32.

—Eso espero… Porque el día que se te ocurra abandonarme, no habrá sitio en el mundo en el que te puedas esconder de mí —añade Franco besando la mano de Nora.

—Esa suena a una típica amenaza de mafioso. —Sonríe divertida, sin temor. Tal vez en otro momento de su vida escuchar esas palabras de alguien como él le perturbaría, pero no ahora.

—¿Funcionó? —pregunta Franco con esa sonrisa arrogante que ama tanto Nora.

—Funciona más tu sonrisa y esa mirada tan feroz —responde Nora divertida.

—¿Me prometes que nunca me abandonarás? —La envuelve entre sus brazos. Nora se abraza a su cuello y comienzan a balancearse como si estuvieran bailando lentamente una melodía que solo ellos escuchan. La pregunta de Franco es seria y llena de miedo. 

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