Volverás a amar... Cuando las cicatrices hayan sanado
Volverás a amar... Cuando las cicatrices hayan sanado
Por: Alut
Prólogo

--- Ana Teyssier ---

- ¡Eres una idiota! ¡Eres una estúpida! ¡Siempre lo has sido! ¡Volviste a caer Ana! ¡Lo volviste a hacer! ¡Tú sabías bien lo que sucedería! – Me digo frente al espejo hecha un mar de lágrimas.

Cada bofetada que me doy a mí misma, me duele, pero más me duele el corazón, me duele lo que soy, si porque he de reconocerlo, ¡Soy una completa idiota! Esta historia ya me la conozco, esta historia ya me la sé, primero son 3 fabulosos meses y luego adiós. Diego Sánchez nunca me amo y nunca me amará, nunca lo hará como yo.

- Ana, ¿Cómo pudiste caer? Mírate, ya tienes 25 años, ya deberías aprender, Diego nunca se quedará contigo, esas malditas fantasías que te haces en tu torpe cabeza, solo son eso, puras y meras fantasías, llevas 7 malditos años soñando con un amor que nunca llegó, llevas 7 largos años esperando un amor que nunca funcionó. – Me digo mientras me lastimo mis brazos, cada arañazo que me doy me duele, pero me hace sentir mejor.

De haber sabido hace 7 años que mi vida se iría a la m****a por Diego Sánchez, jamás le habría regalado mi corazón. Era joven, no buscaba el amor, pero él llegó como una gran tormenta, llegó como un huracán, llegó y no pidió permiso de entrar, él solo entró.

- Diego Sánchez, ¿Por qué? ¿Por qué demonios nunca me has podido amar? ¿Qué tengo que hacer para que me ames? – Digo mientras me abrazo a mí misma.

Yo no conocía tal sensación de amor y dolor, sé bien que todo esto es mi culpa, desde la primera vez debí dejarlo ir, si eso hubiera sucedido, no llevaría 7 años esperando a que un hombre como él me amara tal como yo.

Si tan solo pudiera viajar al pasado, le diría a mi yo joven que se alejara de él o yo misma me pondría frente a él y le diría que no, que, si no me va a amar tal como yo, ni se me acercará, no me ilusionará.

- Ana, ¡Preciosa! – Oigo cómo alguien me habla.

Al levantar la mirada, ahí está, mi fiel y siempre dispuesto amigo, Julián, el cual me mira y sé que le duele lo mismo que a mí.

- Corazón, no puedes seguir así, Diego lleva una semana que te dejó, pero cariño, ¿No has pensado que es lo mejor? Ese idiota te hace más daño estando aquí que con su ausencia. – dice tratando de hacerme sentir mejor, sé que él ha de tener razón, pero…

- ¿Cómo le hago, Julián? ¿Cómo me lo saco del corazón? ¡Quisiera ya no sentirme así! ¡Quisiera encontrar el interruptor! ¡Quisiera que dejara de dolerme de esta manera! – Digo mientras él se sienta en el piso del baño y queda a mi altura.

Luego de él me abraza, saca una cajetilla de cigarros y dice:

- ¿Te molesta si fumo?

- No… ¿Por? – Pregunto, aunque la pregunta es algo estúpida.

- Ana… Tú estuviste conmigo cuando mi relación no funcionó, ahora yo voy a estar contigo y no voy a dejarte sola, pero necesito que me ayudes a que curemos esas heridas. No te voy a pedir que dejes de llorarle, pero sí te voy a pedir encarecidamente que dejes de lastimarte así. – Dice mientras con su rostro señala los rasguños de mis brazos.

Él no merece que tú sigas hiriéndote de esta manera, sé que es difícil, hace año y medio estaba igual que tú. Tú, mi querida Ana, tú fuiste mi pilar, tú fuiste la fuerte entre ambos, me ayudaste a sanar, con amor y paciencia, quiero que ese mismo amor que me dabas, te lo des a ti misma, sé que han sido varias cosas, pero debes soltar.

- ¿Cómo hago eso? ¡Dime! ¿Cómo es eso? ¿Cómo salgo adelante de esto? Porque ni yo sé cómo salir… ¿Sabes que lo amo desde la preparatoria?

- ¡Lo sé! Y también sé que lo conociste después de Sebastián… Pero en ocasiones pienso que estás aferrada a él por la pérdida de Sebastián, no por un genuino amor a Diego… - Dice él y yo creo que está completamente loco.

- Yo solo quiero que él me ame tanto como yo lo amo… -digo mientras miro al suelo.

- Corazón, ese maldito hombre te ha robado todo, se ha llevado lo mejor de ti, debes dejarlo ir, así como lo hiciste con…

- ¡No lo digas…! Por favor, no lo menciones… - Digo tratando de no traer a mi mente un recuerdo doloroso.

- Bien, pues, así como has bloqueado aquello, te pido que bloquees a Diego, que es parte de ello… - Me dice Julián recalcando aquello que quiero olvidar.

Luego de pasar largo rato sentados en el piso del baño, varios cigarros fumados por mi vecino y amigo, él me obliga a levantarme, darme un baño, no se va hasta que cura mis heridas y me ve meterme a la cama.

Sé bien que, de seguir así, voy a terminar con mi vida, pero no puedo quitarme ese maldito nudo en mi pecho, ese maldito dolor en mi espalda. No sé cómo quitarme esa m*****a sensación de soledad al llegar a mi apartamento y no verlo.

Los días pasan, pero no puedo, simplemente no puedo y la única forma de adormecer todo esto que siento es perdiéndome en alcohol, mi sagrada colección de vinos se ha visto disminuida drásticamente. Estar ebria se ha vuelto una constante, salir los viernes, perderme en alcohol y música es la mejor manera para impedir que mi demonio personal llamado Diego Sánchez se apodere de mí.

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