Lloraba todo el camino.Había corrido tanto que tardó menos de lo que pensó en llegar a la carretera.Cansada, se tiró al suelo para descansar mientras lloraba, ¿cuántas veces había escupido y pasado sus manos por sus labios con la intención que borrar aquel asqueroso beso? No sabía cómo sentirse aparte de asqueada, estaba molesta, pero también había sentido tanto miedo al estar tan indefensa.Aquel lugar no lo conocía, podrían quedarle horas de camino y prefería no tener que recorrerlo mientras caía la noche, sabía que de noche era aún más peligroso, sobre todo en una carretera, donde alguien podría detenerse a recogerla y nadie se daría cuenta.Los locos y desquiciados siempre abundaban.Se puso de pie y comenzó a caminar, manteniendo el ritmo para no cansarse, pero también adelantando el paso.Pensaba en el poco tiempo que duró en aquella casa y el sinsentido que era permanecer allí o casarse con ese hombre. Era una buena oportunidad para no volver a saber algo de Alejandro o de lo
—Yo…— no era como que no intentara retirar su mano, Alejandro se la dejaba sobre su erección y Ariel no sabía debajo de qué piedra meterse—. Ha sido un movimiento involuntario, lo siento.— Trató de excusarse por haberlo tocado. Y así había sido realmente, después del increíble beso, su cuerpo quedó muy caliente y su mano se movió sin recibir ninguna orden de ella, quedando sobre la erección de Alejandro.—Claro que lo sientes, tienes tu mano sobre él. Un beso y has provocado esto. Te atreves a tocarlo.— Dejó que ella retirara su mano pero Alejandro se colocó frente a ella, agachándose dentro de la tina—. Me intriga como de un momento a otro pasas de ser tímida, tierna y callada, para ser atrevida, inocente y curiosa. No logro saber cuál faceta me gusta más, pero una cosa sí sé…— dejó nuevamente un dedo sobre los labios de ella—. Me ha encantado ese beso, espero que no sea el último.—Salió de la tina y comenzó a desnudarse.Al ver que Alejandro se quitaba la ropa, ella salió con prisa d
Los ojos de Ariel quedaron deslumbrados cuando Alejandro llegó al salón, no es que no lo haya visto vestido de manera formal, era como casi únicamente lo había visto en las semanas que llevaba allí, pero era diferente, para ella era diferente.Saldrían los dos a una cena importante a donde él había decidido llevarla, ¿se imaginan la emoción que sentía Ariel?Él la estaba tomando en cuenta.Por primera vez en toda su corta vida, alguien la estaba tomando en cuenta y eso hacía que su corazón diera saltos de felicidad.—¿Nos vamos?—preguntó Alejandro, sintiéndose muy feliz por la esposa que había elegido.—Sí.— Tomó la mano que él le ofrecía y se puso de pie. —¿Dónde es?—Hasta ahora preguntaba.—En casa de mi hermana Alessia, está al lado. ¿Quieres ir caminando? —dijo. Alejando quiso avanzar, pero el cuerpo de Ariel no se movió.Alessia era la esposa de Marco Albini, el hombre que hace solo una horas se atrevió a perseguirla y tocar su cuerpo sin permiso alguno.Bajó la mirada y observó
Después de aquella noche, Ariel se comportaba distante con Alejandro, a pesar de que los días pasaban.Él tenía miedo de que ella por alguna razón cambiara de opinión, tenía miedo de llegar a casa y encontrarse con que ella había huido otra vez.Tenía que apresurar la boda.Mordía su bolígrafo mientras daba vueltas en su silla. La puerta de la oficina fue abierta y por ella entró su gran amigo, Fabio Durán.Uno de los pocos amigos con los que Alejandro podía contar, alguien en quien confiaba, sus ojos en la empresa cuando él no estaba, quien le cubría la espalda de Marco Albini y de Alessia Fendi.Un amigo fiel.Tomó asiento frente a él y notó el rostro preocupado de Alejandro.—Tengo que casarme ya. Mamá me está presionando, no para que me case específicamente con Ariel, sino para que me case, pues Annie y Alessia la están presionando a ella. —Dejó de girar y fijó sus ojos en su amigo.—Aún no creen que te vas a casar y es que hasta yo estoy un poco ateo con este tema. Por Dios, ¿rea
Cuando Ariel salió corriendo de aquella casa, sabía perfectamente que Alejandro no la iba a seguir, al menos no de inmediato, por lo que corrió con mucha prisa, tomando el camino directo, ya que por el bosque le sería imposible llegar debido a la oscuridad.En medio del camino, un coche la iluminó, iba camino hacia los Fendi, por lo que la luz le dio de frente.Dejó su mano frente a su cara para contrarrestar la molesta luz que no dejaba de molestarle en la cara, el coche se detuvo frente a ella y de él salió un hombre, que por la luz ella no podía verle el rostro.Ariel comenzó a retroceder, sabiendo que no debía de acercarse.—Soy Luca, Luca Albini— Anunció el desconocido. Solo bastó con que Ariel escuchara el apellido para que comenzara a correr.Aquel hombre fue detrás de ella, ya que al ver su rostro todo embarrado con el maquillaje, él había pensado que estaba golpeada, herida.—¡No me sigas!— Gritó asustada. No quería regresar a esa casa, pero frente a ella había otro peligro,
Sostenía un inservible collar entre sus manos, levantó la mirada al sentir ese peso en su cuerpo al ser observada por Alejandro Fendi. Recién notaba que él estaba allí, que la había encontrado.La alegría con la que buscaba sus tesoros se fue disipando hasta que solo quedó una expresión vacía en su rostro.Una parte de ella quiso limpiar su cara, sacudir su ropa o simplemente alejarse de ese montón de basura en el que escarbaba, por el simple hecho de que así era como Alejandro quería verla, como una mugrienta mujer de la calle.Por sus mejillas rodaron dos lágrimas, las detuvo con sus sucias manos, dejando una marca de polvo en su cara; guardó el collar en su mochila y luego le dio la espalda al Fendi.No pensaba que él la estuviera buscando, menos pensaba que la fuera a encontrar, porque había muchos e infinitos lugares donde buscar, pero allí estaba él, feliz de encontrar a Ariel.Era su ficha más importante y casi pierde el juego a falta de ella.—Vámonos a casa. Ya no perteneces
Una semana.Esa había sido la fecha que Alejandro puso para la boda, y todo comenzaba a marchar con mucha prisa, porque a pesar de que solo contaba con una semana, bastó con una llamada para que los preparativos de la boda entraran en marcha.Daban comienzo los preparativos ahora que encontró a la novia y aún no llegaban bien a casa.Cuando Ariel vio que se acercaba nuevamente a esa mansión, mordió sus labios y agachó la mirada.En la puerta la esperaban la señora Fendi y su hija menor, Annie.Ambas con cara de disgusto por la aparición nuevamente de Ariel y aquel aspecto tan desagradable, resaltando en ella solamente su hermosa cabellera. Entró de la mano de Alejandro y pasó al lado de ellas con la mirada baja.—Otra vez la peste aquí— Murmuró Annie, recibiendo una mirada de reproche de parte de su hermano—. ¡Ni que estuviera hablando algo que no sea cierto! ¡Apesta! ¡Que asco! — Cubrió su nariz y salió de la casa para tomar aire. La madre se marchó a su habitación.Una toalla y ropa
—¡¿Qué diablos fue lo que hiciste?!— Su voz se escuchó por toda la casa, los niños no estaban allí, solo Alessia y Marco—. ¡Ni siquiera me dijiste a mí dónde dejaste a esa mujer! ¿Cómo fue que pudiste hacernos eso? ¡Ya lo teníamos! —Sentada en el sofá, Alessia lloraba en silencio. También se sentía pésima, pues había dicho a Alejandro donde se encontraba aquella mujer, cuando ya lo tenían en sus manos, casi haciéndolo caer.Se vio sin salida, acorralada. No tuvo más remedio.Contra aquel secreto no tenía nada que hacer y jamás, jamás imaginó que Alejandro tuviera aquella información, creía que nadie lo sabía, que solo ella conocía esa verdad.—Lo siento, Marco. Lo siento.—Eres tan idiota que no sé ni cómo es que me sorprendo. — Se acercó a su esposa, secó sus lágrimas y besó sus labios con calma, respiró profundo y luego se tranquilizó —. Ve a la cama, saca mi cinturón. Tengo que castigarte por esto o no estaré muy seguro de si entiendes que estuvo mal.—Pero...—intentó quejarse, pe