--- Alexander Müller ---

Luego de que Bruno me dejara en mi hotel, saco mi móvil y escribo a mi fiel ayudante, Simon Abart.

- ¿La tienes?

- Sí, señor, ya está donde usted la pidió… - dice y a lo lejos puedo escuchar sus gritos.

- ¡Muy bien! En un momento llego, por la ubicación que me envías, estoy a 15 minutos del lugar.

Hoy que vi a esa tal Soila Salgado, mi sexto sentido no me puede fallar, ese nunca me ha fallado y ahora no lo hará.

Está claro que lo que iba a hacer no se lo iba a mostrar a Bruno, tal como lo dije, no tengo por qué golpear a una mujer, al menos no yo, cuando tengo quien lo haga por mí y su conciencia estará muy tranquila.

Sé que esta mujer, llevándola al límite, va a soltar la verdad y así le tenga que arrancar uno a uno los dedos de sus malditas manos, ella me dirá lo que necesito saber.

Porque la fuga de efectivo solo es la punta del iceberg, estoy seguro de que algo tiene que ver con él que mi hermano está como esta.

Tomando un taxi de aplicación y bajá