27.

D’Angelo deposita un tierno beso sobre el brazo de Nora, llamando su atención. 

—No necesitas hacerme ninguna clase de regalo —dice contra su piel—. Tu simple presencia en mi vida es suficiente —añade acariciando su mejilla y viéndola con anhelo.

Nora deja a un lado el cuenco donde batía la masa y extiende sus manos hacia Franco, este la toma en brazos, manteniéndola así por unos segundos, mientras admira su rostro y le sonríe con ternura antes de bajarla.

—Siempre tan madrugadora. —Toma el rostro de Nora entre sus manos y besa su frente. 

—No quise despertarte —responde Nora presionando las manos de Franco contra sus mejillas, deleitándose por su tacto. 

—¿Por qué no? Me hubiera encantado que lo hicieras —dice Franco frotando su nariz contra la mejilla de Nora. Siempre que se ponía romá

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