La tensión que inicialmente se cernía sobre la Bratva liderada por Egor Petrov comenzó a disiparse con el pasar de los días. La falta de acción por parte de Vasily Ivanov y su organización parecía indicar una aceptación tácita del destino de Nerea, o al menos una renuncia a la confrontación directa. Los hombres de Petrov, aunque mantenían una vigilancia férrea, empezaron a relajarse ligeramente, sintiendo que el riesgo de represalias inmediatas se desvanecía.En este clima de cautelosa tranquilidad, Egor convocó a sus brigadieres para la reunión semanal de estrategia y actualización de informes. Uno tras otro, los líderes subalternos presentaron reportes de actividades sin incidentes significativos, una muestra de que, por el momento, la estabilidad reinaba.Sin embargo, el ambiente se tensó cuando uno de los brigadieres, un hombre de confianza probada, pero de tacto cuestionable, trajo a colación el tema de Nerea. Su tono despectivo no pasó desapercibido, y sus palabras reflejaban un
Había descansado tan solo un par de horas desde que conoció la casa. Aquello no era suficiente porque pasaba la mayor parte de la noche despierta, lo mismo antes de que Egor saliera en la mañana.Cuando la puerta se abrió Nerea pensó que Egor había llegado, respiró aliviada de saber que no era él.—Señora Nerea.—Solo dime Nerea, por favor.—Señora Nerea, han traído bolsas con cosas para usted, necesito que se pruebe algunas y confirme que le son útiles, ya que el señor Petrov quiere saber si necesita algo más. Esta noche saldrá, eso me ha dicho.—¿Salir? —Nerea se puso nerviosa, quiso preguntar, pero pensó que aquella mujer no sabría nada de lo que haría el Pakhan.Las bolsas comenzaron a llegar a la habitación y Ana fue sacando algunas de ellas, los ojos de Nerea se posaban entre cada una de esas hermosas prendas, los calzados, los abrigos, cada cosa simplemente era de un aspecto llamativo, completamente costosa, se sabía al mirarlo.Cubrió su boca al ver que no dejaba de sacar cosa
Egor salió del baño con una toalla pequeña en su mano, secaba su cabello, iba desnudo, con la enorme erección ansiosa por acción.En la cama, Nerea esperaba desnuda, tal como él le pidió minutos antes.Miraba la marca en su mano y estar sobre la cama con el Pakhan en la habitación le hacía sentir que nunca saldría de allí.Una vez que él comenzaba a follarla parecía no tener límites, no poder detenerse, como si fuera una adicción, una y otra vez. Le aterraba mucho que esa habilidad fuera sobrehumana, creyó que se calmaría los primeros días, pero todo indicaba que era algo natural en él y ella no podía seguirle el ritmo, hacía todo lo posible, aunque cada vez que Egor salía de esa cama ella estaba destruida; no era como si ella se resistiera, al contrario, hacía caso a todo, intentaba comprender sus intenciones, buscaba seguir sus movimientos en la cama, pero al cabo de una dos o tres veces ya ella no daba para más y él parecía solo haber empezado.«No tiene cansancio», pensó Nerea.Pe
—No, eso no está bien. Imagino que fue lo que decidiste a última hora, ¿no? —El Pakhan Ivanov estaba al teléfono, eran las dos de la madrugada, pero él no podía dormir, así que se había puesto a resolver algunos asuntos, a pesar de la hora, sin importar que la otra persona esté dormida o no. Roxana había despertado hace hora y media, luego de tanto llorar había vuelto a dormir. Otra semana más en las que las horas de sueño no pasaban más de tres o cuatro por noche—. No muevas un maldito músculo sin antes preguntarme, porque tus decisiones son un desastre.—Pero antes hablé con Vincent y—intentó replicar, pero Vasily lo detuvo.—Pues Vincent también está tomando decisiones que son un desastre, ahora mismo hablo con él—Terminó aquella llamada, el ordenador sobre sus piernas y la pantalla iluminando toda su cara, sabía que ya no dormiría, mejor invertir ese tiempo en trabajo que tenía atrasado, trabajo que no era ni un poco de su agrado—. Vincent.—¡Por los mil demonios, Vasily! ¿Qué hac
—¡No! ¡No sigas! —Escuchó las palabras en español del Pakhan dichas de forma tan mal y no podía evitar reírse. Él insistía en que le dijera palabras para él repetirlas, llevaban así toda la noche luego de la cena, donde ella no paraba de reír mientras él daba su mayor esfuerzo.Y le encantaba la sonrisa de ella, la manera tan suelta en la que estaba durante esas horas y, desde luego, su belleza.Aquella ropa le quedaba muy bien, le gustó que tuviera un buen apetito y que el lugar fuera de su agrado. Una de esas tantas noches donde él llegaba a casa y la sacaba a cenar fuera, de paseo, salía con frecuencia. No permitía que ella se aburriera, al menos no en las horas que él estaba junto a ella.—¿Tan mal lo hago? — preguntó, sabía que daba todo su esfuerzo, pero los idiomas no parecían ser lo suyo.—No sé qué es lo que dice, pero sin duda español no es, estoy muy segura. Mi ruso es malo, pero tu español…—¿Estoy teniendo una mala maestra? No te rindas conmigo, a lo mejor solo necesito p
Se sentía ridículo, jamás había hecho algo así. Pero allí estaba.Durante la tarde que caía, Vasily Ivanov se encontraba sentado en su coche con vidrios tintados, una figura solitaria en el asiento trasero. Uno de sus hombres había informado sobre la ubicación de Egor Petrov y Nerea.No quiso involucrar a Vincent, pero necesitaba ver con sus propios ojos que solo Egor Petrov estaba solicitando los servicios de Nerea Pérez López. No tenía motivos para creer que eso era así, investigar un poco más allá no era lo suyo, pero algo tan simple como seguir uno de sus pasos y comprobarlo no era algo tan grave.El pequeño café era un lugar conocido, un rincón favorito de Petrov para escapadas discretas, y en esta tarde no era la excepción.Vasily observaba fijamente, sus ojos entrecerrados por el resplandor que se filtraba a través de los cristales. Veía cómo Egor, con una posesión descarada, tomaba de la mano a Nerea, tocándola inapropiadamente mientras caminaban hacia la entrada del café. Ner
Ella no pensó que él realmente lo haría, pero Egor no dejaba de sorprenderla.La mano de Nerea, marcada por cicatriz, al igual que su vida, había comenzado a tomar un rumbo distinto bajo la protección de Egor Petrov. Desde que fue reclamada por el Pakhan, Nerea había estado lidiando con la cicatriz en su mano, un estigma brutal que la señalaba como propiedad de los bajos fondos de la organización, marcada como una más entre las mujeres del club.Una puta de los Petrov.Egor, consciente del dolor y el significado degradante de esa marca, había tomado medidas para ayudarla a liberarse de ese dolor visible, sabía que eso la perturbaba y la llenaba de miedos, a pesar de que nada le pasaría estando a su lado.Instruyó a sus hombres para que encontraran el mejor especialista capaz de borrar tal huella de su piel, un gesto que Nerea no pudo interpretar de otra manera que no fuera como una muestra de cuidado y posiblemente de afecto.Se puso muy feliz, no podía creer que él realmente fuera ha
Había llegado el día, esperó que pasaran los días solo para ver si la idea se iba, pero no fue así. Nerea, vestida con cuidado para la ocasión, se encontraba junto a la ventana, su silueta delineada contra el vidrio por la luz tenue de la habitación. La ansiedad le recorría el cuerpo como una corriente eléctrica, anticipando el dolor y la permanencia de su primer tatuaje.Sí, ya no había marcha atrás.Deslizó sus dedos por su piel, justo donde iría el tatuaje.Egor apareció en la puerta de la habitación, su presencia imponente llenando el espacio.—Has tardado— dijo ella con lentitud.—He venido lo antes posible. —Notando la tensión en los hombros de Nerea, se acercó con una calma dominante, envolviéndola en sus brazos y besando su cuello—. Lo siento, te hice esperar.—Es realmente extraño que te disculpes, Egor.—¿Por qué?—No sé, es… raro.—¿No quieres que lo haga?—No por estas pequeñeces.—El problema es que sigues viendo lo que hay frente a ti— tomó la mano de ella y la dejó so