—No, no acepto. —Su voz retumbó con gran eco dentro aquel lugar—. No puedo hacerlo, porque… me di cuenta de que no te amo. Estoy enamorada de otro —expuso dando pasos hacia atrás.
Carlos Gabriel Duque, percibió su corazón retumbar con gran fuerza al escuchar la respuesta de su novia.
Aquel no, se clavó como una estaca en su corazón. El joven parpadeó, su respiración se agitó, no podía creer lo que estaba sucediendo; los murmullos de los invitados no se hicieron esperar, se llevó las manos al cabello, incrédulo.
Paula María inhaló profundo, entonces retiró la mano del joven y se alejó.—¿Estás bromeando? —indagó, con los labios temblorosos, mirando a los ojos a Pau, intentando descifrar qué era lo que ocurría. Pau negó con su cabeza y fijó su mirada en Gabriel.—No está bromeando.
La voz de Gael, un antiguo compañero de la prepa se escuchó al acercarse hasta el altar y extender su mano para recibir la de Paula María.
—¿Nos vamos? —cuestionó esperando a que la joven entrelazara sus dedos a los de él.
Gabo como lo llamaban sus familiares apretó con fuerza sus puños, bramó al mirar a aquel nefasto sujeto, todo aquello parecía una pesadilla, y ansiaba despertar de aquel sueño, su mente era un completo caos, no comprendía nada, si la propia Paula María, decía odiar a aquel infeliz que siempre la estaba incordiando.
Paula María tomó la mano del sujeto, quien observó el rostro lleno de sorpresa de Carlos Gabriel y ladeó los labios, entonces presionó el agarre de ella y salió corriendo del lugar sin importar nada de lo que ocurría.
— ¡Paula! —gritó Gabo con la furia de una bestia herida, quiso ir detrás de aquella traidora, pero su padre lo impidió.
—No vale la pena, hijo —mencionó conteniéndolo. ****Mientras corría para alejarse de Carlos Gabriel, el corazón de Paula María ardía, sintiendo que se estaba quemando.
«Espero que algún día me puedas perdonar», pensó para sí misma, percibiendo como el hombre que corría delante de ella, tiraba con fuerza de su mano.
—Siempre serás el amor de mi vida, Carlos Gabriel Duque. Mi ángel —susurró y prosiguió su andar hacia la camioneta que ya los estaba esperando, para salir del lugar y nunca más volver a verlo.
Mientras el vehículo se movilizaba, Pau giró su rostro hacia la iglesia, su corazón se congeló al verlo salir, gruesas lágrimas salieron a borbotones sobre sus mejillas.
—Perdóname —suplicó, sintiendo su barbilla temblar. Presionó con fuerza sus puños, para no abrir la puerta y correr a sus brazos.
****
Carlos Gabriel se había soltado del agarre de su padre, y llegó hasta la salida sintiéndose: herido, burlado, humillado, quiso encarar a Paula María, pero fue inútil. La miró alejarse en el auto de aquel sujeto.
—¿Por qué? —gruñó con impotencia, aflojándose el nudo de la corbata—. Te entregué por completo mi corazón —expresó con la garganta seca y el corazón fragmentado—, te he amado desde que éramos unos niños, desde el día que juré cuidar de ti —manifestó sintiendo su pecho arder de dolor, entonces se dejó caer sobre la banqueta—. Te voy a olvidar Paula María Alvarado —gruñó apretando con fuerzas sus puños, tanto que sus nudillos se volvieron blancos—, te arrancaré de mi alma, aunque sea lo último que haga en mi vida —masculló, y sus mejillas se aguaron producto de las lágrimas.
Los Ángeles, California.Meses después.Carlos Gabriel Duque finalizó su jornada de clases en UCLA, había decidido cursar una maestría en negocios internacionales, y así olvidar el penoso incidente de meses atrás.Aunque intercalaba sus actividades escolares con su trabajo, aún el doloroso recuerdo de Paula María se hallaba instalado en su alma. Por eso solía salir con varios de sus amigos a clubes nocturnos, y esa noche estaba invitado a un evento especial.Sus compañeros le habían informado que al lugar que lo iban a invitar esa noche debía ir preparado, no sabía bien a qué se referían ellos; sin embargo, no iba a faltar.Luego de salir de la ducha y secar con la toalla sus mechones de cabello, procedió a rasurarse, instantes después se colocó unos pantal
Entre tanto, Carlos Gabriel, escoltado por dos sujetos, fue dirigido a una elegante oficina, una bella mujer de edad madura, conocida como Violet, lo recibió. Observó al joven de pies a cabeza y mordió sus labios.—Scarlett es muy afortunada —gruñó y extendió a Gabriel, una tarjeta con los datos para realizar la transferencia bancaria.Gabo no dijo nada, tomó aquella cartulina, sacó su móvil, y al instante ejecutó la operación.—Listo —informó.La mirada de Violet brilló y de inmediato digitó varias teclas del computador, luego sus ojos se centraron en la pantalla, esperó unos minutos hasta que el dinero apareciera en sus cuentas, cuando eso sucedió miró a los musculosos hombres que escoltaban al joven Duque.—Llévenlo a cobrar su premio —ordenó—.
Los pisos de cabaret estaban siendo tallados por Scarlett quien había sido golpeada una noche a tras por Violet, después de que uno de los adinerados clientes se quejó de que la joven se negó a complacerlo, poniendo resistencia a lo que le pedía luego que la puso de rodillas, frente a él.Por lo que de inmediato, la madrota del lugar la reemplazó, y a ella la sacó de ahí. La dirigió hacia la planta baja para que tallara cada uno de las baldosas del lugar, con un pequeño cepillo y una cubeta con agua y jabón. Por lo que pasaría toda la mañana refregándolos justo de la manera en la que se negó a dar servicios: De rodillas.El pómulo de la chica ardía, mientras se concentraba en la labor que había sido asignada. Deseando no ser llevada a aquel cuarto oscuro, donde acostumbraban encadenarlas de una de sus muñecas y solían lanzar
Aquella vendedora de caricias colocó los labios en su firme pectoral y comenzó a besarlo, sin poder evitarlo, rememoró la noche anterior en el que aquel árabe colocó sus fuertes brazos sobre sus hombros y la obligó a ponerse de rodillas para que retirara su ropa.Entonces la joven se arrodilló y desabrochó el cinturón de Gabo, sus dedos se movían temblando intentando desabrochar un botón y correr la cremallera, después de unos segundos batallando retiró todas sus prendas encontrándose con su firme erección.Inhaló profundo recordando algunos de los consejos de sus compañeras con las que compartía la pequeña habitación, para comenzar a succionar como si disfrutara de una paleta de caramelo, siguiendo aquella sugerencia de una de ellas, mientras que sus manos acariciaban el resto del falo, estando atenta a cualquier reacci&oacu
Gabo se puso de pie, salió del bar, y subió a su auto, avanzó un par de calles, y lo estacionó en un lugar apartado, entonces se regresó caminando al club nocturno, divisó en la entrada principal a los guardias, con sigilo llegó a la parte trasera al lugar por donde metían los licores y demás bebidas para atender a los clientes.En ese momento un camión descarga algunas jabas de gaseosas, a un señor algo mayor casi le venció el peso y él enseguida se aproximó a ayudarlo.—Yo puedo dejar esto adentro —le dijo y lo miró a los ojos.El hombre lo observó con atención.—Es demasiado arriesgado —informó, casi adivinando las intenciones del joven.—No me importa, además puedo darte una buena recompensa —aseguró Carlos Gabriel atento a que los demá
Carlos Gabriel regresó al bar con la esperanza de ver a Scarlett, como cada fin de semana, fue conducido a su mesa, ladeó los labios al verla bailando en el tubo, en medio de la pista.Enseguida le pidió a Violet los servicios de la joven, y fue a la habitación que le asignaron.La chica ingresó con temor, sus ojos buscaron con resignación al caballero que la había solicitado, al observar que se encontraba de espaldas, de inmediato supo que se trataba de Carlos Gabriel, su corazón se agitó sin evitarlo. Cerró la puerta para hacer ruido y que se percatara de su presencia.—Estoy aquí —informó.Gabo giró y la miró, notó que se veía más delgada que la vez anterior.—Hola —saludó—, veo que duró mucho el castigo —expresó con pesar.La joven lade&oacu
Scarlett se encontraba sentada sobre las cobijas que se encontraban en el piso de la habitación donde compartía con varias de chicas. A pesar de las precarias circunstancias en las que vivía, no podía dejar de pensar en la pequeña esperanza que Carlos Gabriel le había dado al intentar sacarla de ahí, entonces una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios, hasta que sintió como la golpearon con una prenda de vestir para llamar su atención.Giró su rostro hacia donde se encontraban sus compañeras.—Estás muy distraída —refirió la chica que le lanzó una blusa—. Por la manera en la que sonreías, me hace pensar que estabas pensando en algún cliente, porque aquí en este infierno, no hay motivos para hacerlo —mencionó con tristeza.Scarlett se quedó dubitativa, al escucharla.—
Scarlett afirmó con la cabeza, entonces esperó a que la mujer saliera del lugar. Momentos de angustia vivió luego de robarla y entrar al tocador para hacérsela. Minutos despuéssus ojos se abrieron de par en par, al ver los resultados de la prueba de embarazo que había hurtado de la habitación de Violet, presionó con fuerza sus ojos al ver como aparecían aquellas dos rayitas. Entonces colocó sus manos sobre su vientre con preocupación.—Te prometo que yo te protegeré, haré lo que sea con tal de preservar tu vida —susurró con lágrimas en los ojos—. Tú serás el motor en mi vida, solo lucha a mi lado, entonces una gran calidez rodeó su cuerpo, una extraña sensación de amor la inundó.Salió con el rostro desencajado y miró a la chica.—Es positivo —mencionó.