—Lo siento… Me imagino lo difícil que debe de ser… —dice Bernardo hablando desde sus propias heridas. ¿No fue así como se sintió cuando Nora lo rechazó?
—Siempre sospeché que Grimaldi lo escogería a él, pero nunca me imaginé que también me buscaría a mí —dice Vera con los ojos llenos de lágrimas y la mirada clavada en la mesa—. Tenía la esperanza de llegar a un acuerdo con Franco, convencerlo de casarnos y captar toda la atención de Grimaldi. Hubiéramos ganado el lugar como los líderes de La Cosa Nostra sin dificultad y…
—Vera, sabes que esa no es la forma de conquistar a Franco… —dice Bernardo resoplando—. A él no lo puedes manipular con interés. No hubiera aceptado casarse contigo.
—¿Por qué no? —pregunta Vera casi sin voz.
—Porque él te ve como a una hermana
—Te acostumbrarás a sus ausencias… —dice Roberta mientras abre y cierra las puertas de las alacenas.—No lo sé… Es gracioso, porque… en verdad me gustaría estar con él todo el día y cuando no lo tengo me siento como si me faltara algo —dice Nora con una sonrisa indignada. ¿Cómo era posible sentirse así? Jamás se imaginó que terminaría tan enamorada hasta ese punto.Roberta se ríe, con sus años de experiencia reconoce la sensación de la que le platica Nora, también sabía que eso se acabaría con el tiempo, su amor aún era joven, pe
—¿Creíste que no nos volveríamos a ver? —pregunta Bernardo con sus labios rozando la mejilla de Nora mientras esta cierra sus ojos y sigue forcejeando—. ¿Pensaste que casarte con alguien como Franco te evitaría enfrentarte a mí? ¿Estás consciente de que pertenecemos a la misma organización? ¡¿Estás consciente de que nuestros clanes son muy unidos?! ¡¿Estás consciente de que somos amigos?! —Pierde la cabeza, se siente herido, traicionado.Esa última pregunta se clava en el cerebro de Nora como una daga y recuerda las palabras de Sandra: «only business». Claramente le había metido y ahora se sentía adolorida e iracunda.—¿Amigos? —pregunta con voz temblorosa.—¡Franco es como mi hermano! ¡Crecimos juntos! ¡Somos inseparables! —responde Bernardo lleno de
—Si tú no me ves de esa forma, entonces… ¿por qué tendría que creer que Franco solo me está usando? —dice Nora callando su dolor y sacando a esa leona que permanecía dormida—. Vete… Roberta no debe de tardar en llegar y si te ve molestándome las cosas se pondrán feas para ambos.—Como si le tuviera miedo a una cocinera… —añade Bernardo entre dientes. Aun así, retrocede.Sabe que Nora tiene razón, pero quien más le preocupa es Giordano, así que decide caminar hacia la puerta. Se queda por un momento congelado, regresa sobre sus pasos y toma a Nora por la nuca para volver a besarla, esta vez violentamente, chocando su boca con la de ella. No está dispuesto a privarse de ese gusto.Ella no rechaza el beso de inmediato, sus labios se mueven con los de Bernardo como si no pudiera controlarlos, mientras sus manos lo empuj
Hace diez años…Una joven e intrépida Nora se mantenía en una silla dentro de la estación de policía, esperaba pacientemente mientras se limpiaba las uñas. No era la primera vez que eso pasaba. Apenas había cumplido 15 años y ya era buena robando toda clase de cosas. Las amistades con las que se había relacionado no eran para nada buenas, pero ¿quién la iba a detener si su madre trabajaba todo el día y su padre también? Prácticamente estaba sola.El detective Nicolás Beretta atravesó las puertas con su mirada gallarda y su presencia altiva. Era admirado y querido a donde iba, todos le festejaban sus logros y lo recibían con calidez, un trato muy diferente al que recibía en su casa, donde su mujer casi nunca estaba y cuando estaba no era la más alegre con su presencia.—¿Nora?
Vera camina por la acera, furibunda y frustrada, sin La ‘Ndrangheta se sentía desprotegida, se había hecho ilusiones con esta visita, pero todo se había ido por el caño. Cuando está cerca de su Lamborghini ve a Marino recargado sobre la puerta del conductor, fumando tranquilamente con las manos escondidas en los bolsillos de su gabardina.—David… ¿Qué haces aquí? —pregunta con el ceño fruncido.—¿Visitando a los imponentes Sforza? —Sonríe divertido sin soltar el cigarro que prensa entre sus labios.—Eso no te importa…—Me importa, porque yo iba a hacer lo mismo. —Voltea por fin hacia ella—. No eres la única llena de dudas por la boda de D’Angelo.—¿Tú que dudas podrías tener? ¿A ti en qué te afecta? —pregunta molesta y cruzándose de brazos.
Nora se abraza al torso de Franco y esconde su rostro en su pecho, sintiendo su calor, llenándose de paz y tranquilidad, volviéndose su sitio seguro. Lentamente, Sandra entendiendo que sobra ahí, guarda todo en la caja y después de dejarla en el suelo, al lado de la cama, retrocede con una sonrisa pícara y se escapa por la puerta, dejándolos solos en la habitación.—Te amo, Franco —dice Nora restregando su mejilla contra la camisa de su esposo, queriéndose hundir más entre sus brazos y desaparecer.Franco se queda en silencio, degustando las palabras de Nora y sintiendo que su corazón vibra de alegría.—Dilo una vez más, dilo para mí —pide cerrando los ojos y prestando toda su atenci&o
—Esa jovencita de 15 años a la que le arrebataste a su padre —corrige Nora con el corazón roto y de nuevo las lágrimas se agolpan en sus ojos—. Esa jovencita a la que orillaste a permanecer enclaustrada en un convento y amenazaste de muerte.—No me siento orgulloso de lo que te hice… y cada día me arrepiento de no haber sido sincero contigo, me arrepiento de no haberte llevado conmigo cuando aún me amabas… Si pudiera retroceder el tiempo, no me hubiera concentrado en acabar con tu padre… —Su voz suena suplicante y agónica, en verdad está arrepentido—. Nora, si aún hay algo de piedad en tu corazón, compadécete de mí.
Bernardo retrocede, como si la mano de Nora le quemara la mejilla. Se limpia el rostro con el antebrazo y cuando su mirada pasea entre la gente que se ha acercado por la curiosidad del momento, esta retrocede intimidada, fingiendo que no vieron nada y regresando a sus actividades.—Ya estoy arruinado, Nora… Arruinado por las decisiones que tomé en el pasado y castigan mi presente. —Le dedica una última mirada llena de dolor a Nora antes de dar media vuelta y partir.Después de mantener su mirada clavada en las espaldas anchas de Bernardo, hasta que este desaparece entre la gente, saliendo del lugar, Nora regresa su atención hacia Franco y se acerca para auxiliarlo, limpiando su rostro con ternura mientras lo llena de besos y caricias preocupadas, sintiendo cada herida en su carne, aterrada por lo que pudo pasar si no hubiera intervenido.A lo lejos, Grimaldi sigue viendo todo con interés y sonríe