Capítulo 5

Entonces, siento que un escalofrío me recorre por todo el cuerpo, solamente de pensar que nos encontraremos a la sabandija esa a donde nos dirigimos.

¿Le tendré que confesar al señor Pemberton qué me une con Neil en realidad?

Seguro que sí, porque es algo que saldrá a la luz tarde o temprano y es mejor que lo sepa por mí, en lugar de que Neil le dé su versión de la historia.

Y ahora me pregunto por qué me interesa tanto que lo sepa, después de todo, solo lo conozco desde ayer.

Pero la respuesta no se hace esperar en mi corazón, que se encuentra todo acelerado.

No quiero que le hagan daño al señor Pemberton y mucho menos, alguien que me ha amenazado de muerte.

~~~

Luego llegamos al muelle y el chofer introduce la limosina en el ferri privado, mientras encuentro el valor para decirle.

―Debes cambiarte de ropa―me anuncia Dylan, justo cuando le voy a contar todo, así que supongo que esta verdad debe esperar un poco más y solo espero no encontrarme con mi hermanastro por el camino. Entonces, veo que Dylan le hace señas a Nessim y este se va detrás de mí, lo cual me hace respirar con tranquilidad.

Luego de cambiarme, entro en la limosina y veo a Dylan riéndose.

―Fue fácil engañarlo y dejarle un laxante en su comida―le comenta Selim a su jefe y este ríe con ganas―así que no debe preocuparse por él esta vez―le señala y Dylan trata de recomponerse, cuando me ve entrar.

― ¿De qué hablan? ―le digo bastante curiosa, al señor Pemberton.

―Del chofer del señor McCain, quien se ha enfermado de repente, así que no irá a la fiesta―menciona Selim, quien se ríe por lo bajo, al igual que Nessim y yo suelto un suspiro que no sabía que estaba reteniendo.

Entonces, una onda de felicidad recorre todo mi cuerpo, solamente de pensar que mi vida no corre peligro.

―Muchas gracias―se sale de mis labios y miro al señor Pemberton, quien asienta con la cabeza, aunque me parece que no está muy seguro del por qué.

Y es cuando me pregunto si debo contarle acerca de mi historia con mi hermanastro o no, después de todo, ya no existe la posibilidad de que Neil me vea.

Sin embargo, siempre es mejor decir la verdad.

~~~

Al cabo de unas horas, llegamos a nuestro destino y la limosina se dirige rumbo a la única calle que se encuentra en la isla, la que nos lleva hasta una ostentosa mansión.

―Impresionante―se me escapa decir, ante todo el lujo, en medio de la belleza natural de la paradisiaca isla y el señor Pemberton me toma de la mano y me presenta a los anfitriones, los cuales me sonríen de oreja a oreja.

―Veo que ha traído a su esposa, tal como prometió―le dice uno de los prominentes socios con una amplia sonrisa y yo le correspondo, a lo cual Dylan hace las presentaciones, llamándome por primera vez por mi nuevo nombre, Valery Pemberton, lo cual me hace tragar en seco.

Luego nos muestran nuestras habitaciones, en donde el chofer trae unas maletas.

Y creo que es el mejor momento para decirle todo.

―Es necesario que hablemos, Señor Pemberton―le digo bastante preocupada, mientras él se quita la chaqueta que lleva puesta.

―Sí, yo también quería hablar acerca de nosotros―me dice y se acerca más de la cuenta y toma mis manos y las besa y ahora me siento nerviosa.

―No estará pensando en... ―le digo y el escalofrío por todo mi cuerpo no se hace esperar, pero él me mira y sonríe.

―Lo cierto es que me gustas, Valery― me dice―y no quiero que pienses que te estoy pagando porque quiero estar contigo, sino que sea algo más... ―trata de decir, pero lo interrumpo.

―Señor Pemberton, usted sabe que no estaba pensando en una relación con usted ni nada por el estilo―le digo y él ahora se separa de mí, como si no hubiera pasado nada, así que trato de explicarle―recuerde que solo lo conozco desde ayer―le aclaro, pero ahora me mira con indiferencia.

―Entonces, ¿de qué querías hablarme? ―me indica algo molesto.

―Se trata de Neil―le revelo y él frunce el ceño.

― ¿Qué, fue tu primer novio? ―se burla, con una ceja levantada y una sensación de repulsión me recorre todo el cuerpo, ante esa idea.

―Nada me daría más asco―le digo y arrugo la nariz―es algo mucho peor.

― ¿Abusó de ti? ―inquiere molesto esta vez―solo dime si debo partirle la cara.

―No, tampoco es el caso―le digo y doy un largo suspiro, aunque me parece que Dylan no necesita una excusa para moler a golpes a Neil.

―Bueno, ya, dilo de una buena vez―me exige y yo trago en seco.

―Lo que pasa es que él es mi hermanastro―le digo y él me mira con el ceño fruncido.

―Tu hermanastro ―me dice todo consternado―y tú eres indocumentada―señala con la ceja levantada―ahora quiero saber.

―Pues, soy indocumentada por la manera en que tuve que irme de mi país y todo fue por su culpa―le confieso y esta vez se queda callado.

Así que prosigo, antes de que me ponga más nerviosa de lo que estoy.

―Verá, yo regresaba a mi país desde Dinamarca, en donde me había ganado una beca, pero mi padre murió, así que quería estar en su funeral―añado y él me mira receloso―pero Neil me estaba esperando en el aeropuerto y, antes de que pudiera salir siquiera de ahí, él me dijo que no podía regresar, que si me encontraban él o su madre, me matarían, así que tomé el poco dinero que tenía para comprar un pasaje hasta este país, tratando de mantenerme oculta―le relato, pero él me mira todo extrañado.

― ¿Y por qué razón querría matarte? ―inquiere con el ceño fruncido― ¿es que eres una rica heredera y no me habías contado? ―se burla y yo respiro profundo.

―Lo cierto es que con semejante amenaza, pues, no tuve la oportunidad de preguntarle―le respondo con una sonrisa amarga― mi padre no era un hombre muy adinerado y, aparte de un pequeño negocio de zapatos que tenía, pues, no había nada más como patrimonio, hasta donde sé―le aseguro, pero creo que lo que le acabo de decir no ha ayudado para nada para que me crea, porque lo veo reírse.

―Vaya historia la tuya―se burla de mí―te hubiera creído más si me dices que intentó abusar de ti―señala y yo respiro profundo.

―Pues, es la pura verdad y se lo puedo comprobar, que él es mi hermanastro―le digo y él mueve su cabeza de lado a lado―aunque preferiría que no, porque él tendría que estar aquí y es lo último que necesito.

―Lo cierto es que no me interesa esa historia, sea verdad o no―me dice con una ceja levantada.

―Disculpe, no es mi intención aburrirlo con esto, pero creí que era importante que lo supiera―le advierto un poco molesta porque no me toma en serio, pero a él le parece divertido todo esto―yo lo conozco y sé todo lo ladino que puede ser y en cuanto pueda, de seguro que utilizará todo eso para hacerle daño―le aseguro y él hace un bufido.

―Bien, ya estoy advertido―me dice, como si el tema lo tuviera fastidiado.

Y entonces, empieza a quitarse la ropa delante de mí.

―Pero ¿Qué está haciendo, señor? ―le digo, mientras tapo mi cara, para no ver esos bien definidos músculos que acompañan a esa sexy cara.

―Pues, he estado en autos y hasta en un ferri, así que me siento todo sucio, como te podrás imaginar―dice y se ríe nuevamente a carcajadas―te puedes duchar conmigo, si quieres―añade y yo quedo de piedra ante sus palabras.

―Creo que voy a declinar su ofrecimiento―le indico, pero veo que ya no está en la recámara, sino que se ha ido al baño, así que busco mi ropa para hacer lo mismo, una vez él salga, aunque lo escucho reír a carcajadas.

Luego, él sale del baño con su toalla enrollada en la cintura y su torso desnudo, con algunas gotas de agua corriendo por los surcos entre sus músculos y me mira y me roza el brazo, lo cual me pone algo nerviosa, así que me introduzco en el baño lo más pronto posible y él lo nota y se ríe a carcajadas.

Y cuando ya salgo de la ducha y me visto en el baño, por temor a que él me vea, me pregunto qué haré si este señor se cansa de seducirme y quiere que tome mi papel como su mujer.

― ¿Eres virgen? ―me pregunta directamente, lo cual me hace tragar en seco.

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