Al día siguiente me levanto y me coloco mi mejor vestido, después de todo, una no se casa todos los días, aunque sea de mentira, así que me muevo a toda prisa para ir a la corte, donde debe estar esperándome mi futuro esposo falso. También hago una pequeña maleta con ropa suficiente para pasar el resto de la semana.
― ¿A dónde vas? ―me pregunta Maggie en cuanto me ve―no iras a trabajar así, ¿verdad? ―me dice y me señala de pie a cabeza mi traje, mi mejor vestido de coctel.
―No, hoy no trabajaré―le digo con una sonrisa―alguien me pidió que fuera hasta una isla hasta el domingo y eso es lo que haré.
― ¿A una isla? ¿sabes que eso puede ser peligroso? ―me dice preocupada―ahora siento miedo por ti, no vaya a ser que...―trata de decirme, pero la interrumpo.
―No es nada malo, iré a limpiar una gran mansión por allá, por eso me tomará todo ese tiempo―le aseguro y me voy, para que no me siga preguntando.
Unos minutos después, estoy frente al señor Pemberton, quien me ve llegar al juzgado y yo respiro profundo.
―Veo que lo pensaste bien―me dice con una sonrisa que me corta la respiración―por cierto, te ves hermosa―me señala, lo cual me hace sonreír.
―Sí, acepto su propuesta―le respondo y él me mira y toma mi mano y la besa, lo cual me pone toda nerviosa, y él se nota satisfecho por haber logrado lo que quería.
―Esto va a ser un dinero fácil para ti―me dice―la pasarás bien y ganarás dinero, además―me asegura y ahora recuerdo en dónde ha quedado el cheque en blanco que me dio, en las medicinas de Eliana―y, por si fuera poco, tendrás todos tus papeles en regla―me señala y eso sí que me entusiasma.
Sin embargo, no puedo negar que me encanta la compañía, aunque sea un esposo de mentira.
Entonces, él me toma por el brazo, acercando su cara a la mía, como si fuéramos una pareja de verdad, lo cual me pone toda nerviosa y eso le hacer reír, porque sabe el efecto que causa en mí.
―No vas a usar esa ropa―me dice con una ceja levantada, en cuanto ve la maleta que tengo en la mano―ya mandé a comprar lo que vas a usar mientras estés a mis servicios―señala y quedo anonadada.
―Pero es que no podía saber que aceptaría―le contesto y él sonríe.
―Siempre espera lo mejor―agrega y yo hago un bufido―además, te hice una propuesta irresistible―indica y es cierto, porque, con lo guapo y rico que es, de seguro que está en los sueños de cualquier indocumentada o persona legal en este país.
Entonces, ambos entramos a los juzgados, en compañía del abogado que prometió y una hora más tarde, ya con nuestro título matrimonial y mi nueva identificación, salimos todos de la corte, no sin antes hablar con su subordinado.
―Veré cómo llevar todo a los diferentes registros, para que tenga un número de seguro social, entre otros documentos―dice el hombre de mediana edad, quien ahora sé que se llama Frederick, el abogado del señor Pemberton.
―Por supuesto, Fred, nos vemos en la oficina el martes―le dice su jefe con una sonrisa y el abogado toma un taxi.
Luego vamos a una limosina, en donde están dos enormes hombres vestidos de traje negro, quienes se notan intimidantes.
―Por cierto, te presento a Nessim y a Selim, mis guardaespaldas―me dice y ellos me hacen un asentimiento de cabeza y yo trago en seco, recordando la advertencia de Maggie de esta mañana.
Y es que presentado así, con una limosina y dos matones además de decir que se va a hacer negocios con un socio en una isla, pareciera un mafioso o algo por el estilo.
― ¿Hay algún peligro en esa isla, señor Pemberton? ―le digo y él me mira con el ceño fruncido―lo pregunto, porque es la única razón por la cual tendría guardaespaldas― le recalco y él me sonríe.
―Son solo por precaución―me asegura, pero su respuesta no es que me dé tranquilidad.
Entonces, él se acerca a mí y toma mi mano en la suya, lo cual me pone nerviosa, así que muevo mi cuerpo para ver la ventana.
― ¿Le tienes miedo a algo, Valery? ―inquiere y me mira directo a los ojos, pero no le voy a insistir con el tema de la trata de blancas, aunque sí, tengo miedo por eso.
―Pues, si usted me asegura que son solo por precaución, entonces le creo―le digo y él vuelve a sonreír.
Y tampoco le diré mis sospechas, porque, si resulta ser un mafioso de verdad, ya me veo con unos zapatos de cemento en un lago o como quiera que los mafiosos se deshagan de los cuerpos de sus víctimas.
―Bien, porque Nessim te estará siguiendo a todos lados―me indica y luego me mira con una ceja levantada y yo asiento con la cabeza―él será mis ojos y oídos, mientras estemos en la fiesta de los Clarkson.
―Está bien, señor Pemberton―le indico y trago en seco, porque eso quiere decir que no me tiene nada de confianza, pero, estamos a mano, porque yo estoy temiendo sobre todas las cosas que siempre hemos escuchado Maggie y yo referente a mujeres indocumentadas como nosotras.
―Ahora tengo dos peticiones más que hacerte―me indica, lo cual me pone en alerta, pero él se toma su tiempo para decírmelas.
― ¿Y cuáles serían, señor Pemberton? ―le digo, tragando en seco.
―Pues, lo primero que quiero es que me llames Dylan delante de todos, para que parezca de lo más natural nuestra relación, ¿de acuerdo? ―me solicita y yo muevo mi cabeza en afirmación, lo cual me da alivio, ya que no me ha pedido que sea su mujer de verdad.
No quisiera que mi primera vez fuera con una persona que me ha pagado por ello y solo espero que no me lo pida.
Aunque, para ser justa, él está siendo bastante delicado conmigo.
Nada que ver con esas escenas violentas en las películas, en donde el tipo quiere tener intimidad con una, sí o sí.
―Por supuesto, señor Pemberton―le respondo y él arquea las cejas.
―Debes hacer tu papel a la perfección, haciendo que todo el mundo crea que eres mi esposa de verdad, que tenemos algún tiempo juntos―me pide y yo consiento con mi cabeza.
―Sí, señor Pemberton, así lo haré―le digo, pero él me sonríe y mueve la cabeza de lado a lado.
―Mejor ve practicando en llamarme Dylan―me dice y yo respiro profundo.
―Sí, Dylan, así lo haré―le reitero y él hace un bufido.
―Ahora, mi segunda petición es que quiero saber por qué Neil McCain te estaba buscando ayer―me dice y esta sí que no me la veía venir―porque no te creas que no noté que te escondiste en cuanto escuchaste su nombre―agrega y ahora estoy debatiéndome entre contarle o inventarle una mentira.
―Verá, él y yo nos conocemos de mi país natal―le cuento una media verdad―y no quisiera que me reconociera como una mucama aquí, en mi condición de ilegal―le aseguro y él está evaluando mi respuesta, pero ahora tengo un escalofrío que recorre todo mi cuerpo.
―Bien, eso explica mejor por qué te buscaba―se limita a decir, sin embargo, yo tengo una duda.
― ¿Y qué relación tiene usted con él? ―le pregunto y él me mira con el ceño fruncido.
―Él es mi rival comercial y ahora iremos a ver cuál de los dos se ganará el contrato anual de Clarkson Enterprise―me revela y yo quedo anonadada.
Ahora resulta que estaba más segura si hoy hubiera ido a trabajar y, sin embargo, estoy muy clara en que las tengo todas para perder.
Entonces, siento que un escalofrío me recorre por todo el cuerpo, solamente de pensar que nos encontraremos a la sabandija esa a donde nos dirigimos. ¿Le tendré que confesar al señor Pemberton qué me une con Neil en realidad? Seguro que sí, porque es algo que saldrá a la luz tarde o temprano y es mejor que lo sepa por mí, en lugar de que Neil le dé su versión de la historia. Y ahora me pregunto por qué me interesa tanto que lo sepa, después de todo, solo lo conozco desde ayer. Pero la respuesta no se hace esperar en mi corazón, que se encuentra todo acelerado. No quiero que le hagan daño al señor Pemberton y mucho menos, alguien que me ha amenazado de muerte. ~~~ Luego llegamos al muelle y el chofer introduce la limosina en el ferri privado, mientras encuentro el valor para decirle. ―Debes cambiarte de ropa―me anuncia Dylan, justo cuando le voy a contar todo, así que supongo que esta verdad debe esperar un poco más y solo espero no encontrarme con mi hermanastro por el camino.
―Pues, sí, lo soy―le indico algo molesta y trago en seco.―Ya decía yo que había algo raro por aquí―me dice y hace un bufido―te he lanzado mi mejor armamento y no has caído en mis brazos―añade y yo pongo los ojos en blanco, porque es todo un arrogante.Entonces, empieza a colocarse sus pantalones delante de mí como si nada, así que pongo mi cara para otro lado, pero parece que él está disfrutando en la manera que estoy reaccionando.― ¿Te has puesto a pensar que a lo mejor debes ser la única mujer virgen de tu edad, Valery? ―se mofa esta vez de mí, lo que me enoja.―A lo mejor sea la única virgen de veinticuatro años, pero no soy del tipo de personas que anden por ahí buscando a ver quién me desvirga, solo por mi edad―le digo toda pagada de mí misma, como tenía mucho tiempo que no lo hacía.―Pues, no sabes lo que te estás perdiendo―señala y se acerca a mi oído con su cuerpo casi desnudo lo que me corta la respiración, pero trato de recomponerme.―Asumo que sí, que lo más probable es q
― ¿Te ocurre algo? ―inquiere Dylan, ya que he dejado de bailar, de lo atónita que he quedado al ver al hombre de mis pesadillas durante los últimos cinco años.Y es que me sentía muy relajada hasta hace cinco minutos, ya que me habían asegurado de que no estaría por aquí, sin embargo, asumo que tiene tantas ganas de conseguir el contrato como Dylan, quien se ha casado conmigo por lo legal, solo para tener su oportunidad.Entonces, me pregunto qué estará dispuesto a hacer Neil y las posibilidades solo me hacen temblar.―Iré al tocador, si no hay ningún inconveniente―le digo a Dylan y este asienta con la cabeza.Así que intento esconderme en uno de los pasillos, esperando a que Neil se vaya, pero no puedo, porque Nessim está detrás de mí con el ceño fruncido.― ¿Le ocurre algo malo? ―me dice extrañado, pero yo muevo la cabeza de lado a lado y sigo caminando, tratando de que no note que quería espiarlos.―Ya vuelvo―le digo al guardaespaldas, cuando estoy en la puerta de los tocadores, pe
Sus palabras me hacen temblar de pie a cabeza y ahora me pregunto en donde se supone que está mi guardaespaldas.―No entiendo a lo que te refieres, Neil―le digo y él se acerca a mí de manera amenazante.― ¿Estás tratando de vengarte? ―me espeta cabreado, al tiempo que estrella su puño contra la pared―te lo advierto, Valery, si te has asociado con mi enemigo, me voy a encargar de que tú, Dylan y su negocio se vengan abajo―ruge cerca de mi oído y yo trato de apartar su cara de la mía.―Ya déjame en paz, Neil―chillo de miedo―no me interesas ni tú ni nada que tenga que ver contigo, así que ya te puedes largar de por aquí―le digo, pero entonces, veo cómo su presencia desaparece de mi cara.― ¡Deja a mi esposa en paz! ―le dice Dylan, quien lo tiene por el cuello y ahora lo ha puesto contra la pared.― ¡No le he hecho nada! ―le dice y entonces Dylan lo suelta y ambos se están midiendo con el ceño fruncido―pero esto no puede ser casualidad, que tú y ella estén confabulados en mi contra― le es
Me despierto escuchando el ronronear de alguien, mientras me encuentro acurrucada a un pecho y soy rodeada por unos brazos que me asen con firmeza.Y se sienten tan bien, aunque sé que está todo mal, así que trato de deshacerme de esos fornidos brazos, pero, en cuanto siente que me muevo, me llevan más cerca de su pecho, lo que hace que mi corazón palpite a mil por hora y escucho al señor Pemberton reírse.―Buenos días, Valery―me dice, con su aliento rozando mi oído― ¿has dormido bien? ―inquiere todo burlesco, pero no le respondo, en lugar de eso, trato de salir de sus brazos y su embrujo, pero no me lo permite.― ¿Buenos días? ¡señor Pemberton! ―le respondo toda sonrojada y molesta a la vez―pero, qué pretende con tenerme así―le digo enfurruñada.―Pues, no he sido yo, sino tú―me dice con socarronería.―Pero, usted me está abrazando―le señalo desconcertada―y estoy segura de no haberle pedido que me abrace―le añado y se ríe aún más―así que le ruego que me suelte.― ¿Estás segura? ―señal
― ¿Otra vez con eso? ―le digo toda molesta―no soy ninguna esposa falsa, mira―señalo y le entrego la identificación que me dieron en el juzgado―este es mi nombre legal, así que te agradezco que ni siquiera quieras ir por ese lado―le advierto y él observa sorprendido, mirándome con las cejas arqueadas y luego respira profundo.―Pues, sé de algunos lugares que se encargan de hacer buenas identificaciones falsas, por lo que sé―me suelta y yo le sonrío.Y vaya si lo sé, si yo uso una para cambiar mi cheque cada dos semanas, pero eso no viene al caso.―Pues, has lo que quieras, pero luego no te quejes, si te das cuenta de que te has puesto ha investigar por el gusto―le digo muy pagada de mí misma y es justo en el momento en que se aparece mi falso esposo.―Pero, miren a quién tenemos por aquí―le dice a mi hermanastro, al tiempo que me besa la coronilla―Neil McCain―le dice con sorna― ¿algo que se te haya perdido? ―observa, al tiempo que me toma de la cintura y me da un beso, pero esta vez en
―Eso se escucha como si no creyera que Dylan y yo estuviéramos casados, señor―le digo con algo de indignación.―Para nada, Valery―me dice y me guiña un ojo, lo cual tensa a Dylan a mi lado―estoy seguro de que él es capaz de todo, con tal de conseguir lo que quiere y si dice que están casados, lo creo, aunque habría que ver qué tan de verdad es ese matrimonio―asegura y ahora estoy confundida por sus palabras―sin embargo, él ha traído la mejor propuesta de todas, a pesar de todos los peros que pueda tener acerca de esa vida que dicen que llevas.―Te aseguro, Henry, que todos son rumores―le señala mi falso esposo, pero el señor Clarkson, lejos de estar molesto, lanza una carcajada que nos sorprende a todos.―En cambio, aquí tenemos a una gran promesa que viene desde el extranjero, para hablarnos de la calidad de sus zapatos, los cuales han sorprendido a todos los socios de este pequeño convivio anual―indica y Neil sonríe satisfecho, al igual que Amanda, que no puede disimular lo orgullos
―Pues, yo quisiera pensármelo un poco más―le responde Neil al señor Clarkson y este lo mira con el ceño fruncido, en tanto que Dylan me mira directamente a la cara, para saber mi reacción.De seguro que debe saber que no podrá lograr lo que se propone, si es que no estoy de acuerdo con todo esto y, en definitiva, no quisiera saber de nada que tenga que ver con Neil, quien ayer estuvo a punto de golpearme, solo porque pensaba que me había puesto de acuerdo con Dylan para tumbarle el negocio.Y no hay nada más lejano a la realidad que eso.―Supongo que tienes derecho a decidir si te vas a arriesgar a perderlo todo―le dice el señor Clarkson a Neil con una sonrisa―y eso es lo más sensato, después de todo, muy pocas personas entienden que si no arriesgas, no ganas―añade y levanta una ceja en su dirección―pero, está bien, les daré hasta mañana al medio día para que me digan que están de acuerdo, y si no lo están, le daré el contrato a su contrincante y es como si no hubiera pasado nada―le p