***Una pequeña brisa fresca recorre mi rostro. El invierno se acerca, y en el aire siento cómo cada vez estoy más lejos de quienes amo. También se vuelve extraño estar frente a la tumba del hombre que alguna vez fui, encontrando flores dejadas por dos mujeres que aún amo y por las cuales fui capaz de fingir mi muerte.El cementerio se encuentra en silencio, como siempre. Sin embargo, en mi interior, el ruido de mis pensamientos es ensordecedor, cada uno contradiciéndose con el siguiente. Volver y enfrentar a todos, o seguir así, asegurándoles una vida digna a las personas que más me importan.Aunque acepté trabajar para la mafia rusa a cambio de la protección que brindan a mis familiares, siento el peso de mis pasos al caminar hacia la salida de este lugar sombrío. Si alguien me llegara a ver, todo mi sacrificio sería en vano. Aun así, estoy aquí, sin poder dejar por completo al que fui junto con todo lo que forjé.El pasaje del avión que debo abordar está aún en mi bolsillo, junto a
Ubicación: RusiaLa esposa del CEO, Mijaíl Kosovo, acaba de morir y aún no sabe cómo hará para que Alexander, su pequeño hijo, comprenda la situación. Hace días que el pequeño de solo cuatro años quiere ir al hospital con su padre a visitarla. Sin embargo, Kosovo no se lo permite, ya que hace una semana que se encuentra inconsciente por los fármacos que pusieron en su suero para que no sufriera dolor. Pocos son los que saben qué está ocurriendo en verdad, porque el empresario es una persona con demasiados enemigos como para mostrarse débil ante la mirada pública.Elena fue una buena esposa, criada por sus padres para ser la madre del heredero de un imperio como el que Kosovo posee, por lo que estaba al tanto cuál era su lugar en la vida de su esposo. Sin embargo, él no llega a apreciarla, ya que sus obligaciones lo tienen ocupado la mayor parte del tiempo.—Señor Kosovo, disculpe que lo moleste —interrumpe uno de sus empleados entrando al cuarto donde el magnate se encuentra despidién
«La noche está oscura debido a las nubes en el cielo, como si la naturaleza compartiera tu pesar. A tus veintitrés años, te sientes devastada: tu novio te ha dejado el mismo día en que esperabas una propuesta de matrimonio».Esta mañana, al salir de tu departamento hacia el trabajo, encontraste una nota de Cristian deseándote buenos días, una de las muchas pequeñas tradiciones que comparten. Trabajas como pasante en un prestigioso bufete de abogados, un puesto que has conseguido gracias a un amigo de la familia. Aunque eres consciente de las expectativas de tus padres, que te han criado con amor, pero también con altas demandas, te sientes orgullosa de haber completado tu carrera sin interrupciones, algo que pocos de tus compañeros lograron.Sin embargo, tu vida profesional no es fácil. Tu jefe, un hombre casi mítico en el mundo legal, te pide que te quedes hasta tarde para cerrar el bufete. Esto te hace llegar tarde a tu cita con Cristian, quien te ha enviado un mensaje durante el al
El desgraciado de Cristian te ha dicho varias veces que quería mayor intimidad, pero tu familia es muy conservadora. Quieres respetar a tus padres y el esfuerzo que han hecho para mandarte a la universidad. Si quedas embarazada antes de graduarte, no solo sería una decepción para ellos, sino que también tendrían que soportar los chismes del pueblo. Por eso, limitas la intimidad de ambos a juegos. Algo que él no ha podido cambiar en estos cinco años, por más que lo intenta.Aun así, siempre tan sumisa y responsable, haces lo que Cristian quiere. Te muestras como la chica perfecta, siendo que él no es un buen novio. Ahora te das cuenta de que él no volvía a casa porque estaba con otra. ¿Cuántas veces te ha engañado? ¿Con cuántas mujeres? Seguramente no eres la primera chica.Te sientes tan tonta y desdichada, tan impotente. Si uno de tus compañeros aparece, te acostarías con él. Solo para dejar de ser virgen. Para poder dejar por un instante a la estúpida en la que crees haberte convert
—En realidad me han robado —le dices a tu jefe, para evitar el silencio incómodo que se está formando, aunque también lo haces para tratar de justificar un poco tu comportamiento irracional.Al no recibir respuesta por parte de tu jefe, lo miras con preocupación. ¿Tal vez no te cree o quizás se da cuenta de que estás tratando de justificarte? Mientras más atenta lo miras, más incómoda te sientes. El cosquilleo en el estómago se vuelve más intenso, y te ruborizas por estar en su mera presencia. Su rostro es apolíneo, sus rasgos masculinos pero delicados. Tiene el cabello un poco más oscuro que tú y está perfectamente rasurado, como si en ese rostro no creciera el vello facial.¿Es posible que alguien en alguna parte del extenso universo haya pensado en eso? ¿En crear a un espécimen de la raza humana con las características exactas para que las féminas a su alrededor se sientan como tú; atrapadas por su belleza y su porte? ¿Lo es? El doctor Cuartuco te saca de tus pensamientos para resp
La pregunta de tu jefe te toma desprevenida. Ya que te habías quedado impresionada al ver las dimensiones de esa cocina. Sobre todo, porque, aunque se parece a la de la casa de tus padres, se encuentra en la ciudad. En un departamento. Al darte cuenta de que tu jefe te está haciendo un cumplido, no sabes qué decir. Sobre todo, porque Cristian ha acabado con tu confianza y seguridad esta misma noche.—¿Qué deseas beber? —te pregunta él para salir del silencio, mientras se sirve una copa de vino.Él se ha dado cuenta de que te sorprendiste ante sus palabras y espera descomprimir un poco la situación. Desde que te subiste a su automóvil, él ha notado que estás nerviosa, al menos así lo percibe. Sin embargo, no parece conseguirlo, sin importar lo que haga.Cuando te pregunta qué quieres beber, dudas. No quieres sonar como una niña pidiendo una gaseosa. Aunque sabes que tu resistencia al alcohol es casi nula. Aun así... ¿Qué importa si te emborrachas un poco? Ya has hecho el ridículo con e
Es algo muy vergonzoso para ti. Decirle a tu jefe algo tan personal y denigrante. No es algo de lo cual te sientas orgullosa. Tal vez sí lo has sido durante tu adolescencia, pero ahora lo sientes como un peso. Ya que todas las chicas que conoces lo han hecho por lo menos con uno de sus novios. Y si no es por carácter religioso, algo que tú misma no sabes si valoras, y por tus padres ya no lo sería. Y justo en este momento se vuelve una carga de la que prefieres liberarte. Lo has analizado al estar bajo la lluvia. Y lo estás pensando ahora mismo.—Perdón. No debí decir eso —te retractas tratando de pedirle disculpas a Lisandro. Aún lo reconoces como una figura de autoridad en tu vida.Lisandro solo se queda mirándote sin emitir sonido. Tú empiezas a sentirte cada vez más nerviosa. Tal vez tu jefe cree que estás mintiendo o tal vez piensa que eres de esas chicas a las que les gusta jugar con eso. Pero al contrario de lo que no dejas de maquinar en tu cabeza, Lisandro solo está sumergido
No solo no respondes su pregunta, sino que también cierras los ojos. Queda desconcertado, ya que es muy importante para él quedarse tranquilo que digas mínimamente que sí.Esperas ese beso cargado de deseo que sabes que te hará estremecerte nuevamente y volverte una con él, pero que nunca llega. ¿Por qué no te besa? Piensas con impaciencia, cada segundo se vuelve una tortura. La realidad es que deseas a este hombre desde el primer momento en que lo viste y ahora eres capaz de tener un poquito de él; sin embargo, Lisandro sigue negándotelo.Te sientes segura de ti misma como mujer, lista para hacer lo que sea necesario para intentar satisfacer a un hombre como Lisandro. Sabes que será un reto para ti porque no solo vuestra diferencia de edad los aleja en conocimiento de las prácticas, sino que es probable que él haya estado con muchas mujeres incluso antes de que tú nacieras. Y lo que te resulta más ilógico, es que las palabras de este hombre te hayan hecho recuperar la confianza que s