Capítulo 14

El coche estaba estacionado frente a la gran casa, el motor en marcha, listo para llevar a Nerea y a Roxana lejos de todo lo que conocían. Roxana, con los ojos inundados de lágrimas, sollozaba desconsoladamente, incapaz de comprender por qué debían alejarse de su padre, de su hogar. Nerea, sentada junto a ella, compartía el dolor de la niña, aunque sus razones eran más complejas, tejidas con hilos de arrepentimiento y culpa.

Nerea aún conservaba la esperanza, por mínima que fuera, de que Vasily apareciera en la puerta, ofreciendo una despedida, un cierre a las semanas intensas y emocionalmente turbulentas. Sus ojos no dejaban de mirar hacia la entrada de la casa, buscando la figura de Vasily, deseando verlo una última vez. Pero no hubo movimiento, ninguna señal de él; la puerta permaneció cerrada, un umbral silencioso y definitivo.

Con un suspiro resignado, el conductor puso el coche en movimiento. Las ruedas crujieron contra la grava del camino, cada metro que recorrían alejándolas m
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