Entonces, siento que un escalofrío me recorre por todo el cuerpo, solamente de pensar que nos encontraremos a la sabandija esa a donde nos dirigimos.
¿Le tendré que confesar al señor Pemberton qué me une con Neil en realidad?
Seguro que sí, porque es algo que saldrá a la luz tarde o temprano y es mejor que lo sepa por mí, en lugar de que Neil le dé su versión de la historia.
Y ahora me pregunto por qué me interesa tanto que lo sepa, después de todo, solo lo conozco desde ayer.
Pero la respuesta no se hace esperar en mi corazón, que se encuentra todo acelerado.
No quiero que le hagan daño al señor Pemberton y mucho menos, alguien que me ha amenazado de muerte.
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Luego llegamos al muelle y el chofer introduce la limosina en el ferri privado, mientras encuentro el valor para decirle.
―Debes cambiarte de ropa―me anuncia Dylan, justo cuando le voy a contar todo, así que supongo que esta verdad debe esperar un poco más y solo espero no encontrarme con mi hermanastro por el camino. Entonces, veo que Dylan le hace señas a Nessim y este se va detrás de mí, lo cual me hace respirar con tranquilidad.
Luego de cambiarme, entro en la limosina y veo a Dylan riéndose.
―Fue fácil engañarlo y dejarle un laxante en su comida―le comenta Selim a su jefe y este ríe con ganas―así que no debe preocuparse por él esta vez―le señala y Dylan trata de recomponerse, cuando me ve entrar.
― ¿De qué hablan? ―le digo bastante curiosa, al señor Pemberton.
―Del chofer del señor McCain, quien se ha enfermado de repente, así que no irá a la fiesta―menciona Selim, quien se ríe por lo bajo, al igual que Nessim y yo suelto un suspiro que no sabía que estaba reteniendo.
Entonces, una onda de felicidad recorre todo mi cuerpo, solamente de pensar que mi vida no corre peligro.
―Muchas gracias―se sale de mis labios y miro al señor Pemberton, quien asienta con la cabeza, aunque me parece que no está muy seguro del por qué.
Y es cuando me pregunto si debo contarle acerca de mi historia con mi hermanastro o no, después de todo, ya no existe la posibilidad de que Neil me vea.
Sin embargo, siempre es mejor decir la verdad.
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Al cabo de unas horas, llegamos a nuestro destino y la limosina se dirige rumbo a la única calle que se encuentra en la isla, la que nos lleva hasta una ostentosa mansión.―Impresionante―se me escapa decir, ante todo el lujo, en medio de la belleza natural de la paradisiaca isla y el señor Pemberton me toma de la mano y me presenta a los anfitriones, los cuales me sonríen de oreja a oreja.
―Veo que ha traído a su esposa, tal como prometió―le dice uno de los prominentes socios con una amplia sonrisa y yo le correspondo, a lo cual Dylan hace las presentaciones, llamándome por primera vez por mi nuevo nombre, Valery Pemberton, lo cual me hace tragar en seco.
Luego nos muestran nuestras habitaciones, en donde el chofer trae unas maletas.
Y creo que es el mejor momento para decirle todo.―Es necesario que hablemos, Señor Pemberton―le digo bastante preocupada, mientras él se quita la chaqueta que lleva puesta.
―Sí, yo también quería hablar acerca de nosotros―me dice y se acerca más de la cuenta y toma mis manos y las besa y ahora me siento nerviosa.
―No estará pensando en... ―le digo y el escalofrío por todo mi cuerpo no se hace esperar, pero él me mira y sonríe.
―Lo cierto es que me gustas, Valery― me dice―y no quiero que pienses que te estoy pagando porque quiero estar contigo, sino que sea algo más... ―trata de decir, pero lo interrumpo.
―Señor Pemberton, usted sabe que no estaba pensando en una relación con usted ni nada por el estilo―le digo y él ahora se separa de mí, como si no hubiera pasado nada, así que trato de explicarle―recuerde que solo lo conozco desde ayer―le aclaro, pero ahora me mira con indiferencia.
―Entonces, ¿de qué querías hablarme? ―me indica algo molesto.
―Se trata de Neil―le revelo y él frunce el ceño.
― ¿Qué, fue tu primer novio? ―se burla, con una ceja levantada y una sensación de repulsión me recorre todo el cuerpo, ante esa idea.
―Nada me daría más asco―le digo y arrugo la nariz―es algo mucho peor.
― ¿Abusó de ti? ―inquiere molesto esta vez―solo dime si debo partirle la cara.
―No, tampoco es el caso―le digo y doy un largo suspiro, aunque me parece que Dylan no necesita una excusa para moler a golpes a Neil.
―Bueno, ya, dilo de una buena vez―me exige y yo trago en seco.
―Lo que pasa es que él es mi hermanastro―le digo y él me mira con el ceño fruncido.
―Tu hermanastro ―me dice todo consternado―y tú eres indocumentada―señala con la ceja levantada―ahora quiero saber.
―Pues, soy indocumentada por la manera en que tuve que irme de mi país y todo fue por su culpa―le confieso y esta vez se queda callado.
Así que prosigo, antes de que me ponga más nerviosa de lo que estoy.
―Verá, yo regresaba a mi país desde Dinamarca, en donde me había ganado una beca, pero mi padre murió, así que quería estar en su funeral―añado y él me mira receloso―pero Neil me estaba esperando en el aeropuerto y, antes de que pudiera salir siquiera de ahí, él me dijo que no podía regresar, que si me encontraban él o su madre, me matarían, así que tomé el poco dinero que tenía para comprar un pasaje hasta este país, tratando de mantenerme oculta―le relato, pero él me mira todo extrañado.
― ¿Y por qué razón querría matarte? ―inquiere con el ceño fruncido― ¿es que eres una rica heredera y no me habías contado? ―se burla y yo respiro profundo.
―Lo cierto es que con semejante amenaza, pues, no tuve la oportunidad de preguntarle―le respondo con una sonrisa amarga― mi padre no era un hombre muy adinerado y, aparte de un pequeño negocio de zapatos que tenía, pues, no había nada más como patrimonio, hasta donde sé―le aseguro, pero creo que lo que le acabo de decir no ha ayudado para nada para que me crea, porque lo veo reírse.
―Vaya historia la tuya―se burla de mí―te hubiera creído más si me dices que intentó abusar de ti―señala y yo respiro profundo.
―Pues, es la pura verdad y se lo puedo comprobar, que él es mi hermanastro―le digo y él mueve su cabeza de lado a lado―aunque preferiría que no, porque él tendría que estar aquí y es lo último que necesito.
―Lo cierto es que no me interesa esa historia, sea verdad o no―me dice con una ceja levantada.
―Disculpe, no es mi intención aburrirlo con esto, pero creí que era importante que lo supiera―le advierto un poco molesta porque no me toma en serio, pero a él le parece divertido todo esto―yo lo conozco y sé todo lo ladino que puede ser y en cuanto pueda, de seguro que utilizará todo eso para hacerle daño―le aseguro y él hace un bufido.
―Bien, ya estoy advertido―me dice, como si el tema lo tuviera fastidiado.
Y entonces, empieza a quitarse la ropa delante de mí.
―Pero ¿Qué está haciendo, señor? ―le digo, mientras tapo mi cara, para no ver esos bien definidos músculos que acompañan a esa sexy cara.
―Pues, he estado en autos y hasta en un ferri, así que me siento todo sucio, como te podrás imaginar―dice y se ríe nuevamente a carcajadas―te puedes duchar conmigo, si quieres―añade y yo quedo de piedra ante sus palabras.
―Creo que voy a declinar su ofrecimiento―le indico, pero veo que ya no está en la recámara, sino que se ha ido al baño, así que busco mi ropa para hacer lo mismo, una vez él salga, aunque lo escucho reír a carcajadas.
Luego, él sale del baño con su toalla enrollada en la cintura y su torso desnudo, con algunas gotas de agua corriendo por los surcos entre sus músculos y me mira y me roza el brazo, lo cual me pone algo nerviosa, así que me introduzco en el baño lo más pronto posible y él lo nota y se ríe a carcajadas.
Y cuando ya salgo de la ducha y me visto en el baño, por temor a que él me vea, me pregunto qué haré si este señor se cansa de seducirme y quiere que tome mi papel como su mujer.
― ¿Eres virgen? ―me pregunta directamente, lo cual me hace tragar en seco.
―Pues, sí, lo soy―le indico algo molesta y trago en seco.―Ya decía yo que había algo raro por aquí―me dice y hace un bufido―te he lanzado mi mejor armamento y no has caído en mis brazos―añade y yo pongo los ojos en blanco, porque es todo un arrogante.Entonces, empieza a colocarse sus pantalones delante de mí como si nada, así que pongo mi cara para otro lado, pero parece que él está disfrutando en la manera que estoy reaccionando.― ¿Te has puesto a pensar que a lo mejor debes ser la única mujer virgen de tu edad, Valery? ―se mofa esta vez de mí, lo que me enoja.―A lo mejor sea la única virgen de veinticuatro años, pero no soy del tipo de personas que anden por ahí buscando a ver quién me desvirga, solo por mi edad―le digo toda pagada de mí misma, como tenía mucho tiempo que no lo hacía.―Pues, no sabes lo que te estás perdiendo―señala y se acerca a mi oído con su cuerpo casi desnudo lo que me corta la respiración, pero trato de recomponerme.―Asumo que sí, que lo más probable es q
― ¿Te ocurre algo? ―inquiere Dylan, ya que he dejado de bailar, de lo atónita que he quedado al ver al hombre de mis pesadillas durante los últimos cinco años.Y es que me sentía muy relajada hasta hace cinco minutos, ya que me habían asegurado de que no estaría por aquí, sin embargo, asumo que tiene tantas ganas de conseguir el contrato como Dylan, quien se ha casado conmigo por lo legal, solo para tener su oportunidad.Entonces, me pregunto qué estará dispuesto a hacer Neil y las posibilidades solo me hacen temblar.―Iré al tocador, si no hay ningún inconveniente―le digo a Dylan y este asienta con la cabeza.Así que intento esconderme en uno de los pasillos, esperando a que Neil se vaya, pero no puedo, porque Nessim está detrás de mí con el ceño fruncido.― ¿Le ocurre algo malo? ―me dice extrañado, pero yo muevo la cabeza de lado a lado y sigo caminando, tratando de que no note que quería espiarlos.―Ya vuelvo―le digo al guardaespaldas, cuando estoy en la puerta de los tocadores, pe
Sus palabras me hacen temblar de pie a cabeza y ahora me pregunto en donde se supone que está mi guardaespaldas.―No entiendo a lo que te refieres, Neil―le digo y él se acerca a mí de manera amenazante.― ¿Estás tratando de vengarte? ―me espeta cabreado, al tiempo que estrella su puño contra la pared―te lo advierto, Valery, si te has asociado con mi enemigo, me voy a encargar de que tú, Dylan y su negocio se vengan abajo―ruge cerca de mi oído y yo trato de apartar su cara de la mía.―Ya déjame en paz, Neil―chillo de miedo―no me interesas ni tú ni nada que tenga que ver contigo, así que ya te puedes largar de por aquí―le digo, pero entonces, veo cómo su presencia desaparece de mi cara.― ¡Deja a mi esposa en paz! ―le dice Dylan, quien lo tiene por el cuello y ahora lo ha puesto contra la pared.― ¡No le he hecho nada! ―le dice y entonces Dylan lo suelta y ambos se están midiendo con el ceño fruncido―pero esto no puede ser casualidad, que tú y ella estén confabulados en mi contra― le es
Me despierto escuchando el ronronear de alguien, mientras me encuentro acurrucada a un pecho y soy rodeada por unos brazos que me asen con firmeza.Y se sienten tan bien, aunque sé que está todo mal, así que trato de deshacerme de esos fornidos brazos, pero, en cuanto siente que me muevo, me llevan más cerca de su pecho, lo que hace que mi corazón palpite a mil por hora y escucho al señor Pemberton reírse.―Buenos días, Valery―me dice, con su aliento rozando mi oído― ¿has dormido bien? ―inquiere todo burlesco, pero no le respondo, en lugar de eso, trato de salir de sus brazos y su embrujo, pero no me lo permite.― ¿Buenos días? ¡señor Pemberton! ―le respondo toda sonrojada y molesta a la vez―pero, qué pretende con tenerme así―le digo enfurruñada.―Pues, no he sido yo, sino tú―me dice con socarronería.―Pero, usted me está abrazando―le señalo desconcertada―y estoy segura de no haberle pedido que me abrace―le añado y se ríe aún más―así que le ruego que me suelte.― ¿Estás segura? ―señal
― ¿Otra vez con eso? ―le digo toda molesta―no soy ninguna esposa falsa, mira―señalo y le entrego la identificación que me dieron en el juzgado―este es mi nombre legal, así que te agradezco que ni siquiera quieras ir por ese lado―le advierto y él observa sorprendido, mirándome con las cejas arqueadas y luego respira profundo.―Pues, sé de algunos lugares que se encargan de hacer buenas identificaciones falsas, por lo que sé―me suelta y yo le sonrío.Y vaya si lo sé, si yo uso una para cambiar mi cheque cada dos semanas, pero eso no viene al caso.―Pues, has lo que quieras, pero luego no te quejes, si te das cuenta de que te has puesto ha investigar por el gusto―le digo muy pagada de mí misma y es justo en el momento en que se aparece mi falso esposo.―Pero, miren a quién tenemos por aquí―le dice a mi hermanastro, al tiempo que me besa la coronilla―Neil McCain―le dice con sorna― ¿algo que se te haya perdido? ―observa, al tiempo que me toma de la cintura y me da un beso, pero esta vez en
―Eso se escucha como si no creyera que Dylan y yo estuviéramos casados, señor―le digo con algo de indignación.―Para nada, Valery―me dice y me guiña un ojo, lo cual tensa a Dylan a mi lado―estoy seguro de que él es capaz de todo, con tal de conseguir lo que quiere y si dice que están casados, lo creo, aunque habría que ver qué tan de verdad es ese matrimonio―asegura y ahora estoy confundida por sus palabras―sin embargo, él ha traído la mejor propuesta de todas, a pesar de todos los peros que pueda tener acerca de esa vida que dicen que llevas.―Te aseguro, Henry, que todos son rumores―le señala mi falso esposo, pero el señor Clarkson, lejos de estar molesto, lanza una carcajada que nos sorprende a todos.―En cambio, aquí tenemos a una gran promesa que viene desde el extranjero, para hablarnos de la calidad de sus zapatos, los cuales han sorprendido a todos los socios de este pequeño convivio anual―indica y Neil sonríe satisfecho, al igual que Amanda, que no puede disimular lo orgullos
―Pues, yo quisiera pensármelo un poco más―le responde Neil al señor Clarkson y este lo mira con el ceño fruncido, en tanto que Dylan me mira directamente a la cara, para saber mi reacción.De seguro que debe saber que no podrá lograr lo que se propone, si es que no estoy de acuerdo con todo esto y, en definitiva, no quisiera saber de nada que tenga que ver con Neil, quien ayer estuvo a punto de golpearme, solo porque pensaba que me había puesto de acuerdo con Dylan para tumbarle el negocio.Y no hay nada más lejano a la realidad que eso.―Supongo que tienes derecho a decidir si te vas a arriesgar a perderlo todo―le dice el señor Clarkson a Neil con una sonrisa―y eso es lo más sensato, después de todo, muy pocas personas entienden que si no arriesgas, no ganas―añade y levanta una ceja en su dirección―pero, está bien, les daré hasta mañana al medio día para que me digan que están de acuerdo, y si no lo están, le daré el contrato a su contrincante y es como si no hubiera pasado nada―le p
Y es cuando siento como si hubiera algo en mi pecho que se estuviera quebrando, cuando me doy cuenta de que está dispuesto a sacrificar todo de a de veras, incluyendo el querer estar conmigo, como si él también me estuviera rechazando.Entonces, me río de la ironía de que un hombre mujeriego como él, que tiene una apuesta sobre sus hombros acerca de cuánto tiempo tendrá que calmar sus bragas, ahora resulta que está dispuesto a rechazarme, considerando que soy la única opción que tendría.―Ese tampoco es el problema, señor Pemberton―le digo y a él se le iluminan los ojos y veo como vuelve a respirar, lo cual me hace sonreír―pero tiene que admitir que todo esto es muy extraño y que estar cerca de Neil tampoco es que ayude en todo este asunto, como se debe imaginar―le señalo y él ahora se ríe.― ¿Tanto miedo le tienes a ese cobarde? ―se burla de mí y se separa, como si la sombra de Neil le molestara.―Pues, si yo fuera tan alta y musculosa como usted, tampoco le tendría miedo―le recuerdo