—No, eso no está bien. Imagino que fue lo que decidiste a última hora, ¿no? —El Pakhan Ivanov estaba al teléfono, eran las dos de la madrugada, pero él no podía dormir, así que se había puesto a resolver algunos asuntos, a pesar de la hora, sin importar que la otra persona esté dormida o no. Roxana había despertado hace hora y media, luego de tanto llorar había vuelto a dormir. Otra semana más en las que las horas de sueño no pasaban más de tres o cuatro por noche—. No muevas un maldito músculo sin antes preguntarme, porque tus decisiones son un desastre.—Pero antes hablé con Vincent y—intentó replicar, pero Vasily lo detuvo.—Pues Vincent también está tomando decisiones que son un desastre, ahora mismo hablo con él—Terminó aquella llamada, el ordenador sobre sus piernas y la pantalla iluminando toda su cara, sabía que ya no dormiría, mejor invertir ese tiempo en trabajo que tenía atrasado, trabajo que no era ni un poco de su agrado—. Vincent.—¡Por los mil demonios, Vasily! ¿Qué hac
—¡No! ¡No sigas! —Escuchó las palabras en español del Pakhan dichas de forma tan mal y no podía evitar reírse. Él insistía en que le dijera palabras para él repetirlas, llevaban así toda la noche luego de la cena, donde ella no paraba de reír mientras él daba su mayor esfuerzo.Y le encantaba la sonrisa de ella, la manera tan suelta en la que estaba durante esas horas y, desde luego, su belleza.Aquella ropa le quedaba muy bien, le gustó que tuviera un buen apetito y que el lugar fuera de su agrado. Una de esas tantas noches donde él llegaba a casa y la sacaba a cenar fuera, de paseo, salía con frecuencia. No permitía que ella se aburriera, al menos no en las horas que él estaba junto a ella.—¿Tan mal lo hago? — preguntó, sabía que daba todo su esfuerzo, pero los idiomas no parecían ser lo suyo.—No sé qué es lo que dice, pero sin duda español no es, estoy muy segura. Mi ruso es malo, pero tu español…—¿Estoy teniendo una mala maestra? No te rindas conmigo, a lo mejor solo necesito p
Se sentía ridículo, jamás había hecho algo así. Pero allí estaba.Durante la tarde que caía, Vasily Ivanov se encontraba sentado en su coche con vidrios tintados, una figura solitaria en el asiento trasero. Uno de sus hombres había informado sobre la ubicación de Egor Petrov y Nerea.No quiso involucrar a Vincent, pero necesitaba ver con sus propios ojos que solo Egor Petrov estaba solicitando los servicios de Nerea Pérez López. No tenía motivos para creer que eso era así, investigar un poco más allá no era lo suyo, pero algo tan simple como seguir uno de sus pasos y comprobarlo no era algo tan grave.El pequeño café era un lugar conocido, un rincón favorito de Petrov para escapadas discretas, y en esta tarde no era la excepción.Vasily observaba fijamente, sus ojos entrecerrados por el resplandor que se filtraba a través de los cristales. Veía cómo Egor, con una posesión descarada, tomaba de la mano a Nerea, tocándola inapropiadamente mientras caminaban hacia la entrada del café. Ner
Ella no pensó que él realmente lo haría, pero Egor no dejaba de sorprenderla.La mano de Nerea, marcada por cicatriz, al igual que su vida, había comenzado a tomar un rumbo distinto bajo la protección de Egor Petrov. Desde que fue reclamada por el Pakhan, Nerea había estado lidiando con la cicatriz en su mano, un estigma brutal que la señalaba como propiedad de los bajos fondos de la organización, marcada como una más entre las mujeres del club.Una puta de los Petrov.Egor, consciente del dolor y el significado degradante de esa marca, había tomado medidas para ayudarla a liberarse de ese dolor visible, sabía que eso la perturbaba y la llenaba de miedos, a pesar de que nada le pasaría estando a su lado.Instruyó a sus hombres para que encontraran el mejor especialista capaz de borrar tal huella de su piel, un gesto que Nerea no pudo interpretar de otra manera que no fuera como una muestra de cuidado y posiblemente de afecto.Se puso muy feliz, no podía creer que él realmente fuera ha
Había llegado el día, esperó que pasaran los días solo para ver si la idea se iba, pero no fue así. Nerea, vestida con cuidado para la ocasión, se encontraba junto a la ventana, su silueta delineada contra el vidrio por la luz tenue de la habitación. La ansiedad le recorría el cuerpo como una corriente eléctrica, anticipando el dolor y la permanencia de su primer tatuaje.Sí, ya no había marcha atrás.Deslizó sus dedos por su piel, justo donde iría el tatuaje.Egor apareció en la puerta de la habitación, su presencia imponente llenando el espacio.—Has tardado— dijo ella con lentitud.—He venido lo antes posible. —Notando la tensión en los hombros de Nerea, se acercó con una calma dominante, envolviéndola en sus brazos y besando su cuello—. Lo siento, te hice esperar.—Es realmente extraño que te disculpes, Egor.—¿Por qué?—No sé, es… raro.—¿No quieres que lo haga?—No por estas pequeñeces.—El problema es que sigues viendo lo que hay frente a ti— tomó la mano de ella y la dejó so
Cuando acabó la ducha que ambos se dieron, el vapor aún colgaba en el aire, un telón suave y cálido que parecía extender el momento íntimo que Egor y Nerea acababan de disfrutar.Las duchas con él solían ser largas y perversas, pero no esa. Aquella no fue con esa intención.Con movimientos deliberados y cuidadosos, Egor ayudaba a secar la piel de Nerea, cada toque de la toalla sobre su cuerpo un susurro de caricias que anticipaban lo que estaba por venir.Lo que se avecinaba…Sobre la cama, dispuestos meticulosamente, había dos lazos de seda negra. Uno para vendarle los ojos, otro para atarle las manos. Era una fantasía que Nerea había confesado durante un momento de vulnerabilidad, excitación y confianza, deseando experimentar el amor de una manera más intensa y entregada, además de que era su recompensa por soportar el tatuaje con valor. Egor, en un gesto de aceptación y deseo de cumplir su anhelo, había preparado todo para hacer realidad su petición.Estaba tan emocionado como ella
Estaba muy preocupado, se notaba en su expresión. Era la primera vez que sentía aquello, como se extendía un posible miedo a perderla.Se sentía culpable por el sufrimiento de su hija.La pequeña, con su maraña de rizos dorados esparcidos sobre la almohada, parecía aún más diminuta rodeada por las sábanas blancas y el equipo médico que zumbaba suavemente a su lado. Cada vez que despertaba, su voz apenas audible se elevaba en un débil llamado por Nerea, su niñera, la única figura de consuelo conocido en su corta vida. Pero Nerea no estaba allí.Hace tanto que no la veía, que Vasily no podía creer que todavía la extrañara. Ni siquiera recordaba a su madre, la olvidó muy deprisa, pero seguía aferrada a Nerea.Vasily Ivanov, un hombre forjado en la crueldad y las sombras del mundo criminal, se encontraba a su lado, impotente. La ironía de su poderío no escapaba a su propia percepción; podía mover montañas en el submundo, pero no podía cumplir el simple deseo de su hija enferma.Cada balbu
Su zona húmeda palpitaba, esperando aquel trozo que Egor tenía para ella.Él la hacía sentir deseada y Nerea exploraba una parte de su sexualidad que antes poco le había interesado, el sexo con Egor Petrov era buen sexo.Y cuando le hacía el amor, Nerea lloraba entre sus brazos de tanto placer. Amaba el sexo que él le daba, pero cuando ese hombre se detenía a tocar cada parte de su cuerpo, se tomaba todo su tiempo para hacerle el amor con tanta pasión que ella lloraba ante tal placer.Puede que no solo Egor estuviera adicto a ella, parecía que Nerea estaba ya en el mismo camino.Le gustaba tenerlo cerca, sentirlo, no solo cuando estaban desnudos. Su compañía ahora la reconfortaba. —Al menos abriré para decir que no se nos moleste, cosa que ya dije antes de entrar, por lo que esto debe tratar de algo importante, pero no más que tú, Nerea.Dejó un beso antes de alejarse, abrió la puerta con expresión de enfado y allí estaba su hermano, deseando mirar hacia el interior para verle el cul