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Capítulo 3: La entrevista con el enigmático director

--- Ana Teyssier ---

August Dominik Müller era considerado un adonis, un hombre casi, casi hecho a mano, se decía en los pasillos, el hombre seguro no pasaba de los cuarenta y tantos años, su rostro era muy característico, contaba con unos rasgos muy bien definidos. Poseía ojos verdes claros, unos labios gruesos y llamativos, su cabello era corto, quebrado, rubio y bien peinado, a pesar de los años, el hombre poseía una figura atlética y tonificada, la cual resaltaba en sus trajes hechos por diseñadores exclusivos seguramente.

Se dice que el hombre tiene un carácter difícil, incluso dicen que su carácter ahora es más complicado debido a su divorcio. Profesionalmente, he tenido oportunidad de revisar algunos temas de trabajo y a mí, personalmente, me ha dado la impresión de ser un hombre amable, estricto pero amable.

Dominik como le dice mi jefe y la mayoría en la compañía, he de ser sincera, sí, efectivamente, se me hace un hombre atractivo, aunque frío como un témpano de hielo, su mirada es imponente, aunque si mal no recuerdo, siempre que viene, deja a la vista una sonrisa encantadora.

Haciendo de lado esos pensamientos, me enfoco en mi agenda, al parecer el día de hoy pinta para ser muy tranquilo, lo cual no me agrada, los días tranquilos para mí son un suplicio. Mil veces prefiero tener la cabeza llena de pendientes, que tener tiempo libre, ya que ese tiempo libre me da la oportunidad para traer a la mente recuerdos de mi vida con Diego.

Evitando a toda costa esto, me pongo a ordenar algunas gavetas, tratando de apartar de mi mente recuerdos dolorosos. El día se pasa un poco más rápido, de pronto, casi ya por terminar mi jornada, el teléfono suena y al contestar, mi panza siente una punzada que no logro descifrar.

El departamento de R.H. me acaba de pedir que vaya a la sala de juntas donde se encuentra Dominik Müller, por alguna extraña razón me pongo nerviosa, salgo de la oficina llevando un folder con mi hoja de vida, por una extraña razón mis manos sudan y tiemblan.

Al final decido pasar al tocador, la idea es lavarme las manos y revisar nuevamente mi apariencia, llegando ahí, me topo con varias de las asistentes, la mayoría está cuchicheando como le fue en la entrevista, me ven y una de ellas me pregunta con curiosidad:

— ¿Ya pasaste?

— No… Apenas voy…

— ¡Suerte! A todas nos ha ido bien, por lo que no podemos decir quién será la afortunada, así que ¡suerte!

— Gracias…

Salgo del tocador, bien sé que esa frase esconde un deseo negativo, pero ¡por Dios! Solo es cuestión de verme, yo no soy el tipo de chica que contratarían para ese puesto, no tengo una figura envidiable, piernas largas y cara de modelo.

Incluso hoy he hecho un esfuerzo sobre humano para ocultar mis ojeras, mi piel marchita y reseca, no tendría cómo competir contra las otras asistentes, al menos solo basta ver a la de finanzas o de administración, ellas sí que son una belleza ándate, incluso podrían pasar por modelos de pasarela.

Todas las chicas que estaban en el tocador básicamente salieron enamoradas de Dominik, yo llevo años tratándole y específicamente hoy, no sé por qué me siento tan nerviosa, es como si una parte de mí, no quisiera ir, esa parte, supongo, quiere autosabotearme.

Al principio no le di mucha importancia al correo de R.H., pero como lo dije, el fin de semana me dio el tiempo para divagar e imaginar cómo sería mi vida si pudiera ir a Nueva York.

Si yo me fuera del país, podría poner una considerable distancia de por medio, ganaría bien y mi vida la comenzaría en un lugar donde nadie me conoce, ¡Qué demonios estoy pensando! Esas cosas no le pasan a una chica como yo…

--- Dominik Müller ---

— ¿Y bien? ¿Qué has pensado? ¿Has encontrado alguna candidata apta para tus intereses? – Me pregunta Mauro con gran interés.

Miro a mi amigo tratando de evadir sus preguntas, aunque bien sé que no será fácil.

— Mmm… Puede ser… Sabes que soy un hombre complicado, Mauro, la mujer que elija, debe entender muy bien lo que necesito y el tipo de compañía que busco. — Respondo pensando en lo difícil que soy.

— Dominik, tu padre fue claro, debes elegir a una candidata que no te quieras coger, la última casi te demanda.  — Me dice Mauro tratando de hacerme recordar lo que lamentablemente pasó hace unos meses.

Además de ser un maldito idiota, ahora pasa que mis amigos creen sentirse a gusto con recordarme que me he estado comportando como una verdadera m****a. Siendo sincero conmigo mismo, lo que sucedió con mi asistente, fue por despecho, fue porque no he podido superar lo de Martina, fue porque quise darle celos, quise que viera que estaba siguiendo con mi vida, así como ella lo hizo sin más ni más.

¡Dios! Ya soy un adulto y cuando pienso en aquello, no puedo dejar de pensar en que me comporte como un reverendo idiota.

— ¡Esa mujer…! La recuerdo y me da ganas de apretarle el cuello, mira que inventarse un embarazo y luego decir que la golpeé solo para que perdiera al niño, eso me metió en serios problemas con mi padre y ni se diga con mi exmujer. — Dijo sin pensar dos veces en mi respuesta.

— Dominik, ¿por qué le sigues dando explicaciones a tu exmujer? Llevas ya 2 años divorciado.

La respuesta de mi amigo me deja con mal sabor de boca, aunque bien sé que tiene razón, ya no debería darle explicaciones y ella no debería exigírmelas, pero así es nuestra relación. Hay días en que se acerca como si nada hubiera pasado, como si no estuviéramos divorciados, incluso hasta hemos vuelto a dormir juntos en ocasiones, pero luego cambiar de opinión, me aleja, me llama idiota y de m****a no me baja.

— Aún no supero nuestra separación… — Respondo con sinceridad.

— Por esa razón caíste muy rápido con esa asistente… — Dice mi amigo tratando de parecer comprensivo.

— Fue un momento de debilidad, no volverá a suceder…

— ¡Pues claro que no! Ahora la asistente debe pasar por el escrutinio de tu padre, ¿Ya tienes en la mente a alguien de las que has entrevistado?

Los comentarios de Mauro en ocasiones me molestan, es mi amigo, ¡Lo sé! Pero en ocasiones pareciera que disfruta de ver cómo no me ha podido ir bien, digo, soy un hombre de 40 años, divorciado y sin familia, eso para mi padre, es la receta perfecta para el desastre.

— Seguiré entrevistando… Pero sí, tal vez tengo a una, aunque aún me falta entrevistar a algunas candidatas. Entre ellas está tu niña… — Le digo, sé bien que a él le gusta esa niña, no lo reconoce, pero sé que así es.

Un tanto molesto por sus comentarios, sé que sacar a relucir a su niña, le molesta y es una pequeña venganza a sus comentarios.

— ¿Ana? – Responde seriamente, sé qué di en el clavo.

Ana es una chica agradable, he tenido oportunidad de tratarla y sé que tiene potencial, pero por alguna extraña razón, no ha tenido oportunidad de mostrarlo.

— Sí, Ana, ¡tu niña!

— Yo no creo que ella esté capacitada para el puesto, solo entrevístala por cortesía, pero no creo que tenga lo que tú buscas… Me dice de manera despectiva, restándole importancia.

Aunque sé bien que trata de ocultar lo que siente por ella, pero ¡por Dios! Mi amigo sí que pienso que en ocasiones es un completo idiota, él ya tiene 50 años y su asistente, tiene ¿Qué? Unos 20 años o algo así, es una niña sin duda.

— Dices tú… Debo encontrar a una asistente a la que no me quiera coger, Ana para mí es una niña, tal vez podría funcionar… — Finalmente, le respondo ante su indiferencia.

— ¡Pues entrevístala! Pero no creo que cumpla con tus expectativas.

— De hecho, viendo la lista, ella es la última chica que falta por entrevistar y no debería tardar mucho en llegar, he pedido a R.H. que la llame, por lo que, si tienes otra cosa que hacer, anda, ve. Tan pronto como terminé de entrevistarla, salgo de aquí, necesito un poco de aire, además de que ya casi es hora de salir.

— ¿Entonces qué? ¿Vamos a cenar?

— Claro, ya solo entrevisto a tu niña y termino por hoy.

Veo cómo Mauro sale de aquí y por un momento me levanto, admiro la vista que me regala la ventana de esta sala, me quedo pensando en cuánto ha cambiado mi vida en estos dos años, mi amigo tiene razón, ya no debería darle explicaciones a mi exmujer, pero aún siento como si fuera mi deber.

Aunque siendo realistas, ella ya sale con alguien más, lleva año y medio, saliendo y durmiendo con alguien más, en ocasiones no logro entender cómo es que ella y yo a veces dormimos juntos, ella tiene pareja, pero se acuesta conmigo cuando él se va de viaje, eso me deja pensativo, ¿acaso habrá hecho lo mismo cuando estuvimos casados? ¿Acaso fue por ello que decidió terminar lo nuestro así de la noche a la mañana? Yo sentía que todo iba bien, no supe ni el motivo, solo supe que ella ya no era feliz y, como no era feliz, era el momento de irse, al menos eso fue lo que me dijo.

Nuestro divorcio se llevó una parte de mí, se llevó mi alma, mi corazón y mi deseo de formar una familia, Martina era mi mundo, mi vida, mi todo. Me duele creer que ella solo me usó para subir de nivel, me duele pensar que se aguantó solo para tener la residencia, fueron unos 5 años llenos de buenos momentos, o al menos, así lo veía yo.

Estaba perdido en mis recuerdos y remordimientos, cuando un par de toques en la puerta mi devolvieron a la realidad.

— ¡Adelante!

— Ho… Hola, ¿puedo pasar?

— Adelante, Ana, toma asiento. — digo mientras camino hacia la mesa y veo cómo aquella niña entra con cautela y a la vez miedo a la sala de juntas.

Esa niña me recuerda a un conejo asustado, lo que me lleva a sonreír para mis adentros.

— Bien, Ana, veamos qué tienes. — Digo extendiendo mi mano para tomar su hoja de vida.

Como dice Mauro, la voy a entrevistar por cortesía, es una niña, tal vez si tuviera unos años más, podría ser la candidata idónea, pero veamos qué pasa, seremos corteses.

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