Estimadas lectoras y lectores Ana llevaba cargando mucho en el corazón, tal vez esto es lo que necesitaba. Ahora ¿Cuál es el motivo por el que Julián tomo las fotos? Nadie lo sabe.
--- Ana Teyssier ---Luego de pasar el fin de semana en Cancún, Julián dijo que lo ideal era que para despedirme de Sebastián, debía irlo a ver al cementerio, yo acepté porque para mí es más fácil hacerlo ahí, frente a frente, lo quise tanto y si voy a decir adiós, deber ser en el lugar que por años he frecuentado.Vaya que el tiempo ha pasado muy rápido, ya solo faltan dos viernes y me voy, hoy no me dio tiempo ir a casa de mamá, Julián me pidió acompañarlo al súper, no tenía ánimos de hacerlo solo, así que, como él me está alimentando para que ya no compre más despensa, dijo que era mi obligación acompañarle.Mientras mi querido amigo se queda en la sección de limpieza seleccionando el mejor aroma para su apartamento, yo camino hacia donde está la zona de lácteos, ando en búsqueda de crema para café y café. Mientras me pierdo en la selección, no me percato de quién está detrás de mí hasta que escucho una voz familiar.- ¿Ana? – Me pregunta con duda.Volteo y lo veo, Héctor junto a J
--- Alexis Betancourt ---Durante las semanas que faltaban, me sentía impaciente, desde que había conocido a Ana, no había podido regresar a mi rutina de siempre, por más que lo intentase, no me podía sacar de la cabeza a aquella joven de ojos color ámbar, tan pequeña y con problemas de un tamaño que la superaban.Regularmente, iba al café donde ella asistía, estacionaba mi auto uno o dos negocios antes, trataba de verla, en el tiempo que llevaba no había tenido suerte; sin embargo, dos semanas antes de que Ana se fuese, ahí estaba, era jueves, llevaba un largo vestido floreado color negro.Ana lucia más tranquila, podía ver su semblante, este ya no se veía tan apagado como en la última vez que nos vimos. Ella bien podría haberse dado cuenta de que estaba ahí, pero no, era obvio que no reconocería el auto, un auto “normal” como ella decía.Mateo, mi asistente, al ver mi estado de ánimo, me había instado a buscarla, hablar, nada perdía con intentar, pero sabía que ese “intentar” podría
--- Héctor Plourde ---Desde que vi a Ana en el súper, saber que se va, me dejo inquieto, sé que es lo mejor, pero no puedo dejar de pensar en que, nuevamente, la vida me dice que con ella no es. Debo ser sincero conmigo mismo, cuando regresé a México, jamás imaginé encontrármela, Ana era cosa del pasado, era algo que me dolía, pero era algo en lo que prefería no pensar.Toda mi atención está puesta en mi hija y el trabajo, cuando volví a ver a Ana, debo reconocer algo dentro de mí se movió, no lo puedo negar, ella fue una chica que me gustó, cualquiera con dos ojos y corazón se enamoraría de ella, yo no era la excepción. Saber que ella tenía pareja, me dolió, no puedo negar que la sigo queriendo, pero inmediatamente hice a un lado cualquier sentimiento, todo el tiempo me he repetido que Jude era mi prioridad y que ahorita no estoy para andar en romances con alguien.La vida se ha encargado de hacerme saber ya dos veces o más, que Ana y yo, nunca podremos estar juntos, en primera hace
Diego y yo nos conocimos en el último semestre de preparatoria, éramos de colegios distintos, mientras él estudiaba en un colegio privado, yo asistía a un colegio de gobierno.Todo surgió como una extraña amistad, nos conocimos en una fiesta por conocidos en común, ese día él me pidió mi número telefónico y se lo proporcioné, al principio no tuve interés en ello, en ese momento, no estaba interesada en encontrar novio o algo por el estilo.Grande fue mi sorpresa cuando él comenzó a escribirme casi a diario, él hacía lo posible para que nos encontráramos en la parada de autobús, casi siempre a la salida, nuestras charlas eran amenas, en ocasiones me dolía la panza de tanto reír.Diego, poco a poco, se fue metiendo en mi vida, su plática, su sonrisa, sus detalles hicieron que, sin querer, me fuera atrayendo hasta que un día cualquiera, entre nuestras muchas escapadas después del colegio, me besó y ese beso fue el comienzo de mi propio fin.Fueron dos años, llenos de momentos buenos y ma
Todos en esta vida, en algún momento, necesitamos pagar para que alguien escuche nuestra historia, le dicen “Ir al psicólogo”, después de muchas conversaciones con mi familia, finalmente acepte ir. Llegue 10 minutos antes, me siento nerviosa, estoy inquieta, jamás había pisado un lugar así, seguramente mi familia me cree una desequilibrada y no es para menos, luego del último arranque que tuve. En mi defensa, solo puedo decir que es lo último, ya no pude aguantar más.Aún recuerdo ese día como si fuera ayer, ese día sufrí la más grande humillación de todas, si en el pasado había sido humillada por Diego, esta ocasión la situación rebaso todo lo que había vivido con él, además de que teníamos público. Lo peor de todo fue ver los ojos de mi madre, ella realmente estaba asustada y vi decepción en su mirada, en ese momento lo supe, había tocado fondo.Pensando en ello, me levante, cogí la mano de mi madre y decidí que, desde ese día haría todo lo que estuviera a mi alcance para olvidarme
Han pasado ya unos días desde que comencé las terapias, la doctora Enedina no ha resultado una loca, al contrario, parece ser una persona de confianza, aunque siendo sincera, en las siguientes sesiones no he vuelto a hablar de Diego. Debido a ello, hemos preferido mejor hablar un poco de mi infancia y adolescencia, hay cosas en las que trabajar, pero no son trascendentales.La doctora no me ha presionado con el tema de Diego, ella me escucha y luego me da algunas actividades a trabajar hasta la siguiente sesión.Si soy totalmente honesta, no he querido hablar sobre él, no porque no quiera, sino porque me da pena aceptar todo lo que viví a su lado. Diego fue todo un caballero para reconquistarme, pero ese caballero desapareció y se convirtió en el peor de los demonios.Un simple perdón, una larga charla, un café y unas flores bastaron para perdonarle. Su mirada realmente mostraba arrepentimiento, su nerviosismo y la sinceridad con la que hablo, fueron todo lo que necesitaba para desarm
--- Ana Teyssier ---August Dominik Müller era considerado un adonis, un hombre casi, casi hecho a mano, se decía en los pasillos, el hombre seguro no pasaba de los cuarenta y tantos años, su rostro era muy característico, contaba con unos rasgos muy bien definidos. Poseía ojos verdes claros, unos labios gruesos y llamativos, su cabello era corto, quebrado, rubio y bien peinado, a pesar de los años, el hombre poseía una figura atlética y tonificada, la cual resaltaba en sus trajes hechos por diseñadores exclusivos seguramente.Se dice que el hombre tiene un carácter difícil, incluso dicen que su carácter ahora es más complicado debido a su divorcio. Profesionalmente, he tenido oportunidad de revisar algunos temas de trabajo y a mí, personalmente, me ha dado la impresión de ser un hombre amable, estricto pero amable.Dominik como le dice mi jefe y la mayoría en la compañía, he de ser sincera, sí, efectivamente, se me hace un hombre atractivo, aunque frío como un témpano de hielo, su mi
--- Dominik Müller---Finalmente, tómo el folder que Ana me entrega, lo leo con detenimiento tal como con todas las candidatas, me sorprendo al ver que varios conceptos que manejo todos los días. Vaya, esta niña los conoce al derecho y al revés, resulta que Ana tenía más experiencia que todas las candidatas juntas, eso era excelente, aunque dudaba por su edad, tuve que tragarme los pensamientos antes expuestos en mi mente.Luego de leer el archivo, cambio mi gesto y dirijo mi mirada a la de aquella niña.— ¡Hola, Ana! ¿Cómo estás? – Digo usando un tono de voz no tan intimidante.— ¡Hola, señor Müller! Estoy bien y ¿usted? – Me responde ella con mucha seguridad y genuino interés.— Bien, visitando México… — Respondo con naturalidad.He de reconocer que he trabajado con Ana, desde que Mauro la contrato, se me ha hecho una chica jovial y amable; además de responsable, todo lo que le he pedido, siempre lo ha tenido listo, sé que es una chica con carácter y mucha determinación, lo que no c