como él se atreviera a conducir un auto deportivo de lujo como si el estacionamiento fuera suyo.Adrían, viendo su expresión, pareció recordar lo ocurrido en el estacionamiento y rápidamente trató de interrumpir sus pensamientos. Su voz, sin querer, adquirió un matiz de súplica.—Hermosa...Esa palabra hizo que todos los presentes se quedaran estupefactos.Teresa, quien hasta ese momento parecía una figura decorativa en la conversación, no pudo soportar ser ignorada. Dio un pasito hacia adelante, acercándose más a César, de maner