Momentos más tarde, Álvaro recibió una llamada de Luna, por lo que salió al jardín a atenderla, ingresó al comedor de la hacienda y observó a los presentes, con evidente palidez.—Surgió un nuevo problema —explicó y tensó su barbilla con fuerza.—¿Qué ocurre? —Alondra cuestionó con nerviosismo.—Me acaba de decir Luna que está circulando en varias revistas de farándula y para caballeros… con la imagen de Paula María —informó con voz hosca—, parece que alguien consiguió material de ella cuando estaba en aquel cabaret —gruñó con resentimiento—. Acaba de ver en un programa que están hablando de Pau, manchando su nombre.—Debes demandar —recomendó Ely con firmeza—, eso que hicieron es un delito, no pueden exponer a una persona de esa manera —informó apretando los labios con ira—, se debe investigar quién hizo llegar esa fotografías —declaró. —Ya llamé a Daniel —comentó—, se hará cargo de todo, no vamos a tener ningún tipo de consideración por nadie —indicó con firmeza—, precisamente va
Norita volvió a carcajear. —Como que tu abuelo se ve muy joven. —Abrió sus ojos y lo observó con atención—, creo que le hace falta bigotes. ¿Qué opinas? —indagó. —Tienes razón, pero ¿cómo se lo hacemos crecer de la noche a la mañana? —cuestionó.—¡Tengo una idea! —exclamó—, mi papá me compró un cajón de bolero, y yo me traje en mi mochila algunas cosas —comentó—. Espérame aquí, vigila que no se despierte —solicitó. Angelito comenzó a hacer suaves sonidos de arrulló y meció despacio la hamaca, para que no despertara, esperando a que llegara Norita.La pequeña corrió por su mochila, y con la misma rapidez llegó a la terraza. Agitada se acercó a Gabito. —Ya llegué —informó tomando aire. —¿Qué trajiste? —el pequeño preguntó con curiosidad.—La tinta con la que se limpia los zapatos —mencionó y sacó de su bolso el frasco—, mira. —Mostró el objeto. Angelito separó los labios y sonrió.—Es igual al color de su pelo, no se podrá quejar como tu abuelo —mencionó.Norita volvió a carcajear
Andrea presionó sus labios.—Eso de la moda hipster, le viene muy bien a Carlos —mencionó riendo, para no pensar en nada más.—Escuché que alguien de esta familia cambió de look. —Doña Ofe apareció y en cuanto vio a Carlos carcajeó—, mija, este sí, es todo un rey de chocolate —se mofó. —¿A cuánto la probada? —expresó sin dejar de reírse; se acercó a él y le dio un apretón de mejillas—. Era un rey de chocolate, con nariz de cacahuate —cantó divertida.Andy presionó con fuerza sus labios y todos los que la veían miraron hacia donde estaba ella con el padre de Gabo,presionando su mejilla.María Paz apareció en ese momento, y miró con atención el rostro embarrado de tinta de Carlos, se aproximó a él. —¿Tan pronto es Halloween? —cuestionó y soltó una risotada—, veo que también fuiste víctima de los chiquillos. —Carcajeó. —¿O será que quieres verte joven y bello como mi duquecito? —indagó mofándose. Carlos resopló y negó con la cabeza. —¿Ya se cansaron de mofarse de mí? —indagó con serie
Angelito ingresó a su oficina, su azulada mirada la recorrió con tristeza, se acercó al sillón en donde se acostaba a ver la televisión, acompañado de un tazón de papás y palomitas de maíz.—Voy a extrañar mucho este lugar —dijo mientras limpiaba sus ojos—. No sé a qué me dedicaré ahora que ya tendré en qué trabajar.—Hay mijo, tú nunca dejarás de ser el patrón, además no te irás para siempre —doña Ofe tomó asiento a su lado—. Estoy segura de que podrás hacer más cosas a donde te vayas, o ¿prefieres quedarte sin tus papás? —preguntó.—¿A quién voy a mandar? —preguntó—. A mí me gusta dar órdenes a todo el mundo y, ni modo que les dé órdenes a mis papás. —Suspiró profundo—. No quiero que se vayan sin mí, los extrañaría mucho —confesó.En ese instante la charla fue interrumpida porque alguien abrió la puerta de la oficina. —¿Qué haces aquí? —indagó Juan Andrés al pequeño—, desde hoy tomaré posesión de este lugar, vendré a jugar videojuegos. Angelito presionó con fuerza sus dientes y su
Apóstoles Misiones, Argentina.Paula María no pudo evitar reírse.—La abuela no es una bruja —aclaró—. A tu tía le encanta molestarla diciendo que lo es—. Lo más que puede hacer es aparecer cuando le conviene y desaparecer de la misma manera —indicó.—Pero si la abuela te hace sentir mejor, podemos llamarla para que venga a jugar —mencionó Gabo, y sonrió—, era muy divertido jugar con ella. —Miró a Pau recordando sus años de adolescencia—, aunque le gusta hacer trampa —susurró bajito. Angelito negó con la cabeza y limpió sus lágrimas.—Me dijo que está en una misión secreta —explicó—. Que estaba vigilando a alguien, ¿será a tu papá? —preguntó a Gabo—, a ella le gusta el abuelo Miguel y Carlos —susurró—, la vi en el comedor intentando pellizcarlos —narró bajito.—No se inmuta al ser un ángel —Pau sonrió. — ¿A quién estará vigilando? —se preguntó al recordar sus largos periodos de ausencia. —¿Quieres jugar con tu papá, mientras les preparo algo rico para que pasemos la tarde juntos? —cu
Angelito se encontraba en su salón de clases, pegando algunas bolitas de papel sobre un dibujo de su superhéroe favorito. Suspiró profundo, deseando terminar rápido, para salirse a jugar.—Izan —la maestra lo llamó desde su escritorio, pero él no respondió, siguió concentrado intentando no salirse del dibujo—. Izan —lo volvió a llamar alzando un poco más la voz, frunció el ceño al darse cuenta que era como si no la escuchara.—Oye niño—, otro de los compañeritos, golpeó su hombre. —¿No oyes que la miss te está llamando? —cuestionó.Angelito volteó a ver al pequeño, luego de sentir que le pegó.—¿Por qué me pegas? —cuestionó con enfado, presionando su puño, dispuesto a responder.—La maestra te está llamando —dijo una de sus compañeritas señalándo a la mujer.—Es verdad, Izan. —Se acercó a él. —¿No escuchaste? —cuestionó.Angelito presionó sus ojos, al no recordar que él era Izan.—Es que… —Rascó su nuca—, estaba muy concentrado, pensando en mi novia —dijo lo primero que se le ocurrió.
—Señorita Melissa —se escuchó en la voz de una mujer al otro lado de la línea—. Están investigando y yo no quiero perder mi empleo, usted me aseguró que no pasaría nada. Melissa se aclaró la garganta. —Te pagaré el doble, pero por nada del mundo, digas mi nombre —ordenó—, si pierdes el empleo yo me encargo de conseguirte uno nuevo, no te preocupes —solicitó—, y si no tienes salida, solamente di que esas imágenes llegaron de forma anónima. —Eso he hecho todo este tiempo, pero siento que me están siguiendo —expresó con temor—, tengo miedo. Melissa frunció los labios, y apretó con fuerza sus puños, sabía que esa mujer en un momento de debilidad iba a soltar su nombre y no le convenía, porque su carrera podría venirse abajo.—Sigue mis recomendaciones y nada malo te sucederá —advirtió—, pero si me traicionas, algo terrible podría sucederte —amenazó—, los amigos que tenían en su poder a Paula María, podrían encargarse de ti. —Colgó la llamada, y de inmediato se comunicó con Gael, para
¿Cómo te fue en la escuela? —indagó Gabo al pequeño al notarlo de mejor ánimo. —A mí muy bien —dijo Gabito—, fui el primero en terminar mi actividad, aunque no le encuentro el chiste, si no te pagan. —Se encogió de hombros—, la miss me dio una estrella y se la vendí a un niño que no tuvo, y me dio dos monedas y con eso me compré unos dulces.—Serás un gran empresario —Pau expresó—, pero cada niño debe ganarse su propia estrellita.—Ya hablamos con vos sobre eso —añadió Gabo—, me saliste comerciante, te pareces a mi abuelo —mencionó intentando no reír—, las cosas no se hacen esperando dinero a cambio —recalcó y miró a los ojos al niño—, si te ganas una estrella, no puedes venderla a otro compañero, eso es trampa —advirtió—, creo que no te daré el postre que traje. —Ladeó los labios. Angelito entrecerró los ojos y ladeó los labios.—No es justo. Ustedes trabajan esperando que les den dinero, ¿por qué yo no? —Porque eres pequeño, vos debes dedicarte a estudiar —dijo Gabo—, no a andar