Ella soltó un gemido largo, casi un grito y se mordió el labio, como si no quisiera hacer ruido. Pasó una de sus piernas alrededor de mi cintura. Cogí el muslo y la subí un poco más, mientras seguía empujando. Flexionaba un poco las piernas y cogía potencia para penetrarla en la subida, cada vez más fuerte y más profundo, rodeado de su calor y de su sexo húmedo.Se agarraba a mis hombros, mientras ayudaba, empujando con sus caderas y subiendo un poco más la pierna que tenía alrededor de mi cintura. No sabía si era por la falta de experiencia o simplemente que era penosa por naturaleza, pero el entusiasmo con el que se estaba entregando me estaba poniendo a mil.—¡¡Harold!! —suspiró, la cabeza echada hacia atrás, apoyada contra la pared del dormitorio.—¿Qué quieres, mi amor? —inquirí, jadeando, empujando con las caderas hacia delante una y otra vez. —No dejes de hacer eso, no dejes de… ¡Ah! ¡Mm!“¡Dios!” Echó la cabeza hacia atrás de repente, y me dio el tiempo justo a ponerle la man
No podía creer que estuviese preguntando eso, pero, sinceramente, después de lo que acababa de pasar, podía permitirme hablar claro, reflexioné. No me estaba cuidando y él menos, además, si él me cela yo también puedo hacer lo mismo. Si él iba a ser posesivo, yo también podía serlo. Aquí las cosas tienen que ser equitativas todo por igual. Preguntar eso no era lo más atrevido que había hecho aquella noche. Estábamos aprovechando para vestirnos mientras hablábamos, Harold se puso la camisa y perdí de vista el pecho musculoso. ¡¡Qué lástima!! Yo me había puesto ya la ropa interior y en ese momento me estaba abrochando la blusa.—Lo que Dios quiera mi amor. —dijo sonriendo, como si tampoco le importara mucho. —Qué fácil se escucha, la que termina sufriendo, soy yo. —se levantó, y me tendió la mano para ayudarme a levantarme. Nos pusimos nuestros respectivos pantalones, y esta vez fueron las piernas musculosas las que perdí de vista. —Entonces, no hay razón para sentir celos, sabes que
Azucena está peor. En su mente, ella es la única esposa de Harold y que su rival se lo quito a bases de mentiras, convirtiéndose en la amante. Actualmente, Azucena estaba embarazada de Harold nuevamente, es su segundo hijo, ya que su primer hijo, ella se inventa que Leticia se lo mato por celos. Cada vez sus desvaríos son peores. Los medicamentos no funcionan con ella, sus padres la visitan casi todos los días. Ellos tienen fe de que su hija, se aliviara pronto.—Hola, hija. —su madre entra para estar un momento con ella.—¿Qué haces aquí? Ustedes son los culpables de que Harold me haya dejado. Mírame estoy embarazada y ustedes me desprecian por haberlo perdido. —la madre la mira con miedo, todo lo que dice son incoherencias.—Mi amor, no digas eso, siéntate y charlemos un rato de madre a hija. Sabes que te amo, me duele verte en este estado.—Si eres mi madre, sácame de aquí, tengo que decirle a Harold que estoy embarazada de él, voy a volver a ser madre.—No mi amor, tú no estás emba
Veinte años después…Todos en la mansión están muy emocionados porque por la graduación de Julie la joven lo hizo con honores, ya que es una joven muy entregada al estudio y ahora está cumpliendo sus veintiún años de vida. Sus padres, Vicky y Nelson, contrataron una especialista en eventos, quería darle el mejor de los cumpleaños a su única mujercita, por el hecho de que sus gemelos son varones.Vicky no descansa en dar órdenes para que todo esté a tiempo, quiere que todo salga bien, los nervios y la felicidad la tienen hecha un manojo de nervios, no solamente ella, también los abuelos, como sus amistades cercanas, quienes están involucrados en la fiesta. Samy con su esposo Jorge, quienes han estado muy unidos con la familia Morris. Los dos hijos de Samy y Jorge se llevan como primos con los de Vicky. Samy aún trabaja con Vicky en la extensión de hoteles, Carlos, el padre de Samy se ha dedicado a sus otros negocios, ha tratado de contactar a su hermano menor que ha estado alejado de l
La mujer, mal intencionada, observa y ve su oportunidad para poner en marcha sus maquinaciones perversas. Se levantó con la ayuda de su bastón, miro a la joven caminar hacia su vehículo, así que fingió caerse a mitad de la pavimentada, pidiendo ayuda a gritos, para no ser atropellada. Miro que la joven inmediatamente levanto la cabeza dirigiendo su mirada hacia ella, grito fingiendo dolor para despertar la compasión de la joven.—¡Ayuda, por favor, me doblé el tobillo! Jovencita, ayúdame, por piedad, soy vieja y no tengo fuerzas. —mira a la chica correr hacia ella, sonríe sin que la joven lo note.—¡Se encuentra bien! —Inocentemente le dijo la joven, acercándose a la anciana malherida.—¡No tengo fuerzas para levantarme, jovencita, me duele mucho el tobillo, ayúdame a ponerme de pie, soy una vieja inservible!—¡No diga eso, la llevaré al médico, para que la revise, yo pagaré los gastos médicos, no se preocupe por eso! —sonrió ante la ingenuidad de la chica.—No hay necesidad de eso, er
Andrés se agarró la cabeza con las dos manos, mientras que Jorge le palmeaba el hombro, El padre de Nelson levanto a su hijo y lo ayudo a pararse, lo abrazo para consolarlo, aunque él también está desbastado. Salieron de ahí con los ánimos bien bajos y ayudó a su hijo a subir al auto.—No hay que perder las esperanzas, en muchas ocasiones hay una luz al final del camino. —dijo queriéndolo consolarlo.—¡Mi hija, ¿dónde está? M*****a sea, ¿qué voy a hacer?!, ¡que le diré a Vicky, todo esto es mi culpa!—Nada de esto es culpa de nadie, solo fue un plan macabro de una vieja desquiciada. Vicky es fuerte, tienen que sobreponerse para pensar con cabeza fría, sé que encontraremos a mi nieta, no nos rendiremos, pagaremos detectives para que busquen hasta debajo de las piedras. —dijo entre lágrimas, Andrés.—Cuenten conmigo, moveré todos los medios a mi alcance, la vamos a encontrar, no perdamos la esperanza. —Jorge también quiere a la joven, la vio crecer junto con su hija.Los cuatro hombres
Me coloco en medio de ellas a modo de esconderme, mi cuerpo tiembla involuntariamente, el pantalón blanco que llevo va impregnados de orina y sucio, empezamos a caminar. Cuando la luz del sol nos da en el rostro, todas quedamos ciegas, lo noto porque agachamos la cabeza casi al mismo tiempo, mi cabello alborotado cubre mi rostro. Nos suben rápidamente a una especie de vagón, detrás de unas cajas, nos acomodan a modo de no quedar juntas, uno de ellos nos mira y mueve su cabeza negativamente.—No hagan ruido, la que empiece a hacer alboroto, la mato. —nos amenaza enseñándonos un arma, todas nos hacemos un nudo, yo respiro hondo, trato de pensar en cosas que me hicieron felices para no llorar más. Se me vienen a la mente el rostro de mi papito, quien día a día mientras no tuve coche me llevaba al colegio, siempre me dijo que era su tesoro. Mi mamita, quien peinaba a diario mi cabello, no se iba a dormir si no me daba mis buenas noches, aun cuando crecí lo siguió haciendo, nunca le dije qu
Terminamos en un santo amén, ninguna pensó en que nos podían envenenar, aunque no era una posibilidad, ellos querían dinero y muertas no se los íbamos a dar. Ella se sentó en la cama, hasta ahorita no ha dicho nada y yo igual, la verdad no tengo nada que decir. Me senté a la par de ella, ambas mirando hacia la puerta, en verdad a veces las palabras sobran, más en momentos así, donde no encuentras la manera de escapar de este destino.—Me voy a matar. —soltó de pronto, me quede asombrada. —¿Por qué dices eso? —le pregunte atemorizada.—¡No voy a dejar que un viejo asqueroso haga lo que le plazca conmigo!—¿Yo tampoco, pero morir no es opción?—Ya miré que de aquí solamente saldremos muertas, no hay manera de escapar, no quiero terminar en las manos de un degenerado.—Entiendo, no debemos confiar en nadie, ahora tenemos que ver la manera de salir de esta situación. No debemos rendirnos.—Eres ingenua, es que acaso no sabes en donde estamos, este es un prostíbulo, nos venden como al gana