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Vuélveme a amar
Vuélveme a amar
Por: Liny D. Reina
«Quise una vida contigo»

Casarte con la persona que amas, es un castigo cuando ella no te ama de regreso.

Esa fue la realidad de Astoria durante un largo tiempo.

Desde que se conocieron, los ojos de Astoria se fijaron en Marcus, ese chico que se convirtió en su primer amor, ese que le permitía amarlo sin darle nada más que indiferencia a cambio. Enterarse de que sus padres arreglaron su matrimonio años después, fue un golpe demasiado bajo para él.

No la amaba.

Estaba harto de sus intentos de complacerlo.

Todas sus ideas, todo su desprecio, cambiaron cuando supo que podía perderla. El desprecio que sentía por ella cambió al intentar conocerla.

Pero la vida no es un cuento de hadas, la mujer que comenzó a amar dejó de existir, teniendo a cambio la encarnación misma de la indiferencia. Los papeles se invirtieron y ella parecía haberle arrebatado lo más importante de su vida.

—¿Dónde estuviste todo este tiempo? No te imaginas lo mucho que Erika y yo nos preocupamos por ti, te buscamos por cielo y tierra, no había señales tuyas.

—Entonces no me buscaron realmente.

Marcus quedó desconcertado, no comprendía lo que ella decía; sin embargo, lo que de verdad importaba era que ya estaba su lado, ella y su bebé regresaron.

—Astoria, lo hicimos. ¡No te imaginas lo feliz que estoy de tenerte otra vez conmigo! Tú y nuestro bebé están en casa ahora.

—¿Nuestro bebé?

—Sí, descubrí las pruebas de embarazo que te hiciste —se acercó a ella con una sonrisa.

—No hay bebé, Marcus. Ya no.

La sonrisa se esfumó de su rostro, su corazón se detuvo por unos instantes. ¿Escuchó bien? ¿Su bebé ya no estaba? Podría oírse a la perfección el sonido de su corazón rompiéndose, dividiéndose en miles de pedacitos, pulverizándose.

—¿A qué te refieres, Astoria? —Se atrevió a preguntar luego de unos segundos.

»Por favor, respóndeme, necesito saberlo. Merezco saber qué pasó con mi hijo —habló con desespero.

Sus palabras eran más una súplica que cualquier otra cosa.

—Ya no existe —murmuró con una aparente indiferencia.

—Astoria… ¿Qué hiciste? ¿Qué hiciste con nuestro hijo? —Ella enmudeció—. Dime que es una broma, hazlo, por favor. Dime que fue simplemente un error, una broma de mal gusto, y que vamos a poder estar juntos de nuevo, como antes de discutir.

Los ojos de Marcus se inundaron con lágrimas, rogaba para que todo eso fuera una pesadilla de la cual despertaría en cualquier momento. Por más que esperara o se pellizcara, no despertaba. 

Quería agarrarla de los brazos, sacudirla hasta que entrara en razón, para que esos ojos lo vieran de la misma manera que hace unos días, como si él fuera el mundo para Astoria, así como ella se convirtió en el suyo.

—¿Quién dijo que podría haber sido tu hijo y no de Dimitri?

—Lo siento, yo. Yo no pensé bien lo que dije esa vez, pero no es razón para que me condenes de esta manera, Astoria, por favor. —Intentó tomar una de sus manos, ella las quitó al instante.

Justo ahí, todo cambió. Sus caminos se separaron sin ver el hilo rojo que aún los unía, sin saber que en un futuro sus pasos los llevarían al lado del otro.

¿Podrán sanar las heridas que se hicieron mutuamente?

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