Ivy yacía tirada en el suelo de una habitación que desconocía después de dos días de fiesta y sexo desenfrenado, extrañamente no se sentía tan bien como las veces anteriores, quizás por el simple hecho de que tal decisión había sido producto de un arrebato en medio de la crisis económica que embargaba a su familia, sus trabajos como mesera y cajera de medio tiempo no lograban cubrir los gastos de una familia sin una figura paternal y una madre con problemas cardíacos así que estaba entre la espada y la pared.
Tal parecía ser que ni siquiera pasarla bien lograba evitar que pensara en que iba a ser de su futuro los próximos años, si sentía que colapsaba con veinticuatro años no se quería imaginar cuando llegara a los treinta, la verdad es que no pensaba que llegaría tan lejos con su estilo de vida. 20 llamadas perdidas de su madre. 10 llamadas perdidas de alguien desconocido. 15 llamadas perdidas de Cristian, su mejor amigo. Respiró profundo mientras empezaba a vestirse ignorando los ronquidos de su interés amoroso de dos días, fue bonito mientras duró pero era momento de regresar a la vida real en dónde tenía que hacerle frente a la adultez, desgraciadamente, y una relación era lo que menos quería. No recordaba la última vez que tenía un noviazgo formal o que recibía detalles de alguien, mayormente prefería que fuera lo mas casual posible así no tendría que pasar una vez más por el proceso de quiebre que implica tener un fracaso amoroso. Pero volviendo a su desequilibrada existencia, había tomado un taxi que la llevaría de regreso a casa, de dónde probablemente le esperaba un sermón gigantesco, su familia se había mudado a su departamento luego de que les hipotecaran la vivienda así que era como en los viejos tiempos. —Hola familia —Saludó con una voz más chillona de lo normal. —Por un demonio Ivy ¿Dónde demonios estabas? Tienes que dejar esa vida loca que tienes, no sabes la preocupación que tenía —le reprochó su madre mirándola con desaprobación. —Mamá, estoy bien, siempre salgo los fines de semana a divertirme y luego regreso a la misma rutina de siempre ¿Cómo están los niños? —Viendo televisión, pero ya hablando en serio, creo que debes controlarte, no puedes seguir arruinando tu futuro. —Mamá, solo intento seguir adelante con lo poco que tengo... —Entiendo que te sientas mal de que yo jamás pude darte esa vida que querías porque debíamos enfocarnos en los niños, pero no siento que te haga bien todas esas salidas —insistió la mujer con tristeza. Desde luego que Ivy se sentía miserable, pero su prioridad era darle un futuro mejor a su enferma madre y sus hermanos pequeños, no sentía que hacerle saber sus emociones ayudaría en algo. —Pues yo me siento genial. —¿Todo esto es por tu padre? —No hables de él —le respondió la joven mirando a su madre con seriedad —ojalá se pudra en ese agujero donde está. —Cariño... —Mamá, sabes lo que ese degenerado nos hizo, nos arruinó la m*****a vida, su muerte fué selección natural. Su madre no podía creer lo que escuchaba de su hija, aunque en parte comprendía su sentir, Frank no había sido nunca un buen esposo y su adicción a las apuestas lo habían llevado a tomar decisiones irreversibles que no solo le costarían su familia si no la vida, sus hijos pequeños eran lo suficientemente pequeños para saberlo. Pero Ivy, ella recordaba absolutamente todo. —Sólo quisiera que estuvieras mejor y más feliz, soy tu madre y sé perfectamente que no te sientes bien, que no es la vida que querías... —Así es la vida real, debes encontrar la manera de avanzar sin pensar tanto en lo caótico que es tu entorno, nada va a cambiar pero con mi trabajo yo podré hacer que funcione, tu seguirás teniendo tu tratamiento y mis hermanitos irán a la escuela —finalizó Ivy entrando directamente al baño para asearse. El reflejo en el espejo no le hacía sentir mejor, al contrario, era como si cada vez estuviera más lejos de la chica que antes solía ser, había cambiado para mal y constantemente se arrepentía de las decisiones que tomaba, jamás estaba satisfecha pero tenía que manejarlo, desde niña había aprendido a cuidar de los demás e incluso de si misma, no tenía más opciones. —Vamos Ivy, siempre has podido con todo, esta no será la excepción —se dijo a si misma para acabar entrando a la ducha en dónde permaneció durante casi una hora. Tal vez salir a caminar un rato le haría cambiar de parecer y determinar mejor como seguiría abasteciendo a su familia. A veces le gustaba imaginar cómo era su vida en el pasado en dónde no tenía preocupaciones. ¿Cómo pasó de tener todo a nada? Conocía la respuesta, y era de las razones por las cuales su padre se había convertido en la persona que más odiaba en el mundo, era inevitable no pensarlo, hacían cinco años había ocurrido algo trágico y como consecuencia se vió obligada a abandonar todos sus sueños y planes para enfocarse en su familia. De sólo pensar en que les deparaba le daba escalofríos así que sacó de su chaqueta de cuero marrón un cigarrillo y el viejo encendedor que había tomado de la cocina para fumar y así no estresarse. Planeaba cruzar la calle y descansar en una pequeña plaza mientras disfrutaba de un momento a solas pero no le fue posible hacer tal cosa, todo sucedió en cuestión de segundos, una furgoneta negra la golpeó haciéndola caer al suelo, Ivy más que adolorida estaba enfadada, su cigarro se había roto en dos y su encendedor se había hecho trizas dentro de sus pantalones. — ¿Estás ciego o qué? Pedazo de imbécil —insultó al chófer mientras se esforzaba por colocarse de pie. Se alegró al lograrlo, lo menos que deseaba era una lesión y acabar en un hospital internada mientras su madre se preguntaría que habría sucedido, quién conducía el auto no dudó en salir y defenderse de aquel insulto pese a que literalmente había arrollado a alguien. —¿Que acaso no ves a los lados antes de cruzar? No es mi culpa que seas una estúpida —atacó el joven mirándola con insuficiencia. Ivy no lo tomó de la mejor forma y en cuestión de segundos se lanzó al suelo y empezó a retorcerse y gritar tan fuerte que había captado la atención de varios transeúntes. —¿Que m****a haces? —Le preguntó el hombre perturbado. —Si no me pagas y te disculpas, voy a decir que me atropellaste intencionalmente — respondió. —Fué un accidente. —Pues no tienes como probarlo, yo en cambio tengo raspones y heridas. —No voy a disculparme contigo. —Deberías, porque no sabes con quién te estás metiendo —aseguró la chica con una sonrisa maliciosa. Había algo en ella que le resultaba familiar, sus ojos cafés y sonrisa pícara, la había visto antes. —¿Ivy Montana? —Preguntó sorprendido. La joven también quedó impactada al escuchar que aquel extraño sabía su nombre. —¿Quién diablos eres? —Es increíble que no me recuerdes aún cuando dormimos juntos —rspondió el muchacho con una sonrisa irónica.Había dormido con muchos hombres a lo largo de su vida en un intento de distraerse de sus problemas obteniendo a cambio satisfacción y un momento agradable dónde olvidaba el caos en que se había convertido su existencia desde hacía años, lo cierto es que si había pasado una noche junto a aquel muchacho era como si se hubiera borrado de su memoria por completo, pero de ser así. ¿Cómo sabía su nombre? En casos como esos era mejor fingir demencia hasta que sus recuerdos regresaran a su lugar y ella pudiera recibir algo de dinero para compensar aquel mal rato. —No sé de qué hablas, ni siquiera tengo idea de quién eres —respondió levantándose del suelo. Aquello no le hizo gracia al joven, pero prefería discimular su descontento pese a que fuera un enorme golpe a su ego. —Me sorprende, dijiste que jamás olvidarías al hombre que te enseñó a hacer ciertas cosas... —Aparte de grosero y mal educado ahora también eres acosador sexual —soltó indignada. —Te equivocas tarada, nosotros fuimos
Ivy tenía sólo diecinueve años cuando ocurrió la desgracia, se había decidido a vivir su vida enfocada en su futuro y en obtener buenas calificaciones pero últimamente las discusiones entre su madre y padre eran más intensas, algunas veces tenía que interferir y le dolía que el hombre que le dió la vida no hiciera ni el más mínimo esfuerzo en mejorar, ellos no tenían muchos objetos de valor en su hogar, él lo había vendido todo para poder seguir apostando. Era increíble como pasaron de tener una vida arreglada y buena posición económica a no tener estabilidad, una prueba más de que no había garantía de nada. Aún recordaba el nudo en su garganta al ver personas de mucho poder intentar llevarse a su madre, Ivy tenía presente que alguien debía cuidar de sus hermanos pequeños, no podían quedarse sin mamá, así que fué ella quién se entregó a aquel hombre sabiendo que cosas malas podrían ocurrirle pero importaba más que no lastimaran al resto de su familia, intuía que las apuestas acabaría
Cuando la policía se involucró en el caso por su desaparición no encontraron ni un solo rastro de aquel demente obsesionado con torturar mujeres, sólo a la joven desnuda suspendida con cuerdas desde el techo con múltiples heridas y lesiones en todo su cuerpo, Ivy no pudo hablar durante meses tras su experiencia en aquel lugar y su agresor jamás pagó porque huyó. Supo también que su padre había sido asesinado a disparos unos días después de que ella fuera ingresada a emergencia. Richie era el responsable, tenía contactos y Frank le debía dinero que se suponía estaría pagado una vez ella se fuera con él, no sabía que le dolía más, que le hubieran hecho daño o la traición de su propio padre, el mismo hombre que de niña le contaba historias antes de dormir para tranquilizarse. Quien se suponía debía protegerla. La pesadilla nuevamente se hizo presente en la vida de Ivy cuando pensaba que al fin podía sentirse tranquila, su verdugo la había encontrado otra vez. —¡Vengan niños! —Gritó la
Pov Mathew. —Esto es inaceptable, eres una m*****a decepción Mathew, ¿Que no piensas antes de hacer las cosas? —Honestamente no. Leonard Hoogen, el ingeniero y CEO de la compañía de cosméticos Hoogen Beauty sabía que no viviría por siempre y tenía los ojos puestos en su único hijo, había depositado sus esperanzas en que Mathew pudiera sacar a la familia y todos sus negocios adelante pero no había hecho más que meterse en problemas y despilfarrar el dinero en fiestas, alcohol y mujeres. Se suponía que a los 25 años empiezas a tomar buenas decisiones, pero su hijo cada vez estaba más lejos de un futuro estable con una familia y vida honorable. —Estoy harto de sacarte los pies del lodo y arreglar todo con dinero, si vuelven a arrestarte por conducir a exceso de velocidad dejaré que te pudras en la cárcel —sentenció alzando la voz. —Ay por favor papá, sabes que solo intentó pasarla bien, el trabajo es agotador... —Tus primos hacen el doble de lo que tú y no están quejándose ni haci
Pov Ivy.Por supuesto que se iba a embriagar, había tenido que alejar a su familia porque nuevamente alguien que había arruinado su vida amenazaba con regresar, a Ivy no le importaba en lo absoluto lo que pudiera sucederle, se lo repetía una y otra vez mientras se miraba en el espejo de aquel club, las personas que de verdad amaba ya estaban a salvo.¿Entonces por que sentía que todo se estaba destruyendo a su alrededor?Quizás porque asi era, en su empleo habían hecho reducción de personal y ya no la necesitaban, lo único positivo es que su madre había dividido el dinero y tenía lo suficiente para pagar alquiler y sobrevivir por un tiempo, era lo unico importante suponía. Otra idea que se cruzaba por su mente era poner fin a su vida, lo dejaría como el plan c.— Vamos amiga, vinimos a divertirnos, entiendo que te sientas mal de que ya no vivas con tu madre y los gemelos pero es por un bien — La animó Cristopher dandole palmaditas en sus hombros.— Sólo quiero embriagarme hasta fallec
— No creo que este sea el lugar indicado para tocar un tema como ese ahora que nos pusimos serios.Ivy tenía muchos sentimientos encontrados, si algo tenía claro es que no deseaba casarse nunca, mucho menos tener hijos, ya había sufrido demasiado y sabía que requería de mucho valor y estabilidad para ese paso, dos características que precisamente ella no tenía, por primera vez en mucho tiempo se sentía de más en aquel club, echó un vistazo por la pista en busca de su mejor amigo y lo pudo hallar pasándola en grande con su compañero de baile.Pensó que era mejor dejarlo disfrutar mientras ella hablaba con su ex quién guardaba silencio en la espera de una respuesta de la muchacha.— Podemos hablar afuera y luego regresar por tu amigo cuando volvamos adentro — Acabó proponiendo Mathew.A diferencia de ella, lucía tranquilo, tenía el control de la situación y sunque le enojara asintió. Sólo deseaba que su familia estuviera a salvo y tener una vida tranquila.— ¿Y si yo aceptará cuánto din
Ivy siempre desde niña soñaba con convertirse en alguien importante de quién pudiera sentirse orgullosa algun día, tenía todo lo necesario para lograrlo y agallas le sobraban, algo que en el presente le causaba una enorme decepción. No dejaba de pensar en aquella noche frente a Mathew Hoogen, sus ojos mirándola fijamente esperando una respuesta de su parte conteniendo una sonrisa siniestra, como si supiera que obtendría un "sí" antes de que la joven hablara.Era inevitable un amargo final como ese cuando la desesperación era cada vez mas evidente, todos tenían un precio, asi que cuando Ivy aclaró su garganta y aceptó el trato sabiendo que era una decisión arriesgada, la sonrisa del joven se hizo mas grande, le había dado lo que quería y sólo Dios sabía cuál sería su destino.— Hiciste lo correcto cariño, no te arrepentirás y saldrás bien premiada una vez se cumpla el plazo que planifiqué — Respondió tocando su hombro.— No me toques, y que conste, lo hago porque realmente necesito el
Ivy se sentía indefensa y jamás imaginó que volvería a experimentar una sensación como esa, de solo recordar todos los golpes que recibió y la forma en que fue abusada le daban escalofríos, el como su cuerpo fue ultrajado y usado como si de un juguete se tratase le generaba tanta impotencia dentro de si misma que alimentaba su furia, no entendía por qué la maldad siempre destrozaba a las personas buenas y estas se tenían que ver obligadas a sacrificar sus ideales para alcanzar una vida plena.Era exactamente como se sentía, pese a que Mathew le hablaba durante todo el trayecto a casa de sus nuevos suegros ella continuaba perdida en sus pensamientos, sabía que las mujeres de carácter inquebrantable no eran esposas sumisas y obedientes, pero también que debía actuar a la altura si queria conseguir el premio y lograr el objetivo de prosperar.— Te sienta increible el color blanco ¿Lo sabes no? Viniendo de alguien como Mat ese era sin duda un elogio destacable, él en cambio le restó impo