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Ely cerró los ojos percibiendo una opresión en su pecho, observó a Carlos con la mirada cristalina.

—Cuidate —sollozó—, y rescata a nuestro hijo —suplicó con la voz entrecortada.

Carlos se aproximó a su esposa y acarició su mejilla.

—Seguiremos las indicaciones del agente, no nos bajaremos del auto —respondió Carlos—. Sé que es peligroso, y nada conveniente, pero es peor quedarnos aquí sin saber nada.

—Es imposible —respondió el agente—. Sería peligroso.

—Iremos de todos modos —aseguró Joaquín.

El agente se quedó pensativo, y no muy convencido de llevarlos.

—Será bajo su responsabilidad —expresó.

Carlos se acercó a su hermano.

—Hazte cargo de mi nieto, de nuestras esposas, y las chicas —solicitó—, no es conveniente que se queden sin un hombre, que las cuide —manifestó.

Joaquín resopló, y entendió que Carlos tenía razón.

— Está bien, me quedo, las protegeré —respondió—. Por favor cuídate, hermano. —Lo abrazó.

Carlos correspondió el gesto de Joaquín.

—Así lo haré —expresó. Antes
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