Era tonto negar que no existía algo que los unía aún, aunque ese algo no tuviera un nombre habían tantos momentos que en el presente regresaban a la memoria de Ivy como una película sin fin, la mirada de Mathew estaba puesta sobre ella y no sabía de qué forma intentar ocultar lo indefensa que se sentía en ese momento, su corazón latía desbocado mientras que ella se regocijó en su copa de vino mirando a cualquier dirección que no fuera el rostro de su futuro esposo.— Hay muchos recuerdos en este lugar, creo que es un tanto abrumador ¿No crees? — Dijo ella con una sonrisa tímida.— Lo sé, por eso quise traerte aquí. Siento que a veces es bueno atesorar momentos que ya no existen ni volverán a repetirse. Hacías mis días mejores y siendo tan chico recuerdo pensar que te tendría por siempre, que de alguna forma esa cuerda invisible que nos unía nunca se rompería — Respondió no sin antes colocar su copa arriba de la mesa.Ivy en cambio se puso de pie y empezó a recorrer la sala, quizás en
— Sólo está vez — Susurró extasiada.Una vez en la cama y sin ninguna prenda, Ivy sentía como tocaba las estrellas cuando Mathew entraba despacio en ella y dejaba un camino de besos por toda su cara y entrelazajaba las manos con las suyas, encajaban perfectamente pese a ser diferentes aunque pensándolo bien todo en ellos lo era. La muchacha se estremecía ante cada caricia y jadeaba por tanto placer, de sentir como su piel se erizaba ante cada embestida.— Nosotros no podemos estar juntos — Gimió Mathew intensificando más sus movimientos.— Estoy de acuerdo — Respondió Ivy excitada.— Pero se siente tan bien...No hubieron más palabras e interrupciones. Sólo ellos dos compartiendo aquel momento sin pensar en el mañana o en lo mucho que se odiaban.HORAS DESPUÉS....— Por Dios Ivy, ¿Dónde diablos estabas? — Preguntó Alba al borde de un colapso nervioso.— Pensé que el estilista tardaría menos en arreglarme, ya ves que no pero tengo todo bajo control...— Mi niña, te ves tan preciosa ves
Ivy sentía como si le hubieran dado una puñalada en el pecho, Cindy Adams había sido su mejor amiga desde el jardín de niños y hacían todo juntas, eran inseparables en todos los sentidos, hasta que en la adolescencia supo que hablaba mal a sus espaldas y se había dedicado a propagar rumores por todo el instituto. No conforme con haber causado muchos problemas inició una relación con Mathew que pese a durar un par de semanas le había hecho daño y aunque el muchacho muchas veces negó que existiese algo ella misma los había visto.El que estuviese en la boda dejaba un sabor amargo en su boca, no había necesidad de hacer tal acción, se la estaba pasando genial y Mathew como siempre que todo parecía marchar bien lo arruinó, lo peor era tener que fingir normalidad para no hacer más el ridículo.Era increíble que las experiencias en su adolescencia siguieran marcando su vida.— ¿Quieres dejar de ignorarme toda la noche? Se supone que estamos casados...— Me sorprende como tienes el descaro d
Mathew.— ¿Y ahora que sigue en el plan?Mathew aún no podía creer que había contraído matrimonio con Ivy después de tanta planificación y discusiones subidas de tono, aunque ya tendría tiempo de pensar en eso una vez estuviera en el yet privado que usarían para viajar hacia su destino, todo un verano de luna de miel parecía la solución perfecta para la joven pareja aunque tenía sentimientos difíciles de describir tras haber compartido un momento íntimo junto a su ex novia.No podía dejar de recordarla, la forma de su cuerpo, sus labios carnosos y su larga cabellera rozando su abdomen mientras ella suplicaba por más arriba de él era un pensamiento recurrente, tenía que sacarla de su sistema si quería mantener el control y lograr conseguir lo que ambos deseaban.— Supongo que esperar a tu padre para que puedas despedirte e iniciar con esta pesadilla de una buena vez...— Es terrible que pienses eso de mí o creas que nuestra luna de miel será un caos — Intervino Mathew mirando con moles
Ivy.Viendo el lado positivo a estar casada era que podía dar paso a nuevas experiencias, había trabajado desde hace años y jamás tenía tiempo para si misma, así que una de las cosas que se prometió fue disfrutar al máximo y no permitir que nadie, ni siquiera Mathew arruinara aquel momento. Lo observó por el rabillo del ojo y se veía bastante intranquilo, no era algo común en él cuando literalmente se pasaba el día haciéndola enojar.Así recordó lo mucho que le aterraban las alturas en secundaria, tal vez aún no había logrado superar ese trauma y a eso se debía su nerviosismo.Ivy no dijo una sola palabra, sólo se acercó más a él y sugetó su mano que extrañamente el multimillonario aceptó sin peros mientras intentaba enfocar su mirada en otro lugar que no fuera el rostro de la muchacha, ella sabía que no deseaba dar explicaciones así que guardó silencio mientras tarareaba la canción que ambos solían escuchar siempre que Mathew la llevaba de paseo."Your are not alone" de Michael Jacks
Ivy amaba el mar, le transmitía serenidad y le hacían tener pensamientos positivos y evadir muchas cosas en su mente, sobre todo después de haber hecho exactamente lo que se prometió que no repetiría, había terminado entre las sábanas con su rival una vez más y ni siquiera había a quién culpar, ella misma se introdujo en aquella situación y mientras se perdía en los ojos azules de Mathew Hoogen pensaba en que había sido fantástico, hasta que terminó por supuesto, esos minutos en silencio bastaron para regresarla a la realidad y lo próximo que sucedió fué que se puso de pie y corrió directo al baño.Al salir ninguno dijo nada, tampoco hasta llegar a Barbados en dónde Mathew la ayudó con su equipaje mientras que Ivy seguía sintiéndose estúpida, las ganas muchas veces podían hacerla tomar decisiones precipitadas pero si tenía algo de suerte podía resistir el resto del verano, no parecía ser una tarea difícil.Apenas pusieron un pie en el suelo ya un chófer se había acercado a la joven par
Era patético pensar siquiera en Mathew como alguien que finalmente volvía a ser el mismo de antes, Ivy estaba sediendo fácilmente ante sus deseos y se olvidaba de su dignidad y de como pese a que seguía pasando por momentos amargos seguía volviendo por más, se hacía de noche y la muchacha seguía caminando sin rumbo fijo por sin pensar en posibles consecuencias, aún así le encantaba el paisaje, todos parecían inmersos en sus pequeños mundos rodeados de risas, cantos y bailes folklóricos. Ivy se preguntaba así misma como habría sido su vida de haber nacido en otra parte del mundo, o en Barbados para ser exacta, el clima era caluroso y la gente amigable, el olor al mar le gustaba y pensaba en la idea de poder mostrarle a su familia ese sitio.Esperaba poder recorrer la zona con Mathew pero todo se había ido cuesta abajo y era demasiado tarde para arrepentirse. Cómo añadidura su teléfono no tenía batería para lograr comunicarse con su esposo y regresar a dónde fuera que iban a hospedarse
La casa era como un palacio a la orilla del mar, con ventanas enormes y cortinas blancas moviéndose por las fuertes ráfagas de viento, le parecía increíble que su esposo no se detuviera a admirar el increíble paisaje y en su lugar estuviera enviando mensajes de texto lo suficientemente enfocado como para darse cuenta de la presencia de su esposa, Ivy ni se molestaba porque ya no esperaba nada de Mathew.En cambio fue hasta su habitación para asearse y tomar un descanso, sus pies estaban hinchados y su rostro pálido quizás por la falta de alimento y agua durante el día y ni hablar de su estado de ánimo.Pensó en la posibilidad de huir de regreso a casa pero no lo vió seguro para ella o su familia y ese era el objetivo de su trato con Mathew, quizás debía ser más sensata en lugar de seguirle la corriente, ni siquiera debería sentir celos pero que difícil resultaba explicarle eso a sus emociones ¿Dónde estaba su carácter y fuerza de voluntad?Se sentía avergonzada de si misma al ver la c