CAPITULO 2

Andrés se agarró la cabeza con las dos manos, mientras que Jorge le palmeaba el hombro, El padre de Nelson levanto a su hijo y lo ayudo a pararse, lo abrazo para consolarlo, aunque él también está desbastado. Salieron de ahí con los ánimos bien bajos y ayudó a su hijo a subir al auto.

—No hay que perder las esperanzas, en muchas ocasiones hay una luz al final del camino.   —dijo queriéndolo consolarlo.

—¡Mi hija, ¿dónde está? M*****a sea, ¿qué voy a hacer?!, ¡que le diré a Vicky, todo esto es mi culpa!

—Nada de esto es culpa de nadie, solo fue un plan macabro de una vieja desquiciada. Vicky es fuerte, tienen que sobreponerse para pensar con cabeza fría, sé que encontraremos a mi nieta, no nos rendiremos, pagaremos detectives para que busquen hasta debajo de las piedras. —dijo entre lágrimas, Andrés.

—Cuenten conmigo, moveré todos los medios a mi alcance, la vamos a encontrar, no perdamos la esperanza. —Jorge también quiere a la joven, la vio crecer junto con su hija.

Los cuatro hombres regresaron a casa, la moral por el suelo y las esperanzas eran nulas, al entrar a la casa las mujeres quedaron viendo sus semblantes. Vicky corrió a los brazos de Nelson, quería oír buenas noticias, pero el aspecto de ellos, no le daba buena espina, ella sabe que no hallaron nada, aunque ella quiere que su marido le dé una pequeña esperanza.

—¡Dime que tienes noticias de nuestra hija! ¿Ella está bien?

—¡Lo siento mi amor, aún nada! Sin embargo, no me voy a rendir, daré con ella a como dé lugar.

Ella lloró en el pecho de su esposo, solo de cavilar que su hija está sola y desprotegida, no quiere ni imaginarse lo que le estén haciendo. Lucrecia abrazó a su esposo, al igual que Samy se pusieron muy tristes, ahora nada más les toca esperar que la policía reconozca alguno de los hombres que salió en las fotografías.

Nelson no escatimara en gastos, también ordenó que sus hijos no salieran de casa, que estudiaran en línea, no iba a permitir que otro hijo saliera lastimado. La policía tiene custodiado todas las salidas del país, han regado volantes por todos lados ofreciendo una jugosa recompensa a quien les diera información sobre la joven en el retrato.

Nunca se le cruzó en la mente que el cumpleaños de su hija se convertiría en una tragedia como esa, Vicky ordeno que quitaran todo el arreglo que habían hecho. Lo único que quería era recibir buenas noticias de que han encontrado a su hija, quería a su bebita devuelta, deseaba que todo esto fuera solo una pesadilla, tantos sueños que la joven tenía que realizar, todo eso la atormentaba.

╰⊱ JULIE ╭⊱

Me duele la cabeza, mi vista se va aclarando, no recuerdo que fue lo que me paso, en eso, noto que estoy amarrada, no sé dónde estoy, siento que todo se mueve, pareciera que estoy en un barco, pero eso es imposible. Escucho unos pasos que vienen hacia mí, tengo mucho miedo, papá, mamá, los extraño mucho, mis dos hermanos, antes me quejaba por lo revoltosos que son, sin embargo, ahora extraño hasta eso.

—Esta es la mercancía especial, es intocable, escuchaste. —escucho decir, es la voz de un hombre.

—Entendido, la vigilaré muy bien. —escuche que alguien se fue, pero aún siento que no estoy sola, tengo una capucha que me abarca toda la cabeza, estoy está en total oscuridad, puedo escuchar respiraciones. Alguien entra y se detiene muy cerca de mí.

—Que tenemos aquí, carne de primera y fresca. — escucho cómo se ríe mientras habla. — Así que tú serás el nuevo juguete de ese viejo asqueroso, te contaré que mi hermana fue víctima de ese viejo en el pasado, es un secreto a voces, el condenado paga muy bien por chicas puras, aunque a mi hermana le costó un ojo de la cara, te hablo literalmente. La pobre tiene que andar un ojo parchado de por vida, el viejo malnacido, en uno de sus éxtasis, le enterró su pulgar en el ojo de mi hermana sacándoselo por la presión que hizo.

—¡Ayúdame! ¡Por favor! —le digo entre sollozos, queriendo mover la compasión de aquel hombre, aún tengo la capucha encima, no sé cómo es él— Si es dinero lo que quieres, mis padres te darán lo que pidas.

—Muy tentadora la oferta, pero de que me sirve si eres un cadáver andando, estos hombres no tienen escrúpulos. Aquí puedes entrar, pero salir, imposible.

—¡Este es un error, no sé por qué estoy aquí! —le digo llorando.

—Estás aquí porque alguien cobro mucho de dinero por tu vida. Prácticamente, alguien te vendió a esta gente, yo simplemente soy un simple trabajador de este barco.

—¡No le he hecho mal a nadie, porque me pasa esto! —estoy desesperada, siento ahogarme.

—Mañana llegaremos a Montenegro, será mejor que duermas.

—¡¡Montenegro!! —eso significa que estoy dejando mi país y mi familia para siempre. Nunca más veré esa enorme sonrisa que mi padre que me regala cada día, y los besos de mi madre, mi consejera y confidente, todos mis amigos y maestros, no sé si los volveré a ver algún día, estoy completamente sola, rumbo a lo desconocido.

—Amordaza las bocas a esas mujeres, la policía va a inspeccionar la embarcación en la primera planta.

—¡Entendido! Bueno, preciosa, no es nada personal.  —me quita la capucha, me cuesta un poco acostumbrarme a la claridad.

Quiero rogar otra vez, pero me cubren la boca, pegándome un pedazo de una cinta adhesiva. Tengo mucho miedo, observo a mi alrededor, no estoy sola, hay más muchachas como yo, también tiemblan del miedo. Tienen sus bocas cerradas, todas estamos llorando, un hombre nos vigila desde una esquina, él no deja de mirar a las chicas, una de ellas tiene su falda arriba de la rodilla, la mira con lascivia, se le acerca, ¡Dios santo! Que no le haga nada, la chica trata de alejarse, él le mete la mano por debajo de su falda.

— Esto no es nada para lo que te harán a donde vamos. Guarda silencio, ahorita, todos están ocupados allá arriba, no prestarán atención. —le dijo mientras le quita su braga, cierro mis ojos fuertes, atrapada por el miedo y la incertidumbre, quiero que esto sea una pesadilla y que despertaré en cualquier momento, los abro de nuevo, miro que él se baja el zíper del pantalón y ¡Qué salvaje! La está violando enfrente de todas nosotras, miro que unas se alejan como pueden, yo estoy frente a ellos, deseo ayudarla, pero estoy atada, ¿será que eso me va a pasar a mí también?

—¡Hay, era virgen la niña, pues se jodió el que te va a comprar porque ya no lo eres!

Dijo el maldito cuando termino, la chica llora a mares, de sus piernas se ve un líquido ligoso revuelto con sangre, no soporto más, no quiero que me pase eso, ¡Dios mío, ayúdame! Me hago un novillo en la esquina donde estoy sentada, por ratos se me quieren cerrar los ojos, están pesados de tanto llorar, pero ni loca me quedaré dormida, noto que rotan a los guardias. Algunos son salvajes, otros solo nos observan sin moverse de su sitio, el viaje ha sido largo, estamos en un compartimiento secreto del barco, se escucha pisadas arriba de nosotras.

Somos quince jóvenes en total, estamos asustadas, me he hecho pipi unas tres veces en el pantalón que ando y no solamente yo, ellas también, no quiero moverme de este rincón. Ellos únicamente me ven, no me hablan ni me tocan, me siento segura en este rincón, que no quiero mover ni un músculo para que no me miren, se me durmió una pierna, pero no me voy a mover, no quiero llamar la atención de ninguno de ellos, estoy con miedo que me violen.

No sé cuánto tiempo ha pasado, sin embargo, no he dormido casi nada, algunas chicas sí se han dormido, por ratitos cierro mis ojos para que descansen. No me puedo dar el lujo de dormirme profundamente, porque si lo hago me pueden hacer algo, el miedo paraliza mi cuerpo, ya no siento mis piernas.

—Oye levanta a las mujeres, llegamos, el furgón las espera. —escucho decir, ¿ahora que pasará conmigo?

—Ya oyeron, llegaron a su nuevo hogar. —nos grita uno de ellos.

Trato de ponerme de pie, pero mis piernas no responden, mis manos y piernas se entumecieron del amarre que me hicieron, cuando trato de pararme, caigo al suelo nuevamente. Trato de ponerme de pie en varias ocasiones, no quiero que me peguen o que me hagan algún daño.

—Oye, que te pasa, eres sorda, acaso no escuchas muy bien. —hago el intento otra vez, y lo logro, aunque siento unos calambres, pero son soportables— Hagan una fila, apestosa, si hieden a orines estas mujeres.

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