—Sandy, entiendo tu punto, pero… ¿Qué esperas que haga? ¿Qué lo abandone? Sabes lo importante que es para mí, sabes por qué… —Franco no puede pronunciarlo.
Muchos años antes, su madre, Mónica D’Angelo había enfermado. La señora D’Angelo era una buena mujer que le gustaba hacer beneficencia y ayudar a los desvalidos, compensaba de esa forma la culpabilidad que la asediaba desde el día que aceptó casarse con Carlo D’Angelo por amor.
Lamentablemente, así como cuidaba de los demás, se descuidaba a sí misma y cayó enferma en un momento donde Carlo no tenía el poder económico suficiente para ayudarla. Los cargamentos de armas habían sido confiscados y el banco que se encargaba de llevar la contabilidad de su dinero, así como de lavarlo, estaba clausurado por la policía.
De pronto las puertas de la bodega del bar se abren de par en par y un hombre con la cabeza sangrante y mirada de loco sale buscando escapar de lo que sea que lo atormentaba allá adentro. Con el rostro desencajado, huye del monstruo que lo mantenía preso. Cuando ve a Nora no duda en precipitarse hacia ella, tomando una de las botellas rotas de la barra, la usa como rehén.—¡Aléjate de mí «maledetto figlio di puttana»! —grita el hombre dirigiéndose a las puertas de la bodega, pero ante los ojos de Nora no ve a nadie, estas se mantienen entreabiertas mostrando la oscuridad que reina en todo el local y se concentra en el almacén.—¡Suéltala! —grita Vera levantando su arma hacia el hombre que mantiene secuestrada a Nora.Claramente esta no era la idea que tenía en mente. En ningún momento quería poner en peligro a Nora y no porque no qui
—Armenta manejaba una «casa de citas», el bar solo era la entrada al prostíbulo… No le vi problemas mientras pagara, además, aseguraba que las mujeres estaban ahí por iniciativa propia y así parecía… —Franco se sacude la cabeza con ambas manos y se recarga sobre el respaldo del asiento—. El dinero comenzó a dejar de llegar y… Giordano descubrió que no solo obligaba a las mujeres a prostituirse, sino que empezaba a meter niños al negocio. Eso es… grotesco.Nora sonríe y baja la cabeza, recordando las palabras de Augusto:—«Podrás ser un perro mafioso, pero eres un perro mafioso decente». —Sonríe de lado y ve de reojo a Franco, notando su sorpresa por la frase y esperando no haberlo ofendido.—Déjame adivinar… ¿Augusto te dijo eso? —pregunta correspondiendo la sonrisa y Nora
Bernardo abre la boca, pero no se atreve a decir nada y vuelve a cerrarla. De nuevo estaba ante esa encrucijada. ¿Qué quería de Nora? ¿Matarla? No, no quería, no podría… pero… tampoco podía tenerla o ¿sí? «Después de tantos años seguirá odiándome?» piensa Bernardo y una pizca de esperanza nace en su pecho.—No piensa matarla, así como no piensa hacerle daño a ninguna monja en este convento, señor… lo leo en sus ojos —dice la madre superiora sintiendo lástima por él.—¿Ah sí? ¿Qué más lee en mis ojos? —pregunta Bernardo inclinándose hacia ella.—Que es un alma atormentada y busca consuelo en las manos de su víctima —añade la madre superiora con una mirada que destila dolor y empatía por el hombre delante
—Eso espero… Porque el día que se te ocurra abandonarme, no habrá sitio en el mundo en el que te puedas esconder de mí —añade Franco besando la mano de Nora. —Esa suena a una típica amenaza de mafioso. —Sonríe divertida, sin temor. Tal vez en otro momento de su vida escuchar esas palabras de alguien como él le perturbaría, pero no ahora. —¿Funcionó? —pregunta Franco con esa sonrisa arrogante que ama tanto Nora. —Funciona más tu sonrisa y esa mirada tan feroz —responde Nora divertida. —¿Me prometes que nunca me abandonarás? —La envuelve entre sus brazos. Nora se abraza a su cuello y comienzan a balancearse como si estuvieran bailando lentamente una melodía que solo ellos escuchan. La pregunta de Franco es seria y llena de miedo. —¡Bien! En parte, pero… en cuanto la vi por primera vez sabía que tenía que ser mi esposa. —Franco no miente, la diferencia es que la primera vez que la vio fue en el altar y no había muchas opciones.—Sabía que ustedes serían escogidos para competir por el lugar. Son los clanes más fuertes —dice Bernardo ocultando su molestia.—El tuyo es el clan más fuerte, pero lamentablemente eres demasiado impulsivo y violento, además, no hay nadie que «gobierne» a tu lado —dice Vera viendo fijamente a Bernardo, notando como su rostro se vuelve una mueca de molestia—. Quien lleva la delantera es Franco, está cumpliendo con los requisitos muy bien.—Franco siempre ha sido un chico li33.
—Lo siento… Me imagino lo difícil que debe de ser… —dice Bernardo hablando desde sus propias heridas. ¿No fue así como se sintió cuando Nora lo rechazó? —Siempre sospeché que Grimaldi lo escogería a él, pero nunca me imaginé que también me buscaría a mí —dice Vera con los ojos llenos de lágrimas y la mirada clavada en la mesa—. Tenía la esperanza de llegar a un acuerdo con Franco, convencerlo de casarnos y captar toda la atención de Grimaldi. Hubiéramos ganado el lugar como los líderes de La Cosa Nostra sin dificultad y… —Vera, sabes que esa no es la forma de conquistar a Franco… —dice Bernardo resoplando—. A él no lo puedes manipular con interés. No hubiera aceptado casarse contigo. —¿Por qué no? —pregunta Vera casi sin voz. —Porque él te ve como a una hermana
—Te acostumbrarás a sus ausencias… —dice Roberta mientras abre y cierra las puertas de las alacenas.—No lo sé… Es gracioso, porque… en verdad me gustaría estar con él todo el día y cuando no lo tengo me siento como si me faltara algo —dice Nora con una sonrisa indignada. ¿Cómo era posible sentirse así? Jamás se imaginó que terminaría tan enamorada hasta ese punto.Roberta se ríe, con sus años de experiencia reconoce la sensación de la que le platica Nora, también sabía que eso se acabaría con el tiempo, su amor aún era joven, pe
—¿Creíste que no nos volveríamos a ver? —pregunta Bernardo con sus labios rozando la mejilla de Nora mientras esta cierra sus ojos y sigue forcejeando—. ¿Pensaste que casarte con alguien como Franco te evitaría enfrentarte a mí? ¿Estás consciente de que pertenecemos a la misma organización? ¡¿Estás consciente de que nuestros clanes son muy unidos?! ¡¿Estás consciente de que somos amigos?! —Pierde la cabeza, se siente herido, traicionado.Esa última pregunta se clava en el cerebro de Nora como una daga y recuerda las palabras de Sandra: «only business». Claramente le había metido y ahora se sentía adolorida e iracunda.—¿Amigos? —pregunta con voz temblorosa.—¡Franco es como mi hermano! ¡Crecimos juntos! ¡Somos inseparables! —responde Bernardo lleno de