Capítulo 9

La Gianna adulta despertó. Sus ojos se abrieron y por un segundo no supo si seguía amarrada a esa madera, a veces tenía esa pesadilla y siempre tardaba en situarse en su presente.

Ella levantó las manos, no estaban amarradas.

Ya no era una loba indefensa.

Y percibió ese aroma, percibió a Darragh; sólo tuvo que mirar hacia la derecha para encontrarlo a unos centímetros observándola. El lobo estaba sentado en la orilla de la cama.

—Estás bien —dijo él.

Gianna asintió, no le dolía nada, pensó que jamás se había sentido tan bien.

—¿Usaste la sangre…?

—Sí.

—¿Te permitieron usarla?

—No exactamente —murmuró Darragh—, pero no iba a permitir que tú…

Gia se sentó del otro lado de la cama. Su espalda quedó expuesta para el lobo y éste comprobó que todas las cicatrices de esos latigazos continuaban ahí.

—Tu espalda…

—¿Apreciando tu obra de arte? —susurró ella y lo miró sobre el hombro—. Me arrojaron tierra, algunas heridas se infectaron, por eso las cicatrices quedaron así.

—Lo siento, Gia, yo…

Ella negó, se incorporó y un mareo la invadió; Darragh se apresuró hasta su lado.

Él la sostuvo por la cintura, sus rostros quedaron muy cerca, pero Gia se apartó y volvió a sentarse.

—Tu cuerpo sigue adaptándose a la sangre ancestral —dijo Darragh.

—¿No me convertiré en vampiro? —burló ella—. Odiaría ser inmortal.

—No, nadie sabe cómo es el proceso, sólo ellos, pero no te pasará nada por la sangre.

—Entiendo —musitó Gia—. ¿Y tú? ¿Estás bien?

—Sí —reconoció él—. Gracias a ti, Gianna.

Ella asintió.

—Sólo cumplí con mi deber, defenderte con la vida —recordó ella—. ¿Ya puedo marcharme?

—¿A dónde irás?

—A casa —sonrió Gia—. Tengo un hogar, un trabajo, una vida.

—¿Con alguien de la manada?

—No, gracias a Diosa Luna, no.

Él esbozó una sonrisa melancólica.

—Te hemos hecho mucho daño, ¿no es así?

Gia encogió los hombros.

—Quizá en su posición yo habría hecho lo mismo —mintió. Gia sabía que jamás podría haber hecho semejantes humillaciones a nadie—. Debo irme.

—Espera —pidió él.

—¿Qué?

Darragh regresó al otro lado de la cama y tomó la urna.

—Siéntate, por favor.

Gia frunció el entrecejo, pero obedeció.

Darragh se sentó a su lado y le pidió que se gire un poco, ella lo hizo; su espalda quedó expuesta con el vestido algo desgarrado por la pelea.

»¿Puedo abrirte el vestido?

—¿Para qué?

—Quiero enmendar mis errores —contestó él.

Gia lo miró por encima del hombro, asintió. Llevó su mano a su espalda y deslizó la pequeña cremallera que reveló más cicatrices.

Darragh contuvo el aliento, era un triste espectáculo. Ninguna persona o lobo debería pasar por todo lo que su manada obligó a Gia.

Él volvió a abrir la urna, tomó el gotero y vertió un par de gotas arriba de la primera cicatriz. No sabía si tendría éxito, eran heridas muy viejas, pero mientras pensaba en ello notó cómo la piel comenzaba a regenerarse.

Gianna sintió un ligero cosquilleo en la espalda.

Darragh, apresurado, vertió más gotas de sangre en cada herida hasta que pronto la espalda de Gianna estaba intacta y la urna completamente vacía. Incluso desvaneció otras cicatrices como la que le hizo Mark.

—Gracias —musitó Gia y cerró la cremallera de su vestido.

Su corazón latía muy rápido, lo peor es que sabía que Darragh podía escucharlo.

Todos esos años sintió vergüenza por su espalda cubierta de cicatrices y ya no estaban. Darragh causó la mayoría y también las borró.

»Ahora sí, debo irme.

—¿Te volveré a ver?

—No lo sé.

Gianna se incorporó, Darragh la imitó.

—Debemos hablar, lo sabes.

—No, no lo sé —mintió ella y se encaminó a la puerta de la habitación—. Y creo que deberías olvidarlo.

—Gia…

—Olvídalo, Darragh —pidió ella y tomó el picaporte de la puerta—. Olvídame.

Gia abrió la puerta y se encontró a Cornelia, mas no se amedrentó, sino que pasó a su lado y se marchó con la frente en alto. Era consciente de las miradas de todos al pasar y, por primera vez, sintió que le temían.

Cornelia miró a Gianna partir, luego entró a la habitación y encontró a su prometido con expresión derrotada. La futura alfa tomó la urna, que estaba sobre la mesa al lado de la cama, y comprobó que estaba vacía.

—¿Qué has hecho, Darragh? —musitó Cornelia.

Darragh no respondió, no lo sabía. Lo único de lo que estaba seguro era de que necesitaba ver de nuevo a Gianna tanto como el aire que respiraba.

Malena de la Luna

¡Hola! ¿Están disfrutando de la novela? Espero que sí :) No olviden dejarme su comentario, es muy valioso para mí. Y espero que continúen acompañándome en esta aventura que promete mucho amor, humor y acción ;D Las actualizaciones son constantes, así que no duden en seguir con la lectura. Yo feliz de contar con ustedes y su bonito apoyo :)

| 38
Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo