--- Ana Teyssier ---
Luego de casi un mes en el que trate de mantenerme firme y no entrar a revisar sus redes sociales, algo dentro de mí, mi lado menos cuerdo dijo:
- “Ana, entra, ve lo que está haciendo”
Seguramente lo que mi cabeza pretendía, o más bien lo que mi corazón buscaba, era algún indicio de que él me extrañaba tanto como yo; sin embargo, fue todo lo contrario, él había subido fotografías, múltiples fotografías con ella.
Aquella rubia de largas piernas, cuerpo de modelo y pechos voluminosos, siempre lo supe, ella nunca se fue, ella nunca salió de su vida. Tal como a los 18 años, ahí estaba, ahí estaba esa rubia angelical, aquella chica llamada Casandra Riva, tan bella, tan presentable, tan hermosa, tan perfecta.
Mi corazón se rompió, una cosa era sospechar que me había visto la cara, una y otra vez, como cuando teníamos 18 años y otra, era que lo confirmara. ¿Dónde habían quedado las promesas de una vida feliz? ¿Dónde había quedado el plan de vida juntos? ¿Dónde?
Aquella chica tenía su perfil público y no reparaba en subir foto tras foto al lado del que en algún momento era mi pareja, de aquel con el que en algún momento hice planes de vida.
Ella si convivía con sus padres, ella si era invitada en las reuniones familiares, todos le sonreían, todos la mimaban, ella si convivía con sus colegas del despacho de abogados.
Ver aquello fue una daga en mi corazón, al ver todo aquello, salí corriendo de mi oficina y fui directo al baño, lloré, no sé por cuánto tiempo, nuevamente me dolía el corazón.
- “Lo sabías, lo sabías, claro que lo sabías, él nunca la dejó.” – Mi mente traicionera me lo repetía una y otra vez.
Luego de llorar por un rato, enjugué mi rostro, arreglé mi maquillaje y le sonreí al espejo tratando de encontrar la mejor sonrisa fingida para mis compañeros de oficina. Era viernes y tal como lo venía haciendo de cada fin de semana, ahora con más provecho, fui a mi bar favorito y comencé a tomar trago tras trago de whisky, había aprendido a agarrarle gusto al whisky.
No sé qué hora era, cuando una voz conocida se me acercó, no recuerdo bien que me dijo y cuando menos lo espere, me cargo y saco de aquel bar, sé que era alguien conocido, porque de no ser así, seguramente no lo hubiera permitido. No tardamos ni 2 minutos, cuando ya estaba en su auto, ese aroma, esa colonia, era… ¡Era Diego Sánchez…! ¡Era Diego! Sí, mi Diego, era quien aseguraba el cinturón de mi asiento.
- “Isa, de verdad lamento verte en este estado, no sabes cuánto lo lamento, nunca debimos volver a cruzarnos”. – Sé que claramente escuche eso, sé que él lo dijo, estaba ebria, pero no estaba sorda.
Luego de ahí todo fue borroso, todo al menos hasta que desperté en casa de mi madre, en mi habitación, con la misma ropa puesta y el maquillaje corrido. Mi cabeza me duele con cualquier ruido que escucho, siento que todo me da vueltas y la luz me lastima.
De pronto la estruendosa voz de mi hermana me devuelve a la realidad.
— ¡Isa! ¡Es hora de desayunar! — Dijo Romina, mi hermana menor.
— ¡Déjame dormir, luego desayuno! — Digo tratando de hacer el mínimo ruido posible.
— Mamá me mando a levantarte y no me iré hasta que bajes… - Insistió mi hermana.
— ¡Demonios Romina! ¡Deja de molestarme…! – Respondí molesta.
— Mamá dijo que, bajes inmediatamente, ella quiere hablar contigo… Así que levanta tu trasero que te estamos esperando para desayunar… Anda que abuelita está esperándote también. – Dijo Romina cambiando un poco el tono de voz.
Al escuchar que mi abuelita estaba esperándome, se me estrujó el corazón, mi pobre abuelita no tiene la culpa de mi corazón roto, así que como pude, me levanté y bajé lo más aprisa que pude.
— Abuelita, ¿Por qué no desayunas? – Le digo con un tono de voz que solo utilizo con ella.
— ¡Hija, te estoy esperando! ¡Anda siéntate, te sirvo ahora mismo! – Me responde mi abuela esbozando una sonrisa.
— Abuelita, puedo servirme yo misma, no te preocupes… - Le digo porque aún me trata como una chiquilla cada que vengo a casa de mi madre.
— ¡Qué bueno que ya estás despierta, Isa! — Dijo mi madre un poco molesta. — No me gusta que llegues a esas horas a la casa, entiendo que los viernes los agarras para salir con tus amigas, pero… ¿Quién te trajo, Isa?
Tomaba un trago de café, cuando esa pregunta me hizo recordar lo que había sucedido en la madrugada. Yo conocía al hombre que me trajo a casa de mi madre, flashes de lo que sucedió llegaban a mi mente, conocía el aroma de esa colonia, ese aroma amaderado, era inconfundible. ¡Diego! Él me trajo a casa de mi madre. ¿Por qué? ¡Demonios! De golpe me levanté de la silla y mi madre me vio algo molesta.
— Isa, ¡Por dios! ¿Qué te sucede? ¡Siéntate y desayuna como dios manda! – Dijo algo molesta.
— ¡Mamá! ¡Acabo de recordar que hoy tenía que ir a la oficina…! ¡Dios! ¡Me tengo que ir! — Digo lo primero que se me ocurre, esa era la mentira más grande que se me ocurrió al momento.
Trato de reflexionar en todo lo que sucedió, todo me parece tan borroso, ¿Qué demonios hiciste Ana? ¿Cómo es que Diego te trajo aquí? ¿Por qué? De repente un recuerdo llega muy claro a mi mente.
Diego me sacó del bar en el que estaba totalmente ebria, lo cual, no era extraño, ya que desde que me dejó, lo hago casi cada fin de semana, solo que esta vez sí que me excedí, no medí cuantos tragos de whisky me había tomado, solo quería estar lo más ebria posible…
Mientras voy de un lado a otro en mi habitación, recuerdo lo que me dijo y es ahí, cuando tomo la peor de las decisiones.
- ¡Dios! ¡Yo sé que Diego me ama! ¡Lo sé! ¡Él me ama…! ¡No, no, esto tengo que arreglarlo!
Tomo mi bolso y voy inmediatamente a casa de los padres de Diego, él seguía viviendo con ellos, mientras voy en camino, algo dentro de mí me dice que esto es un error, algo me dice que dé la vuelta y me vaya, algo me dice que todo esto es una mala idea, algo dentro de mí me dice que algo saldrá mal.
Aunque confiada en lo que ocurrió, anoche, tomo valor y llego a su casa, acto seguido, toco el timbre y ruego para que sea él quien abra la puerta, pero no, el destino no es tan benévolo conmigo, el que abre la puerta es su hermano Fabián. Me ve con ojos de espanto, como tratando de decir “Vete”, pero es interrumpido por Diego, quien le pregunta sobre unos documentos, Diego me mira, su semblante cambia y pone los ojos en blanco.
— ¿Qué demonios haces aquí, Isa?
—¡Diego, necesitamos hablar…! - Digo con un tono suplicante.
— Isabel Teyssier, yo no tengo nada de qué hablar contigo, ¿Qué te hace pensar eso?
— Anoche, tú… ¡Tú me llevaste a casa de mi madre…! ¿Por qué? – Digo tratando de encontrar una respuesta y un poco de amor como el que me profesaba antes.
Lo que sucedió después fue todo lo contrario, ya que él que toma mi brazo con fuerza y me mete a su casa, llevándome a una bodega que tenía frente al jardín.
— Isabela… No confundas las cosas… Si te llevé a casa de tu madre, es por lástima, ¿Acaso no te das cuenta? ¡Eres una alcohólica! Cualquiera en ese estado se pudo aprovechar de ti, así que preferí llevarte a casa de tu madre, es necesario que ella vea en qué te estás convirtiendo, ojalá así ya te ponga un alto y controle tus arranques. – Dice con evidente rabia marcada en el rostro.
— ¡Sé que me amas! ¡Diego, por favor! Dime… ¿Tu madre te está obligando a estar con Cassandra como antes? – Digo tratando de entender lo que sucede entre los dos.
— ¡ISABELA! ¿Eres idiota o qué? ¿Acaso no vez qué edad tengo? ¡Por Dios! Ubícate, tengo 27 años. ¿Crees que mi madre puede controlarme? ¡Deja de engañarte! Si terminé contigo, fue porque nunca vas a encajar en mi mundo, tú eres una simple asistente. – Dice sin un atisbo de dulzura. - ¡No eres nada! ¡No encajas en mi mundo! ¡Sigues siendo la misma chica corriente de siempre! ¡Ya madura, por Dios!
— ¿Diego? ¿Estás ahí? ¿Con quién hablas? – Pude escuchar una delicada, pero firme voz de una mujer.
En ese preciso instante, Diego apretó mi brazo, lo que provocó que este comenzara a doler, aunque siendo sincera, lo que más me dolía era el corazón, ya que, al escuchar aquellas palabras tan hirientes, él me volvía a lastimar como siempre lo hacía.
No necesitaba ser adivina para darme cuenta quién estaba fuera de la bodega, Cassandra Riva, estaba en casa de Diego. Aquel lugar en donde innumerables veces le pedí a Diego que me trajera.
— Isabela, voy a abrir la puerta y más vale que salgas inmediatamente de mi casa, Cass no te puede ver aquí, tú ya no significas nada para mí, ¡Por Dios Isabela, entiéndelo! – Dijo con toda la dureza y frialdad que encontró. – Jamás, te tomé como algo formal, te recuerdo que la que se hizo esa fantasía de un matrimonio, fuiste tú, tú insististe en que me quedara a dormir en ese mugrero al que le llamas casa, ¡Por Dios! ¿Crees que yo me podría fijar en ti para algo formal?
— ¡Vivías conmigo! ¡Vivías en mi casa! ¡Usabas mis cosas! ¡Yo pagaba las cuentas de ese al que llamas mugrero! — Comencé a decir en voz alta.
Acto seguido, él trató de tapar mi boca, provocando que cosas de la bodega cayeran e hicieran ruido. Provocando de la tal Cass, entrará y de ahí comenzará mi verdadera pesadilla.
— ¡DIEGO! ¿QUÉ DEMONIOS ESTÁS HACIENDO CON ESTA? ¡TÚ DIJISTE QUE ESTA MUJER NO SIGNIFICABA NADA! ¿QUE ESTÁ HACIENDO ELLA AQUÍ? — Gritó la rubia muy molesta, claramente de dulce y angelical, no tenía nada, evidentemente estaba furiosa.
Sin previo aviso, ella me tomó del cabello y me arrancó de las manos de Diego, no sé ni cómo, pero al final termine en el pasto del jardín, jaloneaba mi cabello y yo instintivamente me defendí, tome todo el dolor y rabia que sentía y lo deposite en una mordida en la mano de la chica.
Cassandra me soltó, pero gritó tan fuerte que salió corriendo la madre de Diego, la cual, al vernos, palideció y se dirigió directo a mí. Margarita Gonzales, la madre de Diego era una fiera cuando así lo quería, en menos de lo que imagine, una fuerte sensación de calor y dolor invadió mi mejilla, acto seguido, mi otra mejilla sintió lo mismo, la mujer me agarro del brazo, levantándome y llevándome hacia la puerta, mientras me gritaba cuanto pudo.
Cassandra lloriqueaba y Diego la consolaba, su madre me humillaba y lastimaba, intentaba zafarme del agarre de aquella mujer, no supe en qué momento, pero el grito de mi madre me sacó de mi alterado estado.
— ¡ISA! ¡ISA! ¡POR DIOS HIJA! ¡YA BASTA! Y usted, señora, ¡Más le vale soltar a mi hija o, si no, me va a conocer!
La madre de Diego me soltó, toda yo era un desastre, la mujer fingió que la empuje y cayó al pasto, se quejó amargamente, tanto que el padre de Diego, Leopoldo Sánchez, salió y me dijo:
— ¡Isabela Teyssier! ¡Maldita sea! ¿Qué carajos estás haciendo en mi casa? ¿Acaso no entiendes? Para mi hijo y para nosotros, tú solo eres un maldito desliz de jóvenes, tú nunca formarás parte de esta honorable familia. – Dijo el hombre furioso.
— Señor Sánchez, ¿Qué de honorable puede tener esta familia? ¿Qué de honorable puede tener su hijo? – Dijo mi madre con evidente furia. – Diego, tú no eres nadie, sin tu apellido y sin tu familia, ¿Qué eres? ¡No eres nadie!
— ¡Cállese, señora! – Dijo Diego en voz alta. - Su hija era quien me suplicaba que estuviera con ella… Pero yo nunca vi un futuro juntos… - Dijo Diego ahora abrazando a la que era su novia.
Vi cómo los ojos de mi madre se volvieron más oscuros, estaba hecha una fiera, pero se controló demasiado, de pronto me dijo:
— ¡Hija levántate! Ya has tenido suficiente de esta m*****a familia, la cual espero que, en toda su vida, la suerte les siga sonriendo, porque no siempre estamos arriba, un día nos toca estar abajo y ahí es cuando nos acordamos de todo lo que hicimos…
Ver los ojos llorosos de mi madre y escuchar cómo se le quebraba la voz, me dolió, me dolió hasta lo más profundo de mi ser. Ahí fue donde maldije el día que conocí a Diego, ese maldito día en que toda mi vida cambio.
--- Ana Teyssier ---— ¿Ana Isabela Teyssier? – Escucho la voz de una mujer.— ¡Sí! ¡Soy yo! — Respondo, levantándome del asiento para entrar al consultorio.— ¡Pasa, querida, pasa! — Dijo la mujer frente a mí.Entro y observo un consultorio lleno de plantas, lo cual me parecía un poco extraño, pero supongo que así son estos lugares donde pagas para que te escuchen.Luego de la gran humillación que me permití vivir, mi madre habló seriamente conmigo, me pidió encarecidamente que buscara ayuda o ella misma lo haría por mí. Sé que para mi madre verme así, le duele y lo menos que trato es de notificarla, por esa razón, tal vez nunca le contaré todo. ¿Cómo le dices a tu madre que lo que ella nunca permitió, tú sí?He sido pisoteada, humillada y muchas otras cosas más, según yo, en nombre del amor, uno en donde soy yo, el lado que más amó…Cuando mi madre me vio en casa de Diego, supe que había tocado fondo, aún recuerdo que solo cogí la mano de mi madre y decidí que, desde ese día, haría t
--- Ana Teyssier ---August Dominik Müller era considerado un hombre muy atractivo por todas las asistentes que trabajábamos para su compañía. No puedo negar que sí, coincido con ella, prácticamente el hombre es la fiel cara de la empresa, rasgos muy bien definidos, ojos verdes y claros, labios eran gruesos y llamativos, cabello corto, quebrado, rubio y muy bien peinado, aportaba un toque de elegancia y sofisticación.Muchas agradecían cada vez que el hombre venía a la compañía, ver la cara bonita de la empresa, nunca estaba de más, es más, se extrañaba.Se dice por los pasillos que, el hombre tiene un carácter difícil, incluso aquellos rumores han aumentado luego de su estrepitoso divorcio.Profesionalmente, he tenido oportunidad de revisar con él, algunos temas de trabajo y a mí, personalmente, me ha dado la impresión de ser un hombre amable y hasta amigable.Dominik como le dice mi jefe y la mayoría en la compañía, he de ser sincera, sí, efectivamente, se me hace un hombre atractivo
--- Dominik Müller---Miro a la chica frente a mí, tomo el folder que Ana me entrega, leo con detenimiento tal como con todas las candidatas, me sorprendo al ver que varios conceptos que manejo todos los días.Vaya, esta niña tenía más experiencia que todas las candidatas juntas, ¡Eso era excelente! Aunque dudaba por su edad, tuve que tragarme aquellos pensamientos y tratar de comprobar.- Ana, ¿Cómo estás? – Digo usando un tono de voz no tan intimidante.- Bien, señor Müller, un poco nerviosa – Responde y sé que es sincera, se le nota en el rostro.Algunas ocasiones he trabajado con ella, sé que es amable y sobre todo responsable, también, debo reconocer que es una chica con carácter y mucha determinación: Lo que me lleva a preguntarme: ¿Por qué, si tiene tantos conocimientos no ha buscado un empleo mejor?- Ana, veo que tienes experiencia en varias áreas de mi interés, ¿Por qué solo eres asistente?- Bueno, supongo que es porque aún soy muy joven…- La edad no tiene nada que ver, la
——— Ana Teyssier ———Era sábado por la mañana, la semana había pasado en un abrir y cerrar de ojos, había llegado a casa de mi madre desde una noche antes, ella quiso que le contara con todo detalle cómo era eso de que me iría a vivir a Nueva York.Mi hermana Romina estaba emocionadísima, ya había buscado lugares que visitar, me tenía todo un itinerario de cosas que hacer en “mi tiempo libre”, así que luego de aquellas emocionantes propuestas, me dispuse a contarles todo con puntos y comas.Mamá entendía que era una gran oportunidad, pero también, aunque no me lo decía, sabía que esto me ayudaría a poner tierra de por medio, el tiempo y la distancia, tal vez, podrían ayudar a sanar mi corazón herido.Desayunamos las tres y luego de una larga sobremesa, regrese a mi apartamento, mis amigas de la universidad habían sido las terceras en enterarse, claramente se mostraban emocionadísimas, por lo que decidieron que era necesario vernos y platicar sobre esta promoción para festejar.Afortun
--- Mateo Díaz ---Conozco a mi jefe, Alexis Betancourt, desde hace 15 años, mi jefe es ingeniero estructural, la mayoría de los grandes y lujosos edificios han sido construidos por su compañía, él ha trabajado duro para obtener la posición en la que se encuentra ahora.Sé que solo una vez se enamoró, esa única vez, fue de su esposa, con la que tuvo un hijo y una hija, esos niños ahora ya son unos jóvenes de 28 y 20 años. Lamentablemente, su matrimonio terminó estrepitosamente hace 10 años, debido a una infidelidad por parte de su esposa.Aún recuerdo ese día, mi jefe llegó a casa más temprano de lo normal, yo lo acompañaba, él me entregaría unos planos que había dejado olvidados en su habitación. El pobre hombre, al abrir la puerta de su alcoba, se topó con una escena desagradable, su mujer se encontraba en la intimando con quien era el mejor amigo de mi jefe.Tuve que sostener a mi jefe antes de que le partiera la cara al hombre que se encontraba desnudo, me dolió ver aquello, pero
--- Alexis Betancourt ---Luego de pasar unas horas con Camila, seguí mi ritual de siempre, terminé enviando a Camila a su casa después de desahogar la tensión.Ella es una mujer exquisita, pero simplemente no puedo aceptarla tal como ella quiere, la he intentado alejar por varios medios, pero ella insiste en seguir a mi lado, claramente sabe que nunca pasaremos a ser algo más de lo que ya somos.Hoy desperté un poco cansado y perezoso, en mi mente estaba la chica de ayer, no sé qué me sucede, pero desde que la vi, ha llamado demasiado mi atención. No puedo negar que sus amigas son bellísimas; sin embargo, ella tiene algo en la mirada que no logró sacarla de mi cabeza.Hoy no fui al gimnasio, ya son las 7:00 am, salgo de mi habitación y veo a Mateo, tal como todos los días, tiene listo mi desayuno, mientras tomo asiento en una de las sillas de este amplio comedor, el hombre pasa lista de todas mis actividades y compromisos por hoy, apenas estoy probando mi néctar mañanero, cuando Mate
--- Ana Teyssier ---La tarde del sábado había llegado, decidí regresarme a mi apartamento para buscar algo para ponerme, observaba mi silueta en el espejo, si lo pienso, esta era la segunda ocasión en que me esforzaba por arreglarme, aunque aún no sé por qué lo hice. Por alguna extraña razón que desconozco, estoy hecha un manojo de nervios, observo mi apariencia y realmente me veo diferente, no es que haya hecho un milagro, pero luzco diferente.Al final, me decidí por un vestido veraniego color negro con diminutas flores, que, por alguna razón, últimamente son de mis favoritos, llevo un delgado suéter, es verano, pero no sé a qué hora estaré de regreso, la ciudad podría tener un clima cálido, pero de regreso en autobús, podría alcanzarme la noche.Luego de observarme por unos minutos, tratando de convencerme para no cancelar, termino poniéndome mis bailarinas y mi diminuto bolso cruzado que llevo a todos lados. Al salir de casa, doy un doble chequeo para ver si cerré bien mi puerta,
En menos de 40 minutos estábamos frente a casa de mi madre, la verdad es que últimamente traigo la cabeza hecha un lío, cuando leí los mensajes que mi hermana y madre me enviaron, caí en la cuenta de que solo me estaban avisando que no estarían en casa, me entero de que habían ido a una comida con una tía, ellas no llegarían hoy a casa.Realmente, estaba apanicada por nada, las llamadas y mensajes, solo eran para recordarme esa pequeña situación, si por alguna razón llegaba a casa, me pidieron que no las esperara despierta y que cerrara muy bien la puerta.Mientras veía los mensajes de texto, no me percaté de que Alexis bajo del auto, solo lo hice hasta que me estaba extendiendo la mano para ayudarme a descender.— ¡Listo, Ana Teyssier! Llegaste sana y salva a casa; además de que nos hicimos únicamente 30 minutos. — Dijo Alexis con una encantadora sonrisa dibujada en su rostro.— ¡Gracias! — Digo, tomando la mano para bajar del auto.Mientras descendía de su auto, estaba tan centrada e