—Es una sorpresa, así que tendré que cubrirte los ojos —indicó y sacó del bolsillo una pañoleta, se aproximó al pequeño y cubrió sus ojitos. —Con cuidado que tengo un golpe por los ojos —indicó—. No te tardes mucho —solicitó.Carlos con cuidado llevó al pequeño a la mitad del jardín, entonces colocó frente a él su obsequió. —Ya puedes mirar —solicitó. Angelito se arrancó con rapidez el vendaje, abrió los ojos de par en par y recorrió con su azulada mirada el flamante pony en color blanco.—Me cumpliste mi sueño —expresó con entusiasmo—. Es increíble. —Brincó con emoción.—¿Puedo tocarlo? —preguntó.—Es todo tuyo, ven, vamos a que lo acaricies, debes cuidarlo mucho —recomendó Carlos. —Sí, lo prometo—. Ahora sí pareceré todo un hacendado —bromeó—. Iré a recorrer las tierras con mi tío abuelo Joaquín. —Carcajeó.—Ibas tan bien, pero tan bien, hasta que tuviste que pronunciar la palabra prohibida —expuso Joaquín bufando—, si dejas de decirme tío abuelo, te daré un lugar en la hacienda
Carlos Duque en la sala de la hacienda mantenía esa hoja arrugada entre sus puños.—Hay que buscar protección, esos tipos ya saben que está viva —masculló—, todo el país sabrá a lo que se dedicaba Paula María. —Miró a Ely. Elizabeth apretaba sus puños, y pensaba la forma de desmentir todo aquello, pero no se le venía nada a la mente, no sabía a quiénes se estaban enfrentando, pero entonces su brillante mente supo que debían hacer. —Hay que buscar los datos de las personas que imprimieron esos volantes y si las imágenes han sido publicadas en algún medio, demandaremos —expuso—, esto es terrible, no pueden exponer a una mujer de esa forma. —Inhaló profundo. Rosario, la madre de Carlos, se conectó con lo que estaba sintiendo en ese momento Paula María. —Debe ser valiente, no puede dejar que esto la destruya, debe hablar, y contar su versión de los hechos, ya no puede seguir ocultándose —propuso y observó a los padres de la joven—. No es justo que la juzguen sin darle la oportunidad d
Carlos Gabriel no podía conciliar el sueño, cada ruido que escuchaba lo sobresaltaba y el corazón le latía desbocado. Suspiró profundo y acarició con delicadeza el dorado cabello de Paula María. —No voy a permitir que vuelvan a lastimarte —susurró—, nadie volverá a hacerte daño, lo juro —expresó apretando los dientes con impotencia. El rugido de un motor provocó que el corazón de Gabo se disparara, se asomó con sigilo a la ventana y notó que era un auto vecino, soltó el aire que estaba conteniendo y salió de la alcoba para ir a revisar a su hijo. Entró intentando hacer el menor ruido y observó al pequeño dormido, agarrado de la mano de Norita, los miró con ternura a ambos, y su corazón se achicó de solo pensar que esos criminales pudieran hacerles daño. —Buscaremos la manera de huir —murmuró bajito acariciando el cabello del niño—, pero no volverán a separarnos, lo prometo —sentenció, y se quedó unos minutos velando el sueño de su hijo. ***A la mañana siguiente.Eran cerca de
Momentos más tarde, Álvaro recibió una llamada de Luna, por lo que salió al jardín a atenderla, ingresó al comedor de la hacienda y observó a los presentes, con evidente palidez.—Surgió un nuevo problema —explicó y tensó su barbilla con fuerza.—¿Qué ocurre? —Alondra cuestionó con nerviosismo.—Me acaba de decir Luna que está circulando en varias revistas de farándula y para caballeros… con la imagen de Paula María —informó con voz hosca—, parece que alguien consiguió material de ella cuando estaba en aquel cabaret —gruñó con resentimiento—. Acaba de ver en un programa que están hablando de Pau, manchando su nombre.—Debes demandar —recomendó Ely con firmeza—, eso que hicieron es un delito, no pueden exponer a una persona de esa manera —informó apretando los labios con ira—, se debe investigar quién hizo llegar esa fotografías —declaró. —Ya llamé a Daniel —comentó—, se hará cargo de todo, no vamos a tener ningún tipo de consideración por nadie —indicó con firmeza—, precisamente va
Norita volvió a carcajear. —Como que tu abuelo se ve muy joven. —Abrió sus ojos y lo observó con atención—, creo que le hace falta bigotes. ¿Qué opinas? —indagó. —Tienes razón, pero ¿cómo se lo hacemos crecer de la noche a la mañana? —cuestionó.—¡Tengo una idea! —exclamó—, mi papá me compró un cajón de bolero, y yo me traje en mi mochila algunas cosas —comentó—. Espérame aquí, vigila que no se despierte —solicitó. Angelito comenzó a hacer suaves sonidos de arrulló y meció despacio la hamaca, para que no despertara, esperando a que llegara Norita.La pequeña corrió por su mochila, y con la misma rapidez llegó a la terraza. Agitada se acercó a Gabito. —Ya llegué —informó tomando aire. —¿Qué trajiste? —el pequeño preguntó con curiosidad.—La tinta con la que se limpia los zapatos —mencionó y sacó de su bolso el frasco—, mira. —Mostró el objeto. Angelito separó los labios y sonrió.—Es igual al color de su pelo, no se podrá quejar como tu abuelo —mencionó.Norita volvió a carcajear
Andrea presionó sus labios.—Eso de la moda hipster, le viene muy bien a Carlos —mencionó riendo, para no pensar en nada más.—Escuché que alguien de esta familia cambió de look. —Doña Ofe apareció y en cuanto vio a Carlos carcajeó—, mija, este sí, es todo un rey de chocolate —se mofó. —¿A cuánto la probada? —expresó sin dejar de reírse; se acercó a él y le dio un apretón de mejillas—. Era un rey de chocolate, con nariz de cacahuate —cantó divertida.Andy presionó con fuerza sus labios y todos los que la veían miraron hacia donde estaba ella con el padre de Gabo,presionando su mejilla.María Paz apareció en ese momento, y miró con atención el rostro embarrado de tinta de Carlos, se aproximó a él. —¿Tan pronto es Halloween? —cuestionó y soltó una risotada—, veo que también fuiste víctima de los chiquillos. —Carcajeó. —¿O será que quieres verte joven y bello como mi duquecito? —indagó mofándose. Carlos resopló y negó con la cabeza. —¿Ya se cansaron de mofarse de mí? —indagó con serie
Angelito ingresó a su oficina, su azulada mirada la recorrió con tristeza, se acercó al sillón en donde se acostaba a ver la televisión, acompañado de un tazón de papás y palomitas de maíz.—Voy a extrañar mucho este lugar —dijo mientras limpiaba sus ojos—. No sé a qué me dedicaré ahora que ya tendré en qué trabajar.—Hay mijo, tú nunca dejarás de ser el patrón, además no te irás para siempre —doña Ofe tomó asiento a su lado—. Estoy segura de que podrás hacer más cosas a donde te vayas, o ¿prefieres quedarte sin tus papás? —preguntó.—¿A quién voy a mandar? —preguntó—. A mí me gusta dar órdenes a todo el mundo y, ni modo que les dé órdenes a mis papás. —Suspiró profundo—. No quiero que se vayan sin mí, los extrañaría mucho —confesó.En ese instante la charla fue interrumpida porque alguien abrió la puerta de la oficina. —¿Qué haces aquí? —indagó Juan Andrés al pequeño—, desde hoy tomaré posesión de este lugar, vendré a jugar videojuegos. Angelito presionó con fuerza sus dientes y su
Apóstoles Misiones, Argentina.Paula María no pudo evitar reírse.—La abuela no es una bruja —aclaró—. A tu tía le encanta molestarla diciendo que lo es—. Lo más que puede hacer es aparecer cuando le conviene y desaparecer de la misma manera —indicó.—Pero si la abuela te hace sentir mejor, podemos llamarla para que venga a jugar —mencionó Gabo, y sonrió—, era muy divertido jugar con ella. —Miró a Pau recordando sus años de adolescencia—, aunque le gusta hacer trampa —susurró bajito. Angelito negó con la cabeza y limpió sus lágrimas.—Me dijo que está en una misión secreta —explicó—. Que estaba vigilando a alguien, ¿será a tu papá? —preguntó a Gabo—, a ella le gusta el abuelo Miguel y Carlos —susurró—, la vi en el comedor intentando pellizcarlos —narró bajito.—No se inmuta al ser un ángel —Pau sonrió. — ¿A quién estará vigilando? —se preguntó al recordar sus largos periodos de ausencia. —¿Quieres jugar con tu papá, mientras les preparo algo rico para que pasemos la tarde juntos? —cu