Darragh brincó el muro de la mansión y cayó en medio del jardín; algunos habían percibido el aroma de la sangre segundos antes, mas no tuvieron tiempo de reaccionar rápido.
El enorme lobo blanco aterrizó con Gia en su lomo; su pelaje estaba bañado en sangre y permanecía alerta en medio de gruñidos.
Darragh se inclinó y Gia bajó del lomo, mas no logró mantenerse en pie y cayó.
El lobo blanco aulló; no tuvo que hacer nada más para que se movilizaran y auxiliaran a Gia sin detenerse a preguntar por qué esa «regalada» se encontraba en tan malas condiciones.
—¡¿Qué está sucediendo?!
Leonard, el alfa y padre de Darragh se abrió paso entre la multitud que ya corría de un lado a otro para auxiliar a Gia.
Un par de mujeres corrieron hacia Darragh con una bata de satín y la dejaron caer sobre el lomo del lobo; éste empezó a regresar a su forma humana con el mismo espectáculo escalofriante que unos momentos atrás Gia fue capaz de presenciar.
En esta ocasión el pelaje cayó en trozos sobre el jardín y luego se deshizo, dejando en medio sólo al humano desnudo que se apresuró a cerrar la bata.
—Nos atacaron —respondió Darragh con la voz ronca y entró a la casa sin esperar respuesta de su padre; él lo siguió hasta el interior.
—¿Qué? ¿Quiénes?
—Hombres lobo, no sé quiénes, no me detuve a averiguar.
El grito de la mujer lo hizo correr hacia las escaleras. La estaban atendiendo en una de las habitaciones inferiores, pero él necesitaba llegar primero al estudio de su padre.
»Gia estaba mal herida y…
—Darragh —llamó el alfa, pero era una orden para que se detuviera.
Su hijo lo hizo por dos segundos, luego se apuró a terminar de subir las escaleras y a internarse en el largo pasillo que conducía al estudio.
»¿Qué estás haciendo?
Darragh abrió la puerta del estudio y encontró a su hermano menor teniendo sexo con una mujer sobre el escritorio de su padre; la pareja se apartó y recompusieron sus ropas al ver a ambos lobos entrar.
—Perdón… —titubeó Killian, el hermano, mientras que la mujer salió corriendo del estudio—. Pensé que…
Killian también calló al ver a Darragh dirigirse a la vitrina blindada del fondo que resguardaba una jarra de oro con incrustaciones de piedras preciosas; sólo necesitó su huella dactilar para abrir la vitrina y tomó la jarra.
—¡¿Qué demonios estás haciendo?! —bramó su padre—. ¡¿Se puede saber qué son todas estas faltas de respeto?!
—¿Qué planeas hacer con eso? —inquirió Killian.
Darragh respiró hondo. No tenía tiempo para todo eso.
—Nos atacaron, Gia me defendió y está muy herida, necesito que beba esto para recuperarse y…
—Es una omega, Darragh, no puedes pretender que beba de la sangre de la eternidad, ¿sabes lo difícil que es conseguir más de ella? —interrumpió su padre—. Se agradece su acto heroico, su funeral será un homenaje a su valor, pero…
—¡No voy a dejar que muera! —gritó Darragh.
—¡Pero estás loco si piensas tirar la sangre de la eternidad de esa forma! —atacó Killian—. Los vampiros están casi extintos y jamás volveremos a conseguir una sangre como esa, no puedes gastarla de esa forma…
—Ella me salvó.
—Era su deber —aseguró su padre—. Es lo menos que podía hacer luego de darnos tantas molestias.
—¿Molestias?
—Su manada.
—La entregaron de niña, ella no tenía idea de nada, nosotros…
—¿No recuerdas cómo te atacó cuando eran niños? —interrumpió su padre—. Tuvimos que sancionarla.
Darragh recordó a Gia amarrada y sobre sus rodillas mientras recibía los latigazos. Su rostro estaba desfigurado por el dolor y lloraba a raudales mientras los espectadores reían.
—Yo la ataqué primero —recordó Darragh—. Ella se defendió.
—Ella olvidó su lugar —corrigió Killian—. ¿Y ahora pretendes usar la sangre con ella?
Darragh miró a ambos, ¿podría con los dos?
Quizá.
Hacía mucho tiempo que el futuro alfa sabía que podría tomar el liderato por la mala, era fuerte, más que su padre, podría derrocarlo. Y su hermano era joven e inexperto, prefería la diversión y las mujeres en lugar del entrenamiento.
Darragh podía vencer a los dos, pero no sabía si tenía tiempo suficiente para hacerlo y salvar a Gia. Él mismo estaba aterrado y sorprendido con sus pensamientos y sentimientos; prefería acabar con su padre y su hermano para mantener con vida a Gianna.
De repente, esa joven loba se había convertido en algo vital para él, ¿era por la leyenda? ¿Era su destino?
Darragh asomó los colmillos que eran discretos en su forma humana, muy diferentes a cuando era un lobo de dos metros.
Su padre apretó los puños. Él también era consciente de que no tenían ninguna oportunidad frente al mayor de sus hijos.
—Usaré la sangre, ¿de acuerdo? —dijo Darragh con voz firme—. Y si debo pasar sobre ustedes para hacerlo, lo haré.Su padre se quedó boquiabierto, ¿era real? Su heredero estaba amenazándolo, ¿cómo era eso posible? ¿Y todo por una omega regalada?Darragh contempló a ambos; eran fisicamente muy parecidos a él. Su padre también llevaba el cabello largo, su hermano lo usaba corto, pero los tres tenían las hebras plateadas y los ojos grisáceos. El alfa extendió el brazo para detener a su hijo menor que no medía la fuerza real de Darragh; por el contrario, Leonard sabía que su hijo mayor podía con los dos.—¿De cuántos te defendió? —inquirió Leonard.—Ocho atacantes.—¿Ella sola?—Sí, mientras me transformaba. El alfa hizo un asentimiento.—Ve —ordenó—. Enviaré a algunos lobos a revisar la zona.Darragh no dudó un segundo más, sino que salió disparado del estudio con la urna de oro entre las manos.Los invitados seguían aglomerados en la planta baja hablando de lo que sucedió cuando lo vie
Gia soñaba.No, recordaba.Por sus venas recorría la sangre ancestral que encerraba más preguntas que respuestas o al menos ningún ser viviente había podido contestarlas; los vampiros no contaban como criaturas vivas, no propiamente dicho. En medio de esas imágenes era consciente de la sangre que la estaba curando, pero no podía abrir los ojos; estaba atrapada en sus sueños con escenas que prefería olvidar. Desfilaban rápido frente a ella, como si se tratara de un álbum que alguien más manejaba y, de pronto, se detuvo en la imagen del joven Darragh cuando tenía trece años; Gia lo recordaba muy bien, demasiado bien.Gia miró sus manos, ¿estaba despierta? No, se recordó, estaba atrapada en sus recuerdos mientras esa sangre cumplía su cometido. Y sus manos eran pequeñas, llenas de cortes y golpes; maltrechas, el resultado de horas entrenando a solas en medio del bosque a escondidas de los demás. Nadie podía saber que se preparaba para una guerra imaginaria, porque Gia temía que un día
La Gianna adulta despertó. Sus ojos se abrieron y por un segundo no supo si seguía amarrada a esa madera, a veces tenía esa pesadilla y siempre tardaba en situarse en su presente.Ella levantó las manos, no estaban amarradas. Ya no era una loba indefensa. Y percibió ese aroma, percibió a Darragh; sólo tuvo que mirar hacia la derecha para encontrarlo a unos centímetros observándola. El lobo estaba sentado en la orilla de la cama.—Estás bien —dijo él.Gianna asintió, no le dolía nada, pensó que jamás se había sentido tan bien.—¿Usaste la sangre…?—Sí.—¿Te permitieron usarla?—No exactamente —murmuró Darragh—, pero no iba a permitir que tú…Gia se sentó del otro lado de la cama. Su espalda quedó expuesta para el lobo y éste comprobó que todas las cicatrices de esos latigazos continuaban ahí.—Tu espalda…—¿Apreciando tu obra de arte? —susurró ella y lo miró sobre el hombro—. Me arrojaron tierra, algunas heridas se infectaron, por eso las cicatrices quedaron así.—Lo siento, Gia, yo…
Gianna contempló su espalda desnuda frente al espejo; apenas podía verla sobre el hombro y le encantaba. Ya no recordaba cómo lucía sin todas esas horribles cicatrices, pero ahí frente a ella estaba la piel tersa y saludable.Todo gracias a Darragh.«Pero también él lo causó», se recordó. La imagen del enorme lobo blanco regresó a su mente, no podía sacarla de ahí, era impresionante. Ella no solía convivir con la manada cuando era luna llena; no lograba identificar si había otros lobos tan grandes como Darragh, sospechó que no. Y quería volver a verlo.El recuerdo agitaba su corazón, estremecía sus sentidos y no comprendía por qué, ¿o sí? Ella igual conocía la leyenda, todos lo hacían, ¡pero no tenía sentido!¿Cómo podría ser la Luna de Darragh? Cornelia no lo permitiría, nadie lo haría. Su celular recibió otro mensaje de Beth; su mejor amiga necesitaba saber por ella misma qué había sucedido, pero Gia la estaba evitando. Sólo esperaba que no fuer a verla, aunque probablemente la
—Retráctate —ordenó Darragh.—¡Maldición! ¡¿Qué te pasa?! —gritó Kilian mientras sostenía la muñeca de su hermano—. ¡Siempre dije que era una bruja, por eso la mandaron con nosotros!Gianna no sabía qué hacer. Para su fortuna, Aleksi tomó el control de la situación.—Por favor, Darragh, no vas a matar a Kilian, ¿o sí?—No.—Entonces paren este espectáculo patético —pidió el mediano—, por favor, están asustando a la dama.Gianna jamás había recibido un trato tan amable de Aleksi; de hecho, ni siquiera recordaba hablar con él alguna vez. El lobo prefería ignorar su existencia.Darragh gruñó. Kilian asomó los colmillos y cambió el color de sus ojos, pero su hermano lo soltó y el menor cayó con gracia sobre sus dos piernas. Entonces se sacudió la ropa, suspiró hondo y miró a Gianna.—Perdón, Gina, como te decía…—Es Gianna —interrumpió Darragh—. Gianna Davies.—Gianna. —Se corrigió Kilian con una mueca que parecía que acababan de arrancarle un colmillo.La loba retrocedió.¿Y si sus herma
Darragh contempló a Gianna, parecía una loba herida recluida al otro lado del asiento en la camioneta. Él no comprendía todos los sentimientos que despertaban cuando pensaba en Gianna. Ella nunca le fue indiferente, mucho menos después de aquel fatídico evento que los marcó en sus infancias, pero desde la última noche del año todo se había incrementado.—Todavía no sabemos quiénes fueron los atacantes —informó Darragh para romper el silencio sepulcral que los había envuelto.Gia salió de su ensimismamiento.—¿No tenían alguna marca?—No, nada.Ella suspiró.—Sabían pelear, eran buenos.—Fuiste mejor, Gianna Davies.—No demasiado. —Se lamentó ella—. Pero lo intenté.Darragh volvió a mirarla. Gia bajó la mirada.Leonard, su padre, no concebía la idea de que aquella omega pudiera ser la Luna de la leyenda, la eterna compañera de su hijo. Darragh lo comprendía, en parte, pues la familia de Cornelia era casi tan antigua como la de ellos. Su unión era vital para procrear más lobos fuertes
Estaban a las afueras de Preston en Maryland comprobó Gianna desde la ubicación en el mapa en su celular. Darragh fue el primero en bajar de la camioneta cuando se detuvieron. Gianna trató de imitarlo, pero el chofer se apresuró a abrir la puerta para ella.Gia sonrío como agradecimiento, pero el chofer no la miró. Ella sospechó que ya era de conocimiento de muchos que podría ser la Luna de Darragh y por supuesto que no estaban de acuerdo con ello…¿O tenían miedo?Si ella fuera la hembra alfa, ¿los haría pagar por todas las cosas que le hicieron?Gia apretó los labios.—¿Todo en orden? —inquirió Darragh a unos metros de ellos.—Sí —murmuró Gia y rodeó la camioneta por el otro lado para no toparse con el futuro alfa. La loba albergaba la esperanza de que todo fuera un malentendido y que pronto pudiera retornar a su rutina tranquila; aunque recordó que la cafetería ya pertenecía a los Ashbourne y que probablemente eso también comprendía el departamento donde ella vivía.Al parecer, s
—No puedo ser la Luna de Darragh, él es el futuro alfa y yo sólo soy una omega y… —El corazón de Gia latía tan rápido que hablaba a toda velocidad.—Nada de eso importa. —intervino la Oráculo—. La Diosa Luna los ha unido y su vínculo es inquebrantable, pero me temo que todavía es débil…Darragh se aclaró la garganta; para él era difícil hablar de sus sentimientos o intimidades.—Tenemos telepatía, pero sólo funciona cuando estamos cerca…La Oráculo hizo un asentimiento.—Sí, su vínculo es débil —confirmó—. Pronto serán como uno solo, su corazón latirá al mismo ritmo, podrán ver a través de los ojos del otro y sus pensamientos fluirán en la misma sintonía; se convertirán en un solo ser dividido en dos cuerpos.Darragh comenzó a comprender.Gianna quería que todo fuera una mentira.—Eso significa que… al pelear… —empezó él.—Su contrincante se enfrentará a un hombre lobo dividido en dos cuerpos que piensan igual, se comunican con sólo respirar, sí… serán contrincantes formidables.—¿Y c