Cuando llegaron a la casa el lugar ya estaba bloqueado por la policía y completamente en llamas, Ivy intentó ingresar pero Mathew no se lo permitió, sabía que ya no tenía caso tener esperanzas de que su familia estuviera bien. La jóven en cambio estaba destrozada y por mucho que trató de contenerse, lágrimas empezaron a caer de su rostro acompañadas de la desesperación de tan solo imaginar todo el sufrimiento que tuvieron que vivir en su ausencia.Ella se esforzó hasta el final y estaba dispuesta a seguirlo intentando hasta que dejara de respirar, asi que cuando vió como trasladaban dos cuerpos sintió lo que era el verdadero horror y entendió que no existia la esperanza.—¡Mis niños! — Gritó sintiendo como un nudo se formaba en su garganta.Se aferró a los brazos de Mathew mientras Intentaba tomar aire y no desvanecerse hasta que a lo lejos vió a su madre correr hasta ella angustiada con sus hermanitos.¿O era solo un espejismo? — ¡Ivy! — No entiendo nada — Murmuró Mathew observando
Ivy estaba muerta del cansancio, había estado de un lado a otro en compañía de Mathew, ahora que sabía que iba a contraer matrimonio con el joven millonario sólo le quedaba decir que jamás volvería a casarse con nadie más aunque de igual forma ya no lo necesitaría. Aprovechó el día libre de su molesto futuro esposo para salir con su mejor amigo por unas copas y divertirse como en los viejos tiempos, eso ayudaría a subir su estado de ánimo.Así que ahí estaban, en la pista de baile pasándola en grande e inventando nuevos pasos, las risas no faltaron y la noche era joven, Ivy era ella misma cuando se rodeaba de personas que le importaban así que no se reprimía como en casa de Lilly y Leonard u otros lugares en dónde había tenido que estar en contra de su voluntad.— ¿Cómo te sientes hoy amiga?— Realmente necesitaba esto, me caso la semana que viene y debo aprovechar tanto como me sea posible.— Ve el lado bueno la pasarás de maravilla en Barbados ¿No es ese un sueño hecho realidad?— E
Mathew.El dolor de la resaca del día después era el peor de los males, pero recordando todos los acontecimientos de la noche anterior y la forma en que perdió el control y experimentó tal humillación en público lo puso de muy mal humor, no podía creer que ni estando en una situación delicada Ivy dejaba de desafiarlo. Esa mujer se convertiría en su perdición y sabía que una vez se casara las cosas aumentarían de nivel.Sin embargo no conocía a nadie más que fuese capaz de tal hazaña y una parte de él disfrutaba esos pequeños intercambios de palabras y discusiones, Ivy le resultaba fascinante y a la vez intrigante, así que pese a todo el desastre de la noche anterior tomó su teléfono dispuesto a llamarla.Pero la mujer no le respondía, así que tendría que hacer algo al respecto."Será mejor que contestes el maldito teléfono o te pondré a ti y a tu familia de patitas en la calle, tenemos un problema y debemos resolverlo"Pulsó enviar sin ningún tipo de remordimiento, desde hace años se
Ivy.— ¿No fui lo suficientemente claro cuando te dije que no te lo comieras? La joven mantenía la vista puesta en su batido de chocolate para no sentir la mirada decepcionada de su mejor amigo. Faltaba poco para la llegada de su suegra en aquel café en dónde era el punto de encuentro así que Ivy aprovechó esa oportunidad para poner a Christopher al corriente.Si bien se había jurado así misma no caer ante los impulsos de sus deseos carnales no lo había cumplido al pie de la letra, no solamente pasaron todo ese tiempo besandose y jugueteando, casi acabaron haciéndolo sobre el sofá, de no haber sido por la repentina llegada de su madre la historia sería distinta.— Una recaída la tiene cualquiera Christopher.— ¡Es tu ex tóxico! — Le recriminó.— No es mi culpa, estaba ovulando...— Si, claro, échale la culpa a eso, como sea, al menos no pasó a mayores aún.— ¿Cómo que aún? Es increíble la poca fé que me tienes — Expresó fingiendo tristeza.En realidad quería reírse a hacer algo me qu
Por supuesto que deseaba ir más allá, pero era un arma de doble filo, conocía a su prometido, sabía que era la persona más pretenciosa que alguna vez alcanzó a conocer, así que ignorando sus pasiones procedió a alejarse del muchacho y encararlo.— Creo que jamás entenderé lo nuestro si acaso existe algo entre nosotros, me ignoras todo el día y luego te apareces aquí de la nada, ¿Que quieres Mathew?— Le preguntó Ivy con enojo.— Tal vez aclarar un poco las cosas, ya lo dije, me gusta terminar lo que empecé — Dijo sin más.Esa actitud sólo enfurecía más a la muchacha, era como si no le estuviera dando importancia a la situación.— No vas a terminar nada, porque no hay nada, esto es un trato entre ambos, es necesario que te lo recuerde ¿No? — No soy idiota para olvidar algo así, pero no tiene porque ser aburrido, Honestamente me has provocado durante toda la semana y sé que tú también lo deseas así que ¿Por qué limitarse? — No soy un trozo de pastel al cual vez en una vitrina y tomas s
Ivy se la estaba pasando en grande, no solamente estaba compartiendo con la persona que más quería, también había fantaseado desde niña con dar un paseo en una limusina y que Lilly hubiera tenido el gesto de cumplirlo le hacía sentirse un tanto feliz aunque no estuviera comprometida por amor. Debía divertirse al máximo durante toda la noche porque sabía que al día siguiente Mathew y ella tendrían otra discusión, Ivy había estado tomando muchas decisiones por si misma con respecto a la boda, ¿Pero que más podría hacer? Él seguía sin presentarse y cada vez faltaba menos.Lo positivo es que su suegra la había acompañado todo el paseo y le resultaba una mujer bastante divertida y amigable, lastima que Mathew no heredó nada de Lilly.— La he pasado maravilloso pero ya llegó mi momento de marcharme, creo que tanta champaña me ha dejado un tanto mareada — Expresó Lilly con una sonrisa amable.— Me hubiera encantado que se quedara más pero entiendo, gracias por su asistencia y le enviaré tod
—¿Que les sucede hoy? Les recuerdo que el día de su boda deben hacerlo excelente y esto es un desastre, jamás en mi vida conocí a una pareja tan descordinada. El instructor de baile iba de un lado a otro frotando sus sienes, Mathew e Ivy en cambio se miraban con ganas de asesinar al otro, era terrible saber que debían tocarse y pretender que estaban enamorados a la vista de todos cuando la realidad era otra. La joven aún sentía dolor en su ojo izquierdo y tenía la garganta irritada mientras que su prometido pese a que la herida en su nariz estaba sanando no se había borrado del todo. Era como si desde que se hubieran comprometido la suerte de ambos hubiera empeorado. —¡Muestren sentimientos m*****a sea! — Gritó una vez vez más el profesor. — Ya lo escuchaste cariño, actúa como si todo estuviera bien — Murmuró Mathew con una sonrisa irónica. — No sé cómo pretendes que lo haga si literalmente parezco un perro dálmata por culpa tuya... — ¿Mi culpa? Tu te lanzaste de la limusina ebri
Era tonto negar que no existía algo que los unía aún, aunque ese algo no tuviera un nombre habían tantos momentos que en el presente regresaban a la memoria de Ivy como una película sin fin, la mirada de Mathew estaba puesta sobre ella y no sabía de qué forma intentar ocultar lo indefensa que se sentía en ese momento, su corazón latía desbocado mientras que ella se regocijó en su copa de vino mirando a cualquier dirección que no fuera el rostro de su futuro esposo.— Hay muchos recuerdos en este lugar, creo que es un tanto abrumador ¿No crees? — Dijo ella con una sonrisa tímida.— Lo sé, por eso quise traerte aquí. Siento que a veces es bueno atesorar momentos que ya no existen ni volverán a repetirse. Hacías mis días mejores y siendo tan chico recuerdo pensar que te tendría por siempre, que de alguna forma esa cuerda invisible que nos unía nunca se rompería — Respondió no sin antes colocar su copa arriba de la mesa.Ivy en cambio se puso de pie y empezó a recorrer la sala, quizás en